El papel de la empresa en la lucha contra la pobreza

Este 17 de octubre se ha celebrado el Día mundial de la Erradicación de la Pobreza. Con este motivo me gustaría abogar por el importante papel que tiene la empresa en esta tarea que supone uno de los objetivos clave para el desarrollo humano.

La empresa, como agente de cambio, ha estado excluida hasta hace poco de la lucha contra los problemas sociales y en particular de la lucha contra la pobreza. Su principio de maximización de beneficios monetarios no cuadraba con la búsqueda del beneficio social.

Pero después de más de 2,5 trillones de dólares gastados en los últimos 60 años y todavía más de 2,5 billones de personas viviendo con menos de dos dólares al día, el paradigma ha empezado a cambiar.

La pobreza es un problema tan basto, multidimensional, complejo y tiene tantas aristas que se necesitan todos los recursos y capacidades disponibles para que un día podamos proclamar la victoria.

Hasta el momento los principales actores en la lucha contra la pobreza, han sido las ONG y fundaciones, organismos multilaterales y gobiernos que aun habiendo alcanzado importantes logros, están todavía lejos de poder aportar una solución que tiene que ser: sostenible en el tiempo, eficaz en los resultados, eficiente en el uso de los recursos y tan escalable como para llegar a 2,5 billones de personas.

La empresa, está orientada a resultados, al uso eficiente de los recursos, a la necesidad de medición de la eficacia, tiene predisposición a la innovación y capacidad de reacción. Capacidades que son claves a la hora de abordar este problema. Por su propia naturaleza, la empresa, tiene que obtener recursos económicos y ser rentable, lo que además hace la solución sostenible en el tiempo al no depender de donaciones.

En este contexto han surgido tres figuras que involucran a la empresa en este proceso: los negocios en la base de la pirámide, las cadenas híbridas de valor y los emprendedores sociales.

Los negocios en la base de la pirámide, atienden las necesidades de las personas de este segmento de la población, definido como las personas que viven con menos de cuatro dólares al día.

Empresas como d.light (lámparas solares), envirofit (estufas mejoradas), m-pesa (remesas por el móvil), GEWP (sistemas de irrigación), Aravind (operaciones oculares), microfinacieras y un sinfín de empresas más incluyendo Unilever, Procter & Gamble o Vodafone, ya proveen a las personas de la base de la pirámide económica con productos que necesitan, en la forma en que los necesitan y que en consecuencia les proporcionarán una vida mejor.

Uno de los grandes aportes de las microfinanzas ha sido demostrar que las personas de escasos recursos pueden pagar y que pagan bien. Lo que además les dignifica como consumidores.

Todas estas empresas venden productos o servicios a las personas de la base de la pirámide económica generando un beneficio económico para la empresa a través del margen y un impacto social a través de la generación de un ahorro de costes sobre las alternativas existentes o proporcionándoles tiempo y/o formas de aumentar sus ingresos.

Como ejemplo la lámpara solar de d.light. La más barata cuesta ocho dólares y tiene una garantía de diez años, sustituye a la lámpara de keroseno, la alternativa de luz más extendida en la base de la pirámide, que consume 3,5 dólares de media al mes en keroseno; es muy nociva para la salud por los gases que emana; emite una luz de mala calidad, y es muy peligrosa por la alta posibilidad de incendiarse.

D.light ha vendido ya más de diez millones de lámparas en 62 países, impactando más de 52 millones de personas. Generando además un ingreso económico para los fundadores que les permite seguir creciendo.

Con los mercados desarrollados a punto de saturarse, los nuevos mercados constituyen una alternativa clara de expansión, siempre que el producto ofrecido satisfaga las exigentes expectativas de los consumidores de la base de la pirámide y tenga un impacto social positivo.

El camino no es fácil, ya que los mercados en la base de la pirámide tienen sus particularidades y obstáculos, pero sí muy gratificante en muchos sentidos, tanto por el grado de innovación que tiene, como por su potencial y sobre todo por el doble resultando económico y social.

Una de las claves del éxito en este mercado es el conocimiento del consumidor, con unas prioridades, toma de decisiones, restricciones, y condicionantes muy distintos a los de los mercados tradicionales. Sus escasos recursos tanto monetarios como en oportunidades por un lado les hace ser muy cautos y por otro, como demuestra el libro Portfolios of the poor, extremadamente sofisticados financieramente.

Otra de las claves de éxito en este mercado y en general en la lucha contra la pobreza, es la necesidad de alianzas con el tercer sector. Las ONG siempre han estado más cerca de los colectivos excluidos y tienen tanto el conocimiento, como la credibilidad y la cercanía para poder llegar a estos mercados.

Y aquí entra la segunda forma de colaboración de la empresa en la lucha contra la pobreza, las cadenas híbridas de valor, término acuñado y empujado por Ashoka, en el que se establece una alianza entre la empresa y ONG o emprendedores sociales en el que las dos partes salen ganando.

Existen muchas cadenas ya constituidas, pero una de las más llamativas en Europa es la alianza entre Specialisterne y SAP, como dije en mi artículo ¿Son las cadenas híbridas de valor el siguiente paso en la creación de valor social?.

Specialisterne, empresa social dedicada a la formación de personas autistas, se dio cuenta que este colectivo es especialmente competitivo en aquellas tareas que precisan atención al detalle, tenacidad, consistencia, baja tolerancia al error, detección de patrones y honestidad, lo que les permite proporcionar una mayor calidad en este tipo de tareas.

Las especiales y superiores capacidades de este colectivo ha llevado a SAP, después de las experiencias que han reducido un 5% los errores de programación del gigante informático, a comprometerse a que un 1% de su plantilla en 2020 (alrededor de 650 empleados) serán personas con Trastorno del Espectro Autista. Generando un importante ahorro de costes para SAP, ingresos e integración laboral de un colectivo en el que se estima que sólo un 20% de sus miembros trabaja.

Otras de las claves de éxito en este mercado son la capacidad para reaccionar ante la incertidumbre, estar preparados para la prueba y error, búsqueda de soluciones atípicas, y tener consciencia que la inversión, así como el retorno, será a largo plazo.

Y lo más importante de todo, tener claro que la consecución de la misión social es requisito imprescindible para realizar el retorno económico. Para ello es clave tener una clara operativa y métricas para la medición de impacto social.

Por ello, ha surgido el concepto de emprendedor social, en algunos países regulados en forma de B Corp; organizaciones que aplican estrategias de mercado para alcanzar un objetivo social de forma sostenible en el tiempo ya que se sustenta en la generación de ingresos.

Junto con las ONG, los gobiernos, las fundaciones y los organismos multilaterales, la empresa es imprescindible en la lucha contra la pobreza como un actor clave con capacidades únicas para ganar, de una vez por todas, esta batalla.

Desde aquí animo a la empresa española a unirse a este apasionante reto. Tal y como declaró Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, a la Asamblea del Pacto Mundial hace sólo un par de semanas, “el desarrollo sostenible no es caridad; es una decisión inteligente”.

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