Ecoinnovación, simbiosis perfecta entre negocio y medio ambiente

El concepto ecoinnovación es relativamente nuevo, pero podría definirse de forma sencilla: se trata de la simbiosis entre los conceptos business y environment; es decir, el negocio, y el medio ambiente.

Y es que, como recuerda la activista política canadiense Margaret Atwood, «toda riqueza procede de la naturaleza. Sin ella, la economía no existiría». Esta misma línea es defendida por la propia Comisión Europea (CE), que cuenta con todo un Plan de Acción sobre Ecoinnovación (EcoAP), liderado desde la Dirección General de Medio Ambiente.

EcoAP es un completo conjunto de iniciativas que tienen como objetivo mejorar la adopción de la ecoinnovación en el mercado, y que incluye desde materiales reciclados hasta el tratamiento de aguas residuales, el apoyo a empresas ecológicas, o el fomento de sistemas de compra inteligente y etiquetado ambiental.

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) definió en 2005 el concepto ecoinnovación como «las actividades que producen bienes y servicios para medir, prevenir, limitar, minimizar o corregir daños ambientales en materia de agua, aire y polución, así como problemas relacionados con los residuos, contaminación acústica y ecosistemas. Esto incluye las tecnologías más limpias, los productos y los servicios que reducen el riesgo ambiental y minimizan la contaminación, y la eficiencia en el uso de recursos».

La ecoinnovación es mucho más que la puesta en el mercado de un nuevo producto o servicio (innovación), teniendo en cuenta el uso eficiente de los recursos naturales y minimizando el impacto ambiental de todo su ciclo de vida (eco).

Para ecoinnovar es necesario abarcar aspectos mucho más amplios como estrategia, diseño, procesos, relaciones con proveedores, cadena de valor, marketing, comunicación, distribución, uso y fin de vida del producto o servicio, entre otros.

Aunque las empresas cada vez más impulsan la ecoinnovación por razones internas o de competitividad, diferenciación o ahorros (energéticos, de costes o materias primas, etc.), también empiezan a existir presiones regulatorias, sobre todo de directivas europeas, que hacen obligatorio aplicar herramientas de ecoinnovación al diseño de los productos y servicios.

Las empresas más avanzadas llevan tiempo confirmando algo que parece evidente: la mejora de la competitividad no pasa solo por la valoración del cliente o usuario en sus decisiones finales de compra; también conlleva una clara reducción de costes –y por tanto de precio–, debido al menor uso de materiales que incorpora un producto y su embalaje, o el aumento en la eficiencia del transporte y posterior distribución de este.

Si además la empresa es capaz, no solo de generar valor, diferenciación y ahorros, sino de comunicarlo y posicionar su producto, servicio o marca con una buena campaña de difusión, la ecuación es prácticamente perfecta: el objetivo es aunar competitividad y sostenibilidad. La clave es saber cómo conseguirlo.

Estrategia europea sobre ecoinnovación

El primer gran impulso europeo a la ecoinnovación se produjo en 2004, con el Plan de Actuación en favor de las Tecnologías Ambientales (ETAP), que perseguía un mayor desarrollo y uso de las tecnologías ambientales. Su objetivo era superar los obstáculos financieros, económicos e institucionales que impedían el crecimiento de estas tecnologías, además de favorecer su puesta en práctica en el mercado. A partir de esta fecha –hace apenas diez años–, comenzaron a florecer en Europa las ecoindustrias.

Según datos de la Comisión Europea (CE), este sector representa actualmente un volumen de negocio anual que supera los 227.000 millones de euros, alrededor del 2,2% del PIB de la Unión Europea (UE), superando al sector aeroespacial o farmacéutico, y dando trabajo directamente a unos 3,4 millones de personas.

Casi la mitad de las empresas europeas activas en la fabricación, la agricultura, el agua y los servicios alimentarios han ecoinnovado recientemente y se han beneficiado de ello. Y es que, defiende la CE, «es evidente que la ecoinnovación tiene un gran potencial para crear nuevas oportunidades de negocio, empleo y crecimiento en Europa».

El actual EcoAP es el sucesor lógico del ETAP. Fue lanzado por la CE en diciembre de 2011 con el objetivo de promover «una completa gama de procesos, productos y servicios ecoinnovadores». La CE lo define como «un ambicioso plan que atenderá a desarrollar acciones de ecoinnovación más fuertes y más amplias en toda Europa y fuera de sus fronteras».

Y es que EcoAP está en clara consonancia con la Estrategia Europa 2020 que fijará el rumbo de la economía de la UE durante, al menos, la próxima década: una estrategia centrada «en un crecimiento inteligente, sostenible e integrador que pretende respaldar la transición hacia una economía eficiente en recursos y baja en carbono», según la propia CE.

La meta es, en definitiva, «conseguir una Europa que utilice eficazmente los recursos, una política industrial para la era de la internacionalización y una agenda de nuevas cualificaciones y empleos», consiguiendo así que la ecoinnovación se sitúe «en primera línea» de acción de la UE para reducir la presión sobre el medio ambiente, salvar la distancia entre la innovación y el mercado y aumentar las oportunidades para la creación de empleos verdes.

