La huella de carbono no termina de dar sus primeros pasos

Que la gestión del carbono es un elemento imprescindible en la estrategia empresarial y que las emisiones son un activo que afectará a su cuenta de resultados, son aspectos que hoy casi ningún experto niega, pero tampoco que el cálculo de la huella de carbono sigue ‘estancado’. Y es que, hasta la fecha, no existe una metodología aceptada, indicador ni herramienta, como tampoco una ‘eco-etiqueta’ única que permita alcanzar la madurez para su despegue definitivo.

Organizaciones, empresas y expertos no tardan en ponerse de acuerdo en relación a las principales ventajas del cálculo de la huella de carbono: desde ser un criterio de selección de proveedores, materiales y diseño sostenible, al mejor indicador del grado de ecoeficiencia de una empresa para optimizar su gestión, pasando por el cumplimiento de la legislación ambiental, el ahorro de costes, la mejora de la comunicación e imagen de compromiso con la sostenibilidad, o la “conquista” del nicho de mercado formado por los consumidores ecointeligentes que buscan esa diferenciación.

Pero más allá de eso, hasta este momento sólo existen estrategias, iniciativas y objetivos, más o menos claros, de reducción de huella de carbono o emisiones de gases de efecto invernadero: En España, la que propone el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), o la organización Ecodes, y a nivel internacional, la herramienta PAS 2050, o GHG Protocol, entre otras, dependiendo de si el cálculo de esta huella ambiental se aplica a productos, o a empresas y organizaciones.

Pese a que sea cierto que todas ellas son igual de válidas, a la hora de comparar, sería imprescindible estandarizar las metodologías, porque de lo contrario los datos son incompletos e irreales. Lo mismo ocurre con las ecoetiquetas: no hay una sola, existen muchas, y muy distintas, lo que puede generar confusión entre los consumidores.

Calcular, compensar, reducir

En 2014 Magrama creó el Registro de Huella de Carbono, Compensación y Proyectos de Absorción de Dióxido de Carbono mediante la aprobación del Real Decreto 163/2014, una iniciativa en la que, durante sus primeros meses de vida, sólo se registraron empresas pequeñas, pero al que recientemente se le ha dado un nuevo impulso público con la aprobación del Plan PIMA Empresa.

Este Plan cuenta con una dotación de 5 millones de euros para incentivar la reducción de emisiones de CO2 en el sector empresarial y busca impulsar la puesta en marcha de actuaciones relacionadas con la lucha contra el cambio climático propuestas por las empresas inscritas en el Registro.

Es decir, las compañías que quieran acceder a esta ayuda deberán inscribirse en el Registro de Huella de Carbono del Magrama, reducir sus emisiones y verificar esa reducción. La ayuda, que se recibe, mediante la adquisición de créditos de carbono, es de aproximadamente 9,7 euros por tonelada de CO2 hasta un máximo del 15% de la inversión total.

Desde el Plan PIMA Empresa se promueven actuaciones de reducción de emisiones directas procedentes del consumo de combustibles, emisiones de proceso y fugas de gases fluorados, que no vengan exigidas por la normativa sectorial, y que no procedan de instalaciones afectadas por el régimen de comercio de derechos de emisión.

En el Registro de la Huella de Carbono -que es público y puede consultarse para saber qué empresas están inscritas, su huella de carbono y su evolución en el tiempo-, uno de los puntos más importantes para las empresas españolas se encuentra en el Artículo 10 del Real Decreto, en el que se establece que la huella de carbono podrá tenerse en cuenta en materia de contratación pública, lo que significa que ya no será suficiente con contar con las ISO 9001 y 14001 para optar a concursos y contrataciones públicas, si no que aquellas empresas que sean pioneras a la hora de incorporar el cálculo de la huella de carbono en su gestión interna, contarán con puntuación extra.

La organización Aenor también dispone de varias opciones para aplicar el cálculo de huellas de carbono: Marca Aenor Medio Ambiente de Emisiones de CO2 equivalentes calculadas, que calcula la huella de carbono con los referenciales reconocidos internacionalmente y se concede su derecho de uso anualmente; Marca AENOR Medio Ambiente de Emisiones de CO2 equivalentes compensadas, que calcula la huella de carbono con los referenciales reconocidos internacionalmente y las toneladas de CO2 resultantes se abaten con VERs (Verified Emission Reduction) o CERs (Certified Emission Reduction), y la Marca Aenor Medio Ambiente de Emisiones de CO2 equivalentes reducidas, que se calcula con los referenciales reconocidos internacionalmente y la organización tiene que demostrar que ha reducido un mínimo del 3% respecto al año anterior, concediéndole su derecho de uso anualmente.

Otra de las herramientas más reconocidas para medir la huella de carbono es la PAS 2050, desarrollada en 2008 por el British Standard Institute (BSI), el departamento de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de Reino Unido y la Fundación Carbon Trust, y que en realidad mide lo que se denomina ‘ciclo de vida de las emisiones de gases de efecto invernadero de productos y servicios’.

