La igualdad y la higiene menstrual

Millones de mujeres en la India todavía usan ceniza o trapos en vez de compresas cuando tienen la regla. Por fin alguien lo está cambiando.
<p>Foto: Saral Designs</p>

Foto: Saral Designs

Si alguien nos dijera que por falta de recursos no podemos comprar compresas para nuestra menstruación y que, en vez de eso, tenemos que usar cenizas, papel de periódico, hojas secas o compartir un trozo de tela con la mujer que tiene el ciclo distinto del nuestro, se nos cambiaría la cara, se nos torcería el rictus y no nos lo podríamos ni imaginar.

Según el estudio Sanitary Protection: Every Woman’s Health Right, elaborado en 2010 por la consultora AC Nielsen por encargo del Gobierno indio, solo un 12% de los 355 millones de mujeres de este país usa compresas higiénicas para su menstruación. Del 88% que no las usa, un 70% no lo hace porque no puede pagarlas.

Todavía hoy, alrededor de 200 millones de niñas indias no saben qué es la higiene menstrual. De ellas, 113 millones de entre 12 y 14 años corren el riesgo de dejar la escuela debido al estigma que la menstruación conlleva.

Usar compresas hechas en casa produce pérdidas en cualquier momento, no pueden hacer deporte y la inexistencia de baños para cambiarse -solo el 50% de las escuelas de secundaria en la India tienen aseos- lo hace casi imposible. Se estima que pierden una media de cinco días lectivos al mes. Desgraciadamente, un 23% opta por dejar la escuela cuando empiezan a menstruar. Según Femme International, la menstruación es la primera razón para que las niñas del mundo abandonen sus estudios.

India no es el único país del mundo que discrimina a las mujeres por este tema. En África subsahariana o Irán la menstruación femenina en pleno siglo XXI sigue siendo también un auténtico tabú. El rechazo a la menstruación es tal, que en muchos lugares, las mujeres no pueden visitar templos o lugares públicos cuando tienen el periodo, tampoco pueden cocinar o tocar el suministrador de agua; son consideradas, sucias o intocables.

Adicionalmente, alrededor del 70% de todas las enfermedades reproductivas en India están relacionadas por una higiene menstrual negligente, algo que provoca cáncer de útero, infecciones vaginales y un sinfín de dolencias menstruales.

Solo un 12% de los 355 millones de mujeres de India usa compresas higiénicas para su menstruación.

La solución

Sin otras opciones, las mujeres continúan poniendo su salud, su subsistencia y su dignidad en riesgo. Por eso, cuando a los 23 años Suhani Mohan se dio cuenta de un problema del que nadie había hablado antes, no descansó hasta encontrar una solución. “Nunca se me pasó por la imaginación, cuando gastaba 100 rupias (un euro y medio) en compresas al mes, que una mujer, cuya familia entera gana menos de 1000 rupias (15 euros al mes), no puede comprarlas”, cuenta.

Por eso, Suhani y uno de sus compañeros del Instituto Tecnológico de India (ITT) crearon Saral Designs. Su investigación, junto con alumnos del mismo centro educativo, les ha llevado a crear una máquina capaz de producir Active Ultra XL, una compresa con alas ultra fina especialmente diseñada para una protección prolongada.

La máquina, pensada y desarrollada enteramente por la empresa, es capaz de conseguir un producto de alta calidad de forma descentralizada, lo que acorta varias etapas del proceso de distribución, siendo además fácilmente replicables en diferentes geografías.

En este momento, después de tres años de investigación y solo uno con las compresas en circulación, ya han vendido más de un millón de unidades a más de 100.000 mujeres rurales. Lo han logrado gracias a sus sanginis, grupos de trabajadoras sanitarias que constituyen su fuerza de ventas. Su precio es de 35 rupias el paquete de seis (menos de 50 céntimos de euro).

Para atajar el problema del abandono escolar de las niñas, Saral Designs ha creado una máquina expendedora diseñada para ser instalada en los baños de los colegios, aseos públicos y fábricas, proveyendo un entorno seguro de acceso a las compresas.

