La escondida falacia de la cultura 2.0

La cultura –especialmente en tiempos de crisis– tiene un papel en la sociedad, tan difícil como necesario. Los retos son muchos e importantes y vienen dados, precisamente, por el hecho de que su necesaria función social no está siendo comprendida en la medida que debiera.

El mantra de la actual escasez (sic) de recursos económicos con los que cubrir las necesidades fisiológicas señaladas en la base de la pirámide de Maslow, se ha repetido hasta el punto de haber convencido a muchos ciudadanos de que la cultura es un lujo. No obstante, es crítico subrayar, que lo que sirve para mantener con vida a las personas no sustituye a lo que las hace humanas.

Esto bien lo saben quienes trabajan en la acción humanitaria en emergencias y catástrofes. Los paliativos urgentes en alimentación y atención sanitaria deben ser continuados con acciones estructurales que proporcionen estabilidad y autonomía a las comunidades en las que se actúa. Pero el darwinismo económico que promueve los mercados está llevando al mundo occidental a un canibalismo social de guante blanco, progresivamente más nocivo e insolente.

Así pues, esta contemporánea «evolución de las especies» parece reducirse cada vez más a estar vivos solamente (aunque con beneficios económicos a corto plazo), en lugar de a ser mejores humanos, tal como señala Nuccio Ordine en La utilidad de lo inútil: «Si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, solo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad».

En los últimos tiempos aumenta el número de autores que subrayan los peligros de la pérdida de protagonismo de la cultura en la sociedad, así como los riesgos de una educación utilitaria diseñada al dictado de los intereses de los mercados. Martha Nussbaum (Sin ánimo de lucro. ¿Por qué la democracia necesita de las humanidades?) se suma a la tesis de Ordine proporcionando sobrados argumentos que avalan la necesidad de promover y favorecer la cultura, especialmente en épocas de crisis. Es más, se puede incluso concluir que la actual crisis ha venido dada por la mencionada falta de conciencia sobre la necesidad estructural de la cultura en la sociedad.

Contribuir a fortalecer las bases de la cultura es una labor especializada que exige un compromiso profundo, puesto que una de las mayores dificultades que ha de afrontar la cultura emana del hecho de que sus resultados no se miden a corto plazo. Por eso, ante el sistema cortoplacista propugnado por la economía de mercado que actualmente impera en la medición de resultados, el éxito de la cultura resulta invisible a ojos de los ciudadanos.

Así pues, el actual reto para la cultura es cómo evidenciar su necesario papel en la sociedad.

¿Cultura de medición?

En la cultura, al igual que en la Teoría de la Relatividad, la línea recta no es necesariamente el camino más corto. Hacer visible el papel de la cultura en la sociedad es un desafío que algunos intentan resolver siguiendo torpes estrategias cuantitativas. Sin embargo, aumentar el número de impactos de lo cultural no asegura que la cultura y sus contenidos sean comprendidos y valorados.

Otra cuestión es que, efectivamente, la ingente cantidad y alcance de impactos informativos pertenecientes a cualquier otro ámbito de la sociedad esté eclipsando de manera sustancial la acción de la cultura. Quienes lo duden, no tienen más que pensar en el alcance mediático de un acto político o deportivo frente a uno cultural.

¿Por qué sucede esto si la cultura es –como se defiende– un ámbito imprescindible de la sociedad? Porque la cultura se apoya en la argumentación, lo cual requiere una cantidad de tiempo importante y en la mayor parte de los casos, indeterminada; además de atención de calidad. Ambos requisitos –tiempo y atención– son dos de los bienes más escasos en la sociedad occidental contemporánea. Por eso, trabajar en los aspectos cualitativos de la cultura es, además de su vía natural y por tanto más acertada, una tarea comprometida en tiempo y dedicación, para la que hay que estar capacitado y a la que no está dispuesto cualquiera.

Dadas estas circunstancias, la tentación de allanar el terreno sirviéndose del impacto rápido y masivo que actualmente proporcionan las redes sociales es mucha.

Lamentablemente, la difusión de los eventos culturales está sustituyendo en su vorágine a la difusión de la cultura, que es una cosa bien distinta. A pesar de todo, las redes sociales y los entornos 2.0 en general sí pueden ser importantes aliados para esta. Lo importante es servirse de ellos en función de lo que la cultura necesita y no al revés, como viene siendo habitual.

Los recientes intentos de definir un nuevo tipo de cultura en base a los nuevos entornos 2.0 incurren en una importante falacia: que la cultura es 2.0 si esta sucede en Internet; cuando en realidad, la naturaleza de la cultura es eminentemente 2.0 ya que esta es social, colectiva y colaborativa; con independencia de Internet y las redes sociales. Por eso, tan engañoso es tratar de encontrar una red social que sea más propicia que otras para la cultura, como esperar que una cámara de fotos «haga» buenas fotos.

Tanto las fotos como las redes las hacen los usuarios. Por tanto, una buena red cultural es la que cuenta con una comunidad diversa, activa y educada que –si ocurre en Internet– tendrá más posibilidades para aprovechar sus recursos y ser mejor. Y, ¿cómo se crea una buena red cultural en Internet? Con conocimiento, tiempo y dedicación.

Portales de conocimiento para la cultura en red.

Frente al mero acceso a la información –hoy en día al alcance de cualquiera con solo un click– el artículo Expertos para la gestión del conocimiento en Internet subrayaba la oportunidad de los profesionales y organizaciones que trabajan con contenidos de interés general (como lo es la cultura) para crear conocimiento diferencial, solo posible mediante la selección, el contraste y la capacidad para establecer relaciones.

