Transparencia y precio justo en las microfinanzas. Capítulo 2

La transparencia es un término que procede del latín trans-, “a través”, y parens, -entis, “que aparece”, es decir la cualidad a través de la cual pueden verse los objetos claramente. Otra de las acepciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es “lo que resulta claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad”.

Pues bien, lo cierto es que la información sobre las tasas de interés de los productos financieros es todo menos clara y evidente por sí misma. Cuando Chuck Waterfield comenzó a analizar la práctica que seguían las IMF al comercializar los préstamos a sus clientes se dio cuenta que la información que difundían sobre el precio real que estaban cobrando distaba mucho de ser real. En ocasiones la diferencia entre el precio real y el comunicado ¡podía ser casi del doble!

¿Cómo saltar del 4% mensual al 129% anual?

¿Qué quiere decir tasa de interés transparente? Si la tasa expresa, en términos porcentuales, el precio que hay que pagar por una cantidad de dinero que se ha recibido en préstamo (o el dinero que paga una entidad financiera por depositar una cantidad en una cuenta de ahorro), entonces, una tasa transparente es aquella que comunica el coste total “con claridad, sin dudas ni ambigüedades”.

Una de las características más acusadas de los productos financieros es la complejidad de los mismos. Esa complejidad hace más difícil comparar sus precios respectivos y, como ha enseñado la reciente crisis financiera, también el riesgo asociado a los mismos.

Cuando se contrata un producto financiero no se está comprando un detergente, un producto tangible que es fácil de identificar y de comparar con otros de la competencia. Cuando, por ejemplo, un cliente contrata un préstamo está comprando una determinada cuantía de dinero durante una determinada cantidad de tiempo. Conocer, realmente, de cuánto dinero va a disponer y por cuánto tiempo, no siempre resulta una operación sencilla.

Para calcular el precio real que los clientes pagan por el dinero prestado es necesario incluir la totalidad de los costes que se le imputan así como el procedimiento según el cual se estructuran los cargos y los pagos. Las diferencias, en este sentido, pueden ser muy significativas según:

a) El interés se calcule sobre el monto inicial del préstamo (flat) o sobre el saldo decreciente resultante del pago de las amortizaciones periódicas.

b) Se cobre una comisión o se aplique algún otro cargo además del interés, como un impuesto.

c) Se obligue al cliente a dejar en la cuenta una cantidad en concepto de ahorro obligatorio.

d) Se cotice una tasa mensual, pero el principal y el interés se cobren semanalmente y se considere siete días como un mes.

e) La compra obligatoria de otros productos como un seguro de deceso sobre el préstamo u otros también encarecen el producto.

Para intentar explicar la complejidad, y en muchas ocasiones la opacidad, en el cálculo de los precios reales de los productos del sector microfinanciero es bueno seguir el documento que redactó Waterfield (Cfr. The Challenge of Understanding Pricing of Micro-loans, Waterfield Ch., MFT, junio 2011) analizando un caso real de la microfinanciera mexicana Compartamos.

Uno de los productos estándares de Compartamos es un préstamo de 3.000 pesos al 4% de interés mensual durante 16 semanas, en el que los reintegros (amortización más intereses) son semanales. El calendario de pagos del cliente muestra un total de pagos de 3.547 pesos, por lo que el costo total de ese préstamo sería de 547 pesos.

Teóricamente, la tasa de interés anual que pagaría el cliente sería el 48% (4% mensual por 12 meses). Ahora bien, el 48% anual sería la tasa efectiva anual si el interés se aplicase –como es lo habitual- sobre el saldo decreciente, saldo que queda por amortizar cada mes después del pago. Es decir, la primera semana se pagaría el 4% de 3.000 pesos, la segunda el 4% de 2.813 (es decir 3.000 menos la cuota de amortización semanal de 187,5 pesos, que resulta de dividir 3.000 entre 16), la tercera 2.626 y así sucesivamente hasta la semana 16, como muestra la Figura 1.

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Figura 1

La columna vertical recoge el importe decreciente del préstamo tras el pago de las cuotas y la columna horizontal el número de semanas hasta completar las 16. El área en rojo escalonada representa el “balance neto del préstamo” y el “balance de la tasa de interés” aparece representado con la línea verde.

