“Con la crisis debemos impulsar la transparencia para aumentar la confianza"

HAZ25 octubre 2010

Berta Sureda llega al Museo Reina Sofía en el año 2008 con el objetivo de convertir la pinacoteca madrileña en un espacio cultural de lectura múltiple. No concibe el concepto de arte como una verdad única y su visión de la materia la lleva a tener una perspectiva amplia y diversificada en otros aspectos de la vida. Con esta actitud receptiva recibe en su despacho el informe A través del espejo, que sitúa en el cuarto lugar del ranking sobre transparencia al museo en el que desarrolla sus funciones como directora de Actividades Públicas.

Acoge la crítica como una oportunidad para recapacitar, cambiar y crecer. De su anterior paso por la administración pública en la Generalitat de Catalunya lleva sobre la espalda las alas de la transparencia, aspecto que trata de impulsar en el Museo Reina Sofía.

En 2008 forman un nuevo equipo en el Museo Reina Sofía con un departamento a estrenar que hasta entonces no existía, ¿cuáles son las funciones que desempeña?

El director concibe un nuevo departamento que es el de Actividades Públicas y cuenta conmigo para su dirección. Yo trabajé en el Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona llevando este mismo departamento, luego estuve en el gobierno de Cataluña encargándome de las ayudas a los artistas.

Este departamento del Reina Sofía incluye todo el programa de actividades que no son expositivas: música, debates, seminarios, pensamiento, la biblioteca, el archivo y comunicación. Es entre comunicación y programas culturales donde situamos la web.

En el proceso de transformación del museo, ¿qué cambios contemplaba el nuevo proyecto del director?

Lo más importante es la forma de concebir el museo en general. Lo contempla como un espacio de lectura no lineal sino con múltiples narraciones. Esto ha dado un giro a todo el museo y todas las actividades transmiten este espíritu de múltiples narraciones que la cultura, el pensamiento, el conocimiento permiten. No tenemos la verdad exclusiva en el museo y no vamos a explicar la historia del arte única. Estudiar el arte o lo que te dice una obra son demasiadas cosas: el contexto social, económico, político, etc.

En esta línea, el programa expositivo y de actividades es también un trabajo en red para crear múltiples espacios de difusión del conocimiento, y que a su vez este pensamiento se haga lo más plural posible.

Antes del cambio, ¿no se consideraban otras formas de arte que las expositivas?

Efectivamente, no existía este departamento y lo único que se proponía era audiovisual y desde un punto de vista más artístico que de pensamiento. Ahora intentamos impulsar un programa mixto de arte y pensamiento, no sólo enseñar los lenguajes audiovisuales más experimentales si no que a la vez se transmitan temas, se pongan en cuestión contenidos de interés internacional de la cultura y el arte contemporáneo, etc.

La Fundación Revista Haz ha elaborado un informe sobre la transparencia de los museos, A través del espejo, en el que la muestra pone de manifiesto la opacidad en el ámbito museístico. ¿Cuál es la primera impresión que tuvo del documento?

La primera impresión fue que se hablaba de un tema muy necesario. Llevo muchos años en la administración pública y he vivido la transparencia siempre como una gran necesidad. Me parece que está muy bien hecho, estructurado y analizado y con una buena síntesis. Considero que quedamos en buen lugar, pero soy consciente, y estoy bastante de acuerdo, de las partes que nos critica. Debemos mejorar el aspecto de las cifras económicas, sobre todo.

El informe señala un bajo porcentaje de museos que comunican sus estados financieros, ¿por qué cuesta tanto en España rendir cuentas ante el contribuyente?

Me parece que es un aspecto complicado de la comunicación. Es difícil que los ciudadanos comprendan cifras fuera de marco; habría que hacer una labor de contextualización de los datos muy grande.

En la Generalitat de Catalunya tengo la experiencia: dábamos subvenciones a artistas. Fuimos la primera entidad que publicó las cifras en la web porque uno de los objetivos principales que nos habíamos marcado era la transparencia. Este hecho fue a la vez muy satisfactorio, porque fuimos supertransparentes y comunicamos el dinero que habíamos dado en subvenciones, qué cantidad, a qué personas, a qué entidades; pero a la vez fue decepcionante, porque te cuestionan por qué has dado esta cantidad a unos y por qué le das otra a otros.

