Movilidad sostenible, movilidad inteligente

Para poder hablar de movilidad sostenible hay que tener en cuenta muchos más factores que los medios de transporte que utilizamos a diario. No podemos olvidarnos de los lugares por los que nos movemos, es decir: las infraestructuras, así como la accesibilidad, la ordenación del territorio, el tipo de recorridos, los consumos energéticos o las emisiones.

Y es que, actualmente, es cada vez más necesario que la gestión de la movilidad se empiece a realizar desde un enfoque mucho más amplio que pase por una planificación diferente en materia de infraestructuras y movilidad que permita que las ciudades se liberen de contaminación, ruido, atascos e inseguridad y accidentes debido al tráfico, dando paso a espacios para los peatones y los medios de transporte no motorizados, y recuperando el uso del transporte colectivo y público como formas de moverse más inteligentes y limpias.

En abril de 2009 el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Española de Movilidad Sostenible (EEMS). Se trata de un marco de referencia nacional para orientar y dar coherencia a las políticas sectoriales que facilitan una movilidad baja en carbono.

La movilidad sostenible «implica garantizar que nuestros sistemas de transporte respondan a las necesidades económicas, sociales y ambientales, reduciendo al mínimo sus repercusiones negativas» recordó el Gobierno tras la creación de esta nueva herramienta.

Los objetivos y directrices de la EEMS se concretan en 48 medidas estructuradas en cinco áreas: territorio, planificación del transporte y sus infraestructuras; cambio climático y reducción de la dependencia energética; calidad del aire y ruido; seguridad y salud, y gestión de la demanda. Entre las medidas contempladas se presta especial atención al fomento de una movilidad alternativa al vehículo privado y al uso de los modos más sostenibles de transporte, señalando la necesidad de «cuidar las implicaciones de la planificación urbanística en la generación de la movilidad».

En 2008 el sector de transporte fue responsable del 38% del consumo de energía final en España. El transporte por carretera sigue siendo enormemente dependiente de los productos petrolíferos (en un 98%), y, además, representa más de la cuarta parte de las emisiones totales de CO2 en España –el 25,4 %–, correspondiendo al transporte por carretera del orden del 80% del consumo energético del sector y del 90% de sus emisiones de CO2.

Ante este panorama, la clave pasa por el desarrollo de tecnologías de propulsión alternativas a las convencionales (gasolina y gasóleo), fundamentales para la reducción de la dependencia del petróleo, y para mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y contaminantes que causan insalubridad en la atmósfera de las ciudades: óxidos de nitrógeno, partículas, etc.

Asimismo, en el mercado de la industria automovilística es ya una realidad la existencia de una tecnología híbrida en el mercado, que desembocará en un futuro próximo en la implantación definitiva de los vehículos «híbridos enchufables» y en el vehículo eléctrico.

Y es que, sin esta electrificación progresiva, resultará muy difícil para los fabricantes cumplir con los distintos objetivos planteados por el Reglamento (CE) n. 443/2009 de reducción de emisiones de CO2 para los turismos.

Del mismo modo, la necesidad de las ciudades de cumplir los requisitos de calidad del aire señalados por la Directiva 2008/50/CE también marcarán la pauta de actuación, donde primará la movilidad limpia, con especial atención a los vehículos eléctricos para el mantenimiento de la actividad productiva y el desplazamiento de las personas.

LA HORA DEL VEHÍCULO ELÉCTRICO

Entre enero y febrero de 2010 tuvieron lugar una serie de reuniones de trabajo impulsadas por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y organizaciones como FITSA, IDEA, RACE o ANFAC para elaborar la Estrategia Integral para el Impulso del Vehículo Eléctrico. En estos encuentros estuvieron presentes, además, empresas como Acciona, Citroën, Endesa, EON, FCC, Ford, Gamesa, Gas Natural Fenosa, Iberdrola, Indra, Nissan, Opel, Renault, Repsol, Seat, Toyota y Wolkswagen, entre otras.

Entre las principales conclusiones alcanzadas por estas organizaciones y empresas destaca la idea de que en estos momentos existen «grandes certezas y algunas incertidumbres» que deben ser, ambas, «manejadas con prudencia al establecer un plan de promoción y apoyo al vehículo eléctrico (VE)». Entre las certezas destacan los aspectos energéticos y ambientales tan positivos del VE, que hacen de éste algo más que un nuevo medio de transporte, ya que provoca sinergias positivas de eficiencia entre este sector de actividad y el de la energía, sin olvidar los aspectos industriales e innovadores.

