Voluntarios que mueven el mundo

Cerca de un millón de personas dedican parte de su tiempo libre a realizar acciones de voluntariado en España. Una dedicación que no está remunerada con dinero, pero que motiva, en ocasiones, más que un trabajo al uso. En un momento en el que el voluntariado corporativo está en auge analizamos las razones por las que se hace voluntariado y extraemos aprendizajes para las empresas que quieran apostar por él.

María sale del trabajo con el tiempo justo para recoger a su hija. Merienda rápida y a inglés. La espera en una cafetería cercana, y aprovecha los minutos para revisar el correo, y acabar algunas cosas pendientes del trabajo. Recoge a la niña y pasa un rato en familia: baño, cena, charla, juegos, deberes. Pero todavía tiene unos minutos antes de irse a la cama para recoger las últimas noticias de la semana para el dossier de prensa de su fundación; buscar algunos artículos interesantes para la carrera benéfica que están preparando, y repasar si hay alguna necesidad en el buzón de atención de recursos humanos que atiende desde hace unos meses.

Andrea apura el café, mientras repasa el informe de su próxima paciente. Una situación complicada, como las que ve cada lunes: mujer, extranjera, sola, con cargas familiares, sin trabajo. Difícil dar apoyo psicosocial en estas situaciones para que la persona no se venga abajo. Pero tiene que ser así, es su trabajo, hay que sacar fuerzas para seguir luchando.

Eduardo y Manolo aprovechan la tranquilidad de las mañanas, sin los niños por medio, y antes de que clientes llamen con problemas técnicos sobre la web o el servidor, para adelantar faena. La nueva web tiene que estar lista para la campaña, y hay muchos retoques de diseño y funcionalidad que hacer, a ver si por fin conseguimos nuevos socios a través de una web que transmita la grandiosidad del proyecto para el que trabajan. ¡Tiene que ser perfecta!

Son parte del equipo de comunicación de la organización y comparten además varias cosas: trabajan desde casa como freelance y son padres de una parejita de niños maravillosos cada uno, que les ocupa gran parte de su tiempo.

Evangelina lleva 10 horas en carretera presentando ofertas comerciales. El trabajo de comercial ya se sabe… ¡Y el de mamá también! Al llegar a casa dedica todo su tiempo y energía a su familia. Conciliar nunca fue fácil, hay que sacar energía. Pero antes de acostarse no puede remediarlo… Y busca buenas noticias para dejar programadas las redes sociales de toda la semana.

Estos son pequeños fragmentos de jornadas laborales de personas muy distintas entre ellas, que hace unos años no tenía nada en común. Pero hoy sí lo tienen: todas son personas voluntarias de la misma organización, la Fundación Novaterra. Son sólo cinco retales de vidas de las casi 70 personas que dedican su tiempo, su conocimiento, y lo que es más importante, su ilusión, pasión y solidaridad cada día para que el proyecto vaya adelante.

¿Qué mueve a estas personas a sacar tiempo de sus apretadas jornadas y responsabilidades para trabajar gratis para una organización social? ¿Qué hace que un numeroso grupo de personas, una vez llegada la edad de jubilación, trabajen con todavía más empeño en causas sociales? ¿Qué mueve a cantidad de jóvenes a cambiar los videojuegos y la marcha por hacer de este un mundo mejor?

Hay más remuneración que el dinero

¿Qué «remuneración» perciben? Esto claro que dinero no, pero nadie hace nada porque sí, sin obtener algo a cambio. La reflexión cobra importancia en empresas preocupadas por la motivación de sus plantillas, porque si queremos trabajadores comprometidos, con pasión y vocación por lo que hacen, quizá las claves estén en el voluntariado, en por qué la gente trabaja de forma altruista, cuando se presupone que la principal razón de trabajar es ganar dinero, y digo se presupone, porque tengo mis dudas al respecto…

En torno a un millón de personas realizan voluntariado en España. Un millón de personas movidas por muy distintas razones: una de nuestras voluntarias más jóvenes, Sandra, me contaba el otro día que “inicialmente pensé en hacer voluntariado para adquirir experiencia en lo que me gusta y que no cayera en saco roto mi formación, es decir, que le sirviera a alguien. Pero con el tiempo eso ya no me hace falta porque tengo bastantes trabajos con los que practicar, por lo que ahora lo hago porque en este tiempo he podido conocer Novaterra y pienso que se lo merece”.

“Soy una persona que no puede con la injusticia, y no es un decir: la gran mayoría de veces que lloro es de rabia, y esa rabia suele venir por algo que me parece injusto. Me parece que lo que hace Novaterra es, de alguna manera, impartir justicia, y es algo de lo que te das cuenta cuando conoces la Fundación”, continúa.

“Me encantaría ayudar patrocinando viajes a la dignidad, comprando 20.000 flores de pascua solidarias… Pero cuando no tienes dinero ni para ti, lo único que puedes hacer es dar tu trabajo. Además, cada vez creo más que, aunque dar dinero ayuda mucho, es mucho más personal y cercano el voluntariado. Te mantiene con los pies en la tierra sobre lo que ocurre a tu alrededor”, concluye.

Andrea, una profesional con años de experiencia me decía: «Soy voluntaria porque me gusta ofrecer parte de mi tiempo y mi profesión a personas con dificultades, en tanto soy partícipe de ofrecerles oportunidades mejores a ellas y a sus familias. La vida es generosa conmigo, y es ayudando a otros como yo lo agradezco. Hay personas que tienen una vida más difícil y menos capacidad de acceso a ciertos servicios y beneficios, y yo puedo hacerles el acceso un poquito más fácil”.

Para Andrea “ser voluntaria me reconforta, porque veo que mi labor profesional y mi empeño pueden tener una utilidad a nivel social. Y a nivel personal me brinda la posibilidad de desplegar la ayuda desinteresada a otros, canalizando un aspecto solidario que siempre he tenido y ha cuajado y crecido gracias al voluntariado”.

Pero si alguna de las razones de hacer voluntariado me conmovió es la que me contó María: “Empecé haciendo voluntariado por otras razones que ya se han dicho, pero ahora, pasado un tiempo, me doy cuenta que una de las cosas más importantes es que soy un buen ejemplo para mi hija, que presume de que su mami es voluntaria en Novaterra con una enorme naturalidad”.

“Me doy  cuenta de que algo en lo que en principio no había reparado hoy es muy importante: transmitir estos valores a mi hija con el ejemplo se ha convertido en algo muy valioso de mi labor como voluntaria”, concluye.

Sentirse reconocido, valorado, mejorar profesionalmente, servir de ejemplo, combatir la injusticia, ser generoso, agradecer la propia situación con personas que lo tienen más difícil, sentirse útil, sacar partido a los estudios y a lo que uno sabe hacer… son sólo unas pocas de las motivaciones y “remuneraciones” de nuestros voluntarios y voluntarias.

Ahora, empresario inteligente, si quieres una plantilla motivada como si de voluntarios y voluntarias se tratase, en tu mano está crear el ambiente propicio para trabajar. Yo, si tuviera una empresa… querría.

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