¿Se comprometen los clubs de fútbol con la sociedad?

No es muy conocido por todos que el origen de los equipos de fútbol tuvo un germen marcadamente social. En efecto, los primeros clubs de fútbol ingleses nacieron gracias a la iniciativa de las parroquias, los pubs, los colegios y las empresas. Para las iglesias el fútbol fue un instrumento excelente para alejar a los niños de la calle y acercarlos a la práctica religiosa.
HAZ17 diciembre 2013

Los clubs de fútbol fundados por las parroquias, como el Everton, el Asthon Villa, el Fullham o el Southhampton, ficharon a sus primeros jugadores entre los niños huérfanos y abandonados acogidos en la iglesia. Aprovechando la práctica de los deportes los niños recibían una dieta alimentaria y se les enseñaba a leer.

El año 1887 fue testigo de la creación de varios equipos de fútbol impulsados por las empresas para entretener a sus empleados. Inglaterra se encontraba en plena Revolución Industrial, los obreros trabajaban en condiciones muy duras y su único esparcimiento, al terminar la intensa jornada laboral, era reunirse en el pub a beber, lo que terminaba afectando a su productividad.

Para evitar esta situación, algunas empresas decidieron fundar clubs de fútbol para que los trabajadores aprovechasen mejor su tiempo libre. Sin la iniciativa de los directivos de la fábrica de armas Woolwich y de la compañía de ferrocarriles Newton Heath Lancashire and York RailwayCompany hoy en día no existirían el Arsenal ni el Manchester United.

Otros clubs nacieron fruto de la iniciativa de los propietarios de los pubs, que veían en la práctica del deporte una oportunidad para atraer más clientela; así nacieron el Manchester City o el Nottingham Forrest. Los colegios fueron los primeros centros donde se practicó el fútbol. Aunque inicialmente los profesores acogieron este deporte con cierto escepticismo, al final terminaron por reconocer el enorme poder que tenía para alejar a los chavales de la bebida y ayudarles en la práctica de las virtudes.

El año 1981 supuso un hito en el compromiso social de los clubes de fútbol ingleses. Ese verano estallaron numerosos disturbios raciales en las principales ciudades del país (Londres, Birmingham, Leeds, Manchester y Liverpool) por las malas condiciones de vida y la falta de oportunidades de trabajo. El Gobierno reaccionó poniendo en marcha varios programas de inclusión social entre los que se encontraba Action Sport, cuyo objetivo era integrar a los jóvenes en la sociedad a través del deporte.

Para ponerlo en marcha el Gobierno pidió ayuda a los clubs de fútbol que, gracias a su numerosa hinchada y a las peñas locales, tenían entrada y presencia en las comunidades. Todos los clubs reaccionaron muy positivamente a la llamada de ayuda y prácticamente todos mantienen actualmente programas sociales orientados a la inclusión social de jóvenes.

Este origen histórico de los clubes de fútbol ingleses explica por qué estas instituciones tienen en su ADN un fuerte compromiso social y también las razones de que el programa de RSC de la Premier League sea un referente a nivel mundial.

Los más de veinte clubs que la componen cuentan con programas sociales, siendo el Liverpool uno de los más comprometidos con su comunidad. La mayoría de las acciones son educativas con un enfoque preventivo dirigido a los jóvenes.

De la comunidad a las masas

Con el paso de los años, la base social de los clubs ha ido quedando en un segundo plano, eclipsada por el gran mercado y espectáculo de masas en que se ha convertido el deporte rey. Las cifras no tienen parangón. Aproximadamente 19,4 billones de euros es la cifra que movió el mercado del fútbol durante la temporada 2011-2012. Solo entre las cinco principales ligas europeas copan el 48% de esta cantidad (9,3 billones): inglesa (2,9 billones), alemana (1,9), española (1,8), italiana (1,6) y francesa (1,1) (Annual Review of Football Finance 2013. Sports Business Group y Deloitte, junio 2013).

En 2006, el fútbol fue catalogado por la FIFA como la decimoséptima economía del mundo. Con más de 256 millones de jugadores, se convertiría en la quinta mayor población del planeta. Al mismo tiempo, la imagen de los clubs se ha ido deteriorando debido a los fichajes millonarios de estrellas; las lujosas y en ocasiones estrambóticas vidas de sus jugadores, o las tramas de corrupción que han saltado a los medios de comunicación (Vid. Los niños, víctimas de la esclavitud del fútbol).

Se estima que el último fichaje meteórico del jugador galés Gareth Bale ha costado al Real Madrid cerca de cien millones de euros. El club no ha querido confirmar la cifra, quizás para no alardear de un desembolso que muchos han catalogado de impúdico en mitad de la grave crisis económica que sufre España. El nuevo jugador blanco ganará un sueldo estimado de siete millones de euros anuales, cifra que se acoge con escándalo entre muchos españoles, que tienen un salario medio anual de cerca de 22.000 euros, siendo de 15.500 euros el más frecuente, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las dos estrellas del fútbol español y eternos rivales, Leo Messi y Cristiano Ronaldo, también mantienen su particular duelo de imagen fuera del campo. En septiembre de 2011 el icono del Real Madrid Cristiano Ronaldo –que duplica el salario de Bale–, levantaba la ira de los españoles al declarar sin falsa modestia que «por ser rico, por ser guapo y un buen jugador, las personas tienen envidia de mí».

