Packaging sostenible, cambiar por fuera para cambiar por dentro

Más allá de servir para transmitir valores de sostenibilidad y responsabilidad ambiental del producto a la marca, el packaging o embalaje sostenible sirve, de manera práctica, para conseguir algo que actualmente empresas, clientes y mercado demanda aún más que la mejora de la imagen: el ahorro. Ahorro de costes en el almacenaje y la logística, en el transporte, en la fabricación o en el uso de materiales. Y el más importante: el ahorro para el medio ambiente.

El primer paso es la inversión. Sin lo que se conoce como I+D+i –la investigación y la innovación– no sería posible. Pero el resultado, según los expertos y empresas que ya han comenzado este camino, compensa con creces.

Sería más adecuado hablar por tanto de «packaging inteligente», una forma de diseñar los embalajes mucho más funcional, práctica, sencilla y mucho menos contaminante: empaquetados que ocupen menos espacio, se almacenen mejor, se fabriquen utilizando menos recursos (materias primas, energía…) y se transporten de forma más eficiente. Es sencillo, pero a la vez, complicado de entender para muchas empresas que aún piensan que investigar y desarrollar nuevas fórmulas en este sentido sigue sin estar reconocido ni «premiado» por los clientes que muchas veces no tienen en cuenta estos aspectos en sus decisiones de compra.

Madrid fue el escenario el pasado mes de octubre de un encuentro sobre estrategias empresariales para un packaging más sostenible, organizado por Ecoembes en el marco de sus encuentros anuales con empresas. En este escenario, Aguas de Mondariz, Gallina Blanca, Leroy Merlin y Henkel Ibérica abogaron por el desarrollo de proyectos en materia de ecodiseño como una clara oportunidad para mejorar en aspectos fundamentales como la gestión de residuos, el uso de materiales y tratamientos, la distribución o la imagen al cliente.

Empresas pioneras

En palabras de Alberto Cabadas, director de la planta envasadora de Aguas de Mondariz en la provincia de Pontevedra –a orillas del río Tea, en un entorno perteneciente a la Red Natura protegido por sus valores naturales–, «detrás de todas las innovaciones que ha puesto en marcha la compañía en materia de diseño de envases hay un importante trabajo de coordinación entre los departamentos de compras, proveedores, empleados, y, sobre todo, un análisis exhaustivo del ciclo de vida del producto».

En los últimos diez años Aguas de Mondariz ha reducido en un 90% la cantidad de residuos generados en sus procesos productivos (vidrio, cartón, plástico…). Cada año gestiona y recicla más de 5.300 toneladas de estos materiales. Su trabajo en materia de innovación comenzó a destacar en 1988 cuando revolucionaron el mercado lanzando la primera botella cuadrada, aportando grandes ventajas en materia de almacenaje y transporte.

A partir de ahí la compañía siguió investigando para la reducción del gramaje de los envases, su tamaño, la mejora de los tapones, etc. Desde 2002 el peso de sus botellas de agua de 330 ml en formato PET se ha reducido un 17%, y un 9,7% en el caso de las de cristal de 500 ml, con las consiguientes mejoras en materia de logística al tratarse un diseño mucho más ergonómico.

A esto hay que sumar la reducción en el consumo de agua, energía y materias primas, además de la mejora en la gestión de residuos peligrosos. La compañía ha logrado un ahorro de casi 191.000 metros cúbicos de agua en los últimos siete años gracias a factores como el cambio de lavadoras de envases de vidrio, la instalación de sistemas automáticos de limpieza de las llenadoras, o la reutilización del agua de los filtros.

Según explica el responsable de Aguas de Mondariz a Revista Haz, estas mejoras no siempre llegan al consumidor de forma clara. «Es complejo hacerle llegar el valor añadido que tiene un producto que cuenta con garantías ambientales y de sostenibilidad, pero lo fundamental es el apoyo de las administraciones públicas, su colaboración, y también la de los medios de comunicación, que es donde se informan los consumidores».

