La economía que no es social, ¿qué es?

Nos acostumbramos al uso de las palabras sin más, y a veces conviene detenerse un poco y pensar qué hay detrás de cada uso que les damos. Los griegos utilizaban la palabra 'oikonomia' para referirse a la actividad de administrar la casa. Así llega el término economía hasta nuestros días, como el arte de administrar el hogar, el negocio familiar o los intercambios con los vecinos. Y no hay actividad más social que la de intercambiar bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades.

Con los años empezamos a añadirle apellidos, como la economía financiera; una economía que se aleja bastante de la primera idea. Pero es que los griegos, diestros con el lenguaje, tenían otra palabra para la actividad que se dedica a obtener dinero del dinero, y no era oikonomia sino la crematística.

Para el filósofo Aristóteles, la crematística era la administración dirigida a la ganancia pura del dinero y no a la consideración de éste como medio de intercambio. Una acumulación de dinero por dinero que Aristóteles definía como “contra natura” y que “deshumaniza a aquellos que a ella se libran”.

Aristóteles muestra en numerosos textos, como en la Ética a Nicómaco y la Política, la diferencia fundamental entre economía y crematística: el comercio trueca dinero por bienes, y la usura transforma el dinero a partir del dinero. Sin embargo, en lugar de llamar de otra forma a esta actividad, en nuestro tiempo seguimos llamándola economía, sin hacer distinción, y mucho menos sin plantearnos su trasfondo filosófico.

Y pasan los años, y surgen otros apellidos, como el de la economía circular, economía sostenible, economía justa, economía social. Y los aceptamos sin más, y entendemos que estas economías son parte de aquella ‘gran’ economía, con la economía financiera al frente. Y lo aceptamos sin más, sin preguntarnos que si hay una economía social, la otra economía qué es, ¿anti social?

Hace unos meses cambiamos de gobierno en la Comunidad Valenciana, y entre todos los cambios hubo alguno que causó bastante sorpresa. En primer lugar, el nombramiento como conseller de Economía de un defensor de la economía del bien común (EBC), Rafael Climent, por entonces alcalde de Muro de Alcoi, primer municipio en sumarse a la EBC. (Ah, se nos olvidaba, si hay economía del bien común, la otra economía ¿va en contra del bien común?).

En segundo lugar, el nombramiento como director general de Economía, Emprendimiento y Cooperativismo de Paco Álvarez, otro defensor de la economía del bien común y la economía social. Y por último, el propio nombre de la Conselleria en cuestión, que pasó a llamarse Conselleria de Economía Sostenible.

Durante meses algunos han puesto en duda la valía de estas personas para tal empresa, porque la economía social parece estar bien para un ratito, para unos pocos, pero no para generalizarla. Una economía “para andar por casa». Curioso que precisamente éste fuera su sentido inicial. Pero no para competir en mercados reales, mercados emergentes, mercados supranacionales, mercados financieros….

Y digo yo… ¿realmente es ésta la economía real? ¿Realmente es la economía de las personas reales que nos enriquece y nos permite abastecernos de los bienes y servicios que necesitamos, compartir lo que sabemos hacer y generar riqueza en el entorno?

La perversión de las palabras usadas día tras día por los políticos, en los medios de comunicación, por nuestros conocidos, nos hace perder la referencia de las cosas reales. Y nos vemos premiando iniciativas de economía social y criticando iniciativas de economía no tan social, pero que entendemos que es ‘la normal’, contra la que hay poco que hacer.

Entonces, la economía que no es social, ¿qué es? Como diría mi querido amigo Paco (que no Francisco, porque -otra de las perversiones del lenguaje- Paco parece ser poco nombre para un director general, y hay que llamarle Francisco, que es como más importante, cuando al fin y al cabo un director general, por ilustrísimo o excelentísimo que le pongamos delante, es un servidor del pueblo, un representante legitimado por los ciudadanos para hacer lo que se le ha encomendado durante un tiempo determinado. Y debería seguir siendo Paco y no tener que recordarlo siempre e iniciar sus discursos con esta reflexión, pues como él mismo dice, «el ilustrísimo forma parte del puesto y hay que aceptarlo, pero la persona está muy por delante del título que se le quiera dar»): «Tenemos que hacer todo lo necesario para que toda la economía sea social». Ahí andamos.

Comentarios

  1. Carmen, un artículo que me iba gustando al principio pero que creo que al final queda difuso.

    La economía, más allá de su etimología se define como ciencia SOCIAL, pues analiza el intercambio de bienes y necesidades entre seres vivos y organizaciones de seres vivos.

    Por lo tanto eso de la Economía social, en sí mismo me suena redundante.
    En nuestros días, la Economía está poniéndose a revisión pues hay muchos conceptos y paradigmas que se han construido durante los siglos pasados que hoy ya son obsoletos. Y uno de ellos que me parece el más importante el propio modelo de generación de riqueza, sobre el que se sustenta el modelo de Sociedad del BIENESTAR.

    Personalmente, más allá de las buenas intenciones que no duda que las hay en lo que has denominado EBC, me parece que más allá de esas buenas intenciones, detrás va a ver una gran decepción, y lo que es peor, va a tener un coste elevado. Antes de iniciar un cambio, hay que valorar muchas variables y tener que sopesar con humildad, que por muy buena que sea la intención, si su efecto no está claro o es contraproducente, dejarlo a parte y esperar que madure.