La autofinanciación gana enteros entre los inmigrantes

HAZ18 marzo 2012

Ilusiones, esperanzas, anhelos de mejorar la vida. Una maleta colmada de deseos que muchos inmigrantes, una vez en tierra ajena, ven cómo se desvanecen. Con el propósito de evitarlo, Jean Claude Rodríguez-Ferrera, fundador de Comunidades Autofinanciadas (CAF) y director de la Asociación de Comunidades Autofinanciadas (ACAF), ha puesto en marcha un modelo que permite, a través de una red relacional de apoyos, promover la ciudadanía económica y social de los inmigrantes.

Con un sencillo sistema de concesión de préstamos y de promoción del ahorro, los miembros de las CAF van accediendo a servicios esenciales y disfrutando del apoyo de la red social. En la actualidad, más de 40 CAF están constituidas en España y muchos países europeos replican el modelo.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), en enero de 2011 residían en España casi 6,7 millones de inmigrantes (de los cuales alrededor de un millón habían adquirido la nacionalidad española). En los últimos meses esta cifra ha venido registrando un crecimiento consistente, si bien la crisis ha amortiguado dicho aumento sostenido.

En un entorno como el actual marcado por la crisis económica en el que la tasa de desempleo en España supera los cuatro millones de personas, los inmigrantes suelen encontrarse con serios problemas para alcanzar la ciudadanía económica y social. Para lograrlo, Jean Claude Rodríguez-Ferrera ha diseñado una estructura de Comunidades Autofinanciadas, que permite a los inmigrantes compartir necesidades económicas similares, construir redes y comunidades de apoyo, lo que contribuye a aumentar el vínculo y ganarse un lugar en la sociedad española.

Inspirado en la metodología de los BanKomunales de Salomón Raydan, otro emprendedor social de la red Ashoka, Jean Claude ha promovido la creación de grupos autogestionados que llevan a cabo sus propios programas de pequeños ahorros y préstamos. Trabajó los microcréditos durante cuatro años en comunidades indígenas de Guatemala, pero fue en Venezuela donde el barcelonés Jean Claude descubrió las Comunidades Autofinanciadas (CAF). Allí aprendió que con el dinero de la comunidad se puede hacer frente a las necesidades del colectivo, e importó el modelo.

Jean Claude explica en primera persona cómo y por qué surge la necesidad de crear este tipo de estructuras sociales: «Aprendí la metodología de otro emprendedor social de Ashoka de Venezuela, Salomón Raydan, que lo estaba desarrollando con poblaciones rurales latinoamericanas. En el año 2004 decidimos probar la metodología de las Comunidades Autofinanciadas en España, utilizándola fundamentalmente como mecanismo de creación de redes de confianza con población inmigrante, además de herramienta de fomento del ahorro y de acceso a créditos para diferentes usos».

Pero, ¿qué son realmente las comunidades autofinanciadas? Son grupos reducidos en los que los socios, generalmente entre 10 y 30 personas, aportan pequeñas cantidades de dinero que les permiten convertirse en propietarios de la CAF. Con el fondo creado se ofrecen pequeños créditos a los socios, de una media de 350 euros, que sirven para cubrir gastos personales como reparaciones, remesas al país de origen o libros para la escuela de los niños.

Entre las normas comunes de actuación destaca fundamentalmente la posibilidad de dar acceso al crédito y promover el ahorro a través de la inversión que realizan, ya que para formar parte del grupo cada miembro tiene que comprar un número determinado de acciones, que servirán para determinar su capacidad de crédito. Este capital permite a cada miembro pedir pequeños préstamos por los que paga una tasa de interés (determinada por el grupo). Los intereses que pagan aquellos miembros que previamente han solicitado créditos se traducen en beneficios para dichos «miembros inversionistas».

Las comunidades autofinanciadas se basan en la idea de ayuda económica mutua, según la que cada persona aporta un mínimo de diez euros mensuales y pueden pedir un préstamo de hasta cuatro veces la cantidad con la que contribuyen, por lo que, cuanto más alta sea la cuota, mayor podrá ser el crédito.

Aunque el sistema es similar al de los microcréditos, las comunidades autofinanciadas se diferencian fundamentalmente por dos factores. En primer lugar, el hecho de que el dinero procede de la aportación de los propios socios y no de los bancos ni de las ONG, y, en segundo lugar, en que el dinero se destina a gastos personales y no a la constitución de negocios.

Con el objetivo de «promover la plena ciudadanía económica y social de los inmigrantes, que era lo que a mí realmente me interesaba», expone Jean Claude, decide poner en marcha la creación de CAF de inmigrantes, primero en Cataluña y después extender el modelo al resto de España y Europa. Una de los factores de fortalecimiento de los CAF es su extensión y capilaridad, ya que cuantas más personas tenga la red, mayor poder de negociación, de atención, de presión y de interlocución tendrá.

Sinergias sociales

Las comunidades autofinanciadas construyen espacios de apoyo entre los inmigrantes, pero no son ajenos en absoluto a la sociedad que les rodea. Es más, a su vez, se apoyan en colectivos locales para su constitución. De hecho, a través de personas de referencia de la comunidad, tal es el caso de sacerdotes o líderes asociaciones, Jean Claude se apoya en posibles interlocutores que contribuyan a la creación de nuevos CAF.

En muchos casos, trabaja directamente con organizaciones de inmigrantes, ofreciéndoles esta nueva herramienta para fomentar una mayor participación de sus miembros.

Esta labor de consolidación y de crecimiento orgánico está traduciéndose en la constitución de nuevos grupos, ya no directamente vinculados a los CAF creados por Jean Claude, pero sí por algunos de sus miembros, que a raíz del beneficio y la aportación que generan en el colectivo de los inmigrantes, están promoviendo la creación de grupos similares en otros lugares y con distintas personas.