Pese a ello, la gestión ambiental es una parte más, y fundamental, de la gestión estratégica de cualquier compañía. «No somos una ONG, por eso calculamos la rentabilidad de las inversiones en esta materia, y por supuesto el retorno que tendrán, y las cuentas son siempre positivas», explica Cabadas, que añade que «pese a que el consumidor aún no esté preparado para tomar decisiones de compra basadas en criterios de sostenibilidad, existe una responsabilidad por parte de la compañía que nos aporta valor como empresa y diferenciación».

Aguas de Mondariz envasó 66 millones de litros de agua durante 2011, y ha sido la primera empresa del sector en lograr la certificación europea EMAS III (Eco-Management and AuditScheme).

La responsable de RSC y Comunicación Institucional de Leroy Merlin, Susana Posada, expuso en este mismo foro las dificultades con las que se encontró la compañía al estar integrada por 55 tiendas a nivel nacional, más de 7.000 empleados y un modelo de negocio totalmente descentralizado.

Por eso Leroy Merlin presentó en enero de 2012 su Marco de RSC en el que el packaging tiene un papel destacado, e integrado en otras variables clave como el medio ambiente o las personas. «Estos aspectos incluyen por ejemplo el consumo responsable –por nuestras tiendas pasan cada año cerca de 44 millones de personas–, el reciclaje, la construcción sostenible, los recursos humanos, la conciliación o la responsabilidad social».

«El primer paso fue hacer un análisis inicial de la situación», explica Posada, y establecer unos objetivos que en el caso de Leroy Merlin se han fijado hasta 2016.

En 2011 se creó un grupo de trabajo formado por 90 personas que se ocupó durante un año de establecer un marco general para todo el grupo que incluyera aspectos como el transporte, la logística –se venden más de 100.000 referencias en tienda—, seguridad, información, garantía, almacenaje, manipulación, gestión de residuos, etc. «Se estableció una estrategia concreta, porque hasta ese momento solo existían acciones puntuales, y no existía know how para hacerlo», añade Posada.

A partir de ahí se creó un Decálogo de Packaging Sostenible, que contó con el apoyo de Ecoembes, se impartió formación a los equipos de las centrales de compras y se desarrolló una herramienta de gestión automatizada de recogida de información con indicadores que permitieran cuantificar las mejoras de cara a la toma de decisiones. «Detectamos que las secciones que más impacto generaban eran las de iluminación, ferretería y pintura, y en ellas nos centramos. El siguiente paso fue implicar a los clientes, con la creación de talleres participativos para que hicieran sus aportaciones en la toma de decisiones», destaca Susana Posada.

La reducción en el tamaño de los envases es en general el principal objetivo de las medidas implantadas por estas empresas que, como el caso de Henkel Ibérica y sus detergentes, han conseguido reducir hasta casi seis veces su tamaño.

Así lo explica Xavier Closa, jefe de I+D de Detergentes y Cuidado del Hogar de la compañía, que atribuye este logro a la nueva fórmula ultra concentrada de sus detergentes gel.

Dedicados a los sectores de la limpieza, el bricolaje, la cosmética o el cuidado personal con marcas como Dixan, Micolor, Wipp Express, Pritt, Loctite, Magno, Fa o La Toja, la compañía forma parte de iniciativas internacionales del sector, como The Laundry Sustainability Projet for Heavy Duty Liquids, para fabricar detergentes de ropa más sostenibles, e impulsado por la asociación europea AISE (International Association for Soaps, Detergents and Maintenance Products), que además trata de mejorar la comunicación con los consumidores, crear confianza en la industria, optimizar el uso de materias primas para los envases y embalajes, o la formación de los consumidores para el correcto uso de productos concentrados.

«El objetivo de Henkel de cara a 2030 es fabricar detergentes que lleguen a ser tres veces más eficientes que los actuales, triplicando así el valor creado y reduciendo la huella ambiental: menos agua consumida, más progreso social, el uso de hasta un 15% menos de energía o el aumento en un 20% de la seguridad de los empleados por millón de horas trabajadas», explica Closa.

