La inversión y el ahorro responsable

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HAZ28 diciembre 2005

Puede resultar obvio, pero, si el uso del dinero tiene un papel clave en el desarrollo de modelos económicos que provocan en la actualidad devastación del medio ambiente y desequilibrios sociales, también puede ser el camino para construir un mundo mejor y en armonía con el entorno. Esta es la base sobre la que se sustenta Triodos Bank y la inversión socialmente responsable, concepto que se puede materializar de múltiples formas, según las necesidades y preferencias del inversor.

A LO LARGO DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS, la inversión ética a través de fondos de inversión ha sido la manera moderna de construir un mundo mejor. No obstante, los defensores de la responsabilidad social, están continuamente buscando nuevas vías de convertir los ideales en realidades. Esto no significa que la inversión responsable a través de fondos sea una aventura fallida; al contrario, muchos de ellos siguen creciendo a ambos lados del Atlántico.

Al tiempo que se producen escándalos bursátiles y los ejemplos de mala gestión financiera se suceden, los fondos éticos, sociales y medioambientales se han posicionado como el sector de mayor crecimiento en la oferta de productos financieros.

En Europa, por ejemplo, este tipo de fondos experimentaron un aumento del 57% entre Junio de 2003 y la misma fecha de 2004, según el Informe sobre Fondos Sociales, Medioambientales y Éticos elaborado por SiRi Company.

OTRO OBSTÁCULO A LA EFECTIVIDAD de estos fondos es el hecho de que las empresas cotizadas, por muy orientadas a la sociedad que estén, deben en todo caso producir excelentes resultados. El movimiento de los fondos éticos se centra en persuadir a las corporaciones para que actúen voluntariamente, pero éstas saben que sus resultados no se pueden ver mermados. Los casos de ENRON, Parmalat, World Com, etc., son significativos en este sentido.

ENRON ganó numerosos premios medioambientales y atrajo inversión de fondos socialmente responsables, sin embargo, la presión ejercida por los mercados dirigida a la obtención de unos determinados resultados, unido a un comportamiento ético muy cuestionable de su equipo de gestión, le llevó a protagonizar el mayor escándalo financiero en muchos años.

POR OTRO LADO, las administraciones toman partido. Desde julio de 2000, la ley británica Trustee Act exige que todos los administradores de fondos de pensiones comuniquen su política en materia de inversión socialmente responsable. La legislación francesa, por su parte, requiere que los fondos de inversión colectiva relacionados con los planes de ahorro salarial e interempresariales, informen sobre sus políticas de inversión socialmente responsable.

SIN EMBARGO, esta necesaria tendencia no es suficiente por sí sola para generar un modelo de crecimiento económico sostenible, puesto que la compra de acciones en bolsa tiene un alto componente especulativo, tiene mucho menos impacto directo que si, por ejemplo, ejercemos nuestro derecho como consumidores comprando productos respetuosos con el medioambiente, o que apoyan y generan un cambio positivo en la sociedad.

LA INVERSIÓN DIRECTA se presenta como otra alternativa real y consolidada en el mundo de la inversión socialmente responsable. Es parte del puzzle en el que unas piezas se complementan con otras para dar un giro positivo a la realidad que nos rodea. Es una posibilidad más de transformación económica y social.

En este sentido, el Grupo Triodos viene desarrollando su actividad desde hace ya un cuarto de siglo, tanto a través del banco – préstamos a empresas y organizaciones con un claro compromiso con el medioambiente, la sociedad y la cultura -, como a través de los distintos fondos y fundaciones que invierten directamente en sectores como el comercio justo, las energías renovables o las entidades de micro-financiación en países en desarrollo.

En total, el Grupo Triodos gestiona más de 1.700 millones de euros y cuenta con unos 100.000 clientes, cifras que crecen año a año, demostrando que la buena gestión empresarial y la rentabilidad económica son totalmente compatibles con la responsabilidad social y medioambiental.

Por Carlos Bendito