Las empresas se implican en la inserción laboral

En el empleo de las personas con vulnerabilidad, que van desde los discapacitados, los inmigrantes o las personas de diferentes etnias, hasta los jóvenes, las mujeres víctimas de violencia de género o los mayores de 45 años, las empresas juegan un papel muy relevante.

En las últimas décadas, ya sea por obligación legal o por la voluntad de las compañías, se han desarrollado multitud de programas que desembocan en la inserción de las personas vulnerables en empresas ordinarias o en centros especiales de empleo. Pero el camino hacia la inserción laboral es largo y pasa por ofrecer una formación específica; acompañar a la persona a lo largo de su trayectoria; sensibilizar a los distintos segmentos de las empresas y a las familias y, en términos generales, disponer de itinerarios personalizados para una integración laboral sostenible.

A estas conclusiones llega Revista Haz tras un nuevo Desayuno CE, que ha reunido en esta ocasión a representantes de algunas de las mejores iniciativas de integración laboral de colectivos vulnerables, que narran sus experiencias en primera persona.

ASEGURAR LA INTEGRACIÓN

Cristina González, directora de la Fundación DKV Integralia

cristina-gonzalezNuestro grupo asegurador, DKV, se embarca en la RSC hace más de quince años impulsando un proyecto muy global llamado Salud 360, que trata de implicar a todos los grupos de interés y de influir en la sociedad de manera positiva.

La empresa ha afrontado el mundo de la inserción vinculándolo desde el inicio a las necesidades del negocio para que fuera un proyecto viable a largo plazo y sostenible; y la necesidad en ese momento era la creación de una plataforma de contact center para dar soporte a los asegurados de la casa y centralizar todos los servicios de atención no presencial de la organización.

Así nace en Barcelona, el en año 2000 y con nueve trabajadores, la Fundación DKV Integralia, que trabaja activamente por la inserción laboral de las personas con discapacidad. En 2002 el patronato nos instigó a que abriéramos las puertas a otras empresas, porque la labor de integración vinculada solo a servicios para el grupo se quedaba muy limitada; así, hoy contamos con seis centros en España, cuya plantilla de 350 personas está íntegramente formada por empleados con discapacidad, desde los operadores del contact center hasta los puestos de responsabilidad de la organización.

Además, hemos creado un modelo de inserción para otras empresas a través de la escuela Integralia, donde dotamos de formación y experiencia profesional a las personas con discapacidad para que puedan dar respuesta a las necesidades de otras organizaciones. Más de 500 personas han pasado ya por nuestra escuela y están desarrollándose profesionalmente en otras empresas.

En estos quince años trabajando en la inserción laboral nos hemos encontrado principalmente con dos barreras y dificultades. Por un lado, en las empresas persisten reticencias y miedos a la hora de acoger estos proyectos de inserción. Y en este sentido, creo que la alta dirección tiene clarísima su postura de apoyo, pero los mandos intermedios, que son los que tienen que lidiar con estos proyectos y con sus objetivos, tienen sus propios planteamientos.

Del otro lado, en el mundo de la discapacidad hemos pasado por épocas en la que no había que hacer inserción porque no existía demanda de empleo, y ahora nos encontramos personas con poca implicación o baja cualificación; en esto estamos trabajando activamente de la mano de las empresas que quieren insertar, para que toda la formación que se realice esté muy enfocada al empleo.

La solución al problema de la exclusión de ciertos colectivos del mercado laboral está en la colaboración entre las ONG, las empresas y la administración pública; sin las tres patas no tendrá éxito este modelo, no tendrá la capacidad de crecer y alimentarse. Pero también creo que hay que seguir haciendo mucho más por todas las partes.

Por un lado, las empresas tienen que hacer una apuesta por los colectivos vulnerables, que, no nos engañemos, no están en una situación normalizada; si así fuera, no hablaríamos de esto y las personas con dificultades pasarían de la escuela a la universidad o a la FP, entrarían en los procesos normalizados de selección de empleo y trabajarían en una empresa ordinaria sin necesidad de un apoyo extra.

También tienen que saber que integrar laboralmente aporta mucho valor, pero requiere un gran esfuerzo y contar con personas internas preparadas que sensibilicen y trabajen con el colectivo. Pero que, sin embargo, tanto la grande como la pyme tienen una oportunidad muy clara en la inserción laboral.