El jugador del FC Barcelona Messi, por su parte, hacía temblar su impecable imagen este año a consecuencia de la acusación de un supuesto delito de fraude fiscal por valor de cuatro millones de euros en concepto de derechos de imagen.

En este contexto, es natural que los propios deportistas y muy especialmente los clubs traten de cuidar su negocio con acciones de carácter social. Aunque, como explica Ignacio Urrutia, profesor del IE y autor del libro Value Creation and Sport Management, se trata de acciones que van más allá del retorno reputacional: «Los clubs y los jugadores se han dado cuenta de que a través de esas actividades adquieren mucho más sentido para la sociedad. No se trata de salir en la foto del hospital repartiendo regalos».

Paco Buyo, exportero del Real Madrid, hacía referencia a este cometido durante la inauguración de la IV Semana del Deporte Inclusivo: «Los que hemos tenido la fortuna de ser referencia para miles y miles de chicos, tenemos la responsabilidad de colaborar y estar en todos estos actos con ilusión y entusiasmo».

Equipos solidarios

Desde las altas esferas del fútbol, es la FIFA, el organismo supranacional más importante del mundo, quien se encarga de la responsabilidad social más destacada del sector. La federación que reúne a 209 asociaciones o federaciones de fútbol de distintos países, contando con más afiliados que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además de organizar las más importantes competiciones a nivel internacional de fútbol, se encarga de cambiar las reglas del juego.

Unas reglas que van más allá de definir cuándo se pita fuera de juego o los matices entre sacar tarjeta roja o amarilla. La FIFA legisla sobre el juego limpio, la deportividad o el racismo. El programa Fair Play establece un código de conducta de obligado cumplimiento para jugadores, equipos deportivos y aficionados y cuenta con una Comisión de Deportividad y Responsabilidad Social que vela por su cumplimiento.

El artículo 3 del reglamento de la FIFA es tajante en lo que respecta a las conductas racistas y otras formas de discriminación y tiene capacidad sancionadora con aquellos que incumplen el código: «Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por su origen étnico, sexo, lenguaje, religión, política o por cualquier otra razón, y es punible con suspensión o exclusión».

La organización dedica una semana al año a recordar el rechazo de actitudes racistas con, entre otras actividades, la lectura de un manifiesto por parte de los capitanes de los equipos de los principales partidos disputados. Sin embargo, si bien la FIFA vela por el trato en igualdad, las acciones no parecen ser suficientemente eficientes, pues las denuncias de jugadores por insultos racistas no cesan.

La FIFA también cuenta con programas sociales como el Football for Hope, que apoya organizaciones que impulsan a través de la práctica del deporte rey el desarrollo de las comunidades. Durante el Mundial de 2010 se propuso la creación de veinte centros que fomentaran la salud pública, la educación y el fútbol para comunidades desfavorecidas en toda África. Objetivo cumplido.

«Los principales clubs de fútbol, si quisieran, podrían ser los misioneros del siglo XXI; lograr llevar un mensaje a cualquier pueblo de África a coste cero», explica Urrutia, que afirma que esta rama social de los clubs deportivos se financia de manera autosuficiente aun manejando los importantes presupuestos conocidos por todos.

La fórmula parece sencilla, cuenta Urrutia: «Casi todos los clubs tienen una docena de jugadores extranjeros y muchos de países menos desarrollados. En cuanto un jugador decide montar una escuela deportiva o un colegio tiene a una empresa o gobierno detrás para financiarlo, ahora sí, en busca de la foto con el jugador».

Los principales clubs y jugadores de España trabajan ya esta línea, utilizando su herramienta más potente, el deporte, para articular su propia responsabilidad social. Desde actividades que apuestan por la integración social (Vid. El deporte, antídoto para la integración), a aquellas que creen en la educación en valores a través del deporte o las que sirven de canal para la recaudación de fondos con destino social.

unicef-fc-barcelonaLa Fundación del FC Barcelona fue pionera en el mundo del deporte firmando una colaboración con Unicef por 1,5 millones de euros anuales para trabajar a favor de la infancia más vulnerable. Con esta apuesta por el deporte como elemento de desarrollo social ha formado más de 8.500 educadores y cuidadores durante este año, y, entre otras tareas, ha creado espacios lúdico-educativos y dotado de material para, calculan, 200.000 niños de todo el mundo.