Si se pagan intereses sobre el saldo decreciente, la primera semana se pagarían 27,69 pesos de intereses, de acuerdo con la fórmula: 48% tasa de interés anual / 52 semanas * 3.000 = 27,69; la segunda semana un poco menos, pues el saldo no son ya 3.000 sino 2.626, como se ha visto.

Pero Compartamos y las IMF no siempre aplican para el cálculo de los intereses la metodología del “saldo decreciente”, sino que con frecuencia utilizan el método del “monto inicial” (flat interest).

En este caso la tasa de interés se calcula aplicándola al saldo inicial todas las semanas, aunque ese saldo vaya disminuyendo cada semana por las amortizaciones. Es decir, el cliente está pagando un precio por una cantidad de la que, en realidad, no ha dispuesto nunca.

Como se puede ver en la Figura 2, la línea verde, que determinaba el balance de la tasa de interés, ya no es diagonal sino paralela, al no variar en función del saldo pendiente. La tasa anual del 48%, al calcularse los intereses sobre el monto inicial, equivale a una tasa del 86,8%, según el procedimiento de la “tasa porcentual anual” o anual porcentage rate (APR).

Pero la cosa no termina ahí. La tasa de interés del 4% sobre el saldo inicial no se cobra mensualmente sino cada cuatro semanas. Un mes, sin embargo, no tiene cuatro semanas justas sino 4,3. Si los meses tuviesen sólo cuatro semanas entonces el año constaría de 13 meses. Es decir, las instituciones suelen cargar un mes adicional sin informar a sus clientes. Teniendo en cuenta este hecho, el APR se incrementa hasta el 90%.

Pero, además, no es inhabitual que las IMF carguen algunas comisiones, gastos adicionales o estén sujetas al pago de determinados impuestos. Este es el caso de las IMF mexicanas, que están obligadas a pagar un impuesto del 15% del IVA sobre los intereses y que las entidades repercuten en los clientes. Si se hacen los cálculos se comprueba que ese impuesto incrementa el APR hasta el 107,1%.

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Figura 2

Otra de las prácticas habituales que siguen muchas IMF es obligar a sus clientes a mantener en su cuenta una cierta cantidad en concepto de ahorro “voluntario”. En realidad, no es un ahorro, pues el cliente no puede retirar esa cantidad hasta que haya satisfecho todo el préstamo y, además, no recibe ninguna remuneración por ese “depósito”.

En el caso de Compartamos ese ahorro comprende un 10% del importe del préstamo, es decir 300 pesos que son restados de los 3.000 pesos iniciales por lo que el cliente, en realidad, está recibiendo 2.700 pesos. Sin embargo, los intereses se le cargan sobre los 3.000.

Como se puede apreciar en la Figura 3, la línea azul indica el balance de los ahorros forzosos, la línea verde muestra el interés, que se sigue aplicando sobre el saldo inicial de 3.000 durante todo el periodo del préstamo, y, como se puede comprobar, el color rojo del balance neto del préstamo es ahora menor por efecto del ahorro obligatorio.

La jugada se entiende mejor con una historia. Anita, una microempresaria que vende fruta en un colmado, solicita 3.000 pesos para invertir en su negocio, pero sólo puede disponer de 2.700 porque del importe inicial le retiran 300 pesos para constituir un deposito que le será devuelto una vez pague todo el préstamo.

Mientras tanto a Anita, que sólo ha recibido 2.700 pesos, le cargan un interés del 4% semanal calculado sobre el importe inicial de 3.000 pesos, que nunca recibió, durante las 16 semanas de vida del préstamo, sin que le descuenten los reintegros semanales de las amortizaciones.

De hecho, como puede apreciarse en la Figura 3, en las dos últimas semanas Anita tiene un balance neto del préstamo negativo. Su dinero se encuentra retenido en una cuenta de Compartamos en concepto de ahorro, en lugar de invertido en su negocio, y está pagando por ese dinero un interés calculado sobre el saldo inicial de 3.000 pesos.

El efecto de este ahorro forzoso incrementa el APR en un 21,8% adicional con lo que el APR que Anita está finalmente pagando es de un 129%.

