La responsabilidad de la prensa en la crisis económica

HAZ13 abril 2011

La burbuja inmobiliaria ha provocado una profunda crisis en España que se extiende a todos los niveles y que se presenta cada vez más como una crisis de confianza, de valores, una crisis cultural, democrática. Hasta ahora los medios y la élite empresarial e intelectual señalaban a los políticos como principales culpables de la situación, pero muy poco a las empresas, a los bancos y a los medios. En una tesina doctoral (DEA) de la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad Complutense se afirma que la prensa de información general, los diarios más grandes de este país, apenas informaron sobre economía en las portadas de los domingos, el día con más lectores. La tesina analiza el periodo de 1996 a 2009, un ciclo económico con gran crecimiento y una subida dramática del paro y del endeudamiento de los hogares.

Mientras la prensa extranjera comenzó a mencionar la crisis y la burbuja inmobiliaria a partir de 2004, los medios españoles solamente la reconocen en 2007 (Vid. gráficos 1 y 2). Según Miguel Ángel Mondelo, director de Economía de la agencia Efe, había un interés general en no informar demasiado sobre la burbuja y sus consecuencias: «Los expertos consultados por nosotros tardaron mucho en alertarnos».

Tampoco los gobiernos, tanto los de derecha como los de izquierda, hicieron un gran esfuerzo por informar a la gente sobre la situación económica de manera adecuada y transparente, ni frenaron a tiempo la especulación. Y obviamente y en consecuencia no proporcionaron información suficiente a los medios. Según Miguel Ángel Mondelo: «Tuvimos la impresión que había algún tipo de acuerdo en la sociedad sobre el tema. Indirectamente también sentimos que el gobierno de turno quería influir de alguna manera en que no se hablara negativamente de la economía».

El ministro de Economía Pedro Solbes fue el primero en el año 2005 que intentó por lo menos reducir la alegría del consumo de los españoles con ciertas medidas fiscales y avisos claros de moderación. También el Banco de España advierte sobre el peligro de una posible burbuja. Pero nadie alertó con claridad a la población sobre el peligro que tenía esa burbuja, tampoco los medios.

No sorprende que todos esos actores que, de alguna manera, se estaban beneficiendo del sistema –políticos por el boom económico, bancos por los volumenes de hipotecas, empresas del sector por los beneficios– no tuvieran interés en parar esa burbuja. Con el dinero que ganaban los bancos, las empresas de construcción y las inmobiliarias financiaban su expansión internacional, lo que incrementaba el prestigio de España, razón por la cual la política no interfería en este asunto para frenarlo.

Mientras nadie verdaderamente alerta del peligro, salvo el Banco de España, al que nadie quiere escuchar, sube la morosidad en las cajas y bancos. Por su parte, los dos diarios más grandes e influyentes (El País y El Mundo), hacen oídos sordos (gráficos 1 y 2).

A pesar de la situación económica, sorprende que los dos periódicos no hablen mucho sobre el «boom inmobilario» ni sobre la crisis en la portada, aunque los dos tienes una sección especializada sobre economía los domingos. Solamente 376 artículos de las 1.429 portadas analizadas tienen que ver con economía y únicamente 71 de esos artículos mencionan una empresa. Todavía más sorprendente: No hay ningún artículo empresarial con una crítica directa (Vid. gráfico 3).

Ni siquiera durante el año 2009, cuando la crisis se encuentra en el epicentro, los periódicos proporcionan una información realista de la sitación y útil a los lectores. Para tener información económica el público tiene que consultar periódicos o páginas especializadas, como Cinco Días.

De acuerdo con el análisis, El País sitúa a la economía en su portada mejor que El Mundo, donde la mayoría de los artículos sobre la crisis o el boom están situados en espacios marginales. Durante esos años la temática del terrorismo ocupa en El Mundo (Vid. gráfico 4) la parte más importante, tanto en las fotos como en el texto, sus portadas se centran sobre todo en ETA. Durante todo el mes de julio de 2007 en las cinco portadas del domingo se publica casi únicamente artículos sobre el terrorismo nacional en espacios preferentes, a pesar de que en ese mes ya había estallado el «tsunami financiero» y no se registró ningún atentado o un encarcelamiento de ETA (Gráficos 4 y 5).

Además, se comprueba que El Mundo y El País, con los gobiernos correspondientes, siguen el lema de «España va bien», sin avisar del peligro de los precios inmobiliarios a niveles irreales. Solamente en el año 2009 los periódicos comienzan a preguntarse si las cifras que se dan del mercado inmobiliario son correctas. En este contexto se aprecia que El Mundo mezcla más opinión y que El País se enfoca más en la noticia y en temas internacionales (Vid. gráfico 5).

Generalizando mucho se podría concluir que El Mundo se decanta por artículos de opinión. Sus noticias económicas adolecen de un análisis más profundo y de falta de fuentes contrastadas. El País se apoya menos en los artículos de opinión, pero no proporciona datos y análisis relevantes y, al no hacerlo, no informa adecuadamente al público. En el contexto del boom de la economía española desde 1996 hasta 2004 hubiera sido necesario analizar las razones de la supuesta buena marcha de la economía. Como no se hizo se produjo una confusion total sobre los precios inmobilarios, como también se recoge en un artículo del portal especializado Idealista.com: «Los datos del INE pueden confundir al ciudadano».

En resumen, en el contexto de la crisis económica falló el papel de contrapeso y control democrático de los medios españoles. Los grupos de prensa más influyentes del país aceptaron implícitamente que se utilizasen sus diarios como plataformas informativas para estimular el boom inmobiliario. Da la impresión de que los periódicos en sus ediciones de domingo tienen temor de poner nombre a la crítica indirecta que ejercen.

La conclusión de esta investigación es que los dos diarios analizados no cumplieron con su deber de informar sobre la crisis económica de manera objetiva y responsable. La información proporcionada a los lectores no les facilitó la posibilidad de entender la gravedad de la situación.

Por Stefanie Claudia Müller

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