Mi obsesión era transmitir a la gente que no podían analizar sólo las cifras, que hay un proyecto detrás de cada una con una dimensión diferente, y probablemente más grande que otros a los que se ha otorgado menos cantidad. La Comisión de Valoración de Proyectos había estimado que se debía apoyar ese proyecto y no otro, y por tanto la comparación, las cifras, requería que se explicara mucho más. Aquí es donde veo la complicación: cómo explicarlo para que se entienda bien toda la gestión económica.

Desde hace años su trayectoria discurre por las instituciones públicas, deudoras de rendir cuentas a la sociedad que les sufraga. ¿Qué valor le otorga usted a la transparencia?

Personalmente me interesa muchísimo este tema e hicimos muchos cambios en la Generalitat. Allí tenía el cargo de directora gerente y aquí hay un departamento independiente de Gerencia y tengo que contar con mucho más equipo al tratarse de una institución muchísimo más grande. De ahí que no me toque directamente a mí el tema. Pero como responsable de la web sí es una cosa que queremos ir trabajando. Hay que apuntar que nuestra web tiene un gestor de contenidos y técnico limitado y nos cuesta gran trabajo hacer cualquier avance.

Durante estos dos años hemos priorizado mejorar el contenido –discurso, misión, debate, vídeo, visita virtual, etc.– y nos hemos metido menos en cuestiones más técnicas de la gestión del día a día.

Sobra explicar los esfuerzos que hay que hacer para ser transparentes. En tiempos de crisis, ¿compensa empujar este aspecto?

Sin ninguna duda, la transparencia se debe impulsar en tiempos de crisis, precisamente para aumentar la confianza en la institución. Verdaderamente todos los que trabajamos aquí lo que queremos hacer es desempeñar nuestra labor de la manera más bien hecha a nivel legal. Podemos demostrarlo porque además participamos en concursos, pero si no lo explicamos puede generar dudas en los ciudadanos. La información sobre estos aspectos que recogemos en la página casi debería ser otro website, porque unos datos mal explicados pueden generar el efecto contrario, crear más desconfianza aún. Como se cita en el informe hay varias webs de museos anglosajones que hacen el esfuerzo no sólo de explicarlo, sino de explicarlo bien.

El proyecto en el que se enmarca este informe se denomina «Transparencia en la red» basándose en la premisa de que lo que no está en Internet no existe; como responsable de la web, ¿qué magnitud tiene este canal de información para el museo?

Estoy absolutamente de acuerdo con la importancia que tiene la web porque todo lo que está en la red está en el mundo y lo que no está, no existe. La memoria anual siempre la tendremos en la web y será aquí donde tengamos que mejorar la parte económica, ampliarla o detallarla un poco más… o no, igual debería ser como en los museos anglosajones creando un apartado específico de cómo se gestiona todo. Pero es importantísimo que esté en la web.

¿Por qué se produce ese temor, en este y otros sectores, a la transparencia?

Yo creo que es el miedo a la crítica. Siempre queremos dar buenas noticias y nos equivocamos. Un museo de arte contemporáneo trabaja con el método de ensayo y error, con lo cual el margen de fallo existe, ¿por qué no explicarlo así siempre?

Con las cifras pasa igual; tememos que por la falta de tiempo o no saber explicarlo bien –sólo ponemos un presupuesto de gastos y de ingresos– se pueda malinterpretar. Como administración pública se deberían promover prácticas de formación del ciudadano en lectura de un presupuesto, sin mirar sólo las cifras y comparar conceptos de forma muy superficial y banal, pero para eso hay que acompañar mucho este proceso.

Además del miedo a la crítica, ¿pesa el no tener una cultura de transparencia, el no otorgarle al concepto la importancia que merece?

Yo creo que en los museos se le da menos importancia a la transparencia que en la administración pública; allí se es más consciente de que se está distribuyendo el dinero del contribuyente. En los museos el director ha ganado el concurso que hizo para su dirección y considera que tiene más libertad en el proyecto y paralelamente en la gestión de éste. En el Gobierno teníamos más obsesión por la transparencia y entraba dentro de nuestro plan estratégico. Creo que es diferente en los museos.

Además, los medios de comunicación no nos ayudan nada en esto. La prensa basa casi todos los artículos sobre el balance de museos en cifras, con lo cual acabamos nosotros también muy obsesionados por ellas, porque sabemos que van a ser el titular: «Un millón más de visitantes» o «Le han subido el presupuesto o se lo han bajado tanto». Vemos que no es noticia el contenido sino la cifra. Así que los dos juntos no nos ayudamos.

