¿Es la transparencia cosa de mujeres?

El Consejo General de Colegios de Economistas de España hizo público el pasado mes de octubre un estudio elaborado por el grupo de trabajo Economistas Expertos en Contabilidad e Información Financiera (ECIF) con el título Reflexiones y propuestas sobre la información financiera de las fundaciones en España. El trabajo no deja en muy buen lugar a las fundaciones españolas y, al parecer, ha producido cierto escozor en la Junta Directiva de la Asociación Española de Fundaciones.

La principal conclusión del estudio es que “la mayoría de las fundaciones ofrecen escasa información de carácter público; presentan mucha información en relación con sus fines, misión, valores, actuaciones novedades pero poca información económica”.

Según el ECIF “sorprende la falta de información pública y el difícil acceso y, por tanto, la opacidad y poca información mostrada por las fundaciones en sus respectivas web. Una característica común de la mayoría de las páginas web de fundaciones que han sido objeto de revisión, es que éstas contienen abundante información sobre las actividades, fines y valores de las fundaciones, pero la información económica de las mismas, no suele aparecer en dichas web”.

Los autores se preguntan si ¿se les debería obligar a mostrar públicamente dicha información? Y contestan afirmativamente. Pero no es la única recomendación que hacen. El informe propone tres medidas concretas con el fin de conseguir una “mayor transparencia y claridad” en el sector fundacional:

  • Establecer sistemas que garanticen la publicidad y transparencia de todas las cuentas de las fundaciones: podría lograrse por dos vías, garantizar el acceso a los datos depositados en los protectorados u obligar al depósito de cuentas en los Registros Mercantiles. En este último caso podría crearse, si fuera necesario, una nueva sección para las fundaciones.
  • Recomendar a las Comunidades Autónomas que al establecer sus normas contables y de información financiera adopten los principios contables, normas de valoración, modelos de cuentas y definiciones del Plan General de Contabilidad y de su adaptación sectorial a las entidades sin ánimo de lucro.
  • Obligar a auditar sus cuentas a todas las fundaciones, excepto las de dimensión muy reducida.

No podemos estar más de acuerdo con los resultados del trabajo del ECIF que, por una parte, se limitan recoger los frutos del primer informe del Instituto de Análisis Estratégico de Fundaciones (INAEF) y, por otra, confirman las conclusiones de los diferentes informes que con el título de Construir Confianza (disponible en Compromisoytransparencia.com) analizan la transparencia en la web de las fundaciones y que viene publicando la Fundación Haz desde el año 2009.

Por si no fuera suficiente, la misma semana de hacerse público el informe de Consejo General de Colegios de Economistas, el periódico El Mundo publicó una noticia en la que adelantaba que el Ministerio de Hacienda tiene previsto realizar una inspección a aproximadamente 1.000 fundaciones para comprobar que están realizando una función social, tras comprobar que algunas tenían entre sus activos aviones en propiedad.

Lo más llamativo, sin embargo, no son los resultados sobre la opacidad del sector fundacional, un hecho que a estas alturas no puede sorprender a nadie, sino la pasividad de la Junta Directiva de la Asociación Española de Fundaciones que sigue sin tomar ninguna medida al respecto.

Ahora bien, si uno se toma la molestia de analizar las web de las fundaciones que forman parte de la Junta Directiva de las AEF y comprobar cuántas de entre ellas proporcionan información económica financiera, empieza a intuir las reticencias del órgano de gobierno de la principal asociación de fundaciones españolas. Únicamente 10 fundaciones de las 26 que forman parte del órgano de gobierno de la AEF publican sus estados financiero y el informe de auditoría (Vid. Cuadro 1).

De las diez fundaciones que proporcionan información económica financiera, cinco (Fundación Accenture, Fundación Ayuda en Acción, Fundación Tomillo, Fundación Junio Achivement y Fundación Lealtad) se incorporaron a la Junta Directiva el pasado año 2011. Es decir, las prácticas de transparencia eran en su mayoría desconocidas para casi el conjunto de los miembros del principal órgano de gobierno de la AEF, una de cuyas responsabilidades es mejorar la imagen del sector fundacional en la sociedad e impulsar políticas de autorregulación.

Se da, además, la circunstancia de que del total de las 26 fundaciones miembros de la Junta Directiva, siete están dirigidas por mujeres y de esas siete, seis forman parte de las diez fundaciones transparentes (las cinco mencionadas más la Fundación Príncipe de Asturias).

Estamos convencidos de que este dato no dejará indiferente a los académicos y que muy pronto surgirán tesis y estudios (no necesariamente promovidos por el Consejo General de Economistas) que tratarán de probar si existe una correlación positiva entre la opacidad y el nivel de testosterona. Aunque, en realidad, no se trata de una novedad.

La organización Transparency International en su Global Corruption Barometer, un informe realizado a una muestra de 60.000 familias en 60 países, desprende que existe una diferencia de género en la tolerancia a la corrupción: el estudio arroja evidencias que demuestran que las mujeres son más reacias a aceptar la corrupción (Vid. Anti-Corruptions Research News, Issue 2, Febrero 2010, Transparency Internacional).

Si bien las evidencias de esos estudios todavía no son conclusivas, cada vez son más numerosas las voces que demandan estudiar la relación entre el género y las prácticas de transparencia y proponen, cómo medio eficaz para ayudar a combatir la corrupción, que la mujer ocupe puestos de responsabilidad.

En fin, si termina confirmándose que la mujer es menos propensa a la opacidad y la corrupción puede que hayamos dado con la solución para impulsar la transparencia en nuestras fundaciones: se trataría simplemente de nombrar a más mujeres en los puestos directivos y cesar a nuestros machos alfas.

@jmcavanna
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