¿Concienciados con el producto de proximidad?

Como consecuencia de la tan mentada situación económica y social, el ciudadano ha adquirido un nivel mayor de conciencia y responsabilidad en lo que respecta a sus hábitos de consumo.

Al enfrentarse a una decisión de compra ya no solo mira el factor precio. Desde hace relativamente poco tiempo, una gran parte de ciudadanos a nivel global ha incorporado un nuevo criterio: la proximidad geográfica. ¿Por qué? ¿Acaso decir que un producto es de origen local o nacional aporta mayores garantías? ¿Simplemente está de moda?

Como en todo, las razones más importantes para el consumo de productos locales tienen que ver con aspectos racionales y emocionales.

En lo que respecta a aspectos racionales, está claro que comprando productos locales se espera un retorno en la inversión y el gasto local que impacta de manera directa en la creación de empleo y la consecuente dinamización de la economía ya que los hogares, al tener ingresos, pueden acceder al consumo.

Adicionalmente, se reduce el impacto medioambiental por una menor distancia entre el origen de los productos recogidos directamente donde el productor hasta el punto de venta, y también se reduce la necesidad de almacenaje en cámaras frigoríficas en el caso de productos frescos que muchas veces deben recorrer centenares o miles de kilómetros sin interrumpir la cadena de frío. Esto último también repercute de manera directa en la salud puesto que se necesitan menos conservantes.

En cuanto a los aspectos emocionales -y no consigo decidir si para mí éste es el primer factor de decisión para un ciudadano probablemente de manera inconsciente-, los productos tienen una historia y una trazabilidad. La cercanía, la posibilidad de interactuar con quien produce o fabrica un producto añade un valor especial. Esta tendencia puede apreciarse fácilmente en los vegetales.

En la sección dedicada a frutas y verduras, grandes cadenas de supermercados nos presentan a pongamos por caso, Juan: el agricultor que cultivó los tomates que estás escogiendo a menos de 50 kilómetros de tu casa. Es probable que no conozcas a Juan, pero ya le pones cara y sabes que el producto es más fresco que si hubiera viajado cientos de kilómetros. Y además Juan sonríe al lado de sus tomates, agradeciendo tu opción.

Esta oportunidad de comprar local hay que agradecérsela a los distribuidores. Para el desarrollo y el arraigo de esta tendencia el compromiso de los grandes actores del mercado es determinante.

Carrefour, uno de los pioneros en este campo, en 2012 ya realizaba casi el 97% de sus compras a empresas españolas. Lo mismo sucede con el Grupo Eroski que apuesta por los proveedores del entorno especialmente en productos frescos, con su política “por ser de aquí”. Mercadona, por su parte, está incrementando la contratación con empresas locales.

Y a nivel internacional, uno de los líderes de este cambio es WholeFoods Market que, además de seleccionar productos de proximidad, apoya financieramente a productores mediante pequeños préstamos a un tipo de interés bajo.

Este compromiso de grandes empresas y de ciudadanos me lleva a otra tendencia que encabeza la lista de aspectos emocionales. Se trata del consumo libre de culpa.

Los ciudadanos quieren comprar reduciendo al mínimo las preocupaciones con respecto al impacto negativo que su selección de productos o servicios pueda implicar. Por ello está cada vez más informado acerca de cuáles son las mejores opciones en términos de ética y derechos humanos, en términos de sostenibilidad.

En un entorno macroeconómico como el actual en el que el gasto está controlado, la selección de una marca para el consumo del ciudadano es prácticamente un premio para las empresas que lo están haciendo mejor, para las empresas que devuelven parte de ese esfuerzo a la economía local.

Un buen ejemplo puede encontrarse el sector textil. Nos llegan constantemente noticias de niños trabajadores, de personas contratadas como mano de obra con un trato similar a la esclavitud, de derrumbes de fábricas cuyos obreros pierden la vida por falta de acondicionamiento del espacio de trabajo…

adolfodominguezPor ello, cada vez más empresas se suman a compromisos y certificaciones como por ejemplo Made in Green por parte de Mango, o Green Me la línea de complementos veganos de Adolfo Dominguez, o, a nivel internacional, uno de los ejemplos que más está dando que hablar: H&M con su colección Conscious.

En este momento creo necesario llevar la reflexión nuevamente al punto de partida. Esperamos de las grandes empresas que actúen con responsabilidad social, ocupándose de su impacto de manera integral.

Esa es sólo una parte del todo. A nivel individual somos responsables de ejercer nuestro derecho a estar informados y a comprar productos y servicios que van de la mano con nuestros valores, de manera consciente.

La trazabilidad y la capacidad de acceder a información que nos da la tecnología hacen que tengamos la posibilidad de influir en las empresas cuyos productos y servicios adquirimos.

Este es el gran cambio de la nueva economía: se ha establecido un diálogo directo entre empresas y ciudadanos (bien sea a través de las redes sociales y, en el caso de no manifestarnos, mediante nuestros actos, directamente con la opción de compra).

Les invito a reflexionar sobre el rol que tenemos los ciudadanos en este nuevo paradigma, y a que miren, además del resto de atributos, el origen de los productos que compran. 

@mmasulli

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