¿Empresa social o inversión social?

En octubre 2015, en un plazo de menos de una semana, asistí a dos encuentros: uno sobre inversión social responsable (ISR) y otro sobre la medición de su impacto, un tema emergente y muy de moda que está despertando mucho interés. El primero fue organizado por Spainsif en Madrid y el segundo por Critical Mass en Londres.
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John Scade19 febrero 2016

A raíz de ellos, me han surgido dos dilemas sobre el tópico de la inversión socialmente responsable (ISR) y la medición de su impacto.

Por su naturaleza, el enfoque del evento de Spainsif fue principalmente nacional y trató más el tema de la inversión socialmente responsable, principalmente desde la perspectiva de las entidades financieras, mientras que el segundo fue internacional, con participantes de los cinco continentes y un propósito más amplio de fomentar la discusión y el desarrollo de buenas prácticas en la medición del impacto de iniciativas sociales.

Y aquí surge el primer dilema: ¿Para otorgar a una inversión el calificativo de socialmente responsable no debería estar dirigida a una iniciativa social? De lo contrario, ¿qué diferencia hay entre cualquier tipo de inversión financiera y una socialmente responsable?

Creo que hay una clara diferencia que reside en que para poder ser considerada como una inversión social, ésta debería tener un claro objetivo social. Y esto a su vez requiere que sea imprescindible poder medir la consecución de este objetivo. Si no, ¿por qué considerarlas como una inversión socialmente responsable?

Está muy bien el desarrollo de los fondos de ISR que ayudan a que los inversores financieros inviertan en empresas responsables, pero para calificar estas inversiones como socialmente responsables me parece que su misión también debería estar enfocada a atender alguna necesidad social y, si es así, obviamente es necesario medir la consecución del mismo.

En cierto modo se puede argumentar que cualquier empresa satisface una necesidad de la sociedad y puede así considerarse social. A fin de cuentas una empresa energética está proporcionando la energía que la sociedad requiere y haciéndolo de una forma responsable fomenta su sostenibilidad, pero no por ello se debe considerar una inversión social.

Por lo tanto considero que para que a una empresa se le otorgue el calificativo de social tiene que estar enfocada a atender alguna necesidad social.

Y aquí se plantea mi segundo dilema: Para una empresa social ¿no debería ser esperable que se compensara una rentabilidad financiera menor con el beneficio social que genera? Y, si no es así, ¿qué ventajas hay para las empresas sociales?

En la actualidad, las empresas sociales que prosperan son aquellas que, por fuerza, son económicamente sostenibles y además atienden una necesidad social. Y, al examinarlas más a fondo, se ve que su éxito radica en los emprendedores sociales que, frecuentemente, por fuertes motivos personales, identificaron una solución para una situación social y han conseguido levantar un negocio económicamente rentable. Además, llegados a este punto, como cualquier otra empresa, tienen acceso a la financiación por las vías tradicionales, y el riesgo para el inversor es parecido a cualquier otro tipo de inversión.

Realmente, lo que está pasando es que el inversor que ha decidido invertir en empresas, que según su criterio son socialmente responsables, lo está haciendo siempre bajo la premisa de que se va a sacar una rentabilidad económica de ello, pero difícilmente puede medir el beneficio social.

Como decía Einstein, “no podemos resolver los problemas pensando de la misma manera que cuando lo creamos”, y por lo tanto, si queremos fomentar la creación de empresas sociales es importante valorar su impacto social junto a su rentabilidad y viabilidad económica. De esta forma de verdad ayudará la comparabilidad del retorno de empresas sociales y con ello a la discriminación positiva para este tipo de inversiones y de este modo se obtendrá el fin diferencial que es el beneficio social.

Por todo lo anterior, creo que para considerar una empresa como social, debería tener un claro objetivo social. Además creo que un verdadero inversor social debería primero poder premiar el beneficio social que va a generar asumiendo que va a ver compensado un posible menor retorno financiero. Porque si no, se corre el riesgo de que empresas que generan un importante impacto social no lleguen a tener acceso a la financiación que necesitan.

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo en sus palabras John Scade cuando dice, «Por lo tanto considero que para que a una empresa se le otorgue el calificativo de social tiene que estar enfocada a atender alguna necesidad social».
    Ojala todo lo entendieran de esa forma y lo practiquen, Andres Stangalini.

  2. Para que una empresa pueda ser denominada social, debería tener participación cuatripartita: capital, trabajadores, organizaciones de la sociedad y Estado.
    Con transparencia, participación y diálogo donde intereses diversos asumen una dirección comun.
    Con objetivos desconocidos, decisiones unilaterales ni evaluación con junta de resultados, sera muy difícil lograr la integración y la sustentabilidad de cualquier tipo de emprendimiento.

  3. John Scade lo felicito. He leído la nota dos veces y compartido con mis contactos. Andrés Stangalini.