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Figura 3

¿Cómo es que el cliente no se da cuenta de que el precio que está pagando por el préstamo es tan alto? Pues porque el periodo del préstamo es sólo de 16 semanas (cuatro meses), pero si ese mismo préstamo lo extendiese con las mismas condiciones a las 52 semanas que tiene un año entonces comprobaría que en lugar de pagar 552 pesos en interesas más IVA, por ese mismo préstamo de 3.000 estaría pagando al año de intereses 1.794 pesos más IVA.

Aunque, como ya se ha explicado, el cliente no dispone de 3.000 pesos durante las 16 semanas, pues el banco le ha forzado a constituir un depósito de 300 pesos por lo que la cantidad queda reducida a 2.700. Pero 2.700 pesos tampoco es la cantidad de la que dispone el cliente durante las 16 semanas, pues cada semana ha ido amortizando la cuota correspondiente.

Un medio para conocer el dinero concreto que el banco le presta cada semana es calcular el promedio del dinero prestado durante las 16 semanas. En este caso el promedio son 1.294 pesos (hay semanas en las que la cantidad es mayor y semanas en las que la cantidad es menor).

Concluyendo se puede afirmar que Anita, para poder disponer de 1.294 pesos durante 16 semanas, debe pagar 1.794 pesos de intereses a Compartamos. Un APR de más del 100% significa que el prestatario está pagando más intereses a lo largo del año que la cantidad de dinero que está recibiendo a lo largo de ese periodo.

Este ejemplo detallado no es exclusivo de Compartamos. Muchas IMF tienen prácticas y tasas tan altas como la IMF mexicana. El cuadro de abajo (extraído de Las tasas de interés de los microcréditos; Rosenberg R, Estudios Especiales, Nº 1, noviembre 2002, CGAP) muestra cómo pueden obtenerse distintos rendimientos que tienen la misma tasa nominal, según la forma en la que se estructuren los cargos y los pagos. En la tabla se recoge el “caso básico” y cuatro alternativas que siguen algunos de los procedimientos que se han analizado anteriormente.

Tasas de interés efectivas anualizadas

Tasas de interés efectivas anualizadas

¿Es razonable pagar tasas de interés tan altas?

El CGAP se hace esta pregunta en el estudio mencionado anteriormente (Las tasas de interés en los microcréditos) y la contesta positivamente argumentando que si los clientes continúan demandando los servicios de las IMF es que, de alguna manera, están satisfechos con las condiciones.

En realidad la pregunta está mal formulada. El problema no es determinar, al menos en un primer estadio, si las tasas son excesivas o no, pregunta que no siempre será sencilla de responder y que dependerá de los costes del producto, de los márgenes que son razonables aplicar según la estructura del mercado, de la competencia, etc.

El problema de fondo es si la institución está informando de manera transparente y comprensible a sus clientes de una cuestión tan relevante como es el precio de lo que paga. Lo que está en juego es la protección de los consumidores y por eso es necesario exigir a los proveedores que den a conocer los precios, los términos y las condiciones de los productos de manera clara y precisa. Sobre todo para que puedan comparar entre distintos proveedores, evaluarlos y tomar decisiones más cualificadas.

Si estas exigencias son aplicables a cualquier cliente de una institución financiera, deberían extremarse en el caso de las IMF cuyos clientes se cuentan entre los más pobres y, por tanto, no suelen contar ni con la educación ni con la experiencia para comprender las complejidades de los productos financieros.

En este sentido, algunos expertos son partidarios de comunicar a los clientes el precio a través de otros métodos como el costo total del crédito y los calendarios de reembolsos, ya que los consumidores de bajos ingresos suelen centrar más la atención en las montos de las cuotas que pagan y no en las tasas de interés, pues su preocupación principal es si podrán atender el flujo de los pagos semanales o mensuales.

Con el fin de comprobar si los clientes estaban siendo informados del precio real que pagaban, MFTransparency decidió lanzar un primer proyecto piloto en el año 2009 en tres países (Perú, Bosnia Herzegovina y Camboya) que tres años más tarde extendió a 29 países más.

Próximo capítulo: La realidad de las microfinanzas. Tres años recabando información

Capítulo 1: ¿Son transparentes las microfinanzas?

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