Hasta 2013 los proyectos ecoinnovadores se han financiado a través de lo que se conoce como el VII Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico, el Programa Marco de Competitividad e Innovación y LIFE+, así como con los Fondos Estructurales y de Cohesión.

Desde este mismo año 2014 y hasta 2020, la principal fuente de apoyo es Horizonte 2020, un nuevo programa de investigación e innovación que reforzará el papel de la ecoinnovación y facilitará los medios financieros necesarios para aplicar el EcoAP. Horizonte 2020 aportará un total de 3.160 millones de euros para acciones relativas al clima e iniciativas relacionadas con la eficiencia de recursos.

Para apoyar a las empresas ecoinnovadoras, la CE desarrollará nuevos instrumentos financieros que les ofrezcan mecanismos específicos de deuda y capital.

En este sentido, Lydia González, punto nacional de contacto para el Reto de Medio Ambiente y Cambio Climático de Horizonte 2020, explica a Revista Haz que a nivel estrictamente económico «no existen como tal ventajas fiscales o de precio en mercado que puedan aplicarse a la ecoinnovación, ni a nivel español ni a nivel europeo», pero sí políticas europeas relacionadas con aspectos como eficiencia energética, huella de carbono, suelo, agua o residuos que hacen que ser una empresa ecoinnovadora, se convierta, a corto-medio plazo en «casi una obligación para poder cumplir con las normativas y reglamentaciones».

«Además de la más que demostrada reducción de costes por el menor uso de agua, energía, etc., la etiqueta eco llega cada vez más a unos consumidores y una sociedad cada vez más concienciada y preocupada por la sostenibilidad», agrega González.

A nivel económico, Horizonte 2020 cuenta con un presupuesto total de 77.000 millones de euros para todo el período 2014-2020. De ellos, unos 3.000 millones van destinados a Acción por el Clima, Medio Ambiente, Eficiencia de los Recursos y Materias Primas –el Reto Social 5–; sin incluir temas de eficiencia energética, que, en este caso, forman parte del reto social 3, Energía Limpia, Segura y Eficiente, dotado con cerca de 5.900 millones de euros.

El objetivo es que en Horizonte 2020 los temas de ecoinnovación no se incluyan de forma exclusivamente en un área o reto social concreto, «dado su carácter transversal», aclara Lydia González.

De acuerdo al último informe del Observatorio de Ecoinnovación correspondiente al año 2013, España ocupa el sexto puesto tras Suecia, Finlandia, Alemania, Dinamarca y Reino Unido, «situándonos bastante por encima de la media europea», aclara Lydia González, que destaca que, en cuanto a los datos referidos a la certificación ISO-14001 y EMAS de implantación de Sistemas de Gestión Medioambiental (SGMA), o porcentaje de empleo asociado a las ecoindustrias, España, junto con Francia y Malta, ocupa una de las posiciones principales.

Las áreas más fuertes en materia de ecoinnovación son actualmente, según esta experta, los residuos, así como lo relativo al ecodiseño en aspectos relacionados con el agua y la eficiencia energética, «especialmente en materia de turismo y construcción sostenible».

A su juicio, «uno de los incentivos más claros que empujarán definitivamente los temas de ecoinnovación es la normativa y legislación que viene desde la UE y que tenemos que trasponer e incorporar». Por el contrario, las barreras más evidentes son el hecho de que «no existen líneas de ayuda específicas para ecoinnovación y, con el actual panorama de crisis, las ayudas para la innovación en general también han disminuido».

Impulsar la financiación, clave para econinnovar

Aunque ha demostrado de forma clara algunas de sus ventajas, la ecoinnovación, con excepción de las energías renovables, sigue teniendo un acceso limitado a los mercados, según reconoce la propia CE.

Las barreras parecen identificadas: aunque muy innovadoras sobre el papel, muchas tecnologías de ecoinnovación no son capaces de dar el salto del laboratorio al mercado, por lo que la Comisión financia desde 2012 proyectos de demostración de ecoinnovación. Además, la financiación del sector público es crucial para acelerar la ecoinnovación en el sector privado, especialmente en las pymes, así como fomentar la creación de centros empresariales y tecnológicos europeos que apoyen a las empresas europeas que quieran ampliar su mercado en países emergentes como India, Brasil o China.

Uno de los objetivos más importantes de EcoAP es precisamente salvar las principales barreras que existen en materia de ecoinnovación, como la incertidumbre del mercado o las preocupaciones sobre el rendimiento de la inversión. Para ello cuenta con medidas como un grupo específico de trabajo de alto nivel, identificación e intercambio de buenas prácticas, y herramientas como hojas de ruta nacionales y foros de ecoinnovación.

Además, EcoAP ha desarrollado un cuadro de indicadores que recogen los resultados en ecoinnovación en toda la UE con el fin de evaluar los progresos realizados hasta 2020.