Si bien la posibilidad de acceder a una financiación flexible es lo que primero atrae la atención de los miembros al grupo, dicha atención aumenta y acaba fidelizando a los mismos cuando advierten que pueden beneficiarse de ventajas adicionales fruto de su permanencia a la comunidad. Entre dichos beneficios, destaca una red informal de contactos, ofertas de trabajo, acceso a información, y, al mismo tiempo, a una serie de servicios y productos que Jean Claude va proponiendo a los grupos, dando respuesta a sus peticiones y necesidades.

En cuanto a las vías de financiación de las comunidades autofinanciadas, Jean Claude reconoce que «un porcentaje pequeño de nuestra financiación ha provenido de la Administración pública». Aunque realmente, la principal vía de activos de CAF proviene «de nuestro trabajo con empresas y fundaciones».

De hecho, dichas empresas y fundaciones son con las que trabaja Jean Claude para canalizar y ofrecer un número de servicios y productos que mantienen el interés y la participación de las poblaciones inmigrantes en los mismos, desarrollando así una red relacional y el sentimiento de comunidad (microseguros, asesorías legales, «páginas amarillas» de empleo, etc.).

«También mantengo contacto constante con otros emprendedores sociales», expone Jean Claude. De hecho, para aquellas necesidades que el grupo no puede cubrir por sí mismo, Jean Claude colabora con empresas ayudándolas a desarrollar productos y servicios específicos dirigidos a los inmigrantes.

Capilaridad y crecimiento

Las comunidades autofinanciadas van más allá de los modelos de microcréditos tradicionales y demuestran la capacidad de las comunidades de escasos recursos para autofinanciarse, ahorrar e invertir en proyectos propios. A principios de 2010, 400 personas de 20 nacionalidades diferentes contaban con una red natural de apoyo y confianza en CAF emplazadas en Madrid y Barcelona. Paulatinamente, Jean Claude ha ido haciendo crecer esa red relacional de apoyos con el objetivo de ir ganando capilaridad en territorio nacional, pero también de extender los lazos más allá de España.

El hecho de que las comunidades autofinanciadas hubiera sido una idea que se desarrolló inicialmente en comunidades rurales latinoamericanas pone de manifiesto que, más allá de su emplazamiento físico, su éxito radica en cómo es capaz de responder a las necesidades reales de los inmigrantes, construir redes sociales de apoyo y ayudarles a responder a sus necesidades.

Bajo esos parámetros, CAF ha ido creciendo y fortaleciéndose. A lo largo de 2010 y 2011, arranca la expansión por el territorio español. De hecho, en 2010 se constituyeron nuevas CAF en Canarias (a través de una formación realizada por miembros de ACAF a promotores de Cáritas), Zaragoza, Valencia y Santander.

En paralelo, a lo largo del pasado año, se inició el salto internacional. De hecho, Alemania y Hungría evidenciaron su interés por este modelo, a tenor del éxito cosechado en Portugal, donde comenzó a funcionar en 2010.

En la actualidad, son más de cuarenta los grupos que funcionan en España. La crisis y un convenio con la Fundación del Instituto de Crédito Oficial (ICO) han dado un fuerte impulso a esta iniciativa, presente ya en varias ciudades españolas, sobre todo Barcelona, y mediante el cual se prestaron en 2010 un total de 350.000 euros a través de 700 créditos.

Ashoka, nexo de unión y enriquecimiento

Jean Claude es un emprendedor social de Ashoka, cuyos primeros contactos con la organización datan de 2004. El proceso de selección como miembro de la red de emprendedores sociales fue «muy interesante, en tanto me ayudó a aclarar muchos aspectos del proyecto, tales como posicionamiento, impacto estimado, factores transformadores, pero también a nivel personal, en cuanto a los motivos que me movían a poner en marcha esta iniciativa, mis auténticas motivaciones personales».

Sin duda, un proceso revelador que Jean Claude recuerda con cariño y que le permitió acceder a una red de emprendedores sociales, de la que «se siente parte, y no solamente de la red de España, sino también de la red internacional».

Desde un punto de vista de aportación a las motivaciones sociales, Jean Claude que estuvo en el grupo de los primeros emprendedores españoles de Ashoka, reconoce que «me permitió enriquecerme mucho gracias a la intensa relación que mantuve con el resto de emprendedores y también con el personal de la organización».

De hecho, uno de los factores que subraya como más positivos fruto de la relación mantenida con el resto de emprendedores sociales es la riqueza que aporta conocer motivaciones similares de transformación social, pero con proyectos muy distintos: «Yo desconocía temas como las enfermedades mentales, la prisión, la pesca o la violencia de género, por ejemplo. A raíz de mi relación con personas expertas que están sobre el terreno intentando transformar lo que no les gusta, he aprendido de estos temas, pero también de las herramientas que han utilizado para poner en marcha sus proyectos, es decir, estrategias, comunicación, uso de tecnología».

Sin duda, uno de los valores que proporciona Ashoka es el convencimiento que es posible escalar las iniciativas sociales y que emprender tiene resultados factibles. En ese sentido, Jean Claude subraya: «Ashoka me ha dado la posibilidad de creer que podemos aumentar nuestro impacto social, hacer oír nuestras ideas e internacionalizarlas, como otros han hecho».

Por Marina Sanz
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Comentarios
  1. Muy buenas:
    os acabo de conocer y la verdad que a través de este artículo de las CAF no podéis tener mejora carta de presentación.
    OS seguiré leyendo e intentaré, si me encuentro con tan buenas sensaciones, promover vuestra existencia,
    gracias,ánimo y un abrazo
    Vicente Llaneza