La necesaria transformación profunda de nuestra universidad

Recientemente se han puesto sobre la mesa diversas propuestas para darle una vuelta de tuerca al funcionamiento de los centros de educación superior, con varios objetivos a la vista: flexibilizar sus procesos, adaptarse a las nuevas herramientas formativas que han ido surgiendo y, sobre todo, mejorar la empleabilidad de los jóvenes graduados, que siguen teniendo una salida difícil al mercado laboral.

Las universidades españolas llevan una década reclamando cambios para mejorar, entre otros aspectos, la empleabilidad de los jóvenes españoles, que siguen teniendo una difícil salida hacia el mercado laboral. Lógicamente, aprovechando la llegada de las próximas elecciones generales, diversas instituciones y entidades están lanzando propuestas de renovación, dirigidas a los políticos que conformarán el próximo Parlamento.

Uno de los documentos ha llegado hasta los candidatos de la mano de la Conferencia de Consejos Sociales (CCS) de las universidades españolas. Se trata de un paquete de medidas que miran hacia Europa como espejo en el que reflejarse, y que piden un nuevo modelo de gobierno universitario, homologable a los que existen en el Espacio Europeo de Educación Superior, y una transformación en el sistema de financiación de los centros.

El texto también reclama cambios en los procesos de selección del profesorado; reducir la burocracia de los sistemas de evaluación de la calidad de las universidades, y potenciar los procesos de I+D+i como apuesta estratégica nacional. Por otra parte, se busca impulsar los procesos de internacionalización; y, sobre todo, fortalecer la relación entre empresa y universidad, tan necesaria a veces para propiciar esa salida laboral de los egresados.

Casi al mismo tiempo, la Fundación Cotec para la innovación presentó una campaña transgresora para renovar la educación superior: #ReiniciarLaUni. Una iniciativa abierta a propuestas, basada en experiencias y proyectos piloto de centros españoles, en la que han colaborado medio centenar de representantes del entorno universitario, entre los que se cuentan profesores, estudiantes, rectores, académicos y emprendedores.

Su objetivo principal es el de generar un debate en el que se reflexione, principalmente, sobre las diez medidas propuestas por el grupo de trabajo. En ellas se habla de flexibilidad normativa para aligerar procesos y que cada centro pueda incorporar con agilidad nuevas titulaciones, contenidos y estructuras, con el objetivo de poder responder fácilmente a los cambios sociales y empresariales que se demanden.

El decálogo también apunta la creación de nuevos formatos educativos, como los cursos cortos y de especialización de la Autónoma de Barcelona. De contenidos actuales y de duración breve, ajustados a la urgencia de las demandas sociales y laborales. Según el texto, la combinación del modelo tradicional de ciclo extendido con estos nuevos formatos educativos ofrecería un marco formativo completo que permitiría a las universidades conservar su liderazgo en el marco de la formación continua.

Nuevas experiencias de aprendizaje

El tercer punto habla de educación no formal y autoaprendizaje, inspirado en los movimientos colaborativos Do it yourself (hazlo tú mismo) y Maker (créalo tú mismo), de los que surgieron las impresoras 3D y los robots de bajo coste basados en Arduino, entre otros proyectos. Universidades españolas como la de Alicante, la de Sevilla y la de Deusto ya han buscado cómo promover este tipo de colaboraciones, integrando los procesos educativos universitarios con diferentes contextos formativos, combinados con la capacidad autodidacta cada vez más extendida gracias al uso de Internet y el acceso a la información.

Algo muy unido al sexto y cuarto punto, la creación de comunidades de aprendizaje y el diseño de experiencias de aprendizaje, respectivamente. Con ellos se pretende transformar el actual modelo de transmisión de conocimiento, basado en leer, realizar ejercicios prácticos y entregar trabajos académicos. La propuesta de Cotec apuesta por combinar esto con la aplicación práctica, tecnológica, relación con iguales, contacto con otras instituciones… En definitiva, realizar una planificacion didáctica por proyectos y no por tareas, como ocurre hoy en día.

Otros dos puntos hacen hincapié en la necesidad de buscar nuevos perfiles, tanto de docentes como de alumnos. En el primero de los casos se intenta potenciar la figura del profesor asociado, más ligado al mundo profesional y que se asemeja más a un mentor, que tenga mayores competencias en el entorno tecnológico para que lo digital prime en el aula.

En el caso del alumnado, el decálogo de Cotec propone nuevas fórmulas para que la universidad no solo se focalice en la formación inicial, sino que también desempeñe un papel relevante en el contexto de formación continua que todos necesitamos a lo largo de la vida para reciclarnos.

Se apuesta por un modelo que esté próximo a las necesidades de la sociedad, y se propone que los centros educativos evolucionen en colaboración con todo su entorno: organizaciones sociales, empresas, comunidades y redes. Un punto que debe estar íntimamente ligado a los dos últimos, que ponen el foco en la innovación, para que esta pueda impregnar a la universidad y, a su vez, a los agentes cercanos a ella: empresas, administraciones públicas y ciudadanía, principalmente.

Porque eso es lo que deben ser: centros de conocimiento a nivel interno y de innovación que nos sigan haciendo evolucionar, y no solo un mero generador de títulos de validez burocrática. La mayoría de las universidades en España se han quedado estancadas, no han seguido el ritmo trepidante que van marcando las nuevas tendencias de formación y aprendizaje. Ha llegado la hora de que se adapten.

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