¿Co-creamos el futuro?

Del 5 al 10 de mayo de 2014 tuvo lugar Fest-Up! The Barcelona Start-up festival, un encuentro de emprendedores patrocinado por grandes empresas así como entidades públicas y privadas del calibre de Mobile World Capital Barcelona, BS-Startup, Ayuntamiento de Barcelona y Movistar, entre otras.

Dentro del marco de actividades desarrolladas, que incluían desde sesiones de formación y de trabajo, hasta encuentros de speed-consulting y networking, el 8 de mayo tuvo lugar una actividad muy interesante a la que pude asistir. Se trata de una Sharing Economy Dinner o lo que es lo mismo, una cena de economía colaborativa organizada por tres de las plataformas más reconocidas: Swapsee, Eatwith y Ouishare.

Antes de compartir la experiencia, parece oportuno aclarar conceptos. Por supuesto, la noción de start-up está clara: todos los días nos llegan noticias relacionadas con el fomento del emprendimiento y la creación de empresas como una forma de reactivar la economía en Europa y Norteamérica. Y ¿qué es la economía colaborativa?

También conocida como economía del bien común, nueva economía o la economía del compartir es un modelo económico propuesto por el profesor austríaco Christian Felber que sugiere basar las interacciones de los diferentes actores socioeconómicos en un modelo colaborativo frente al modelo competitivo vigente. Ese modelo colaborativo da lugar, entre otras cosas, a un consumo colaborativo, concepto acuñado por Rachel Botsman en el libro del que es co-autora What’s Mine is (Y)Ours.

Si bien las reglas de esta nueva economía aún se están definiendo, lo cierto es que la tecnología, una vez más, ha servido de facilitadora para interacciones en el mundo online simplemente mediante el acceso a plataformas que conectan a ciudadanos con otros ciudadanos en cualquier país del mundo. Y en mi opinión, este es el cambio fundamental.

Se trata de un cambio tan importante que ha trascendido el mundo online y se materializa con experiencias y conexiones en el mundo offline. No hay normas ni reglas predefinidas más que la necesidad de mantener una reputación que haga a cada persona digna de confianza para los demás ciudadanos.

Ese nuevo actor de la economía del siglo XXI, el ciudadano, está alterando el funcionamiento de sectores como el de la hostelería y el transporte. Plataformas como Airbnb y Coachsurfing (en lo que respecta al alojamiento en casas de particulares en otras ciudades), Eatwith (como alternativa a restaurantes), BlaBlaCar y SocialCar (en cuanto a movilidad y alquiler de coches) sólo por mencionar algunas, así como organizaciones como Ouishare están facilitando el acceso de los ciudadanos a conocimiento y a la utilización de recursos excedentes de otros ciudadanos, gobiernos y empresas como alternativa frente a un consumo privativo de bienes o servicios que es insuficiente en unos casos, y puntual en otros. De ahí la famosa frase que lo ilustra “¿para qué voy a comprar un taladro si mi vecino tiene uno?”.

En la actualidad es el propio ciudadano el que está participando de los mercados en un diálogo más directo que impacta también en la forma de innovar que cada vez es más abierta en beneficio de todos.

En una actividad liderada por Marta Mariné de Swapsee (la plataforma fundada por Jan-Willem Bode que permite el intercambio de talento por talento) y antes de comenzar la cena, se propuso a los participantes -emprendedores y empresarios de diferentes sectores y nacionalidades-, compartir conocimiento e ideas para encontrar soluciones a desafíos concretos de negocio para dos start-ups de la sharing economy. Y precisamente ese fue el objeto de la cena a la que asistí.

Los protagonistas: Juanjo, co-fundador de Knok (una iniciativa para viajar en familia) y Ayham, fundador de Cabmix (una APP que permite compartir taxis con origen en los aeropuertos de diferentes ciudades).

El resultado: un fluido intercambio de ideas de los participantes, algunas de ellas interesantes, en las que Juanjo y Ayham tendrán que profundizar. Las aportaciones incluyeron desde experiencias como usuario, hasta ideas para incrementar la participación y difusión. Todo esto en español y en inglés, la mayoría de las personas contribuyeron con una visión alternativa e incremental sobre las ideas de los demás.

Creo importante reflexionar sobre que la mejora sea incremental y sobre el idioma, porque al fin y al cabo, más allá de “likes”, en un mundo interconectado se hace imprescindible manejar un código de lenguaje común. Esta cena es sólo una evidencia más de que estamos en la era de la co-creación. El prefijo “co” puede ponerse a casi todos los verbos que se utilizan en la nueva economía.

En mi opinión, el ciudadano ya no se queda sentado esperando a que lleguen los cambios: se ha dado cuenta de que puede hacer algo más.

Ya sea desde la situación que ocupa dentro de las empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, o como ciudadano en coordinación con otros: ha decidido sumarse a construir el cambio y ser un agente más que comparte la responsabilidad junto con el resto de actores. En el pasado, el ciudadano sólo se manifestaba premiando o castigando con el voto (a los gobiernos) y con la decisión de compra (a las empresas), y se afiliaba a ONG que lucharan por el cambio que era acorde con sus valores.

Hoy en el siglo XXI, para el ciudadano, las empresas y el gobierno ya no son héroes o villanos que vendrán a salvarlo o a hacer que sufra. Empresas y gobiernos son agentes que requieren de su participación más activa.

Algunas ciudades de Estados Unidos se han dado cuenta de la importancia que tiene todo esto, y no se limitan a hablar de una economía del compartir basada en el intercambio de bienes y servicios sino que hablan de la creación de valor entre ciudadanos.

Alcaldes de ciudades como Nueva York y San Francisco firmaron en 2013 una resolución que reconoce la relevancia del papel del ciudadano y su involucración más directa junto con el resto de grupos de interés (sector público y privado) en la regulación y utilización de los recursos y activos públicos.

Hoy más que nunca es necesario un diálogo entre todos los actores. Plataformas como Ouishare –y concretamente en Cataluña- posibilitan que fundadores de empresas basadas en la economía colaborativa se sienten a hablar con representantes de la Agencia Tributaria y de la Seguridad Social para pensar conjuntamente las nuevas reglas del juego.

¿Co-creamos el futuro?

@mmasulli

Comentarios

  1. Excelente el articulo, como ciudadana, me ayudará a participar y comprometerme en el mundo dinámico de la económia.Puesto que la economia rige nuestra vida, es casi como la salud, bien dirigida nos permite disfrutar de todo lo que pretendemos hacer y gozar de los logros obtenidos y nos dignifica como personas por el compromiso que asumimos.