Bancos de alimentos: [o cómo afrontar la crisis económica con la receta de la solidaridad]

HAZ1 junio 2009

Aunque muchos no conocen exactamente en qué consiste el trabajo de los bancos de alimentos, su apoyo en estos momentos de crisis económica se ha convertido en imprescindible para muchas personas que hace apenas unos meses nunca hubieran pensado que tendrían que preocuparse por algo tan básico como comer cada día. Y esto es, precisamente, lo que hacen los bancos de alimentos –un total de 52 en toda España estructurados entorno a la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL)— : cubrir una de las necesidades más importantes de todo ser humano: la alimentación.

Se podría decir que en España el problema del hambre es tan sólo un viejo recuerdo, o una lejana pesadilla de posguerra, pero lo cierto es que no es así. Y en estos tiempos más que nunca. La sangría que se está produciendo con los casi cuatro millones de parados, la llegada de inmigrantes y las dificultades que atraviesas los mayores con escasas pensiones, los indigentes o las personas con discapacidad, hace que su labor sea cada vez más demandada.

El director general de FESBAL, José Antonio Busto, habla de un volumen de peticiones por parte de las instituciones a las que sirven que ha crecido en el último año entre un 40% y un 50% con respecto al pasado año. Quizá más, porque estos datos no pueden conocerlos de manera exacta al ser sólo la entidad que aprovisiona a las instituciones benéficas de los alimentos que después éstas entregan a los más necesitados. El problema es que el horizonte no es muy halagüeño y parece que esta demanda seguirá creciendo.

«Es evidente que la demanda que nos llega desde las organizaciones sociales y benéficas es muy importante, y continua creciendo», explica Busto, que recalca que este extremo no es una percepción personal, sino la simple constatación de datos objetivos.

«Debido a la crisis nos encontramos desbordados. Se han disparado las peticiones por parte de las entidades benéficas», insiste Busto. Y es que, ahora mismo ya no son solamente los colectivos socialmente más desfavorecidos los que piden ayuda, sino que acuden a pedir ayuda desempleados, familias endeudadas, etc.

Las entidades benéficas a las que sirven los bancos de alimentos están solicitando ayuda para atender a personas que antes nunca habían necesitado recurrir a ellas y que se han encontrado con que la crisis actual les empuja a buscar ayuda para cubrir una necesidad, la de alimentos, que se ha hecho más acuciante en estos momentos. «Muchas personas tienen que elegir entre pagar la hipoteca y comer», sentencia Busto.

ALGUNOS DATOS. En la actualidad existen en España 52 bancos de alimentos, uno en cada provincia, y más de 1.200 voluntarios, gracias a los que funcionan estas entidades sin ánimo de lucro que capean como pueden este aumento de la demanda de apoyo debido a la delicada realidad económica, el aumento del paro y los autónomos abocados a cerrar sus negocios. Su objetivo es recuperar alimentos excedentarios y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso.

Busto aclara que los bancos de alimentos no entregan alimentos a particulares, sino a entidades benéficas oficialmente reconocidas como tales; actualmente casi 7.000, que han llegado a más de 890.000 personas necesitadas en 2008. El pasado año se repartieron casi 70 millones de kilos de alimentos en España a través de los 52 bancos que forman la Federación.

Una parte importante procedieron de los excedentes de la Unión Europea y el 50% lo dona el Fondo Español de Garantía Agraria del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.

De unos meses a esta parte, la demanda a los bancos ha crecido tanto que Busto calcula que actualmente existen, solo en Madrid, entre 40 y 50 entidades benéficas en «lista de espera» por no poder ser atendidas. Y esta es una situación general que se da, en mayor o menor medida, en todos los bancos españoles. Es imposible atender las peticiones de todas las entidades solicitantes con la oferta de donativos que actualmente existe por parte de las industrias agroalimentarias y las grandes cadenas de distribución. Y el problema se agrava, porque la demanda es mayor mientras disminuye la oferta.

Este es otro dato que han constatado los bancos de alimentos. Decrece la cantidad de aportaciones por parte de las empresas; o lo que es lo mismo, las empresas donantes no se pueden permitir donar lo que donaban antes. A los bancos de alimentos se les presenta así la necesidad de abordar a estas compañías, hacer con ellas una labor de sensibilización para que no dejen de apoyar ahora a estas instituciones que tanto les necesitan. Es urgente, porque Busto no ve en un horizonte próximo que la situación de crisis vaya a mejorar. «Por eso hay que insistir en la concienciación», remarca.

A este problema se añade otro: los excedentes físicos a nivel europeo han desaparecido. A este nivel existen 230 bancos de alimentos en 18 países que llegaron en 2008 a más de 4,3 millones de personas con 300.000 toneladas de alimentos. La Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) cuenta con más de 6.400 voluntarios en toda Europa que apoyan a más de 25.000 instituciones benéficas.

