Venezuela: Cuando se compra la paz social

Actualmente Venezuela ha conseguido un hueco permanente en las noticias internacionales de muchos medios occidentales. Cada día sube la tensión en el país y muchos se preguntan cómo han llegado a esta situación.

«La crisis es terrible, los precios del petróleo ahora están bajos y el gobierno ya no tiene dinero para comprar la paz social. Entonces se queda paralizado porque la deuda es gigantesca y nadie nos vende«, explica Mercedes de Freitas, miembro de ProAcceso, a Revista Haz.

«El sistema productivo del país está quebrado debido a la expropiación masiva que ha hecho el estado, sin pagar, todavía, ni un dólar por la apropiación de los medios de explotación de las empresas. Además, la mala gestión estatal ha provocado una crisis total del país. No hay producción de leche, ni de cemento para construir o reparar las viviendas. Los hospitales están en cierre técnico, solo funciona el área de emergencias con muchas restricciones y dificultades, en un país considerado como uno de los más inseguro del mundo.

En 2013 se registraron casi 25.000 muertes violentas, una cifra sin precedentes en Venezuela desde 1999, aunque desde el Ministerio de Interior, Justicia y Paz desmienten esa cifra sin aportar datos, ya que desde 2003 se prohibió el acceso a los índices de criminalidad del estado«, explica De Freitas.

«Se fue creando un caldo de cultivo hasta que la gente estalló y salió a la calle furiosa expresando su rabia como sabe: en la calle, tirando piedras y caucho, porque no hay otro espacio donde quejarse», cuenta Mercedes.

La crisis también alcanza al sistema judicial que apenas atiende a una ciudadanía harta de justicia para unos pocos. «No tenemos una fiscalía, no tenemos un sistema judicial, no hay un Parlamento… Todos están copados por el partido del gobierno».

Desde la calle el pueblo venezolano exige una respuesta que consista en hacer mejor las cosas, empezando por lo más básico: mejorar la administración, atender al sistema de salud, terminar con la escasez de productos de primera necesidad, ajusticiar a los cargos públicos corruptos, dar información sobre la gestión de los recursos del país y que suelten a los presos políticos. «Mientras no haya esta respuesta, la gente cada día se pondrá más brava», afirma Mercedes.

Entonces, ¿cómo va terminar esta tensión entre los ciudadanos y el gobierno? Desde el otro lado del Atlántico, tras un emotivo y casi dramático silencio, llega una respuesta sin esperanza: «Lamentablemente, no veo la salida todavía… No sé qué va a pasar. No creo que el gobierno pare la represión, libere a los presos políticos y desarme a los grupos armados; algo que sería básico», se lamentan la coordinadora de ProAcceso.

La única luz al final de este oscuro túnel sería un diálogo con carácter urgente, donde un mediador acercara a las partes y las obligara a llegar a un acuerdo pacífico.

Y aunque Mercedes cree difícil encontrar a un mediador que las dos partes aceptasen, apunta al papa Francisco o al presidente de Uruguay, José Mujica, como posibles candidatos, «porque tienen una reputación y un nombre en toda Latinoamérica«.

Por Beatriz C. Martisi
@Bc_MaRTiSi
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