“Para conseguir 'smart cities' hay que convertir al consumidor en 'smart' ciudadano”

El nuevo responsable del Área de Sostenibilidad de Endesa, Fernando Ferrando, explica a Revista Haz que, en ocasiones, va por delante el término que la realidad.

En el caso de las smart cities, “no basta con haber acuñado o bautizado el concepto, e incluso  haber creado las medidas. Hay que aplicarlas”, afirma. Y a su juicio, las barreras para hacerlo “no son tecnológicas -la tecnología existe-, si no políticas y sociales; de comportamiento, de toma de decisiones”. “Abogamos por la sostenibilidad como única defensa de nuestro negocio futuro”, defiende Ferrando.

¿Cuáles son las líneas estratégicas de la última apuesta de Endesa en materia de sostenibilidad, ‘Ciudad y Energía’, recientemente presentada?

En las ciudades vivimos el 80% de la población; se consume el 75% de toda la energía a nivel de país (en el caso de España), y en ellas se emite el 80% del CO2 que se produce. Y todo ello lo hacemos en apenas el 2% de la superficie nacional.

A la vez, las exigencias internacionales y de la sociedad apuntan hacia una economía baja en carbono o descarbonizada; y por ello desde Endesa hemos entendido que la clave es empezar a trabajar directamente en el foco principal de esas emisiones: las ciudades. De ahí nace ‘Ciudad y Energía’.

Nuestro producto, la electricidad, tiene unas características muy específicas: es un bien de primera necesidad, pero a la vez tiene emisiones cero donde se consume (el 70% de toda la energía generada en nuestro país también tiene emisiones cero en origen).

El 80% de ella proviene de fuentes de energía autóctona, es decir, no es necesario importarla, como ocurre con el petróleo o el gas. Por eso, concluimos que, si queremos reducir las emisiones en las ciudades, lo que tenemos que hacer es electrificar la demanda energética de la población.

Y precisamente este nuevo enfoque de modelo de negocio basado en la sustitución de los combustibles fósiles por electricidad, tanto para reducir emisiones, como para aumentar la eficiencia, es lo que hizo que hace dos año comenzara a gestarse ‘Ciudad y Energía’: para transformar las ciudades energéticamente con el fin de conseguir objetivos de sostenibilidad vital, y a la vez seguir creciendo en nuestro propio negocio.

Al hablar de smart cities parece que sólo se tienen en cuentan aspectos como las tecnologías de la información y la comunicación, pero la correcta gestión de la energía también es un punto muy importante a incorporar en el concepto. ¿Qué está haciendo Endesa actualmente en este campo?

Smart city debe ser un componente global e integrador, de largo plazo, pero quizá ocurre lo mismo que con otros términos, como el de sostenibilidad o RSE: ha ido por delante el término a la realidad.

Actualmente contamos con la ciudad de Málaga como referente de ciudad inteligente en la que estamos desarrollando muchas de nuestras actuaciones en este aspecto; pero también Barcelona, y muchas otras iniciativas. Smart city debe ser un componente global e integrador, de largo plazo, pero quizá ocurre lo mismo que con otros términos, como el de sostenibilidad o RSE: ha ido por delante el término a la realidad.

Pero lo que sí es cierto es que las nuevas tecnologías están revolucionando todo. Las smart cities en este sentido están consiguiendo desarrollos sorprendentes a nivel local y regional, situándose por delante de las administraciones centrales, quizá porque conocen los problemas más de cerca.

Si queremos cambiar la ciudad lo primero es tener información, gestionarla y ponerla al servicio del ciudadano. Las medidas son imprescindibles, pero no suficientes: luego hay que aplicarlas.

Desde Endesa creemos que el concepto smart cities debe basarse en cinco grandes líneas de trabajo: la implantación de tecnologías eficientes, empezando por el cambio en el alumbrado y climatización, para que sean eficientes.

La segunda línea de trabajo es la movilidad sostenible, no sólo eléctrica -ésta es sólo una parte del concepto de movilidad sostenible-, sino con iniciativas como la peatonalización, el fomento del uso de la bicicleta, o el transporte público.