PAS 2050 diferencia dos tipos de ciclos de vida, en función del tipo de producto: Business to Business -cuando el ciclo de vida del producto finaliza con la entrega del mismo a otra organización para que lo utilice en la elaboración de otro producto- y Business to Customer, cuando se considera el ciclo de vida completo del producto, incluidas las actividades posteriores a la entrega de éste al cliente o usuario.

En 2010, British Standards Institute actualizó esta herramienta denominándola PAS 2060, un nuevo estándar que aporta orientación sobre la manera de cuantificar, reducir y compensar las emisiones de gases de efecto invernadero sobre  materias  específicas en ámbitos muy diversos, incluidas actividades, productos, servicios, edificios, proyectos, etc.

A estas herramientas se unen otras como la que ofrece la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes) pensada para entidades, eventos, productos y ciudadanos y con la que es posible obtener el Sello ‘CeroCO2’, la Norma ISO 14067 para el cálculo de la huella de carbono de productos, y aprobada en 2013, o el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol) un estándar internacional para el cálculo y comunicación del inventario de emisiones desarrollado entre el World Resources Institute (WRI) y el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD). Ésta es una de las metodologías más extensa y complicadas, pero eficaz para obtener las emisiones de los gases de efecto invernadero directos e indirectos.

Un empuje definitivo

En palabras de la directora de Cambio Climático y Energía de Ecodes, Cecilia Foronda, la conciencia empresarial sobre la importancia de calcular la huella de carbono ha aumentado en los últimos años en España, aunque aún no alcanza los niveles de otros países europeos como por Reino Unido o los Países Nórdicos. “Pero estamos acercándonos”.

“En 2005, cuando Ecodes lanzó la iniciativa CeroCO2 para calcular, reducir y compensar la huella de carbono, apenas había entidades que lo demandaran, pero actualmente el número ha crecido exponencialmente”, explica Foronda a Revista Haz.

“La mayoría de las empresa del Ibex 35 que participan en el Carbon Disclosure Proyect -la organización independiente que mantiene la mayor base de datos mundial de información corporativa sobre cambio climático- miden e informan de su huella de carbono y en Carbonpedia -una base de datos abierta sobre huella de carbono y creada por Ecodes para el ámbito español- hay más de 530 huellas de carbono registradas de entidades, productos y eventos”.

Sin embargo, al no existir un único estándar, “el problema de la comparación entre huellas de carbono es que ninguna de ellas exige de forma obligatoria que se contabilicen los mismos alcances, a lo que se suma que no siempre marcan qué factores de emisión se deben utilizar. Esto hace difícil la comparación conociendo solamente la cifra. Sería necesario tener más datos de cómo se ha calculado”, señala esta experta.

A su juicio, “es complicado que en los próximos años se desarrolle un único estándar de cálculo de la huella de carbono, porque las diferentes metodologías, como todo, tiene partidarios y detractores. Además, hasta el momento, se trata de algo voluntario, por lo que no existe normativa impulsada por organismos gubernamentales internacionales que obligue a hacerlo de una única manera”.

La responsable de Ecodes recuerda que más allá del cálculo de la huella de carbono, debe ser imprescindible la aplicación de medida de reducción y en menor medida la compensación -debiendo ser ésta siempre la última medida a aplicar en la gestión de emisiones-.

“Sin duda la obligatoriedad puede ser una medida para incrementar la reducción de la huella de carbono, pero la creación de incentivos fiscales o las ventajas en concursos públicos para las empresas que hayan calculado, reducido y compensado su huella de carbono, pueden ser también vías muy adecuadas”, remarca Foronda.

Creando bosque
Proyecto de compensación ‘Community Tree’ en Nicaragua, de Ecodes.

La apuesta de Europa 

En la Unión Europea la iniciativa que más está apostando por la medición de la huella de carbono con el fin de poder aportar medidas de reducción y control, es el 2020 Climate & Energy Package, un conjunto de legislación vinculante para garantizar que la UE cumpla con sus objetivos climáticos y energéticos para el año 2020.

El paquete establece tres objetivos principales: alcanzar un 20% de reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990, llegar al 20% del total de la energía de la UE obtenida a partir de fuentes renovables, y mejorar en un 20% la eficiencia energética.

Uno de los objetivos principales de la Estrategia Europa 2020 es, precisamente, buscar “un crecimiento inteligente, sostenible e integrador”.

En este sentido, la UE está tomando medidas en varias áreas para cumplir con estos objetivos, entre ellos la creación de un Sistema de Comercio de Emisiones (ETS), una herramienta clave para reducir la contaminación de las instalaciones a gran escala en los sectores de la energía y la industria, así como en el sector de la aviación.

El ETS cubre alrededor del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. El objetivo es que en 2020 las emisiones de estos sectores sean al menos un 21% inferiores respecto a 2005.

Los objetivos de reducción de emisiones a nivel nacional cubren los sectores que no están en el ETS, y que representa aproximadamente el 55% de las emisiones totales de la UE, entre ellos la vivienda, la agricultura, los residuos o el transporte, excluyendo el transporte aéreo.

