La muerte del papel y la “verdad digital”

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Esther Barrio26 septiembre 2012

Para los nostálgicos del papel cuesta desechar la idea de desayunar mientras se escucha el crujir del pasar las páginas del periódico, viajar en metro sin buscar algún ejemplar para reciclar su lectura o guardar recortes de las noticias más relevantes, las más curiosas o las de tu equipo favorito para los coleccionistas.

Pero lo cierto es que la suavidad de la pantalla de un iPad, la practicidad de informarse a través del móvil o la permanente actualización en la que nos encontramos todos delante de un ordenador están desbancando al estático papel. De nada sirve agarrarse al pasado porque no deja avanzar al futuro, pero el futuro tiene que seguir haciendo periodismo. No vale con parecerlo.

No podemos ni debemos hacer nada contra el cierre de cabeceras en su versión en papel, siempre que se transfiera su buen hacer a otra plataforma. El problema no es el fin del papel, sino el fin del periodismo. Estamos hartos de ver medios escritos que echan el cierre y pretenden mantener su marca vía web con un equipo que tan solo tiene permiso para subir como robots notas de prensa, teletipos o comunicados.

Cuantos más mejor, cantidad frente a calidad. Dando carpetazo al periodismo de investigación, a la crónica y la entrevista, al análisis y la opinión siempre que no vengan encorsetados, listos para publicar.

¿Alguien se puede creer que un diario digital con menos de diez trabajadores puede cubrir la actualidad de todo un país (y más allá) de manera rigurosa, contrastada y verosímil? Así se publican con demasiada frecuencia noticias cuya fuente fidedigna es un rumor, una llamada de teléfono de un desconocido, un «creo que» o la propia y potente red; un usuario de Twitter que mata a Carlos Larrañaga o José Luis Uribarri antes de tiempo y ve multiplicado por mil su ego por cada uno de los principales diarios digitales que recogen «su verdad».

Es probable que los distintos ERE y recortes de plantillas salven varios ejercicios económicos de las empresas editoras, igual hasta pueden alargar su cierre un par de años, pero lo que es insalvable es el descrédito que están provocando en los medios de comunicación.

Normal que los usuarios crean cada día más en las redes sociales, ¡si se han convertido en las fuentes de los «medios serios»! ¡Si lo que se encuentra aquí, se halla también en el otro lado!

Cuando uno se lanza a emprender un negocio, ya sea de pinturas, de coches o textiles, no puede hacerlo sin normas, unas las establece la ley y otras la propia ética o la responsabilidad social. Los medios de comunicación no son una excepción.

Los informes de sostenibilidad de los distintos grupos editoriales se hartan de vanagloriarse sobre sus bajas emisiones de CO2 haciendo caso omiso a lo que es su propia y más importante responsabilidad social, lo que guarda el secreto de la credibilidad que les da entidad: los contenidos.

Unos contenidos que según el Código Deontológico de la profesión periodística de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) deben respetar la verdad, y cuyos artífices deben «informar solo sobre hechos de los cuales conocen su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como no publicar material informativo falso, engañoso o deformado». Unos contenidos que van más allá del corta-pega en que se están convirtiendo los periódicos digitales.

No lamentemos la pérdida del papel, lloremos el fin del periodismo, porque entre diez periodistas de oficina no se abarca la información, tal y como se entiende en el código deontológico, del mundo entero. Solo basta una ojeada a la infografía Malas noticias para la prensa escrita para darse cuenta del desolador panorama que presenta el periodismo en España.

¿Por qué no dejan de escudarse los grupos editores en el cambio de paradigma, en la transformación del comportamiento de los lectores? ¿Por qué no se apuesta por el periodismo digital, tal y como se debería entender el periodismo? No vale resguardarse bajo el paraguas de la crisis, porque el ciudadano tiene derecho a «recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión» (Art. 20 de la Constitución Española) y el deber de todo aquel que posee un medio de comunicación, no un negocio de pinturas, coches o textil, es ofrecerlo.

Comentarios

  1. Acertada crónica de la situación actual del periodismo, sin embargo creo que se.debería profundizar más en la relación entre el periodismo digital y la baja calidad de los medios online. La falta de ingresos de estos medios electrónicos, representados únicamente por la publicidad online, hace que se haya abierto una puerta al amateurismo y a la búsqueda del amarillismo y la portada fácil en la página principal dejado de lado la veracidad de las informaciones.
    Así, es posible una prensa online veraz, de calidad y rentable? O como no pagamos por ella tenemos que conformarnos con medios que no premien la calidad sobre los clicks en su web?
    Igualmente el auge de esos medios restan lectores y compradores a la prensa tradicional, convirtiendo a los pocos medios que quedan en dependientes de subvenciones estatales y pactos comerciales para asegurar su rentabilidad o, en mas ocasiones de las deseadas, su supervivencia minando su independencia, objetividad y espíritu crítico.
    Por ello, queda espacio en el entorno de medios actual para el periodismo crítico de calidad? Yo espero que si, aunque todos los días la actualidad me demuestre lo contrario.