Alimentación y accesibilidad, nuevas propuestas de inversión social

Auara, Mercatrace y Braibook han sido los últimos proyectos que han entrado en la plataforma de ‘crowdinvesting’ en busca de inversores. El primero de ellos, en fase de crecimiento, ya ha conseguido el objetivo marcado de 212.000 euros. Los otros dos, más incipientes, tienen todavía algo más de una semana para alcanzar sus metas.

La plataforma de financiación participativa (crowdinvesting) La Bolsa Social continúa con su labor como escaparate autorizado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para dar visibilidad a empresas de impacto positivo para la sociedad y el medio ambiente. Recientemente han entrado en su cartera tres nuevas compañías: Auara, Mercatrace y Braibook, que ya están captando fondos para poder seguir adelante con sus proyectos.

La primera, Auara, es una marca de agua mineral cuyos beneficios se destinan a proyectos de acceso a agua potable y saneamiento en zonas desfavorecidas. Su sólida estrategia de negocio, de mayor recorrido y marcada por una facturación de más de 100.000 euros el pasado año y 250.000 botellas vendidas, ha gustado a los usuarios de La Bolsa Social. De hecho, su proyecto se ha convertido en el primero de los tres propuestos por la plataforma en lograr su objetivo y cerrar su ronda: 212.000 euros, aportados por 62 inversores.

Hace unos meses Revista Haz informaba de sus últimos movimientos. Por ejemplo, en Tamarou (Benin) la empresa ha colaborado con Manos Unidas en la instalación de un pozo de agua con bomba manual en un colegio, que proveerá de agua potable a los alumnos y habitantes del pueblo.

En estos momentos, Auara tiene otros dos proyectos en marcha: uno junto con Sauce ONG para construir baños con ducha en Roka (Camboya) y otro con Manos Unidas para construir dos depósitos de agua en Isla Tortuga (Haití). Su objetivo final es el de beneficiar a más de 50 mil personas antes de 2020, con una inversión de en torno a 2,5 millones de euros.

Mercatrace y la trazabilidad

También vinculado al ámbito de la alimentación está Mercatrace, una plataforma colaborativa que pretende explicar al consumidor, a través de aplicación móvil y de una forma transparente, de dónde vienen los productos que compra: desde que se generan hasta que llegan al lineal, pasando por todos sus intermediarios.

La idea surgió durante la famosa ‘crisis del pepino’ de 2011, cuando unos pepinos contaminados con la bacteria E. coli Enterohemorrágica provocaban la muerte de 15 personas en Alemania. “El Gobierno de este país señaló como culpable una partida que provenía de España, pero no había evidencias de que eso fuera así”, comenta el CEO de Mercatrace, Javier Asensio.

Finalmente se descubrió que la bacteria venía de otros productos que jamás habían pasado por España, pero el daño ya estaba hecho y la mayoría de los países de la UE dejaron de comprar hortalizas a productores españoles. “Se perdieron 200 millones de euros semanales en los 20 días que duró la crisis, y todo por no tener un mecanismo ágil que delimitase esos efectos”, afirma Asensio.

Mercatrace podría haber evitado rápidamente una situación así. Se comporta casi como un sello de garantía que ratifica por dónde ha pasado un producto. Pero, ¿cómo funciona? Para empezar, cada actor de la cadena alimentaria ha de convertirse en socio de la plataforma y subir a ella la información de cada uno de sus productos. “Para muchos de ellos, principalmente para los productores, esto se convierte en una oportunidad para tener una mayor visibilidad”, explica el CEO.

La idea es que el consumidor final pueda conocer de forma gratuita todas las etapas que ha recorrido un producto concreto, escaneando con su móvil un código que se coloque junto a él en el lineal de compra.

Por el momento, Mercatrace ha superado ya el 88% de su objetivo en la ronda de inversión: entre 60.000 y 90.000 euros. Para completar su modelo de negocio, también ofrece servicios de consultoría relacionados con seguridad alimentaria; de tecnología especializada en los agentes del sector, y de análisis agroalimentarios y de medio ambiente. Además ha habilitado servicios de publicidad en su web.

Braibook: el libro electrónico para invidentes

¿Cómo puede una persona ciega leer en un e-reader? ¿O un email de forma privada cuando está lejos de su ordenador personal? Esa es la solución que pronto podría poner en el mercado Braibook, un dispositivo de lectura capaz de reconocer cualquier documento de texto digital y convertirlo en Braille.

No es único en el mundo, pero sí que se perfila como más pequeño, cómodo (se puede leer con una sola mano) y accesible económicamente hablando, ya que su precio no llegaría a los 300 euros. De esta manera, serviría no sólo para facilitar la vida de la persona con discapacidad visual que ya sabe leer, también para enseñar a los que no saben.

Según los datos de Braibook, a nivel mundial un 85% de las personas ciegas no sabe leer, principalmente porque no puede acceder a libros codificados, sobre todo en los países desfavorecidos. Contar con un dispositivo como el suyo acercaría este conocimiento a un mayor número de población, favoreciendo su inclusión social.

“Hasta ahora hemos financiado con nuestros propios recursos todos los prototipos, pero para dar los siguientes pasos, fabricación, solicitud de patente en varios países y su puesta en el mercado, necesitamos el apoyo de inversores externos”, explica Carlos Madolell, fundador de Braibook. Para ello, la empresa necesita entre 75.000 y 100.000 euros, una cantidad de la que ya se ha alcanzado un 43%.

Madolell apunta que están trabajando con varias pequeñas asociaciones de Barcelona y de Madrid. “Con Once estamos pendientes de una validación de la Comisión de Braille. Si se aprueba, nuestro producto estará incluido en su directorio y se comercializará a través de sus tiendas especializadas”, explica.

De cara al futuro, sus creadores quieren seguir innovando el dispositivo añadiéndole periféricos de interés, “como teclados, escáneres para codificar texto escrito en Braille… toda una gran variedad de productos que faciliten la vida a las personas con discapacidad visual”.

La Bolsa Social

Desde que arrancase a finales de 2014, la plataforma de crowdinvesting ha facilitado el lanzamiento y crecimiento de otras cuatro compañías con marcados valores sociales y/o medioambientales: Nostoc Biotec, especializados en bioagricultura y que levantó una ronda de 250.000 euros; Farmidable, distribuidor de productos de temporada, con 90.000 euros; Whatscine, que está mejorando la accesibilidad de personas con discapacidades audiovisuales al cine y la televisión, con 300.000 euros, y Utopic_US, una lanzadera de iniciativas innovadoras colaborativas, con 248.000 euros.

“Utilizamos tres criterios básicos para seleccionar a nuestras empresas. Primero, que tenga la misión de producir un impacto social o medioambiental positivo, que esté en su ADN, no que lo encuentren de forma accidental. Segundo, que tengan potencial de crecimiento, tanto económico como de impacto, y que sean interesantes para el inversor. Y tercero, que cuenten con un buen modelo de negocio”, enumera José Moncada, CEO de La Bolsa Social.

Moncada asegura que desde la plataforma se siguen muy de cerca los pasos de las compañías a las que se apoya, “de hecho, invertimos en ellas un pequeño porcentaje”. Y sigue seleccionando propuestas para la siguiente campaña, como Outbarriers, cuya propuesta es la de hacer “visibles” los comercios para los invidentes. La suya podría ser pronto otra de las historias de éxito apoyadas por La Bolsa Social.

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