En este sentido, el pasado mes de febrero nació Inneon, «un espacio para que los emprendedores eco-innovadores pueden entrar en contacto con inversores de primer nivel», explican a Revista Haz desde Zabala Innovation Consulting, que lidera esta red europea para la inversión en ecoinnovación.

Su principal objetivo es, según sus responsables, «promover fuentes de financiación públicas y privadas para la ecoinnovación y la innovación social en las regiones europeas, así como favorecer el encuentro y la interacción entre los emprendedores y los inversores más relevantes».

El proyecto está financiado por la Comisión Europea dentro de su Programa Marco para la Competitividad e Innovación (CIP) y su actividad se extenderá durante los próximos tres años.

Inneon, en definitiva, «ofrece a los emprendedores formación y asesoramiento para mejorar su idea de negocio y poder acceder así a la financiación», apuntan desde Zabala, desde donde recalcan que la clave es, precisamente, facilitarles el acceso a los inversores –la principal barrera para todo tipo de nuevas iniciativas empresariales– pero en este caso interesados en la ecoinnovación.

De la misma forma, la red facilita a los inversores una red de emprendedores ecoinnovadores «cuidadosamente seleccionados», con cuyo apoyo, «no solo obtienen rentabilidad económica, sino que además mejoran su reputación corporativa a través de prácticas de RSE».

A través de su web están disponible para cualquier organización o persona interesada recursos relacionados con servicios para emprendedores, legislación, documentos o eventos, además de un equipo de técnicos de Zabala para dudas o asesoramiento personalizado.

Otras de las acciones que impulsará Inneon son el aprovechamiento de los contactos para generar sinergias con las iniciativas relacionadas con el medio ambiente promovidas por la CE.

Zabala Innovation Consulting explica que el impulso a esta red nace precisamente tras constatar que una de las principales barreras para el crecimiento de la economía verde «sigue siendo el acceso a las fuentes de financiación».

Y es que la tendencia que detectan desde Zabala es que los inversores «utilizan la lógica de inversión habitual para las empresas ecoinnovadoras, sin tener en cuenta el valor ambiental añadido».

«La ecoinnovación no constituye un sector en sí, sino que cualquier tipo de innovación puede ser ecoinnovadora si se demuestran los beneficios y cualidades ambientales», remarcan. Esa es la razón de que Inneon apoye a los emprendedores en la elaboración de propuestas «bien definidas y que resulten de interés para los inversores, ofreciéndoles las competencias y habilidades empresariales adecuadas para conseguir sus objetivos».

Barreras y oportunidades

En la misma línea coinciden Carlos Tapia e Ignacio Calleja, de la División de Energía y Medio Ambiente de Tecnalia –un centro privado de investigación aplicada con sede en San Sebastián y que centra sus recursos en la generación de conocimiento tecnológico–, que recuerdan que el término ecoinnovación «es tremendamente amplio» y que «cualquier sector tiene potencial de mejora desde el punto de vista de proceso, producto, servicio o gestión».

Pese a ello, desde Tecnalia explican a Revista Haz: «Nuestra perspectiva es que la innovación en los sectores de la energía y el cambio climático experimentará un fuerte avance en los próximos años».

En esta línea, añaden, «es probable que los futuros desarrollos se concentren cada vez más en el transporte y almacenamiento de energía, más que en los propios sistemas de producción energética, aunque también éstos seguirán evolucionando en ámbitos como smart grids, acumuladores, nuevos materiales, etc., con un impacto notable en los mercados energéticos y las pautas de consumo».

Otro gran ámbito de desarrollo en los próximos años será el de la adaptación sectorial –incluyendo el sector energético– y privada al cambio climático, que se abordará desde una perspectiva de gestión de riesgos y protección financiera.

«Teniendo en cuenta la falta de consenso a nivel internacional para fijar objetivos estrictos de emisiones, es probable que la mitigación vaya quedando relegada en la agenda política, y por lo tanto en las iniciativas privadas, aunque seguirán sucediéndose las innovaciones en el campo energético», apuntan.

A su juicio, las barreras que recurrentemente encuentra la ecoinnovación para arraigar y generar resultados están relacionadas con cuatro vectores fundamentalmente.

El primero de ellos son los costes asociados a la innovación, seguido de la incertidumbre sobre la demanda final, la falta de apropiación por parte de los actores implicados –sobre todo productores, pero también comercializadores y consumidores– y la necesidad de un cambio institucional y organizativo «habilitador».

Otra de las dificultades en las que coinciden desde Tecnalia es el acceso a la financiación, «un problema acuciante fundamentalmente durante las transiciones entre las fases de desarrollo de la ecoinnovación –desarrollo, diseño f y fase inicial y final de comercialización de los productos o servicios–».

Por Laura Martín
@LauramArribas
Comentarios

  1. Soy emprendedora en Uruguay y quiero ecoinovar
    tips ayudas , tengo importadora y me gustaria empesar a traer productos al Uruguay que sean ecoinovadores
    Saludos