Iniciativas innovadoras

La compañía de bebidas espirituosas Diageo acaba de publicar su primera Guía de Packaging Sostenible, un documento que recoge su política de embalajes más sostenibles para reducir el impacto ambiental a lo largo de toda la cadena de valor: desde la cebada para elaborar la cerveza hasta la botella que se deposita en los contenedores de vidrio.

El envasado, según explican desde Diageo, «tiene impacto ambiental en toda la cadena», por lo que la compañía se ha propuesto reducirlo en cada una de las etapas. Así, la guía incluye una aproximación al concepto de embalaje sostenible basado en los principios de «reducir, reutilizar y reciclar», además de ejemplos de las mejores prácticas en este sentido y el reconocimiento al trabajo de sus proveedores y otros grupos de interés.

El director global de Adquisición de Suministros de la compañía, David Gosnell, señala que «este es un hito importante que garantiza un enfoque coherente para el desarrollo de nuevos envases y la revisión del packaging existente». «Las directrices ayudarán a alcanzar los objetivos de Diageo de envasado sostenible para el año 2015 y a apoyar el compromiso con los clientes y consumidores», recalca.

Desde el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene) añaden que los residuos de los embalajes sirve para mucho más que para convertirlos en nuevos envases, y hablan del aprovechamiento del contenido energético que estos ofrecen para disminuir la dependencia energética de los combustibles fósiles o para evitar la acumulación de estos residuos en vertederos.

De hecho, desde Europa ya se están promoviendo alternativas de valorización, mediante la aprobación de distintas directivas y el desarrollo de normativas específicas.

En el caso concreto de los residuos de envases, las fracciones susceptibles de valorización energética son aquellas que proceden de la recogida de residuos sólidos urbanos en masa, y por tanto están muy contaminadas, o bien de la fracción resto de las plantas de clasificación de envases, cuyo potencial calorífico suele ser elevado.

Actualmente existen varias tecnologías de valorización energética (principalmente combustión, gasificación y pirólisis), aunque la más extendida en España es la combustión en plantas de incineración, que deberán ser energéticamente eficientes para que la gestión de los residuos en ellas pueda considerarse valorización y no eliminación.

Según Itene, en los últimos años ya se están utilizando en algunas industrias distintos combustibles derivados de residuos para la sustitución parcial de combustibles fósiles, pero el requisito imprescindible es que estos residuos sean adecuados para ser utilizados como combustible sólido recuperado (CSR). Para ello deben pasar por distintas etapas: eliminación de impropios, trituración, molienda, secado, homogeneización del residuo, mezcla con otros componentes o compactación y enfriado.

Y, aunque todavía queda mucho trabajo por realizar para optimizar los procesos y tecnologías que utilizan los residuos como fuente de energía, desde Itene se trabaja actualmente en diversos proyectos, como Valores, cuyo principal objetivo es el desarrollo de nuevas aplicaciones para residuos con dificultades específicas de valorización.

En esta línea, Itene también participa en el proyecto proCSR, en un consorcio de empresas y centros de investigación liderados por Urbaser y formado junto a Cemex, Applus y Ciemat. En este proyecto se investigan nuevas tecnologías de acondicionamiento de los residuos procedentes del tratamiento de RSU para su valorización energética.

El principal mercado al que se dirige este proyecto es la industria cementera, ya que es uno de los sectores que más energía demanda y cuenta con un alto poder de aplicación del combustible sólido recuperado, contribuyendo así a reducir los costes energéticos y favoreciendo una mayor competitividad de la industria. Esta opción supone, además de un importante beneficio ambiental, la posibilidad de que las empresas gestoras puedan dar una nueva salida comercial a sus residuos.

En la Comunidad Valenciana, la consellera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, Isabel Bonig, presentó el pasado octubre el Simulador de servicios de recogida de envases ligeros y papel-cartón, una nueva herramienta informática, gratuita, para que las entidades locales puedan optimizar la recogida selectiva de estos materiales y al mismo tiempo ahorrar en sus costes.