Por su parte, las entidades sociales tienen que dedicar mayor atención a las necesidades específicas de la empresa y actuar en consecuencia, porque ese aprendizaje conjunto y alianza a largo plazo es fundamental para avanzar y multiplicar el resultado. También es importante que, en discapacidad, se empiece a trabajar –me atrevo a decir– desde la infancia. Que se generen los itinerarios formativos adecuados para que esta sociedad sea diversa en todos los sentidos y que se tengan en cuenta las particularidades individuales y específicas, y no las del colectivo.

Y en tercer lugar, la administración pública tiene un papel muy importante de impulsor de la integración como contratante público. Tiene que invitar a las empresas a que cumplan con la diversidad y la que no respete la ley, no debería poder trabajar con el Estado. En caso contrario, que se derogue la ley; nosotros no somos defensores de las cuotas en ningún sector, pero si se han aprobado legalmente hay que cumplirlas.

Claramente todos debemos ir unidos, pero en definitiva las tres partes tendrán que aportar su conocimiento, su experiencia y también apoyar económicamente este tipo de proyectos para que tengan éxito a largo plazo. Porque las dotaciones de las fundaciones no son hoy lo que eran hace diez años; no recibimos apenas apoyos económicos externos, y además hemos de demostrar viabilidad. El mundo de la subvención se está terminando.

Finalmente, nuestro papel como fundaciones tiene que ser poner en contacto a las ONG y las empresas, previo conocimiento de sus necesidades, y estar a disposición para trabajar y colaborar juntos. En el tema social no hay competencia, sino alianza. Nuestro presidente y creador de la fundación, el doctor Josep Santacreu, siempre ha dicho, a modo de conclusión, que en el proyecto de la Fundación Integralia hemos recibido mucho más de lo que hemos dado.

EMPRENDIENDO CON LOS VULNERABLES

Cristóbal Colón, presidente de La Fageda

cristobal-colonHace 33 años entendí que el trabajo es una herramienta de dignificación para las personas; y lo entendí cuando llevaba diez trabajando en hospitales psiquiátricos, en aquella época, manicomios. Abandoné el psicoanálisis freudiano para montar una empresa en la que los enfermos mentales salieran del hospital y pudieran trabajar.

Así nace La Fageda, en el año 1982, una empresa situada en la comarca de la Garrotxa (Girona) que fabrica postres lácteos –yogures, cremas, flanes, helados, mermeladas…– y da trabajo a todas las personas con discapacidad psíquica y enfermedad mental, sin excepción, de una comarca de unos 60.000 habitantes.

Hemos desarrollado un proyecto empresarial muy sólido en el competitivo sector de la alimentación en Cataluña. Nos dedicamos a los colectivos en riesgo, y la diferencia con las empresas tradicionales que insertan a colectivos vulnerables es que nosotros nos planteamos en primer lugar resolver el problema de la inserción laboral de los discapacitados y solo después constituir una empresa, y ellas primero desarrollaron el proyecto empresarial y luego se plantearon cómo insertar a los colectivos vulnerables, los dos caminos son válidos, se puede decir que el orden de factores no altera el producto.

Pero además de tener nuestra propia entidad trabajamos con otras compañías de la comarca. Porque nuestro objetivo es que cada persona encuentre la mejor plataforma para desarrollar sus capacidades; una de esas plataformas es La Fageda, pero también pueden ser las empresas del entorno. Por eso tratamos de que nuestros compañeros empresarios vean los beneficios que pueden tener en sus propias organizaciones el integrar a personas vulnerables.

Muchas veces el empresario tiene una clara vocación social, pero no la sabe comunicar, y de la misma manera que él tiene la voluntad de hacer bien las cosas, lo más seguro es que la mayor parte de la gente que está en la estructura organizacional también le pase lo mismo. Por tanto, hay que hacer un plan de comunicación para que toda la organización sea partícipe y se sientan responsables socialmente.

Por otro lado, como no queremos expandirnos territorialmente, pues creemos que el crecimiento no siempre es bueno, pero nuestros objetivos de integración del colectivo de los enfermos psíquicos ya están cumplidos, hemos ampliado el ámbito de acción a jóvenes en riesgo de exclusión, la mayoría inmigrantes.

Hemos utilizado el coaching para aumentar su autoestima. A nosotros nos llegan auténticos diamantes, pero hay que limpiarlos, pulirlos y dedicarles el tiempo suficiente hasta que brillen; que cuando se miren al espejo digan «pues sí, soy negro, pero soy un negro maravilloso».

