Claves para que la Economía del Bien Común no fracase

Hace algunas semanas reflexionaba sobre el avance que la Economía del Bien Común (EBC) puede suponer respecto a la responsabilidad social (RSE). Somos muchos los que desde hace años encontramos que en España la RSE se había estancado, y la EBC llegaba como soplo de aire fresco para continuar el trabajo realizado en la última década.

Me mostraba de acuerdo en aquel artículo con Ramón Jáuregui, eurodiputado y experto en la materia, que frente a una RSE “en punto muerto”, “instrumentalizada” y “sin ambición”, la economía del bien común se presenta como un concepto más ambicioso y profundo, que “recoge el enorme descontento social que ha provocado la crisis económica y lo transforma en un modelo de economía alternativo”.

Teníamos ganas de más, y por eso montamos un debate con Jáuregui y representantes de la Economía del Bien Común, del cooperativismo y del empresariado. Porque sólo desde todas las perspectivas podíamos obtener una visión clara de los pros y los contras de esta nueva corriente.

Si en algo estuvieron de acuerdo la mayoría de los participantes es que la EBC ha venido para quedarse, y hasta la fecha ha sabido aprovechar los discursos y prácticas anteriores de la ética, la RSE, la sostenibilidad, el valor compartido, para seguir avanzando en un modelo de empresas y sociedad más justo y ético.

Entre los aspectos positivos destacaban, en primer lugar, que la EBC parte del descontento social para transformar el actual modelo económico. Esto es fundamental para superar una sociedad civil insuficientemente vertebrada con capacidad de premiar los comportamientos responsables y castigar los malos. Un problema que ha frenado la implantación de la RSE.

Jaúregui destacaba también la idea de transformación del actual sistema económico, y no el abandono del mismo, porque, según él, “no se conoce otro sistema que haya demostrado funcionar mejor, aunque por supuesto hay muchas cosas que mejorar de éste”.

Jáuregui resaltaba además como positivo que la EBC reclama de las empresas nuevos valores, sobre la base de que la función de la empresa no es buscar beneficios sino responder a valores que la sociedad considera valiosos: el empleo, combatir la exclusión, la sostenibilidad, etc.

A mi modo de ver, esto marca una importante diferencia con la responsabilidad social, y se basa en un modelo de empresa humanista, al servicio de la sociedad, que algunas concepciones de la RSE parecían olvidar.

Ahora bien, haciendo balance y siendo realistas, la EBC tiene muchas similitudes con la responsabilidad social, y presenta debilidades similares. Por lo que si no queremos que se convierta en otro fiasco, y que dentro de diez años hablemos de ella como de la RSE, es importante conocer estas limitaciones, e ir superándolas.

Paco Álvarez, actual director general de Economía, Emprendimiento y Cooperativismo de la Generalitat Valenciana, y embajador en España de la EBC, destacaba una idea que es fundamental, y que es la necesidad de tiempo.

La EBC es una carrera de fondo, y tendremos que contentarnos si nuestros nietos viven en un mundo en el que la EBC sea la norma y no la excepción. “Los que defendemos la EBC somos conscientes de que somos muy jóvenes, y al mismo tiempo yo no quiero que esto se haga en dos días. Lo sólido necesita tiempo”, matizaba Álvarez.

En segundo lugar, las principales dificultades se encuentran en el elemento clave de la EBC: el balance del bien común. Un balance en el que las organizaciones rindan cuentas de su aportación al bien común. Algo en lo que la EBC presenta innovaciones respecto a la responsabilidad social, como una matriz sólida y en común que ya están utilizando más de 1.400 empresas de 27 países.

Una matriz que se encuentra en España en revisión para una versión más accesible a todas las empresas españolas, y cuyos consultores se hallan en formación durante este mes para ponerse al servicio de las empresas que necesiten apoyo.

Pero un balance que, según Jáuregui, presenta las mismas limitaciones que la RSE: “La necesidad de un esfuerzo económico para realizar el balance, y la falta de un impacto real en la cuenta de resultados que justifique esa inversión. Y quién lo audita”.

Unas limitaciones que hay que tener en cuenta y habrá que ir superando. Porque si Jáuregui opina que “una concepción progresista de la economía tiene que llevarnos a hacer fuerte la EBC”, sin duda, merece la pena intentarlo.

Comentarios

  1. Hola Carmen, siento mucho estar en desacuerdo con la Economía del Bien Común (EBC). Primero que todas las cooperativas que conozco han terminado mal, principalmente por corrupción de sus dirigentes. En segundo lugar que yo sepa en los Registros de la propiedad, esta, está registrada a nombre de personas físicas ó personas jurídicas no he visto nunca un registro que diga esto es del bien común. Igual estoy equivocado, no lo sé.

  2. Hola Cecilio:
    La EBC no se reduce al mocdelo cooperativo, y estoy de acuerdo contigo que las cooperativas, por el hecho de serlo, no son necesariamente empresas éticas o que aporten al bien común. Muchas cooperativas deberían revisar si cumplen con sus principios y dejar de llamarse así no lo son.

    En cuanto al registro, la EBC no cambía el registro de una empresa. No entiendo muy bien tu duda. Una persona jurídeica registrada como tal puede ser perfectamente una empresa conforme al Bien Común. Te recomiendo la lectura del libro de Felber en el que explica muy bien el modelo
    Un abrazo