A esto se suma la rehabilitación de edificios. El 95% de ellos no pasarían la certificación energética mínima; algo sorprendente si tenemos en cuenta que en ellos se consume el 35% del total de energía; la mayoría por perdida hacia el exterior por los cerramientos.

Otra línea de trabajo es la generación distribuida: las propias directivas europeas han impuesto la obligatoriedad de generar la energía eléctrica allá donde se consume. Y el último punto es la revitalización y reutilización (el rediseño) de los barrios.

Y para aunar estas cinco líneas de trabajo es imprescindible trabajar desde un punto de vista integrador. Las smart cities lo serán cuando tengamos smart barrios, y para ello hay que convertir al ciudadano también en smart: en nuestro caso, debemos convertir a nuestro cliente, primero de todo, en ciudadano.

No basta con haber bautizado el concepto. Hay que desarrollarlo y darle contenido, crear y aplicar las medidas de forma real. Y si aún va por delante el concepto y no tanto su aplicación, no es por un problema tecnológico si no político y social, de comportamiento y de toma de decisiones.

¿Se han extrapolado ya algunas de las medidas de innovación probadas con éxito en la ‘ciudad laboratorio’ que para vosotros es Málaga como ejemplo de smart city?

Sí, por supuesto. Málaga ha sido y es un laboratorio perfecto. Primero, porque la ciudad tiene una corporación municipal envidiable; por su capacitación técnica y organización, a lo que se suma la labor de la universidad, con la que trabajamos de forma conjunta. Todo ello nos ha servido para descubrir potencialidades, y darnos cuenta de que el ciudadano, el usuario de las nuevas tecnologías que se han puesto a su alcance en esta ciudad, está absolutamente encantado.

Gracias a ello hemos probado equipamiento, y ahora el objetivo es seguir trabajando con Málaga para pasar al siguiente escalón que es el de la revitalización urbana de toda la ciudad desde las iniciativas aplicadas ya en algunos barrios.

En estos momentos estamos trabajando además en un proyecto sobre gerontoemigración en ciudades; y hemos comenzado en Málaga. La población está envejeciendo. Somos el país más envejecido del mundo después de Japón, con el 20% de nuestra población por encima de los 65 años, y con una esperanza de vida de 81 años.

La pirámide de población está cambiando radicalmente y con ello las necesidades de servicios en las ciudades. ¿Cómo adaptaremos las urbes y sus diseños estructurales a estas nuevas necesidades de la población basadas en la sostenibilidad? Este es un proceso de cambio y debemos adaptarnos a esta nueva filosofía. Desde Endesa, abogamos por la sostenibilidad como única defensa de nuestro negocio futuro.

¿Existen cifras de ahorro de costes en entornos urbanos donde ya se estén aplicando medidas de eficiencia energética y gestión inteligente de redes?

Pero el futuro es que la demanda tendrá que adaptarse a la oferta; y no por restricciones, que también, si no por ahorro económico si seleccionas bien a qué horas usas la energía disponible.

Con la tecnología actual sería posible reducir la demanda de energía directamente a la mitad. Hay organismos internacionales que hablan hasta del 60% y del 80%.

En un edificio tipo que pueda recibir del exterior 100 unidades de energía al año, en unos 15 años (2030) necesitaría recibir externamente tan sólo 10 unidades. El resto, o no se consumirá, o se generará en el propio edificio.

La generación distribuida va a ser una realidad, por delante de la generación convencional, como ya ha ocurrido con la telefonía móvil frente a la fija, que prácticamente ha desaparecido en menos de diez años. En una década, una tecnología novedosa está totalmente madura e integrada en el mercado.

Por eso, en el caso del avance de las smart cities, no se trata de un problema tecnológico. En el caso de la reducción en la demanda de energía, por ejemplo, el componte es totalmente de comportamiento a la hora de consumir. Luego vendrá el desarrollo de tecnologías mucho más eficientes, pero el primer paso es reducir la demanda de energía por parte del consumidor y su gestión.

Y es que tenemos un concepto de demanda energética para ricos: seguimos pensando que la energía es muy abundante y está disponible siempre y a cualquier hora del día, sin restricciones.