Es entonces cuando pasan a trabajar en una empresa ordinaria o vuelven a estudiar; son gente que ni la sociedad ni ellos mismos valora, y cuando uno se desprecia a sí mismo entra en un círculo absolutamente infernal. El índice de éxito de este proyecto es apabullante. Pero ojo, tenemos un problema y es que no disponemos de los recursos financieros suficientes, porque a esta gente hay que darles formación, empleo, autoestima y dinero desde el primer día.

Y es que no es fácil hacer negocios y no es fácil hacer negocios con personas con capacidades no sobresalientes como hace La Fageda. Por eso pienso que la solución de los problemas sociales de este país no está en los centros especiales de empleo, está en las grandes corporaciones y en las empresas ordinarias; los centros especiales de empleo deben ocupar aquellos huecos a los que la empresa no llegue, por su propia dinámica y porque tiene sus obligaciones y limitaciones cuantitativas y cualitativas.

Por su parte, el tercer sector tiene mucho que hacer en la primera etapa de detección de itinerarios de formación, para ello tiene que trabajar conjuntamente con el empresariado, hablando el mismo lenguaje.

Y por último, otra pata fundamental es la administración y la financiación, es decir, el acompañamiento financiero a estos programas.

En definitiva, para la integración de los colectivos vulnerables en el mercado laboral tienen que producirse dos movimientos. Por un lado, el mundo de la empresa tiene que impulsar y desarrollar con más sinceridad el concepto de RSC, y, por otro, el tercer sector, abandonar el buenismo y tener una sobredosis de realidad: las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran.

HOTELES QUE ACOGEN

Marta Martín, directora de RSC de NH Hoteles

marta_martinCree el departamento de RSC hace ya ocho años con la firme convicción de que NH Hoteles, que tiene presencia ya en 25 países, tenía que ofrecer una respuesta a su compromiso medioambiental, social y ético. Y nuestra forma de responder el compromiso social fue integrando a colectivos desfavorecidos en nuestros programas de formación y empleo. Algunas de nuestras profesiones no necesitan de alta cualificación, por eso, con tener una formación básica adecuada y un compromiso es suficiente para abrirles la puerta.

Con un 50% de paro juvenil, pusimos en este colectivo el foco, en un programa que fuera a largo plazo –en tres años hemos cambiado tres veces de presidente y el proyecto sigue adelante por su sostenibilidad– y completamente replicable en cualquier parte del mundo.

Por ejemplo, en España, junto con Fundación Tomillo, que ha formado siempre en hostelería, hemos ayudado a gente joven a trabajar en Alemania, que era donde había vacantes hace dos años en mi cadena. En Holanda, en concreto en Ámsterdam, es el propio ayuntamiento quien nos llama para que incorporemos a parados de larga duración.

En México contamos con un programa muy bonito en el que nos hemos aliado con otras ocho hoteleras, y damos respuesta conjunta en la misma ciudad a 60 chicos al año, que formamos durante seis meses en nuestros hoteles, quedándose algunos contratados como empleados. Además de estos programas de formación y empleo, contamos con el voluntariado corporativo y aportaciones a causas más humanitarias.

Para abordar el problema del empleo de colectivos vulnerables es necesario poner en una mesa a todos los interlocutores que pueden aportar una solución conjunta.

Igual que la empresa tiene que ver el problema de forma integral y estudiar, primero, cuáles son sus responsabilidades directas, y segundo, cuáles son las capacidades que de forma más eficaz podría ofrecer en una estrategia común para generan mucho más impacto, también las organizaciones sociales tienen que entender que necesitan profesionalizar, entre comillas, el acompañamiento.

En estos ocho años he aprendido dos cosas. La primera es que es mucho más eficaz especializarte en lo que de verdad puedes solucionar y trabajar conjuntamente con otros actores, y la segunda es que hay que salir del corto plazo y que la empresa entienda que su visión debe ser a futuro. Pero para conseguir una mirada a largo plazo necesitamos también que la alta dirección sea consciente de que una multinacional no puede operar de una manera irresponsable. E

l camino de la inclusión de colectivos vulnerables es muy largo y su futuro pasa por encontrar fórmulas de colaboración, así como por plantear soluciones conjuntas y aumentar el número de empresas que entiendan que esto es una oportunidad.

