La economía del bien común, ¿la última invención?

Una calle transitada, una persona mayor se dispone a cruzar, pero el semáforo no funciona y parece que los coches no hacen amago de parar. La gente más joven se anima a pasar entre coche y coche rápidamente, sin percatarse de la situación. Hasta que un joven coge el brazo de la señora y amablemente le ayuda a cruzar, haciendo una señal de stop a los coches con la mano.

Diluviaba. Diluviaba como nunca antes en esta zona de secano. Era la primera vez que llovía tan fuerte desde que construyeron los adosados… y por desgracia los desagües no estaban preparados para tanta agua. Pronto los garajes de la zona más baja de la calle se llenaron de agua y barro.

No había manera de pararlo. Por suerte, la zona más alta de la calle donde vivíamos no sufrió ningún daño. Pronto todos los vecinos, que apenas nos conocíamos, salimos a la calle a ver qué pasaba, y corrimos todos con cubos, palas, y mochos a ayudar a los de la zona baja a sacar el agua y limpiar el barro. Pasamos así toda la noche, juntos. Empezando a conocernos, de una manera trágica, pero que nos uniría de por vida.

Una señora pasea a su perro por el parque. De repente éste ve un gato, y tira con fuerza de la señora, que cae de bruces al suelo. Cerca, una madre coge a su hija en brazos que juega en el parque, por si el perrito se acerca y le hace daño, y ni ayuda ni pregunta a la señora cómo se encuentra, que sigue tendida en el suelo, pero sin soltar al animal para que no acerque a ninguno de los niños que juegan en el parque.

Iba paseando por el centro de Valencia. Las calles abarrotadas de gente de compras, terrazas llenas de señoras tomando heladitos, niños jugando en la calle. De repente sintió que algo no iba bien. No le dio tiempo a hacer mucho más. El 1,80 de corpulento hombre se encontró tendido en el suelo, sin conocimiento. Le costó unos minutos recobrarlo.

Para su asombro (y para el mío cuando me lo contó) cuándo se sintió un poco mejor y logró sentarse en el bordillo… nadie de su alrededor se había acercado a ver cómo estaba.

Todas son historias reales, historias cotidianas que pasan todos los días. Podríamos haber puesto ejemplos más drásticos, catástrofes naturales, rescates, pateras que llegan a nuestras playas. Desde lo más cotidiano y cercano, hasta lo lejano y extraordinario, todos los días suceden a nuestro alrededor situaciones que nos provocan sentimientos muy distintos.

Las dos primeras historias dibujan una sonrisa en nuestra boca. Nos hacen sentir bien con la humanidad, nos generan satisfacción, empatía, esperanza a la mayoría de los seres humanos. Las dos segundas nos dejan con una desazón en el cuerpo. Movemos la cabeza a un lado y a otro, murmurando, “así no”, “¿cómo puede ser?”, “así nos va”.

Son sentimientos, sensaciones, valores, que nos salen de dentro, de las entrañas, sin pensar, instintivas. No en vano, el instinto se compone de pequeños recuerdos a lo largo de nuestra vida, de reacciones, de observaciones de comportamientos, de lo que funciona y no funciona la mayoría de las veces. De lo que nos conviene como especie.

No se trata de “buenismos” ni “santurrones”. La cooperación es útil al ser humano. Nos necesitamos. La experiencia nos lo ha demostrado con creces, y el recuerdo se ha transformado en instinto, fomentando la cooperación entre los humanos.

La economía del bien común (EBC) nos recuerda esto. Se basa en los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad. Es una cuestión ante todo “utilitaria”.

Pero es que además, destacan sus defensores, recientes investigaciones científicas demuestran que conseguir buenas relaciones es la mayor fuente de motivación y felicidad de los seres humanos.

Se ha criticado mucho que la EBC no aporta nada nuevo. Que todo lo que dice lo han dicho ya antes la ética empresarial, la responsabilidad social, las teorías de la economía social y el cooperativismo.

Nadie más crítica que yo ante posibles nuevas “inventivas” que se creen haber redescubierto la rueda, con un cambio de nombre bajo el que se esconde un deseo de dar por “superado” todo el discurso anterior.

Pero parece que la EBC está aportando algo nuevo. ¿Por qué parece un soplo de aire fresco sobre todas las teorías anteriores?

Ramón Jáuregui, a mi juicio una de las personas que más sabe y más ha hecho por la responsabilidad social en la última década en España, ha escrito un estupendo artículo sobre ello recientemente, en el que destaca que frente a una RSE “que ha llegado a un punto muerto”, y que ha sido instrumentalizada como mera herramienta de gestión, una RSE sin “ambición” que se convierte “en una simple técnica de gestión sin interés social”, se presenta con fuerza la EBC.

Estoy de acuerdo con Jáuregui que la economía del bien común es un concepto más ambicioso y profundo, que “recoge el enorme descontento social que ha provocado la crisis económica y lo transforma en un modelo de economía alternativo”.

Esta idea es también la que ha explicado en reiteradas ocasiones Francisco Álvarez, “embajador” de la EBC en España, y afortunadamente recién nombrado director general de Economía, Emprendimiento y Cooperativismo en el Gobierno Valenciano (señal de que algo está cambiando).

El bien común, el bienestar y la cooperación son los tres ejes que deben sustituir al lucro, el beneficio y la competitividad en los que se basa el modelo actual.

En definitiva, se trata de pasar de un modelo en el que el éxito en la vida se resume en obtener cuanto más dinero mejor, inculcado en nuestras cabezas desde pequeños, ser “hombres y mujeres de provecho”, que decían nuestras madres, a un modelo más “natural”, más humano, basado en la democracia, la felicidad y el bienestar humano. No sé a dónde llegará este modelo, pero en inicio, no suena nada mal.

Comentarios

  1. El utilitarismo es una posicion etica filosofica que tiene como mayor exponente a J.Benthan. Esta mal utilizada en este articulo. El utilitarismo es lo ue hace que solo veamos el corto plazo, es lo que se busca en economia maximizando los beneficios economicos. En el sigli XX el ejemplo es el UTILITARISMO ECONOMICO friedmanita. Sugiero leer a Bowie y a Adela Cortina.
    El utilitarismo influyo sobre los clasicos y neoclasicos. Smith, Mill, Marx, etc.
    Lo contrario es la deontologia de I. Kant.

  2. Muchas gracias Javier!
    Seguimos!

    Y gracias José por el comentario, pero en mi artículo no hablo de utilitarismo ni ninguna otra corriente filosófica. Sólo digo que la cooperación es útil al ser humano, nada más.

    Un abrazo