El manifiesto carmesí

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HAZ23 diciembre 2007

Recientemente se ha publicado en los medios un texto con el singular título de «Manifiesto por la responsabilidad de las empresas». Sin entrar a fondo en el contenido del mismo, sí vale la pena preguntarse sobre la oportunidad e intención de esta iniciativa.

¿Por qué un manifiesto?, y ¿por qué un manifiesto «por la responsabilidad social de la empresa»? Un manifiesto es una declaración de principios hecha pública con el fin de influir en el contexto vigente, ya sea en el terreno político, social o artístico. El género de los manifiestos se suele dividir en dos categorías principales: el «manifiesto de imposición», elaborado por los que están en el poder con el fin de conservar un «status quo», que se siente amenazado, y el «manifiesto de oposición», que, por el contrario, supone una toma de posición contra los vigentes valores del «establishment».

¿Estamos ante un manifiesto de imposición o de oposición? La pregunta tiene su interés, pues si nos encontrásemos en el primer caso, con lo que nos enfrentamos sería con un colectivo que se siente amenazado y tiene temor a perder determinados privilegios. Si, por el contrario, se tratara del segundo, entonces, más bien, nos las veríamos con un «grupo de vanguardia», que con su discurso nos anuncia la ruptura violenta con el «canon» tradicional, y la emergencia de unos nuevos valores.

Los autores, claro está, no nos revelan sus intenciones. Uno intuye que les gustaría formar parte del segundo grupo, pero un examen más detenido nos revela que, en realidad, forman parte del primero.

Para empezar, las seis firmas forman parte del «establishment», todos ocupan puestos de responsabilidad en grandes empresas, en la universidad, en la política o en los medios de comunicación.

Son personas conocidas en el sector, profesionales que participan habitualmente en los foros sobre responsabilidad social empresarial. Es más: se ganan profesionalmente el pan con la RSE.

En la introducción, hacen un canto al pluralismo, declaran que su propuesta no tiene intencionalidad política (tema muy discutible, pues: ¿hay algún manifiesto que no lo tenga?), y que lo único que les mueve es la coincidencia en concebir «la importancia de la RSE para formar un mundo más justo, socialmente más cohesionado y ecológicamente más sostenible». Un anhelo ciertamente hermoso, pero poco operativo, más próximo al ideario «hippy» que al mundo real de la empresa.

El texto continúa con ocho afirmaciones, lo suficientemente vagas y heterogéneas como para que cualquier persona pueda encontrar acomodo en las mismas. Adolece de los defectos propios de cualquier texto «consensuado», quiere ganar tantas voluntades y ser tan «políticamente correcto» (una razón más para incluirlo en la categoría de los manifiestos de imposición) que al final no dice nada.

El texto, por último, termina con tres propuestas en las que los autores se comprometen a seguir debatiendo y proponiendo iniciativas; aunque como ya hemos mencionado, todos ellos «viven» precisamente de hacer eso. ¿Por qué un manifiesto? ¿Es qué se sienten amenazados?