PROTEGIENDO LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS

Antonio García Infanzón, subdirector del Instituto de Acción Social de Fundación Mapfre

antonio_g_infanzonLa actividad de la Fundación Mapfre se basa en cuatro áreas: cultura, prevención y seguridad vial, seguros y acción social. Con 60 millones de presupuesto anual, la fundación está presente en casi 60 países diferentes beneficiando a unas 90.000 personas internacionalmente, sobre todo en Latinoamérica, pero también en Asia, en proyectos de cooperación dedicados especialmente a la educación.

En España, desde nuestra creación estábamos centrados en las personas con discapacidad a través del ocio y el deporte, pero ante la realidad cambiante nos hemos adaptado y a través del empleo nos hemos centrado en dos segmentos, el los jóvenes menores de 30 años y las personas con discapacidad, más concretamente las personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual, por ser las más críticas desde nuestro punto de vista y en las que más barreras estamos encontrando para insertar laboralmente por un exceso de protección familiar.

En el proyecto dirigido a los jóvenes trabajamos a través del programa Accedemos, con ayudas a la contratación y al autoempleo en su vía ordinaria. Y el proyecto Juntos somos capaces, con la Fundación Conecta, impulsa la inserción laboral de personas con discapacidad. A lo largo de los casi tres años de vida de este proyecto ya son 1.400 las personas que han obtenido un puesto de trabajo en empresa ordinaria con muy buenos resultados.

Y es que hay que tender a la normalización desde el principio; hay personas con discapacidad que pueden trabajar y son aptas para estar en un centro ordinario de empleo, en un puesto de trabajo normal, y hay otras que tienen que estar en un centro especial de empleo porque sus capacidades llegan hasta ahí.

La normalización es básica, pero desde el inicio, desde la familia y la escuela, hasta que una vez en el centro de empleo sean capaces de demostrar a través de una formación adecuada y una adaptación de su puesto que pueden desempeñar el trabajo para llegar finalmente a un empleo en una empresa ordinaria. Para nosotros un centro especial de empleo es una fase más de la integración.

Un valor de nuestro programa Juntos somos capaces ha sido la sensibilización de los empresarios y las ONG, que han mirado también hacia el mundo de la empresa como una salida. Nos llama la atención en positivo que muchas empresas que están integrando sean pymes que no tienen ninguna obligación legal de insertar personas con discapacidad.

EMPLEAR EMPLEANDO

Isabel Pertusa, coordinadora regional de la Fundación Adecco

isabel_pertusaFundación Adecco nace en el año 1999 como respuesta a la RSC que quiere asumir el Grupo Adecco. Como no podía ser de otra manera por el sector al que nos dedicamos, utilizamos el empleo como el medio fundamental de integración y de dignificación de la persona.

Con esa misión, trabajamos desde hace quince años con personas con discapacidad, mayores de 45 años con baja cualificación, mujeres con responsabilidades familiares no compartidas –familias monoparentales–, víctimas de violencia de género, deportistas de élite o personas en riesgo de exclusión, en general.

Para alcanzar nuestra misión tenemos dos grupos de interés fundamentales: los beneficiarios de la fundación y las empresas. 

Para los primeros, tratamos de dar una respuesta personalizada a cada individuo, teniendo en cuenta sus capacidades y definiendo un itinerario personalizado de empleo para cada uno de ellos. Porque cuando hablamos, por ejemplo, de discapacidad, cada persona es un mundo, es irrepetible y requiere de un trabajo en el desarrollo de sus capacidades, competencias y conocimientos para insertarse en el mercado de trabajo.

El otro grupo de interés con quien tenemos que trabajar es el de las empresas. El plan de integración laboral de Fundación Adecco se basa en ofrecer herramientas a los departamentos de RRHH, direcciones y mandos intermedios de las empresas para que gestionen la diversidad y pongan el foco en lo que nos hace iguales, y esto es que todos somos personas, con unas expectativas muy parecidas de ser felices y podernos ganar la vida, y no en lo que nos diferencia: el certificado de discapacidad, la fecha de nacimiento, haber sido víctima de violencia de género… De esta manera, cuando la compañía acoge un plan de integración, lo hace de una manera sostenible y transversal al negocio.

La Fundación Adecco no se financia de Adecco sino haciendo de intermediarios laborales, que es nuestra misión social. Recibimos subvenciones por parte de la administración, normalmente en temas relacionados con programas de empleo, pero también nos financiamos de las empresas, tanto desde sus fundaciones como de proyectos de RSC o a través de medidas alternativas.