A la cabeza por número se encuentra Francia, con 79 bancos. El segundo lugar es para España, con 52. El debate se ha abierto hace un tiempo: si no hay excedentes que comprar a nivel europeo, ¿por qué no usar ese dinero para comprar simplemente productos? Otras opiniones apuntan a entregar directamente el dinero, pero Busto es de la opinión de que ese sistema acabaría por conseguir que el dinero no se destinase a alimentos.

NUEVO PERFIL DE DEMANDANTES. En opinión de Busto se ha producido un cambio muy importante en el perfil del demandante de ayuda. La persona que acude a las entidades sociales en busca de apoyo ya no se limita a los colectivos tradicionales: personas mayores, indigentes, enfermos de sida o inmigrantes, por ejemplo.

«Aunque el porcentaje de inmigrantes que acude ha pasado de un 12% a cerca de un 20%, este es un colectivo que ya estaba presente en estas entidades y que recibe cerca del 10% de la ayuda que prestamos», explica. «Sin embargo, ahora encontramos personas de chaqueta y corbata que necesitan comer o al menos complementar alguna comida al día», añade.

Según recalca, están apareciendo personas y familias enteras cuyos ingresos no les alcanzan para llegar a fin de mes.

Este nuevo beneficiario suele preferir pedir ayuda en las parroquias sobre todo, donde a su vez nos la piden a nosotros. La razón es que consideran que esta vía de ayuda es «más discreta» y al ser local y de confianza les proporciona más seguridad.

Por su parte, las empresas, especialmente las grandes superficies, tienen muchas opciones para apoyar el trabajo de los bancos de alimentos: desde las campañas de sensibilización e información de sus clientes, a la recogida de alimentos directamente en los establecimientos («Operaciones Kilo», etc.) o la entrega directa.

En este sentido, Busto señala que la recogida in situ por los voluntarios es costosa y lenta (muchas horas de trabajo y un gran número de voluntarios dedicados a la tarea), por lo que la apuesta más segura –y la más común– es la recopilación en contenedores por parte del establecimiento de lo que se llama «mermas» (productos con algún pequeño defecto para su venta pero en perfecto estado) que después pasan a recoger voluntarios del banco de alimentos –cuentan con una flota de unos 65 vehículos–.

El número de empresas que colaboran con la Federación es actualmente de unas 3.000, entre las que hay organismos públicos de carácter estatal, autonómico y local, así como industrias productoras de alimentos, grandes superficies, industrias de transporte, medios de comunicación, etc. Un ejemplo: en la última «Operación Kilo» con Carrefour se recogieron 144.000 kilos de alimentos y en la recogida de mermas en sus centros esperan obtener un millón de kilos más. Además, en breve comenzarán a recoger productos frescos en los centros de la cadena Eroski.

«NOS HACE FALTA LO QUE A TI TE SOBRA». Los bancos de alimentos tratan de recuperar excedentes alimenticios de la sociedad para redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso. De ahí su lema «Nos hace falta lo que a ti te sobra». Pero sobre todo tratan de potenciar y fomentar el espíritu solidario y la difusión de los valores humanos para ayudar a paliar, en la medida de lo posible, la contradicción que supone la coexistencia de excedentes alimenticios y las bolsas de pobreza, marginación y hambre.

Desde 1996 en España los 52 bancos existentes se organizan a través de la Federación, que coordina sus actividades y facilita las relaciones con los organismos de la Administración central e internacional así como con otras entidades no lucrativas y con las empresas que facilitan alimentos o que ayudan a la actividad de los bancos de alimentos.

Desde FESBAL también se gestionan ayudas de organismos oficiales y privados para dotar a los almacenes de los bancos del equipamiento técnico necesario (logística de transporte, etc.) y atender las necesidades económicas de su funcionamiento.

Cualquier banco de alimentos se estructura en varias partes: aprovisionamiento (recogida de alimentos), distribución (tras contactar con las instituciones benéficas para conocer sus necesidades y asignarles cantidad y tipos de alimentos), gestión de stocks en almacenes (para su buena conservación, así como preparación de pedidos), administración, y finalmente la parte más importante: el voluntariado.

Los voluntarios son el soporte fundamental de los bancos de alimentos. Suelen ser, en su mayoría (99%), profesionales prejubilados o jubilados (por tener más tiempo libre), que llevan a cabo tareas de dirección, contabilidad, almacén, transporte y aprovisionamiento, así como apoyo jurídico, relaciones públicas, etc.

Su labor solidaria la realizan aceptando el compromiso moral de ayudar seriamente a los demás participando en las tareas de los bancos. «No es suficiente tener la mejor voluntad, es preciso ser eficaz y estar dispuesto a cumplir con la obligación que se adquiere cada día, cada mes, cada año».

