Real Patronato del Museo del Prado y Ministerio de Cultura

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HAZ4 marzo 2013

Por la falta de políticas y procesos de selección y sucesión rigurosos, objetivos y transparentes en relación con el nombramiento del presidente del Real Patronato del Museo del Prado

A finales del pasado año 2012 fuimos testigos del triste espectáculo relacionado con la sucesión del presidente del Real Patronato del Museo del Prado. Cuando el mandato del presidente Plácido Arango expiró, comenzaron las especulaciones sobre su sucesor. El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, decidió que el mejor candidato era el antiguo político de UCD José Pedro Pérez-Llorca.

Que el museo más emblemático de España no cuente a estas alturas con un proceso de selección transparente y objetivo para la designación de su presidente es algo difícil de entender. El nombramiento del presidente del patronato de un museo constituye una de las decisiones más críticas de su órgano de gobierno. La relevancia de esta decisión es tan importante que los grandes museos suelen encomendarla a una comisión especial (Comisión de Nombramientos), cuya función consiste en proponer al pleno del patronato los criterios y el proceso de selección del futuro presidente.

La propuesta, búsqueda y selección de los candidatos debe responder a un proceso transparente, objetivo y riguroso, evitando cualquier interferencia política.

Un buen ejemplo lo constituyen los presidentes de los boards of trustees de los museos británicos, ninguno de los cuales está nombrado por el ministro de Cultura. No ocurre así en España. La mayoría de los miembros del patronato actual del Prado ocupan o han ocupado cargos políticos. De un total de 37 vocales del patronato, 16 vocales lo son por razón del cargo (funcionarios de ministerios, ayuntamientos, comunidades autónomas o instituciones públicas) y siete han ocupado importantes cargos políticos.

Únicamente seis han sido nombrados por su contribución económica al museo. Esta situación es irracional e insostenible. Una de las características más interesantes de la gestión cultural en el Reino Unido es el principio de arms’s lenght, en virtud del cual las instituciones no sufren la interferencia del poder político y gozan de enorme autonomía en su gestión.

¿Cuántos políticos forman parte del patronato del British Museum, de la National Gallery, del Victoria & Albert Museum o de la Tate Modern? ¡Ninguno!

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