Los peligros de la transparencia

Cuando se aprobó la Ley 19/2013 de Transparencia, acceso a la información y buen gobierno, expertos y organizaciones sociales señalaron que esta medida era una “herramienta”, y no un “fin”, para solucionar los problemas de descrédito y desconfianza de la sociedad española sobre las instituciones públicas y democráticas. Asimismo, como cualquier herramienta debe aprender a utilizarse para que sea eficaz, si no puede correr el riesgo de obtener los resultados opuestos a los esperados.

En este sentido, las organizaciones de la sociedad civil más destacadas por su lucha por la transparencia y el acceso a la información en España -Access Info Europe, Fundación Civio, Fundación Haz y Transparencia Internacional, entre otras- afirmaron que persistirían en su labor con mayor esfuerzo tras la aprobación del marco legal sobre transparencia, a fin de que la ley se cumpliera en todo su rigor y para seguir impulsando la transparencia más allá de las obligaciones legales que se habían establecido.

Infoxicación o intoxicación por exceso de información

Sin embargo, uno de los principales males de la transparencia mal entendida es el exceso de información y datos, que lejos de esclarecer las acciones de los gobiernos y responsables públicos para que rindan cuentan, puede derivar en infoxicación de la ciudadanía.

Este nuevo término introducido por el experto en información Alfons Cornella en 1996, explica que  el acceso a cantidades ingentes de información de manera permanente  gracias a Internet, dificulta su asimilación y entendimiento.

Asimismo, la Real Academia Española de la lengua define “intoxicar” en una de sus acepciones como “dar un exceso de información manipulada con el fin de crear un estado de opinión propicio a ciertos fines”.

Por este motivo, es importante que los usuarios sepan manejar los entornos digitales, estableciendo filtros eficaces que les permitan identificar cuál es la información deseada y necesaria; saber dónde buscarla para acceder a ella de manera sencilla y rápida y, una vez que se tiene dicha información, poder utilizarla. De ahí la importancia del formato de los datos que posibilite la reutilización de los mismos.

Del mismo modo, las instituciones deben facilitar el acceso a la información más relevante con clasificaciones y estructuras lógicas y sencillas dentro de sus web, permitiendo que el usuario haga el menor recorrido entre las pestañas y secciones de la misma.

El BOE nuestro de cada día

En este sentido, la periodista Eva Belmonte se ha especializado en bucear dentro del Boletín Oficial del Estado, donde ha encontrado un yacimiento de hechos noticiables sobre las acciones del Gobierno español, enterradas en una montaña de contenido legal de complicada comprensión. De este modo, creó su blog El BOE nuestro de cada día para dar publicidad a todas esas noticias que no salen en los medios de comunicación y sin embargo, tienen un gran interés para los ciudadanos españoles.

De hecho, Eva Belmonte dedica más de cinco horas a leerse y ‘traducir’ la publicación oficial y explica a Revista Haz que desenmarañar toda esa información es un “trabajo enorme”, que hoy en día un periodista dentro de un medio de comunicación “no podría realizar”.

Ya le sucedió a Belmonte cuando trabajaba para ElMundo.es: “Al final gastaba mi jornada laboral persiguiendo a los políticos por los pasillos y, para hacer un reportaje más profundo, analizando e investigando sobre las declaraciones, tenía que hacerlo en casa después del trabajo”.

Gracias al apoyo de la Fundación Civio, Belmonte ha publicado el libro Españopoly con la intención de arrojar un poco más de luz a los entresijos del poder en España, explicando quiénes toman las decisiones, por qué se hacen determinadas leyes y a qué intereses benefician.

Además de toda la información interesante de estas páginas, lo más relevante es que todo está publicado por el propio Gobierno gracias a la documentación pública. En este sentido, Belmonte afirma que una de las grandes dificultades que ha encontrado para escribir este libro ha sido la documentación, destapando uno de los problemas “clave” de la transparencia en España: el trabajo de archivo.

“Se cuida muy poco el archivo y la documentación pública y, puede parecer algo pequeño, pero si publicas algo para ser transparente pero solo lo guardas seis meses, sirve de muy poco”, afirma la autora.

Publicidad impune

A pesar de las dificultades, Eva Belmonte y el equipo de Fundación Civio han encontrado verdaderas historias de interés público entre las páginas del BOE, como es el caso de los indultos, que les ha permitido crear su herramienta del Indultómetro. En esta web, los ciudadanos pueden ver de manera sencilla y esquematizada quiénes han concedido y recibido los 10.000 indultos que se han decretado en España desde 1996 hasta la actualidad.

Además, de conocer la frecuencia con la que el Gobierno utiliza esta medida de gracia, interponiéndose en las funciones del poder Judicial, o comprobar que los delitos contra el medio ambiente, prevaricación y malversación son los más indultados. Un dato relevante: desde 2013, año en que se creó el Indultómetro, el número de indultos concedidos por el Gobierno ha descendido notablemente.

Sin embargo, el tema de los indultos no es el único caso que merece especial atención, puesto que la concesión de subvenciones y contratos con la Administración sin publicidad del concurso público es otro de los casos que más se escapa del escrutinio de la opinión pública.

En este sentido, en Españopoly se explica cómo el 60% de estos contratos se conceden sin concursos, o cómo la ejecución de los Presupuestos Generales del Estado se desvía en muchos millones de la previsión publicada a principio del ejercicio en partidas previsibles, como el gasto del Ministerio de Defensa en Programas Especiales de Armamento para cumplir con compromisos internacionales.

El problema vuelve a ser el de siempre, el de la picaresca española: “La sensación de ser el ‘tonto’ por cumplir con la ley o seguir los procedimientos, mientas que el ‘listillo’ es quien lo hace mal”. “Siempre hay alguien que dice ‘pero esto lo hace todo el mundo’ y no pasa nada, no es para tanto”, reconoce a Revista Haz Eva Belmonte.

Sin embargo, cabe esperar un cambio por parte de la sociedad tras la publicidad de estos hechos, acompañados de una repercusión política y social: la disuasión de la corrupción. Deben tomarse medidas para que no haya impunidad ante las malas prácticas y que la transparencia no quede en una moda pasajera que no se ejerce, o que cuando se aplica tiene el efecto contrario: pasar desapercibida e impune entre toda la información que se publica.

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