Es el propio voluntario el que establece el horario y los días de la semana que puede dedicar a estas tareas. «Los voluntarios son nuestra mayor riqueza. Con ellos formamos un equipo y les formamos para que puedan ejercer bien su trabajo», explica Busto. «El éxito de nuestra labor reside en ese compromiso: da lo que puedas, pero comprométete a darlo».

De las casi 7.000 instituciones benéficas a las que FESBAL llega en España el 1% aproximadamente se ocupa de personas enfermas (sida, etc.), el 34% de familias y personas solas, el 15% de inmigrantes, el 3,5% de personas con algún tipo de discapacidad, el 9% presta ayuda a personas mayores de 65 años y casi el 6% lo hace con transeúntes, indigentes y personas sin hogar.

Iniciativas con imaginacion

Debido a la avalancha de peticiones, el Banco de Alimentos de Málaga (BANCOSOL), por ejemplo, ha puesto en marcha la iniciativa llamada «cheque menú», un sistema gracias al que muchas personas pueden acudir, en momentos difíciles, a bares y restaurantes en los que les van a servir un menú y donde aceptarán como pago estos cheques respaldados por una cuenta corriente abierta para ello.

Según explica Javier Peña, vicepresidente de FESBAL y presidente de BANCOSOL, este banco de alimentos gestiona una subvención inicial con la Obra Social de Unicaja que cubre los primeros meses del proyecto, a la vez que se prepara una campaña para que todos los interesados puedan poner su «granito» en este sistema que, «no sólo da de comer, sino que ayuda a los que cada día trabajan en el sector de la restauración, apoyando con ello sus puestos de trabajo», añade.

En su opinión, «hay que actuar y pronto». Para empezar se han puesto en movimiento los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) que han acogido muy bien el proyecto al que han bautizado como «Bancosol más cerca». Y para su ejecución se va a contar con la Agrupación de Cofradías, con la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, con Cáritas Parroquiales, así como con un buen grupo de asociaciones benéficas de reparto del grupo Bancosol Alimentos.

Jose Luis Fuente, voluntario

Con apenas dos meses trabajando como voluntario para la Federación Española de Bancos de Alimentos, José Luis Fuente, jubilado de 71 años, es tajante a la hora de responder sobre qué le ha aportado esta labor: «Me ha llenado más la vida», sentencia. El «gusanillo» de ayudar a los demás llevaba años dentro de él, pero por fin se decidió a poner en práctica esa inquietud. «Más con las circunstancias actuales, cuando es tan necesario», agrega.

A cambio de su trabajo no remunerado José Luis ha encontrado amigos y gente alegre, «muy entregada y entusiasta».

Para ponerse al día lo primero ha sido conocer el funcionamiento de los bancos y sobre todo aportar ideas nuevas para aumentar las donaciones y nuevos medios para hacerlo.»Aún hay muchas empresas que no conocen la labor de los bancos de alimentos», explica José Luis, «y nuestra labor consiste en que nos conozcan». Aunque es cierto que ha disminuido la entrega de alimentos, dice «lo que también es verdad es que en todas partes somos bien recibidos».

Por el momento, José Luis acude a la Federación dos días a la semana, pero está disponible siempre que se le necesita. «Por si algún otro día es necesario acudir a ver a alguna empresas o cualquier otra cosa», añade.

Y es que, aunque José Luis tiene mujer, hijos y nietos, este nuevo «empleo» le completa sus jornadas, le aporta cosas nuevas y le permite conocer gente. «Si además ayudas a los demás, ¡ya es el colmo!», asegura con una carcajada.

Su mensaje es claro: «que vengan a conocer los bancos de alimentos. Que nos conozcan. Y cuando vean la labor que hacemos querrán quedarse». Después añade un dato importante: «¡Es que necesitamos más voluntarios!».

Las cifras de la pobreza

Las últimas estadísticas fiables señalan que en España unos 8,5 millones de personas, alrededor del 20% de la población, vive con ingresos inferiores al 50% de la renta per cápita nacional, por lo que son considerados como pobres.

Los últimos estudios sobre la extensión de la pobreza en los países de la Unión Europea revelan además que España cuenta con tasas de pobreza superiores al promedio de los Quince, sólo sobrepasadas por Portugal y Grecia, y similares a las de Italia, Irlanda y Reino Unido.

Las causas de la pobreza son muy variadas. El paro y el trabajo precario son las más importantes. La edad avanzada o la niñez y la juventud, las enfermedades, las injusticias sociales, el analfabetismo, la inmigración, el pertenecer a ciertas etnias, la drogadicción, el alcoholismo, o las familias monoparentales o desestructuradas son otras de las causas originarias de la pobreza.

No todas las personas estadísticamente pobres están en situación de extrema necesidad, pero viven en la antesala que da paso a la marginación y al desarraigo social.

Los bancos de alimentos centran sus esfuerzos en ayudar a los colectivos más castigados por la pobreza.

LAURA MARTÍN
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