Un ejemplo de financiación a través de fundaciones es la ayuda que hemos recibido de la Fundación Barclays para que lleváramos a cabo un programa de integración laboral de 50 mujeres jóvenes como medio de dignificación de la persona y su integración social. Para dar visibilidad al proyecto social y herramientas a la empresa para gestionar esa realidad, tratamos de incorporar a los empleados de las compañías en nuestros proyectos.

De este modo, un grupo de empleadas de Barclays impartió a las mujeres del programa un taller de vestimenta adecuada para asistir a una entrevista de trabajo. Además, les financiamos la compra de los vestidos, porque asistir a una entrevista sin una imagen adecuada, genera rechazo en el entrevistador.

En segundo lugar y alineado con acciones de RSC, se encuentra el proyecto conjunto que llevamos a cabo con BBVA para personas que han perdido su vivienda, principalmente porque no tienen empleo. Aquí trabajamos unidos para acercar a los beneficiarios la realidad del mercado laboral, ofrecerles formación y gestionarles ofertas de empleo. Además BBVA, concede ayudas de 200 o 400 euros mensuales, durante 24 meses máximo, para ayudar económicamente en este proceso de inserción laboral.

En tercer lugar, muchas veces este tipo de proyectos de inserción llegan a la empresa por una obligación legal, por cumplir con unas cuotas, pero se quedan por el impacto social y corporativo real que tienen. Y las empresas se encuentran con frecuencia una barrera para insertar a personas con discapacidad: la sobreprotección de las familias.

Y para ello hemos creado un proyecto llamado Plan Familia en el que trabajamos la discapacidad durante toda la trayectoria vital, incluso antes de nacer. Muchas veces se interrumpen los embarazos al conocer que el bebé tiene síndrome de Down porque a las familias se les desmonta su mundo, pero con una información adecuada se es capaz de gestionar esa realidad.

Una vez trabajado el duelo y asumida la nueva situación, trabajamos con las familias el desarrollo del pequeño, para que adquiera el lenguaje, la autonomía, las habilidades sociales y se marque un objetivo laboral atendiendo las posibilidades y capacidades. Para nosotros la anticipación es fundamental.

Por otra parte, en nuestra experiencia con las empresas, en la inserción laboral de los colectivos vulnerables ha habido una evolución muy clara que tiene que ver con la madurez, con el compromiso de la dirección y el convencimiento de que es bueno para la compañía.

Muchas empresas empezaron por cumplir con una obligación legal y han pasado a trabajar en procesos internos que realmente integran la discapacidad de una manera transversal. No se trata de cumplir con la ley y traer tres discapacitados y ya veré dónde les coloco, o que una ONG pida a una empresa que inserte a una persona con discapacidad sin más. Porque no hay que olvidar que la empresa es responsable de contratar los perfiles profesionales que necesita y las organizaciones sociales somos responsables de definir planes para que esos sectores vulnerables alcancen el máximo de su empleabilidad respecto a lo que está trabajando la empresa.

La empresa también tiene que corresponsabilizarse y si quiere incorporar diversidad tendrá que trabajar sobre los problemas reales. Recientemente hemos logrado que 24 empresas y cinco universidades se adhieran a un proyecto llamado Unidos para fomentar en la universidad los perfiles de alta cualificación.

Esto no es un proyecto cortoplacista, sino que dará resultados como poco a cuatro o seis años. Empezamos con un piloto con seis alumnos de la Universidad Politécnica de Madrid en el que, junto con la Oficina de atención a los alumnos con discapacidad, detectamos talento universitario con discapacidad al que acompañan cuatro agentes: un coordinador de la Fundación Adecco, que valora su nivel sociolaboral; un tutor académico, que garantiza que puede acceder a todos los conocimientos técnicos y a toda la universidad; un mentor-alumno, que le procura la integración social, y un mentor de empresa, que le acompaña en todo su itinerario formativo acercándole a la realidad de la empresa desde los primeros cursos y potenciando las habilidades para el empleo. Los resultados han sido muy favorables.

Para nosotros el empleo es la mejor manera de integrar socialmente a estos colectivos vulnerables y pasa por apostar por las personas; trabajar en red; continuar la profesionalización de las organizaciones, y crear alianzas estratégicas que ayuden a definir planes, a medirlos y cuantificarlos, para que puedan ser sostenibles.

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