«Con esta aplicación –destacaba Bonig– los ayuntamientos diseñarán la recogida selectiva adecuándola a las particularidades de sus municipios, lo que permitirá un ahorro económico al optimizar los recursos necesarios y un aumento en la eficacia en la recuperación de envases ligeros y papel-cartón al mínimo coste».

Para la consellera, «esta herramienta, que combina el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación y la optimización de los procesos, constituye un claro ejemplo de por dónde transitarán las soluciones ecoeficientes a la gestión de los residuos».

El simulador, mediante la introducción de distintas variables, permite optimizar las rutas de recogida y alcanzar la máxima eficiencia en la capacidad de carga del camión de recogida y en la utilización del tiempo de trabajo. El simulador permite hacer variaciones para definir el servicio más ecoeficiente en aspectos como el alcance territorial: recogida municipal o supramunicipal; el sistema de recogida: carga superior, carga lateral y carga trasera, el tamaño del contenedor, los tamaños de los vehículos o los niveles de servicio.

Lo importante está en el exterior

La publicación Packaging World y la firma DuPont han realizado un estudio que recoge las opiniones de más de 500 miembros de la industria del envasado en el que se concluye que las compañías del sector del embalaje realizarán un cambio de tendencia en los años próximos: En la actualidad se centran en el coste y la seguridad alimentaria, pero según los datos de este estudio, en los próximos años se centrarán en la sostenibilidad.

A la pregunta sobre la nueva tendencia que predominará en la industria del packaging en la próxima década, la respuesta elegida por la mayoría de los entrevistados fue la de la seguridad alimentaria, aunque el cambio climático también fue un tema muy presente en este ámbito, ya que «traerá consigo nuevas amenazas», como la falta de alimentos en el mundo y una actitud sostenible, lo que ha producido este cambio de tendencia.

Además, el 82% de los participantes opinaron que las leyes influirán de forma considerable en el diseño de los envases futuros. También señalaron (81%) que el envasado será indispensable para que un producto tenga éxito, ya que es una parte «muy importante» a la hora de llegar al consumidor con una imagen y una calidad determinada.

El 65% de los encuestados se refirieron a la preeminencia del plástico para reemplazar a envases de vidrio y metal y la presencia de envasado flexible que permita una mejor gestión y manejo posterior. Lo que buscan las empresas de packaging es optimizar el valor con el mínimo impacto, tratando de sacrificar el coste por la sostenibilidad y así encajar en las expectativas de los consumidores, al considerar que de esta manera el producto tiene un valor añadido.

Desde Ecoembes insisten en la importancia de establecer canales precisos para que empresas, ciudadanos y consumidores apliquen correctamente la separación de envases y los procesos de reciclado sean efectivos. Su directora de Materiales y Tratamientos, Rosa Trigo es tajante: «Es necesario ser conscientes del gran esfuerzo que están haciendo las empresas en materia de diseño y uso de nuevos materiales, y sus fuertes inversiones en I+D, pero también de la necesidad de conseguir cerrar el círculo de la sostenibilidad al llegar al final del ciclo de vida de los productos, consiguiendo la reciclabilidad total de todos los envases».

Lo que es evidente es que los envases y embalajes, además de jugar un papel muy importante en la sociedad, ofrecen grandes oportunidades al final de su vida, bien por su reciclaje o bien por su valorización energética.

«Los consumidores somos el primer eslabón de esta gran cadena», insisten desde Ecoembes. «Pero las empresas también deben integrarse en este proceso prestando especial atención a cada aspecto del envase, sobre todo a su diseño, facilitando por ejemplo el plegado de los embalajes de gran tamaño o aumentando la separabilidad de todos los elementos que lo forman». A su juicio, «esto puede marcar la diferencia entre lo que el ciudadano haga o no en este esfuerzo diario que supone el reciclado».

Un buen mensaje que no se debe olvidar. Un gesto puede no cambiar nada, o puede cambiarlo todo.

@LauramArribas
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