Suhani no está sola

Cuando Arunachalam Muruganantham descubrió a su mujer escondiendo los trapos sucios que usaba para la higiene menstrual decidió que tenía que crear la compresa perfecta para ella. Intentó hacer una investigación con su esposa, pero tener resultados una vez al mes llevaba demasiado tiempo. Lo intentó luego con mujeres de su entorno, pero fue imposible que hablaran con él del tema. Hasta fabricó un útero que llenaba con sangre de cabra que le proporcionaba un vecino, pero en su pueblo pensaron que le había poseído el demonio.

“Conseguí crear tres máquinas como las que usan los multimillonarios fabricantes de compresas, y ahora cualquier mujer sin educación puede hacerse una”. Arunachalam Muruganantham

Su obsesión le llevó a perder a amigos y familiares, que le llamaban pervertido; tampoco su mujer pudo aguantar la presión social y las habladurías, y le abandonó.

Pero Muruga no se rindió. “Conseguí crear tres máquinas como las que usan los multimillonarios fabricantes de compresas, y ahora cualquier mujer sin educación puede hacerse una”, afirma en una entrevista para Al Jazeera. Al cabo de cinco años y medio, y después de conseguir el primer premio de ITT a la innovación por su máquina, Muruga recibió la llamada de su mujer. Poco a poco, su madre y sus amigos también volvieron.

La máquina manual de Muruga cuesta 950 dólares, y la mayoría de sus clientes son grupos de autoayuda gestionados por mujeres. En estos, muy extendidos en los países en desarrollo, las socias se reúnen para ahorrar juntas, emprender negocios y apoyarse mutuamente. En solo tres días se aprende todo el proceso de fabricación. La máquina, además de proporcionar un producto esencial a un precio asequible, crea empleo en las zonas rurales más pobres.

Cada máquina permite que una media de 3.000 mujeres empiecen a utilizar compresas y emplea a diez en su producción. Generan entre 200 y 250 al día que se venden a 2,5 rupias por unidad (unos tres céntimos de euro). Cada propietaria o propietarias elige la marca que le quiere dar a sus compresas. Be Cool, Relax y Touch Free son algunas.

La mayoría de comerciantes en la India son hombres, así que la distribución se realiza por mujeres puerta a puerta, lo que permite que el producto sea realmente accesible y se compre. La venta directa permite, además, charlar de estos temas, algo clave para las adolescentes.

Muruga asegura que en la India se han creado ya más de 15.000 empleos femeninos y que ha mejorado la vida de miles de mujeres. Yaashree Industries ha vendido más de 1.300 máquinas en 27 estados del país y exporta a siete países, entre ellos Kenia, Nigeria, Mauritania, Filipinas y Bangladesh.

Como dice Muruganantham: “Por las mujeres, para las mujeres y a las mujeres”.

Cada máquina permite que una media de 3.000 mujeres empiecen a utilizar compresas y emplea a diez en su producción.

¿Y después?

Parecería que con una compresa asequible para su uso ya está todo solucionado, pero… ¿qué hacen con las compresas una vez utilizadas? Algo que resulta normal para nosotras, para ellas es otro gran problema.

El acceso a baños en este segmento es muy limitado, y no hay recolección o gestión de basuras en la mayoría de las zonas rulares. Según Shyam Sunder Bedekar, fundador de Vatsayala Foundation, “el problema era tan grave que muchas mujeres hubieran dejado de usar las compresas“. Por eso decidió crear un incinerador que destruyese las compresas usadas.

Este tenía que ser, una vez más, asequible y aceptado en las zonas rurales, por ello decidió hacerlos de terracota. Ha tenido tanto éxito que ya han vendido 1.800 unidades de un modelo al que ha llamado Ashuddhinashak (destructor de impurezas), la mayoría de ellos en escuelas.

Si queremos un mundo más justo e igualitario, todavía en muchos países la clave de la equidad comienza por la higiene menstrual. Las chicas deben sentirse seguras cuando van a la escuela, para que no la dejen y puedan seguir con su desarrollo. Las mujeres tienen que poder estar varias horas fuera sin temor a ensuciarse y seguir adelante con sus negocios y con sus vidas.

Estos inventos están cambiando la vida de miles de mujeres en las zonas más pobres, pero la verdadera “revolución de las compresas”, como se la ha llamado en la India, vendrá cuando se pueda hablar abiertamente del tema tanto con mujeres como con hombres y sea aceptado con orgullo por ambos sexos como un acto natural más, que además es capaz de genera vida. Para esto tendremos que realizar un cambio cultural paulatino. Y no solo en esos países.

Artículo publicado en El País

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