Entre las incertidumbres se enumera la aceptación ciudadana de este nuevo modo de propulsión, que hoy tiene limitaciones de autonomía, y la evolución tecnológica de la capacidad de almacenamiento eléctrico que condiciona, a su vez, la autonomía de desplazamiento. A esto se suma la materialización de la oferta de VE –hoy por hoy, y a pesar de los planes industriales solamente incipiente–, especialmente en lo que se refiere a la capacidad de almacenamiento eléctrico y el coste de los vehículos.

De estas y otras conclusiones surge la Estrategia Integral para el Impulso del VE 2010-2014, que será concretada en un primer Plan de Acción 2010-2012, que será actualizado para la segunda mitad de la vigencia de la estrategia, momento en que ya será más abundante la oferta de vehículos y se conocerá con más certeza la evolución de estas tecnologías claves.

PROYECTO MOVELE

Por su parte, el Proyecto MOVELE, gestionado y coordinado por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), supone la introducción en un plazo de dos años (2009 y 2010), dentro de entornos urbanos, de 2.000 vehículos eléctricos de diversas categorías, prestaciones y tecnologías, en un colectivo amplio de empresas, instituciones y particulares, y en la instalación de unos 500 puntos de recarga para estos vehículos.

El objetivo es demostrar la viabilidad técnica y energética de la movilidad eléctrica en los entornos urbanos, posicionar a España entre las escasas experiencias reales de demostración de las tecnologías de movilidad con energía eléctrica, o activar dentro de las Administraciones locales implicadas medidas impulsoras de este tipo de vehículos: infraestructura pública de recarga, reserva de plazas de aparcamiento, circulación por carriles bus-taxi, etc.

Asimismo, el Proyecto MOVELE pretende implicar a las empresas del sector privado en la introducción del vehículo eléctrico: empresas eléctricas, empresas de seguros y de financiación (renting), etc., y servir como base para la identificación e impulso de normativas que favorezcan esta tecnología: medidas fiscales en la compra o uso de los vehículos, tarifas de suministro, modificación de normas que impidan su evolución (acceso a puntos de recarga en viviendas comunitarias, homologación), etc.

Algunas empresas, como la eléctrica EON y el fabricante de automóviles Audi ya han unido su fuerzas para lanzar proyectos de electromovilidad adelantándose a las tendencias que parecen perfilarse para un futuro inmediato. Ambas compañías presentaron recientemente en Múnich un proyecto piloto de vehículo eléctrico en colaboración con la compañía municipal de Múnich y Technische Universität München (Universidad Tecnológica de Múnich).

El resultado será que para mediados del próximo año se habrán comercializado veinte Audi e-tron y se habrán creado doscientos puntos de recarga eléctrica.

El proyecto, bautizado como «eflott», se enmarca dentro del Munich Model Region Electro-mobility, un plan respaldado por el Ministerio de Transportes federal alemán que servirá para profundizar en la investigación de los sistemas de transmisión de datos entre el conductor, el coche y la estación de recarga eléctrica. Para ello, se probará el uso de teléfonos inteligentes como interfaz central para el conductor.

El nuevo modelo tendrá una autonomía de más de 50 kilómetros en recorridos urbanos, una potencia máxima de 75 kilowatios, (kW) y una velocidad máxima de 130 kilómetros por hora.

Otras empresas como Endesa también apuestan por estas nuevas tecnologías, en este caso con el lanzamiento del proyecto europeo G4V (Grid for Vehicles), que cuenta con un presupuesto de 3,7 millones de euros y que se centrará en fórmulas para desarrollar a gran escala el coche eléctrico.

Endesa es la única empresa española que participa en este proyecto internacional que tiene una duración de 18 meses.

El proyecto G4V evaluará el impacto a gran escala de la implantación del vehículo eléctrico en la infraestructura de red eléctrica y definirá las recomendaciones para su implantación a partir del año 2020. Además, estudiará la utilización masiva del vehículo eléctrico, su impacto en la sociedad, los servicios y las comunicaciones necesarias y los retos y oportunidades que se pueden presentar.

En el consorcio que lidera el proyecto también participa Enel, el accionista mayoritario de Endesa, así como otras de las eléctricas más importantes de Europa. Y es que la eléctrica ha convertido la política de desarrollo del modelo de transporte sostenible basado en el vehículo eléctrico en una de las principales vías de lucha contra el cambio climático, uno de los pilares de su Plan Estratégico de Sostenibilidad 2008-2012.

