Fundación Microfinanzas BBVA: una decisión valiente

Hace un par de semanas publicamos una noticia que, probablemente, sólo captaría la atención de los especialistas en el mundo de las microfinanzas. Se trata del nombramiento de Claudio González-Vega como nuevo presidente de la Fundación Microfinanzas BBVA.

Conocí a Claudio González-Vega hace quince años. En aquellas fechas era, y sigue siendo, uno de los principales expertos mundiales en microfinanzas. Siendo el director del Programa Finanzas Rurales de la Universidad Estatal de Ohio le invitamos desde la Fundación Codespa a impartir los primeros cursos sobre microfinanzas en España.

Era el año 1998 y, por aquel entonces, nadie hablaba de estos temas y la idea de constituir una fundación dedicada a impulsar las microfinanzas ni siquiera rondaba la cabeza de las mentes más adelantadas del BBVA.

En el año 2000 tuve el privilegio de volver a escucharle en el Microfinance Training Program, un programa internacional de tres semanas intensivas que se impartía en Boulder Colorado, organizado por la CGAP. Todavía conservo la enorme fotografía en la que salimos los más de 120 participantes de más de 70 nacionalidades.

Difícilmente la Fundación Microfinanzas BBVA podría haber encontrado un candidato más idóneo para ocupar la presidencia. Pero lo que me interesa resaltar no es tanto las cualidades de Claudio González-Vega, que son bien conocidas, sino la valentía de la Fundación al dar este paso.

Ciertamente se necesitan grandes dosis de valentía y confianza para nombrar como presidente de una fundación corporativa a una persona externa e independiente a la empresa fundadora. Ninguna de las fundaciones corporativas de las empresas del Ibex 35 tiene, actualmente, como presidente a un externo.

Alguien podría matizar está afirmación recordando que el presidente de la Fundación Iberdrola es Manuel Marín. Es cierto, pero según los estatutos de la Fundación Iberdrola (artículo 12), el presidente de la compañía tendrá siempre la condición de patrono fundador y, además, todos los patronos son propuestos por el Grupo Iberdrola (consejo de administración de Iberdrola).

Además, se da la circunstancia de que la Fundación Iberdrola depende directamente de la comisión de responsabilidad social del consejo de administración y firma anualmente un convenio marco con la empresa en el que se detallan las actividades a realizar. No hay nada malo en ello, pero es difícil pensar en más mecanismos formales de control que los que existen actualmente entre la Fundación Iberdrola y el Grupo Iberdrola.

Pero el hecho de que el presidente sea un externo-independiente no es el único elemento que refuerza la autonomía de la Fundación. El patronato de la Fundación Microfinanzas BBVA cuenta con una mayoría de patronos externos. En el sector fundacional no existe un criterio tan claro como en el sector empresarial para distinguir y clasificar a los patronos (consejeros). El criterio fundamental de distinción sería la relación o vínculos (presentes o pasados) con la empresa fundadora.

Además de Claudio González-Vega, Gonzalo Gil García (ex subgobernador del Banco de España) y Nancy Barry (ex presidenta del Banco Mundial de la Mujer), patronos de la Fundación, pueden considerarse totalmente independientes pues no mantienen ni han mantenido ningún vínculo con la empresa fundadora.

Sin embargo, ni Tomás Alfaro ni Susana Rodríguez Vidarte gozan del carácter de independientes, pues, aunque no formen parte de los directivos del Grupo BBVA, si son miembros del consejo de administración del Grupo. Tampoco puede tener la condición de patronos independiente José Barreiro, pues, si bien dejó las responsabilidades ejecutivas en el BBVA en el año 2012, sigue prestando funciones de asesoramiento y representación.

Hay otro elemento importante que refuerza aun más la independencia de la Fundación Microfinanzas BBVA respecto del Grupo BBVA. Se trata de la dotación fundacional de 200 millones de euros que otorgó el Grupo BBVA para la constitución de la Fundación. Esa decisión otorga una gran libertad a la Fundación pues, a diferencia de la mayoría de las fundaciones corporativas existentes, no tiene que negociar anualmente el presupuesto con la empresa fundadora al financiarse, principalmente, con los rendimientos de esa dotación inicial.

