Analistas financieros: materialidad no es sostenibilidad

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HAZ13 febrero 2007

En la última reunión anual de seguimiento «Quién se Preocupa Gana» en Zurich, los debates se han centrado en determinar qué aspectos de la Inversión Socialmente Responsable (ISR) son realmente importantes para los negocios y cuáles no lo son. Tras los debates, nos preguntamos si la ya larga lucha por incluir el desarrollo sostenible en la agenda de los inversores está siendo vana.

EL DESARROLLO SOSTENIBLE consiste en elevar el nivel de vida de los pobres del mundo, sin agotar ni destruir el sistema natural. Los productos verdes y socialmente responsables lanzados a raíz del informe Brundtland de 1987 se jactaban de basar sus principios directores en la definición de dicho informe. Pero, ¿se están cumpliendo sus promesas?

LOS PRIMEROS INTENTOS DE ANALIZAR EMPRESAS desde una perspectiva medioambiental y social fueron acogidos con escepticismo o absoluta hostilidad. El hecho de pedir información que no fuera estrictamente estándar y relevante a efectos financieros era considerado casi indecente. Para convencer a la comunidad financiera, los analistas de ISR empezaron a afirmar que la sostenibilidad tiene un impacto positivo en los resultados empresariales. Así, con el tiempo, el sector de inversiones clásicas se convenció de las ventajas económicas de las ISR.

PERO EL NUEVO LENGUAJE DE LA COMUNIDAD ISR se ha apartado mucho de las intenciones originales. La inversión clásica sigue requeriendo que se tengan en cuenta aspectos relativos a sostenibilidad siempre y cuando se pueda considerar que influyen en los resultados empresariales, mientras que la comunidad partidaria de las inversiones sostenibles está abandonando tácitamente toda aspiración de transmitir los demás aspectos de sostenibilidad a las empresas en las que invierten.

ESTA FORMA DE VER LAS COSAS pasa por alto el hecho de que, para la mayoría de bienes a los que se refiere el desarrollo sostenible, simplemente no hay mercado y si lo hay, es sólo incipiente. En consecuencia, las empresas que producen estos bienes públicos tan deseables no pueden vender sus esfuerzos positivos en el mercado.

Así, mientras contaminación o emisiones se mantengan en límites legales, la empresa que haga algo más que sus competidores incurre automáticamente en desventaja de costes respecto a empresas similares que se limitan a cumplir. El argumento de que estos costes se compensarán mediante algún mecanismo milagroso, como menor exposición al riesgo o mejor imagen pública, sigue siendo especulativo.

SI SÓLO TOMAMOS EN SERIO MATERIALIDAD O IMPORTANCIA RELATIVA, todo lo que se necesita es contar con buenos analistas financieros, expertos en analizar lo que es importante.

De hecho éstos tienen en cuenta, por ejemplo, el coste del cumplimiento de normas relativas a emisiones de CO2, o una obligación de provisión para saneamiento de un lugar contaminado mucho antes de que lo diga un analista ISR – pero sólo si es material–. Sin embargo, la materialidad no está relacionada con la sostenibilidad.

Por ejemplo, una tonelada de CO2 emitida en Alemania es bastante más importante para una empresa de servicios públicos europea que para una china, que no está sujeta a tope de emisiones, aunque la consecuencia sea idéntica. Equiparar sostenibilidad con lo que tiene importancia relativa, e incluso peor, deducir que si no es importante no es sostenible, es la peor falacia lógica.

Imaginemos una empresa que tolera el trabajo infantil a gran escala en un remoto pueblo minero del Tercer Mundo. Supongamos que, por cualquier motivo, esto no se sabe en el resto del mundo. ¿Debería traernos sin cuidado por el simple hecho de que no afecta a los resultados empresariales?

A LA COMUNIDAD ISR LE DECIMOS: vuelva a sus raíces. Evalúe y clasifique las empresas teniendo en cuenta si realmente aportan más sostenibilidad que otras similares e invierta en ellas. Intente influir en las malas y mantener a las buenas en el camino correcto. Participe en un diálogo abierto y constructivo, ejerciendo sus derechos de voto con el fin de alinear las estrategias a largo plazo con los principios de desarrollo sostenible.

Esto es especialmente cierto para inversores globales diversificados, como fondos de pensiones, que por razones técnicas están obligados a replicar el mercado con una parte sustancial de sus activos.

EN RESUMEN, creemos que es inaceptable presentar a los inversores como algo auténtico una seudo-sostenibilidad diluida mediante materialidad. Proporcionar verdadera sostenibilidad es respetar los intereses y las preferencias de los clientes y eso, insistimos, es lo único que al final es realmente importante.

Por Christoph Butz y Stephen Barber