El techo de cristal, muy presente en la empresa, la ciencia, el cine o la política

Pese a las medidas en favor de la integración de la mujer en el mercado laboral, persisten las resistencias a que las mujeres accedan a los escalones más altos de las organizaciones. Estos obstáculos los perciben científicas, políticas, artistas... y, muy significativamente, las mujeres en la alta dirección de compañías privadas.

El techo de cristal, esa metáfora con la que alude a las barreras invisibles que encuentran las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional, se mantiene rígido en España e impide el acceso a los puestos de liderazgo de algunas de las personas con más talento por el hecho de ser mujeres.

El pasado mes de noviembre, la directora de animación Maite Ruiz de Austri, única mujer y única persona con dos títulos el top 10 de películas más taquilleras de animación en España elaborado por el Observatorio Europeo del Audiovisual, anunció su abandono de la dirección, harta, según sus palabras, de sentirse “ninguneada”.

Según recuerdan desde la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que reúne a 300 mujeres del gremio, entre ellas a la propia Ruiz de Austri, sólo el 16% de las películas están dirigidas por mujeres, con las consecuencias que esto supone para los contenidos. “La creación cinematográfica de nuestro país está llena de historias con pocas protagonistas femeninas y donde el punto de vista de la mujer es prácticamente inexistente, perpetuando así los estereotipos”.

Desde este colectivo creen que “la situación de desigualdad en la creación y en los puestos de responsabilidad de la producción audiovisual es tan evidente y preocupante que necesita de una acción decidida, valiente y responsable de las autoridades cinematográficas. En palabras de la propia Ruiz de Austri, que continúa trabajando en la industria aunque ya no como directora, más que techo de cristal, muchas veces se encontró con una “apisonadora”. “Mala señal cuando después de 30 años seguía siendo la única mujer que hace largometrajes de animación en este país”, añade.

“El caso de Ruiz de Austri es muy significativo y es importante darle visibilidad, pero no debemos olvidar que son muchas las mujeres que no pueden desarrollar su carrera profesional porque la sociedad les penaliza por ser madres, por ser mujeres”, explica a Revista Haz la socióloga y consultora de género Ángeles Briñón. A su juicio, tener que enfrentarse constantemente a las críticas o tener que demostrar su valía, desincentiva el esfuerzo de muchas mujeres en muchos ámbitos.

En su opinión, la Ley de Igualdad, que entró en vigor hace exactamente diez años, en marzo de 2007, se está mostrando insuficiente para equiparar a las mujeres en determinados puestos, por lo que apunta a la necesidad de cambios más profundos en el modelo de conciliación de familia y vida profesional. “Mientras sean las mujeres las que se aparten del mercado laboral para cuidar, las empresas las considerarán menos disponibles para el empleo y serán discriminadas”, explica.

La Ley de Igualdad, que entró en vigor hace exactamente diez años, en marzo de 2007, se está mostrando insuficiente para equiparar a las mujeres en determinados puestos.

De acuerdo con Briñón, si bien pocas empresas se están tomando en serio potenciar el talento femenino, desde los ámbitos públicos tampoco se está a la altura. “Las administraciones hablan de que es necesaria una ley de igualdad salarial, pero en la práctica se toman pocas medidas”, critica. El Pleno del Congreso de los Diputados no se decide a debatir ni este asunto, ni la “imprescindible corresponsabilidad en los cuidados” que, a su juicio se lograría con permisos de maternidad y paternidad “iguales e intransferibles”.

Científicas, juezas, alcaldesas…

Según Briñón “es difícil dar datos” concretos sobre cuántas mujeres no llegan a las metas que deberían alcanzar profesionalmente por su talento y formación, pero le parece “claro” que el techo de cristal es una realidad y que a ella se enfrentan a diario muchas mujeres profesionales “que ven cómo se promociona a sus compañeros varones antes que a ellas, a pesar de estar más formadas y de haber demostrado su profesionalidad y compromiso”.

Uno de los ámbitos mejor estudiados es el de la ciencia, en el que se observa claramente que pese a que la universidad genera ya casi tantas investigadoras como investigadores, a medida que se sube en la escala el dominio masculino se hace apabullante. Hace menos de un año, la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela, presentaba el informe Científicas en cifras 2015, que muestra que a pesar de que España está por encima de la media europea en cuanto a número de doctoras e investigadoras (un 39% frente a un 33%), la brecha de género se va haciendo más y más profunda a medida que se avanza en la carrera científica.

