El emprendimiento social como nuevo modelo productivo

Ya lo dijo Albert Einstein: “La mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a su tamaño original”. Por eso, hacer realidad una idea, ponerla en marcha, cambiar las reglas del juego gracias a ella, convierte a sus creadores en una versión mejorada de sí mismos.

El emprendimiento social multiplica esos beneficios, porque permite trascender y dar respuesta a retos –grandes o pequeños- de nuestra sociedad. Hoy más que nunca, necesitamos emprendedores sociales y en España aún nos queda mucho por avanzar.

Según el último estudio del GEM (Global Entrepreneurship Monitor), nuestro país cuenta con el peor dato de toda Europa. Sólo el 0,51% de la población adulta (18-64 años) decide iniciar un proyecto de emprendimiento social.

No debemos perder de vista que el potencial es enorme y, por ello, es hora de apostar por este tipo de emprendedores, hechos de una pasta especial, que tienen la inquietud y la curiosidad de crear algo desde cero y, sobre todo, de querer cambiar las cosas.

Sus parámetros son diferentes a aquéllos que mueven a las empresas tradicionales. No buscan únicamente ganar dinero. Obviamente quieren poder vivir de esa idea, pero entre sus objetivos primordiales también está el de crear impacto en la sociedad.

Y para ello, su capacidad de innovación y reinvención les lleva a dar forma a nuevos modelos de negocios más transgresores. ¿Quién sabe si entre estos proyectos de innovación empresarial no se esconden nuevos sectores o trasformaciones de los mismos? Desde una nueva manera de conectar la política con la sociedad, pasando por nuevas vías de distribución urbana, hasta nuevos modelos educativos.

Este tipo de empresas se mueven con reglas éticas y en su ADN está mejorar el planeta y la vida de las personas que vivimos en él. Y esto establece un vínculo brutal con el consumidor, que está más sensibilizado con cualquier iniciativa que permita hacer su vida más fácil, más colaborativa o menos contaminante.

No podemos demorarlo más. Es hora de abrir la mente y entender que el emprendimiento social es, a fin de cuentas, emprendimiento y, como tal, está llamado a generar beneficios económicos, pero también sociales.

Es tiempo de apoyar a los emprendedores sociales, de ayudarles a implantar su idea y a transcender.

Ser sostenible y viable económicamente es posible y enriquece a esas compañías y a la sociedad, además de ser un auténtico revulsivo del modelo productivo tradicional.

El emprendimiento social es una autopista a un planeta más eficiente, responsable y mejor, y el viaje debe iniciarse cuanto antes.

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