Cultura como medio y fin para el desarrollo de los países en vías

HAZ24 octubre 2013

La Unesco se plantea en el año 2010 dar respuesta a cómo la cultura puede contribuir a la reducción de la pobreza; la mejora de las condiciones económicas de las sociedades en los países en desarrollo; el incremento de las oportunidades para esas sociedades, y la contribución a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Para la Unesco la cultura es tanto un sector de actividad económica como un elemento de fomento de la cohesión social, la reconstrucción y la paz. Para este organismo internacional, el desarrollo queda definido en términos humanos, sociales y económicos y está centrado en la capacidad de los individuos y las comunidades para expandir sus oportunidades, incrementar su bienestar y gestionar los procesos de cambio.

Ambos aspectos suponen una gran diferencia frente a los planteamientos anteriores de Naciones Unidas, ya que permiten realizar lecturas transversales de los indicadores de trabajo y tratarlos al nivel de la realidad local en términos culturales y sociales.

Se trata de empezar a trabajar desde abajo y no desde arriba, teniendo como marco de referencia la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales (Unesco 2005), que afirma que la diversidad cultural es una característica esencial de la humanidad y destaca la necesidad de incorporar la cultura como elemento estratégico a las políticas de desarrollo nacionales e internacionales y de cooperación.

Este documento sostiene la necesidad de luchar contra la globalización y sus impactos sociales negativos a través de garantizar el respeto a la diversidad de culturas en el ámbito local, nacional e internacional; crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de forma mutuamente provechosa, y reafirmar la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en especial los que se encuentran en desarrollo.

Sobre esta base la Unesco ha planteado una novedosa metodología denominada Indicadores Unesco de la cultura para el desarrollo, que reconoce que, sin cuantificar y explicar el cómo, las contribuciones de la cultura a los procesos de desarrollo seguirán siendo incomprendidas e infravaloradas.

Gracias a esta nueva metodología la cultura queda resaltada como factor transversal que contribuye a los procesos de desarrollo dado que agrega valor a otras áreas de desarrollo como la salud, la protección del medio ambiente, la gobernanza o la educación. Los enfoques culturales al desarrollo aumentan la relevancia, la sostenibilidad, el impacto y eficacia de las intervenciones, ya que hacen partícipes e involucran a la sociedad local, ajustándola a la realidad cotidiana, sus valores, creencias, prácticas y tradiciones.

La batería de Indicadores Unesco de la cultura para el desarrollo trabaja a partir de indicadores agrupados en siete dimensiones (Economía, Educación, Comunicación, Gobernanza, Participación social, Igualdad de género y Patrimonio) para construir el llamado ADN de la Cultura para el Desarrollo en cada país concreto.

Esta herramienta permite reunir los indicadores que ilustran las características más sobresalientes de cada país, superando al mismo tiempo las lagunas de información existentes de las metodologías descritas anteriormente, que bien no permitían análisis transversales o que no reflejaban la realidad concreta a nivel micro del país.

La Unesco con su batería de Indicadores Unesco de la cultura para el desarrollo y las múltiples organizaciones locales e internacionales que trabajan de forma local y desde la realidad de Camboya está tratando de que puedan recuperar su identidad, dignidad y valores sociales a través de la reconstrucción de su sector cultural.

Por María Fernández Sabau
@Compromiso_Empr

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