Por su parte, la Fundación Real Madrid hace girar su política de RSC principalmente en torno a la educación a través de la práctica deportiva, sobre todo de fútbol y baloncesto. Cuenta con programas en todos los continentes donde posee y gestiona escuelas deportivas, algunas especializadas en la integración de personas en riesgo, la normalización de la vida de los niños hospitalizados de larga duración o las personas mayores con su programa seniors.

Además de contar con importantes programas sociales, los mismos campos de fútbol se convierten en el perfecto escaparate de masas para la sensibilización sobre temas sociales y la recaudación de fondos. El Club Atlético de Madrid es un habitual de lucir camisetas con mensajes y ceder su imagen en pro de campañas sociales como la de la lucha contra la leucemia, la prevención de enfermedades cardiovasculares o la vacunación infantil.

Y partidos como el conocido Champions for Africa, organizado por la Fundación Kanouté, que tendrá lugar a lo largo de las fiestas navideñas, recaudaron la pasada edición 2012 más de 560.000 euros destinados a los proyectos que desarrolla Unicef por la supervivencia infantil en África.

También durante estas fechas se celebra como cada año el Partido x la ilusión, organizado por la Fundación Iker Casillas y BBVA. El pasado 2012, el partido que reúne a personajes del mundo del deporte y la cultura (cine y música) recaudó en el Palacio de los Deportes de Madrid 80.000 euros, destinados a la Fundación Exit y Tomillo, que trabajan para fomentar el empleo de jóvenes en riesgo de exclusión social.

megacracks-inter-movistarNo obstante, más allá de los equipos que copan todas las informaciones deportivas de prensa, digitales, radio y televisión, se están haciendo cosas importantes en clubs de presupuestos más modestos. El Club Inter de Fútbol Sala, ahora Inter Movistar por su patrocinio, ha puesto en marcha la Gira Megacraks, una actividad itinerante donde el equipo laureado acude a un centro deportivo para practicar deporte, de igual a igual, con niños con y sin discapacidad.

Durante la jornada de deporte inclusivo los trofeos y competiciones se quedan en el banquillo para dar protagonismo a valores como el trabajo en equipo y el esfuerzo, los buenos hábitos deportivos y el juego limpio.

«Los chavales pueden jugar e interactuar con grandes campeones con un perfil muy distinto a los iconos del fútbol o baloncesto, es decir, deportistas que no cobran cien millones, con unas fichas relativamente modestas con las que tienen que pagar su hipoteca o sus estudios», explica Antonio Lacasa, profesor de Esic y consultor de marketing deportivo. «Porque el problema es que los niños quieren ser futbolistas por el dinero que ganan. Con las acciones de RSC los clubs pueden reposicionar esta cuestión y hacer que los valores del deporte calen en los niños por encima de todo», explica el experto.

La RSC, cuestión de todos

Está claro que la responsabilidad social no es solo cuestión de clubs de fútbol, aunque por el protagonismo que concentra el deporte rey a nivel mundial les coloque en el punto de mira de todos. Otras tantas iniciativas similares nacen en distintas disciplinas deportivas.

La NBA cuenta con un proyecto social de grandes dimensiones dotado con el equivalente al 10% de las inversiones en patrocinio de las principales marcas a nivel mundial. Es decir, la NBA sacrifica una parte importante de sus ingresos para desarrollar el concepto anglosajón de charity. «El objetivo no es lograr mayor difusión y fomentar la NBA en todos los países, aunque indirectamente es obvio que se logra, sino prestar ayuda tanto en su propia comunidad como fuera de ella», explica Antonio Lacasa. El proyecto NBA Cares cuenta con los mejores embajadores que podía tener: iconos del baloncesto como Kobe Bryant, Le Bron James o el español Pau Gasol.

Por su parte, el único ciclista español ganador de las tres grandes vueltas del mundo (Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España), Alberto Contador, pone el foco de su fundación en la promoción de la bicicleta y el ciclismo con acciones como la donación de bicis en países desfavorecidos; la difusión de los beneficios de la práctica del ciclismo para la salud o el uso de la bicicleta como medio de transporte eficiente y respetuoso con el medio ambiente.

Otro ejemplo lo protagoniza el nadador donostiarra Jaime Caballero, que cruzó –ida y vuelta– este pasado verano el canal de la Mancha para dar visibilidad y recaudar fondos destinados a la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El primer español que ha logrado tal hazaña lucha desde hace años por esta causa a través de su asociación Siempre Adelante.

Finalmente, la fundación del actual número uno de la clasificación mundial de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), Rafa Nadal, tiene además de proyectos locales por toda España una escuela de educación integral y un centro de entrenamiento y práctica de tenis en Anantapur (la India) junto con la Fundación Vicente Ferrer.

La lista no parece tener fin cuando se trata de hablar de clubs y rostros del deporte que contando en su haber con los más diversos trofeos, buscan con sus acciones una recompensa emocional que no entiende de oros, platas ni bronces.

Por Esther Barrio y Javier Martín Cavanna
@Esther_Bame y @jmcavanna
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