Colaboración extrema a la altura de la pandemia

Hoy son tiempos donde el apoyo del Estado es fundamental. Donde parte importante (sino sustantiva) de la población necesita que las autoridades le ayuden a gestionar las incertezas, limitar las inseguridades y potenciar la empatía.
<p>Foto: Fundación Bill y Melinda Gates/Bloomberg/Patrick Meinhardt</p>

Foto: Fundación Bill y Melinda Gates/Bloomberg/Patrick Meinhardt

Y en ese territorio aparece la filantropía. No como fundacional, pero sí como importante. Aunque sume varios miles de millones de dólares en total, son una gota en el mar en comparación con los del sector público.

Es por eso que la filantropía no puede ser un sustituto de una respuesta gubernamental efectiva y asertiva. La filantropía puede actuar rápidamente y de manera específica para responder -por ejemplo- a contingencias de la COVID-19, pero funciona mejor como un complemento de los fondos y servicios del gobierno.

Afortunadamente, numerosos ejemplos de fundaciones y gobiernos que trabajan juntos para satisfacer las necesidades públicas muestran cómo estas entidades pueden hacerlo con éxito.

Es el caso de la Fundación Bill y Melinda Gates que, en asociación con Wellcome y Mastercard, ha realizado una inversión significativa en un acelerador terapéutico diseñado para identificar, evaluar, desarrollar y ampliar los tratamientos de la COVID-19 para que las fundaciones nacionales y globales puedan liderar una amplia y eficiente empresa.

Después de que las consecuencias inmediatas del coronavirus se alivien, el apoyo filantrópico para el análisis del manejo de la pandemia de la COVID-19 también será esencial para evaluar la precisión del modelado predictivo, la efectividad de los esfuerzos de mitigación y el valor de las comparaciones internacionales.

Ejemplos en estos días de trabajo conjunto público–privado abundan. Hace algunas semanas, el evento de compromiso de Coronavirus Global Response recaudó 7,4 mil millones de euros para el desarrollo colaborativo y el despliegue universal de diagnósticos, tratamientos y vacunas contra el coronavirus.

Fue convocado conjuntamente por varios gobiernos mundiales, la Unión Europea y la OMS, ante la llamada de esta última para crear una colaboración global en el desarrollo, producción y distribución de diagnósticos, terapias y vacunas.

Así, el ACT-Accelerator será el principal beneficiario de los fondos recaudados, buscando crear un marco y una estructura de coordinación para dirigir y supervisar el progreso global en esta área, con un foco importante en proporcionar acceso universal a sus resultados.

Planificar un futuro incierto

Pero, ¿cómo planificas el futuro cuando el futuro es tan incierto? La pandemia de la COVID-19 ha hecho que esta pregunta importante y atemporal sea esencial. Aunque esta crisis global está afectando a cada organización sin fines de lucro de manera diferente, todos están mirando hacia un futuro con profundas incógnitas.

En este navegar por un panorama cambiante, todas las organizaciones -incluyendo por supuesto las sin fines de lucro – podrían considerar posponer decisiones importantes.  Sin embargo, aunque el momento no es óptimo, es tan crítico como decisivo, siempre que esté guiado por el pensamiento estratégico que se necesita para tomar las mejores decisiones posibles.

Ser estratégico es fundamental. Nuestro sector ya ha mostrado una notable innovación y adaptabilidad. Así las organizaciones cambian sus programas, servicios y métodos de comunicación para acomodarse a las limitaciones de esta pandemia. Sus líderes y sus estructuras toman decisiones y permanecen conectados, relevantes y efectivos, incluso en tiempos de cambios sin precedentes.

El tercer sector ya ha mostrado una notable innovación y adaptabilidad. Así las organizaciones cambian sus programas, servicios y métodos de comunicación para acomodarse a las limitaciones de esta pandemia.

Siempre está el vaso medio lleno. Es una forma de ver las cosas. Hoy los cambios para ‘ajustarse el cinturón’ pueden hacer que sus operaciones sean más eficientes y que su impacto sea mayor de manera duradera.

También estos tiempos difíciles pueden ser catalizadores para aprovechar las oportunidades de bajo costo o sin costo para mejorar las operaciones internas y facilitar que las personas trabajen de manera más inteligente, y no solo por más tiempo y más duro.

En lo concreto, y en respuesta inmediata a la crisis de la COVID-19, muchas organizaciones han encontrado formas de mantenerse conectadas y proporcionar algunos servicios a través de videoconferencia y otras herramientas en línea. Este es un paso importante, pero no podemos parar allí.

Simplemente migrar de ‘fuera de línea’ a ‘en línea’ no es exactamente ‘innovación’. Si bien puede ser una alternativa, ¿funciona bien para abordar la necesidad original? Un entorno virtual viene con sus propias ventajas y desventajas, que deben aprovecharse adecuadamente. Se pueden perder algunos beneficios intangibles de las interacciones personales informales, pero una experiencia en línea sin fricción tiene el potencial de abrir nuevos caminos.

Capacidad para innovar

Afortunadamente, hay pasos reales que las organizaciones sin fines de lucro pueden tomar de inmediato para desarrollar los nuevos músculos que liberarán su capacidad latente para innovar. 

Hoy, muchas fundaciones privadas en el mundo ya han indicado que serán flexibles con los beneficiarios, quienes deben comunicarse con ellos para renegociar los plazos y las entregas.

Revisando la información disponible, encontramos algunos ejemplos. La Fundación Robert Sterling Clark está proporcionando un año adicional de financiación a los beneficiarios, con el siguiente discurso: “Esperamos que esto alivie algunos problemas de financiación y le permita concentrarse en servir a sus comunidades, no en nosotros”.

En la misma línea, la Fundación Eisner comunicó que “si usted es un beneficiario actual, nos complace convertir los fondos restringidos en soporte operativo general. Además, estamos suspendiendo todos los requisitos de informes hasta nuevo aviso. Sabemos que tiene cosas más importantes que hacer en este momento que presentar un informe con nosotros, y sabemos que podemos confiar en que utilizará nuestros fondos según sea más necesario y aceleraremos los pagos de subvenciones ya aprobadas”.

Y más. La Fundación Lumina recalcó que “para garantizar que los socios de Lumina mantengan un flujo de caja suficiente, podemos acelerar los pagos bajo subvenciones ya aprobadas, en función de las circunstancias de una organización. Esto incluye pagos programados para más adelante en 2020 o en 2021.

En Colombia, la Fundación Mario Santo Domingo ha hecho público los montos que ha comprometido a tres frentes de esta emergencia: salud, seguridad alimentaria y bienestar y convivencia.

Mientras, en  Estados Unidos, la Fundación Familiar Babcock, que trabaja para la superación de la pobreza, ve esta crisis como una oportunidad para profundizar su impacto.

Si bien en marzo vieron reducido de US$193 millones a US$150 millones el patrimonio de su endowment, decidieron donar U$16 millones de dólares adicionales a sus 70 organizaciones donatarias con recursos de libre uso para que puedan adaptarse a las circunstancias y fortalecer los apoyos a las comunidades con las cuales trabajan.

Estamos a meses de comprender las profundas consecuencias del brote de la COVID-19 para el mundo, pero ya está claro que para las familias, las comunidades y los sistemas de salud, la pandemia está exponiendo vulnerabilidades de larga data.

Esto suena dramático. Y es dramático. Pero es el momento para que -por ejemplo- la filantropía sanitaria desempeñe un papel fundamental en la respuesta a la COVID-19. Es un drama, pero también una gran oportunidad.

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