Tras la lectura del informe, ¿qué conclusiones sacan en las distintas categorías para aplicarlas a su museo?

El informe me ha inspirado. Primero, a medio-corto plazo debemos dar un paso adelante en los temas económicos, por ejemplo detallar el presupuesto cuando hay exposiciones o cuando hay programas culturales. Si no al cien por cien, avanzar, porque esto conlleva mucho trabajo. Ahora me doy cuenta que al no comunicar las cifras vamos en contra de nuestros propios éxitos. Por ejemplo, cada año mejoramos en patrocinio y recursos externos y tenemos más ingresos; esto para el contribuyente es una buena información: transmitir que cada vez podemos ir siendo más autónomos y que no necesitamos tanto la financiación pública. Ni siquiera esta buena noticia la damos en la web.

Respecto al plan estratégico también es importante que lo publiquemos porque lo tenemos suficientemente claro y detallado por escrito como para no colgarlo en la web. Anualmente lo revisamos por departamentos, fijamos nuevos objetivos y líneas de acción y lo centralizamos. También comprobé que en el Reina Sofía confundimos un poco la misión con el plan estratégico.

La misión es más filosófica y el plan estratégico se refiere a las líneas de acción y objetivos; lo mejoraremos seguro. El breve perfil de los órganos del gobierno es una cosa que no está mal incluirla. Son aspectos que no habíamos pensado, así que este informe te ayuda a abrir los ojos y saber de lo que se debe de informar.

Y sobre la información a visitantes me sorprende que haya una media tan baja sobre los museos que lo comunican. En nuestro caso una herramienta esencial son las quejas y sugerencias; nos va extremadamente bien. Cada mes hacemos un resumen y vemos los temas por los que se han quejado y tratamos de darles solución. Nos es superútil el feedback de los visitantes.

Además de la web, el Museo Reina Sofía cuenta con distintos perfiles en varias redes sociales, ¿qué reporta esta incipiente forma de comunicación?

Contamos con más de 40.000 amigos en Facebook. Nos interesa hacer circular discurso mucho más que utilizarlas exclusivamente como medio de difusión de las actividades, que también. No queríamos caer en el uso que por ejemplo hace el MOMA, más comercial. Ofrecer una información más cualitativa, tanto a nivel informativo de las actividades como a nivel de generación y circulación de discurso y debate a través de las redes. Por eso en Facebook tenemos un tono más sobrio y de actividades de pensamiento y en Twitter, que tenemos más de 6.000 seguidores, hacemos circular mucho discurso. Esto es lo que nos interesa en redes sociales, el posible intercambio de opinión del visitante, el feedback, la crítica que nos puede hacer y que nos permite mejorar.

Los museos anglosajones van un paso o varios por delante de los españoles en términos de transparencia. ¿Tienen alguno de referencia?

En términos de transparencia no lo hemos analizado ni tenemos como referencia. Pero yo creo que en general toda la administración pública que hay en España va por detrás, no sólo los museos. Quizás nuestra referencia más natural sea la Tate. Somos muy diferentes a nivel de filosofía del proyecto, pero quizá sea la institución más parecida. Por encima de los museos anglosajones, las estructuras que dan el dinero público a éstos son consejos de las artes que tienen una trayectoria larguísima y que trabajan con una transparencia enorme como primer principio. La transparencia se transmite desde arriba y se impregna: cultura de la transparencia en todos los museos y entidades culturales. Tienen un consejo de las artes, aquí seguimos haciendo política cultural más intervencionista, por así decirlo.

La Asociación Americana de Museos (AAM) ha creado un sello de calidad que garantiza unos mínimos de transparencia en su gestión, ¿qué opina de esta iniciativa? ¿Se podría instaurar en España?

No me parece mal, pero tampoco necesaria. Sería más útil que se transmitiera la cultura y necesidad de transparencia, trabajar con los museos, hacer documentos… más que dar premios. Pero está muy bien que una asociación que representa a todos los museos vele por eso.

Mirando al futuro, ¿cómo se predice en el Reina Sofía?

En general estamos trabajando para que todo el museo, sea desde el punto que sea –pensamiento, contenidos, exposiciones…– esté en la web y esto deberá incluir la parte más técnica-científica de cifras del museo.

Por Esther Barrio