En noviembre de 2009 otra gran empresa española, Iberdrola, anunció que comenzará a trabajar en otro proyecto de investigación en esta línea: Cenit Verde, una iniciativa aprobada por el Ministerio de Ciencia e Innovación cuyo principal objetivo es impulsar la investigación en el ámbito del vehículo eléctrico.

Con un presupuesto de 39,7 millones de euros y una duración de cuatro años, en esta iniciativa, liderada por Seat, Iberdrola colabora con otros 18 socios entre los que hay empresas eléctricas, de infraestructuras, de tecnología del automóvil y de tecnología de la información.

Cenit Verde se divide en seis áreas de trabajo. En concreto, Iberdrola colidera la relacionada con la integración de estos vehículos en el sistema eléctrico, para lo que se encargará de analizar el impacto de la penetración de los mismos en la red de distribución, con el fin de garantizar su estabilidad.

La compañía realizará el estudio de los diversos tipos de vehículos eléctricos, el uso de las redes inteligentes en este ámbito y el desarrollo de infraestructuras de carga que incrementen el aprovechamiento de las energías renovables, que cada vez tiene más peso en el mix energético español.

Asimismo, se llevarán a cabo actividades para definir el modelo del coche, investigaciones sobre las baterías y los sistemas de tracción eléctrica y estudios para analizar los lugares más convenientes para instalar las infraestructuras de recarga.

En Castilla y León, Iberdrola también estudia proyectos conjuntos con Renault para desarrollar las infraestructuras de recarga necesarias para suministrar energía a todos los vehículos eléctricos de prueba que las diferentes consejerías de la Junta de Castilla y León tienen previsto utilizar.

Fuera de España, y a través de su filial ScottishPower, la compañía participa en un proyecto centrado en el impulso de las infraestructuras eléctricas necesarias para el uso de los vehículos eléctricos en Glasglow, donde se encarga del diseño y la construcción de los puntos de recarga.

Asimismo, está elaborando, junto a General Motors Europa, un estudio para analizar las necesidades técnicas de las infraestructuras de suministro energético para los coches eléctricos y ha participado en el informe de la Real Academia de Ingeniería «La contribución de las TIC a la sostenibilidad del transporte en España», con un capítulo acerca de la contribución de las redes de telecomunicaciones para lograr la implantación masiva de los vehículos eléctricos.

UNA SEMANA AL AÑO PARA CONCIENCIARSE

Este mes de septiembre se celebró en toda Europa la Semana Europea de la Movilidad Sostenible, impulsada en España desde el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MMA) bajo el lema «Muévete con inteligencia, vive mejor».

Alrededor de este lema municipios y ciudades españolas, simultáneamente con las europeas, además de empresas y otras instituciones, fueron invitadas a participar en diversos eventos: exposiciones, talleres, mesas redondas, ponencias, marchas en bicicleta, los Premios SEM 2010 y la jornada «La ciudad sin mi coche».

¿La finalidad?: buscar una reacción pública a los inconvenientes que los vehículos de motor generan en los espacios habitados, en los ecosistemas y en el entorno en general: ruidos, gases contaminantes, tráfico, etc., especialmente en los grupos más vulnerables; los niños y la gente mayor, que sufren las peores consecuencias.

En este sentido, el MMA y la Comisión Europea recuerdan que el tráfico rodado afecta directamente a cientos de miles de personas en la Unión Europea, afectando también de forma indirecta a la salud de los ciudadanos debido al gran impacto en los sistemas respiratorio y cardiovascular, a lo que hay que sumar el estrés.

Y es que hay muchos aspectos que relacionan la movilidad con nuestro bienestar.

Más allá de la contaminación, otros aspectos negativos, como el uso excesivo del coche particular y como consecuencia la inactividad física, originan una forma de vida más sedentaria: caminar y andar en bici son modos de transporte no sólo más sostenibles, si no más sanos que pueden contribuir a vivir de forma más saludable.

Pero lo que es evidente es que si las ciudades y los espacios urbanos no se conciben para facilitar este tipo de actividad, muy poco o nada puede hacer el ciudadanos de «a pie» para practicarlos.

Es hora de promover una movilidad más activa, abordando aspectos desligados hasta ahora de la movilidad en las ciudades como es la salud y los efectos negativos que esto acarrea: sedentarismo, exceso de peso y obesidad; que además cuestan muchos millones de euros a la sanidad pública de los países europeos.

Es el momento de hacer hincapié en la combinación salud y movilidad sostenible, que mejora claramente la calidad de vida en las ciudades, y no sólo de los ciudadanos, ayudando a reducir la contaminación acústica y atmosférica, los accidentes y el tráfico, y volviendo a introducir más espacio para vivir y menos para conducir.