Pero el futuro es que la demanda tendrá que adaptarse a la oferta; y no por restricciones, que también, si no por ahorro económico si seleccionas bien a qué horas usas la energía disponible.

A veces, la gestión de la demanda de la energía, que recae en última instancia en el consumidor final, no es eficiente por falta de información del propio consumidor. Endesa gestiona un proyecto en Barcelona, junto a Agbar y el Área Metropolita de la ciudad, de apoyo a las familias en situación de pobreza energética con un componente de formación sobre sus facturas y formas de ahorro.

Efectivamente. Y no sólo en Barcelona. Tenemos más de 70 convenios similares con otros Ayuntamientos, de compromiso de no cortar el servicio a estos hogares que pasan por dificultades económicas. La pobreza energética es en muchas ocasiones un problema de renta, pero también de los propios edificios, que no están bien construidos y son totalmente permeables e ineficientes.

A esto se une que la energía es muy cara, porque a la tarifa eléctrica se suman otros componentes que no corresponden sólo a la tarifa. Pero la política eléctrica la tienen que hacer la administración, no las compañías eléctricas.

La gestión y el consumo energético en las grandes superficies (centros comerciales, hoteles, sedes empresariales…) también juega un papel fundamental en esta ecuación. Endesa ha renovado recientemente su acuerdo con la cadena hotelera Vincci por el que toda la energía que se le suministra es de origen renovable. ¿Qué supone este tipo de acuerdos?

Se trata de un compromiso bilateral, entre la compañía y nuestros clientes, en este caso Vincci. Tan importante es que tengamos la oferta de energía limpia como que los clientes nos lo demanden. Así es como se cierra el círculo.

También estamos trabajando con Paradores para la sustitución de todos sus sistemas de iluminación y climatización para que sean más eficientes y limpios, o en centros comerciales, donde asesoramos sobre eficiencia energética.

En la misma línea trabajamos en materia de auditorías energéticas con el sector hotelero de zonas como Baleares o Canarias, todo ello como servicios adicionales a nuestro negocio principal.

Parece una contradicción que desde una compañía que vende energía se esté fomentando el ahorro energético, es decir, incentivar que no se consuma el propio producto que comercializamos, pero si lo piensas entiendes que la energía desperdiciada y mal gestionada sólo sirve para sobredimensionar instalaciones en las que tendremos que invertir y que después se quedarán ociosas, y con las que perderemos dinero en el medio o el largo plazo.

En este sentido, es muy importante seguir trabajando para conseguir un cambio de cultura, y que el componente de sostenibilidad no se quede en un elemento retórico, sino que acompañe de manera real a cualquier actividad que una empresa haga.

Contenido realizado bajo acuerdo de colaboración con Endesa.
Esta noticia se adhiere a los criterios de transparencia de la Revista Haz.
Comentarios

  1. Lo que yo me pregunto es si a las empresas elécticas les interesa que el ciudadano se convierta en Smart, porque hay veces que nos tratan como exactamente lo contrario.

    Sirva de ejemplo esta buena entrevista. Cuando el Sr. Ferrando dice que «el 70% de toda la energía generada en nuestro país también tiene emisiones cero en origen» no se referirá a la generada por Endesa, ya que si vemos su mix energético casi el 40% de la electricidad generada por su empresa en España y portugal proviene de quema de carbón.Y otro 43% de energía nuclear, que efectivamente tiene 0 emisiones en origen, pero sostenible lo que se dice sostenible pues no lo es.

    No voy a entrar el comentario de que «tenemos un concepto de demanda energética para ricos» con el nivel de pobreza existente actualmente en España. Pero lo que si me gustaría comentar en como trata el tema de la generación distribuida. La generación distribuida en las smart cities no debería ser «otra linea de trabajo», sino la principal linea de trabajo, pero lo que se le olvida comentar al Sr.Ferrando es que en España el autoconsumo previsiblemente estará penalizado por el denominado impuesto al sol, y ante esa perspectiva los ciudadanos si que son smart y si les cuesta más generar, consumir y almacenar su propia energía, pues no lo harán…