El paquete de medidas de la UE de cara a 2020  está orientado en definitiva a aumentar la seguridad energética de la UE, reduciendo la dependencia de la energía importada, así como a crear nuevos puestos de trabajo, impulsando el crecimiento verde y que Europa sea más competitiva.

La misma línea siguen las estrategias 2030 climate & energy framework y 2050 low-carbon economy, dirigidas a que “todos los sectores contribuyan a la transición hacia una economía bajo carbono de acuerdo con su potencial tecnológico y económico”. Es posible consultar los proyectos europeos y españoles relacionados con mitigación a través de la web de Magrama.

Huella ciudadana

La huella de carbono se puede aplicar no sólo a la industria o las empresas, sino también al día a día de todos como ciudadanos. Desde que éstos se levantan, hasta el final del día, cada acción cotidiana tiene una huella de carbono asociada: el transporte al trabajo, la producción de la ropa o el móvil, la comida del supermercado, el hecho de cocinarla, o el uso del agua caliente en la ducha.

La iniciativa para la eficiencia y la sostenibilidad energética puesta en marcha por Endesa, la Comunidad Twenergy, cuenta con una herramienta pensada precisamente para los ciudadanos, y con la que, de manera sencilla, es posible calcular la huella de carbono generada en la vida diaria en aspectos relacionados con el hogar como la calefacción, la refrigeración, el agua caliente o el equipamiento doméstico en general.

A nivel europeo, la Comisión cuenta con la campaña Greener thinking at home, work and play, en la que es posible acceder a consejos y herramientas sencillas para aplicar en el hogar relacionadas, por ejemplo, con el aislamiento energético, o la iluminación basada en sistemas fotovoltaicos, y que a menudo “no son mucho más caros que los diseños tradicionales y pueden conducir a grandes ahorros”.

La iniciativa también aporta recomendaciones para aspectos de la vida diaria como los viajes o el transporte, la producción y la innovación, las compras o la comida, así como el reciclado y el aprovechamiento de productos (re-using).

“El hecho de que nuestros edificios representen hasta el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero significa que el potencial de ahorro de energía es enorme. Incluso pequeños cambios, aparentemente insignificantes, pueden tener resultados extraordinarios”, señala la CE.

Entre ellos, bajar la calefacción sólo 1°C, que puede reducir hasta en un 10% la factura energética en el hogar y evitar hasta 300 kg de emisiones de CO2 al año, el equivalente a un viaje por carretera de 1.600 kilómetros.

“Si apagas el ordenador de la oficina al salir para un descanso, reunión o almuerzo, puedes ahorrar hasta un 20% del consumo diario de energía. Apagando una regleta de varios enchufes cuando los aparatos no están en uso, en lugar de dejarlos en stand-by, se puede ahorrar hasta un 10% del gasto anual de energía”, señalan las recomendaciones de esta campaña europea, que recuerda que “las contribuciones personales que todos podemos generar, no sólo mejoran las condiciones de vida, sino que también aportan beneficios financieros y más puestos de trabajo”. Porque, “pequeñas contribuciones pueden conducir a grandes cambios”, destaca.

¿Son suficientes los beneficios ambientales?

En opinión de la Lydia González, Punto Nacional de Contacto del Programa de Acción por el clima, medio ambiente, eficiencia de los recursos y materias primas, de Horizonte 2020 en CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial), uno de los temas clave que Europa está impulsando, y el nuevo Paquete de Medidas sobre Economía Circular va en esta línea, “está relacionado con demostrar que lo ambientalmente deseable o imprescindible no está reñido con lo económicamente viable y lo socialmente aceptable”. “Lo que se conoce como las tres S de la sostenibilidad”, señala a Revista Haz.

“Desafortunadamente, el hecho de que haya beneficios ambientales no es un argumento suficiente, y no lo ha sido hasta ahora, si no lleva aparejado una viabilidad económica de la solución propuesta”, asevera.

En este sentido, esta experta otorga mucha importancia al aspecto social, defendiendo que este elemento clave  “va desde estar dispuesto a reconocer, de verdad, el valor de una ecoetiqueta, hasta contribuir, con un comportamiento individual responsable, a la disminución de la huella de carbono de cada uno de nosotros”.

Antes, recuerda la responsable de CDTI, queda por delante todo un proceso de “aproximaciones sistémicas”, que afectarán, no sólo a los productos y procesos de producción, sino también a los procesos de consumo, incluyendo todas las formas de innovación, y también analizando qué posibles barreras –legislativas, normativas, en materia de compra pública en las Administraciones o de comportamiento o aceptación- pueden existir para implantar las soluciones correctas.

Comentarios

  1. En estos tiempos de austeridad donde evidenciamos los daños irreparables que se han cometido por las acciones humanas, se está tomando conciencia del cuidado de nuestro planeta. Por esto, la huella de carbono es medida en las entidades para saber si son socialmente responsables y tienen prácticas sostenibles. En http://indugevi.com.co/ encuentra un articulo completo sobre este tema.

  2. Mi pregunta es:¿ La huella de carbono se contabiliza per capita, por hectarea, por unidad producida?.
    Es decir cual es la limitación establecida?