Así pues, las organizaciones que seleccionan, custodian, ordenan, investigan y difunden contenidos de interés general han de tomar conciencia de su papel como servicio público ante los retos de la sociedad del conocimiento. Han de asumir el protagonismo y la iniciativa que les corresponde como articuladores de los sistemas de conocimiento porque lo que finalmente interesa no es ya la información en sí misma, sino el conocimiento que se puede extraer de ella.

Ahora el reto y la responsabilidad en la gestión del conocimiento para expertos y organizaciones es saber incorporar a sus discursos especializados relaciones relevantes y complementarias de contexto –como lo son los contenidos generados por los usuarios de Internet–, además de crear estructuras de conocimiento estables y sostenibles que articulen los diversos metarrelatos o microhistorias que complementan los megadiscursos tradicionales.

Así pues, no es de extrañar que precisamente sea una universidad pública, la Universitat de Barcelona a través de su Programa de Gestiò Cultural, la impulsora del Portal Iberoamericano de Gestión Cultural.

Este portal se inició en el año 2000 y es probablemente el mejor entorno online en español para los profesionales que gestionan la cultura. Su objetivo principal es «contribuir a la construcción y desarrollo del espacio cultural iberoamericano, al incluir y potenciar iniciativas procedentes tanto de la Península Ibérica como de América Latina u otros países».

¿Cómo cumple con tan ambicioso objetivo? El Portal Iberoamericano de Gestión Cultural aprovecha las ventajas de las herramientas 2.0 para recopilar y facilitar de manera gratuita recursos digitales relacionados con la gestión y las políticas culturales. Pero lo importante no es esto, sino la manera en la que lo hace: Liderando iniciativas en red especializadas y que crean puentes entre sí e identificando y relacionando las ya existentes. Ello ha requerido un trabajo previo de identificación, selección, descripción y registro de información; siendo todas ellas tareas que si como en este caso están hechas por especialistas, proporcionan relevancia, interés y eficacia a los portales en Internet.

El Portal Iberoamericano de Gestión Cultural es el vivo ejemplo de que la cultura tiene su ámbito natural en las redes de conocimiento, que encuentran en Internet un poderoso aliado. Sin embargo, lo que importa es la tarea estratégica, especializada y sostenida de los profesionales que hay detrás de los contenidos; por lo que resulta irrelevante si, por ejemplo, se utilizan redes sociales tipo Facebook o no.

Muestra de ello son la Agenda de eventos, la sección de Noticias y la de Convocatorias de ayudas, subvenciones, becas, call for papers y otros; todas ellas bastante tradicionales como concepto pero cuya excelente usabilidad conlleva un importante trabajo previo de catalogación de contenidos y diseño de funcionalidades web.

En la sección Aula abierta de este portal –de excelente calidad y abundancia de contenidos– destacan particularmente dos iniciativas en red. La primera de ellas es CulturalBox, una videoteca online en cuatro idiomas (catalán, español, inglés y francés) especializada en «la reflexión sobre gestión y políticas culturales«. Su herramienta de búsqueda avanzada permite buscar entre sus más de mil referencias registradas por sector cultura, área de gestión o por idioma.

También es especialmente interesante la sección dedicada a la participación de los usuarios. En lugar de por una red social estándar como suele ser la práctica habitual, se ha optado por diseñar un formulario con campos relevantes y muy prácticos para el filtrado y la posterior clasificación y difusión de la información que se comparte. Esta es una inteligente forma de aprovechar al máximo el conocimiento que los usuarios puedan compartir y una de las grandes carencias de la participación en redes sociales genéricas: el ulterior tratamiento de la información que en ellas se comparte.

Blogosfera Cultural es la otra iniciativa a destacar inscrita en Aula abierta. Este proyecto «recopila y presenta los blogs creados por la dinámica comunidad de profesionales de la gestión y las políticas culturales de Iberoamérica». Mediante un sistema automático de alimentación de información proporcionado por los rss de cada blog, la Blogosfera Cultural muestra una selección de artículos relevantes a los interesados en la gestión y las políticas culturales que, además, en un buscador avanzado pueden ser filtrados por palabra clave, ubicación, áreas de gestión, orientación y sector cultural.

Completa el portal una sección dedicada a profesionales, que identifica y cataloga a organizaciones, profesionales y recursos de la cultura en toda Iberoamérica y que, como el resto de secciones del portal, muestra un pertinente uso de la tecnología digital para crear herramientas y funcionalidades extremadamente usables y relevantes.

Finalmente, el portal también se interrelaciona con otros proyectos especializados: Coopera Cultura, una plataforma que reúne «información, documentación, asesoramiento, normativas y experiencias de cooperación cultural a escala iberoamericana para mejorar cuantitativa y cualitativamente la calidad e impacto de los proyectos de cooperación, desarrollar experiencias y crear sinergias»; Arqueotur, que recopila «la oferta cultural, educativa y turística asociada al patrimonio arqueológico que se encuentra disponible para la visita pública»; y Rutas Culturales Iberoamericanas, que ofrece «una recopilación de itinerarios, destinos y rutas culturales iberoamericanas realizado por Ibertur, la Red Profesional de Patrimonio, Turismo y Desarrollo Sostenible».

Google pierde interés como herramienta cuando, como en el caso del Portal Iberoamericano de Gestión Cultural, la dimensión online de un proyecto cultural se plantea de forma colaborativa, con una selección de contenidos exhaustiva, relevante y descrita, además de una usabilidad orientada a los usuarios específicos.

Cuando hay espacios online con contenidos tan interesantes y bien estructurados, los usuarios no necesitan perderse en el maremagno de la lucha por la visibilidad en Internet. Gracias a las organizaciones de expertos que hacen su trabajo de gestión del conocimiento, la cultura se fortalece para seguir siendo un bien social cuyo ecosistema es la red.

Por Pilar Gonzalo
@PilarGonzalo
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