Según el informe, a finales de 2015 solo había una mujer que ostentaba el cargo de rectora en una universidad pública española y la situación era todavía más evidente en los organismos públicos de investigación, como el Centro Superior de Informaciones Científicas (CSIC) o el Instituto de Salud Carlos III, ya que ninguno de ellos está dirigido por mujeres. Este estudio ofrece otro dato significativo: en España, actualmente, hay un 42% de profesoras titulares, pero solamente un 21% de catedráticas.

Como institución aludida, el CSIC reconoce la situación. En una larga entrevista en la página web del organismo, María Ángeles Durán, una de las sociólogas más veteranas y de referencia adscritas a la institución, describe la situación de forma nítida: “En las facultades de medicina, arquitectura, ciencias económicas… las mujeres éramos minoría y ahora somos mayoría. Pero si miras la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas o los porcentajes de profesores de investigación ves que ahí falta muchísimo por hacer. El techo de cristal en ciencia se ha movido pero no se ha roto”, explica.

Preguntada sobre qué genera esta situación de desigualdad, Durán coincide en señalar -al igual que Briñón- que la distribución del trabajo no remunerado es muy desigual por género. “La encuesta de dependencia y la del uso del tiempo reflejan que las mujeres asumen alrededor del 80% del trabajo de cuidado de salud no remunerado, así que es imposible que estén compitiendo en igualdad de condiciones en el mercado laboral, en el político, en el de ocio, o en cualquier otro”, señala.

En efecto, como apunta la socióloga, en política la situación es similar. En un reciente trabajo los politólogos Alba Huidobro y Alejandro Arias-Lera analizan la situación de las alcaldesas y las concejalas en España. A su juicio, resulta significativo que a lo largo de los últimos años el número de ediles mujeres se haya casi equiparado al de hombres (un 45%), mientras que el número de alcaldesas es significativamente menor y apenas llega al 20%.

En los últimos años el número de ediles mujeres se ha casi equiparado al de hombres (un 45%), mientras que el número de alcaldesas apenas llega al 20%.

Y, por último, en la judicatura, el panorama se dibuja con igual o mayor claridad. Según datos del Poder Judicial, en España el número de mujeres juez supera con creces la paridad y se acerca al 60%. Sin embargo, si lo que se analiza es la composición del órgano de gobierno de los magistrados, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), lo que se ve es un dominio masculino del 90%.

Directivas y deportistas

Sin embargo, el techo de cristal es aún más duro y grueso -y opaco hasta dudar de si se habla de techo de cristal o de hormigón- en otros ámbitos. Son aquellos sectores de actividad donde poco o nada hacen las medidas de igualdad para atemperar la dureza de las leyes del mercado: la alta dirección empresarial y el deporte de élite.

Entre las empresas cotizadas, el porcentaje de mujeres en los puestos de mayor responsabilidad es significativamente menor que en la instituciones públicas. Solo un 17% de los asientos de los consejos de administración de empresas del Ibex 35 están ocupados por mujeres, según datos de la Comisión Europea. Se trata de una de las cifras más bajas de la Unión Europea, ya que en Francia llegan al 30%. Estas diferencias son incluso mayores al centrarse en las consejeras ejecutivas, que no llegan al 5%. Si de lo que se habla es de directivas, solo un 10% de las empresas están dirigidas por mujeres.

Conoce bien esta situación -y desde dentro- Beatriz Varela, la presidenta de los empresarios gallegos. Esta mujer, una de las pocas al frente de una patronal española, incide en las mismas causas que se han venido desgranando en este reportaje. “No habrá igualdad laboral mientras la responsabilidad de la familia no se comparta y el peso recaiga sobre la mujer. Hay casos, pero de momento no son suficientes. Yo puedo estar dónde estoy porque soy viuda y mis hijos ya son mayores”, asumió, con crudeza, en una reciente entrevista.

En el mundo del deporte la situación de diferenciación por sexos es ya extrema. No hace falta dar muchos ejemplos, ya que cualquier niño de primaria puede recitar un amplio elenco de héroes deportivos dentro del cual habrá seguramente pocas mujeres. Sin embargo, en los últimos años se han producido algunas noticias esperanzadoras en este ámbito.

A los éxitos y la creciente popularidad del fútbol sala femenino, se une que algunas compañías están comenzando a apostar decididamente por el patrocinio del deporte femenino. En cuanto a la composición de las sociedades deportivas, tradicionalmente clubes de hombres, la Ley del Deporte aprobada por Andalucía recientemente obliga a que la composición de las juntas directivas de las mismas incluya, al menos, el mismo porcentaje de mujeres que de socias. El SD Eibar, equipo guipuzcoano que milita en Primera División desde 2014, va incluso más allá y tres de los cinco departamentos en los que está dividido su equipo de gestión están dirigidos por mujeres.

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