A la vista de esta situación algunos pueden pensar que, tanta autonomía en la composición del órgano de gobierno y en la configuración del modelo de financiación (dos de los principales elementos de control de una fundación), constituye un riesgo excesivo para la empresa fundadora. Los hechos, sin embargo, confirman lo contrario.

Probablemente no exista una fundación corporativa tan alineada estratégicamente con su empresa fundadora como la Fundación Microfinanzas BBVA. ¿De qué depende entonces el encaje estratégico entre una fundación corporativa y su empresa fundadora? Depende, fundamentalmente, de tres ingredientes: la consistencia de la misión, la vinculación de las actividades de la fundación con el negocio de la empresa fundadora y los resultados.

Estos tres elementos están muy presentes. La Fundación Microfinanzas BBVA tiene una misión explícitamente formulada y muy clara: “Impulsar el desarrollo económico y social sostenible e inclusivo de las personas más desfavorecidas de la sociedad mediante las finanzas productivas responsables”. En la declaración de la misión el elemento más importante es el concepto de “finanzas productivas responsables”, noción que la Fundación tiene muy perfilada.

La vinculación de las actividades de la Fundación con el negocio de la empresa fundadora no puede ser mayor: el desarrollo de las microfinanzas. Por último, la Fundación  publica un Informe de Desempeño que da cuenta de los resultados anuales.

Como hemos señalado en otra ocasión: “Cuando el aporte de la fundación a la sociedad es claro, no suele haber discusiones sobre competencias y fronteras entre la empresa y su fundación. Las dudas y los conflictos suelen surgir cuando la contribución de la fundación no es clara y los directivos de la empresa piensan que existen otras alternativas más eficaces para conseguir iguales o mejores resultados».

«Esa tensión, enormemente positiva si se sabe gestionar, solo es fecunda cuando la fundación muestra con claridad tanto los beneficios externos que genera a la sociedad, como los beneficios internos para la propia empresa. Los dos son necesarios. Sin beneficios externos para la sociedad la fundación se convierte en un simple instrumento para maximizar las utilidades a corto de la empresa. Sin beneficios internos para la compañía la fundación termina perdiendo el compromiso y apoyo de la empresa.” (Vid. Fundaciones empresariales: Entre la independencia y la integración).

Este modelo de relación contrasta, sin embargo, con el que el Grupo BBVA mantiene con otra de sus fundaciones: la Fundación BBVA. En este caso nos encontramos con una Fundación cuyos miembros del patronato coinciden punto por punto con los miembros del consejo de administración del Grupo BBVA. No hay en el patronato ningún patrono externo o independiente, contrariamente a las prácticas de buen gobierno.

La posible excusa de que la Fundación cuenta con un consejo asesor integrado por externos no tiene validez alguna, pues los consejos asesores son órganos consultivos no de gobierno. El presidente de la Fundación BBVA es el presidente del Grupo BBVA: Francisco Gonzalez.

La Fundación BBVA, a diferencia de su hermana, la Fundación Microfinanzas BBVA, no ha contado con una dotación patrimonial importante en el momento de su constitución, sino que se financia anualmente con el presupuesto que le aprueba el Grupo BBVA.

Como podemos ver los controles formales del Grupo BBVA sobre la Fundación BBVA no pueden ser mayores y, sin embargo, su alineamiento estratégico es, prácticamente, inexistente. Las actividades de la Fundación BBVA son un conjunto de intervenciones inconexas y dispersas cuyo impacto, tanto a favor de la sociedad como del Grupo, es muy cuestionable.

Así, no puede resultas extraño que la Fundación BBVA no presente, a diferencia de su hermana, un informe de impacto (Informe de Desempeño) y se tenga que limitar a la tradicional y obsoleta Memoria Anual de actividades.

La pregunta que a estas alturas quizás se haga mucha gente es ¿cómo pueden convivir en el mismo Grupo dos modelos de Fundación tan opuestos? La respuesta la dejaremos para otra ocasión.

 

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