‘Goodbye’, Trump; bienvenido, Mr. Biden

Parece que fue ayer, pero ya han pasado casi cuatro años desde que Donald Trump ganara las elecciones que le hicieron presidente de los Estados Unidos.
<p>Foto: Gage Skidmore.</p>

Foto: Gage Skidmore.

Por aquel entonces le dediqué un artículo de opinión titulado “¿Trumpazo a la sostenibilidad?” y ahora es el momento de dedicarle otro a modo de despedida, no porque se merezca ni siquiera un adiós, sino por hacer un pequeño resumen de su mandato en el que este empresario metido a político ha destacado por su prepotencia, mala educación, ignorancia e inconsciencia.

De hecho, es una despedida antes de hora, puesto que en realidad todavía es presidente legítimo de ese país, y hasta hace muy poco todavía creía o, mejor dicho, quería hacer creer, que había ganado las elecciones del pasado 3 de noviembre y que había sido víctima de un fraude electoral. Una situación de lo más esperpéntica.

No soy una persona especialmente interesada en política, pero todos y cada uno de nosotros nos vemos afectados por las decisiones o la falta de ellas que los políticos toman durante sus mandatos. Ello me hace preocuparme, aunque sea mínimamente y sin que poco pueda hacer desde mi lado más que votar, generalmente con una ‘pinza en la nariz’, por la alternativa menos mala que considere de entre todas las existentes.

Con Estados Unidos y Trump, me pasa lo mismo, pero sin la opción de voto. Pero ello no impide que no me preocupe mínimamente por los resultados debido a la influencia que ese país tiene en el resto del mundo.

Mezcla de manipulación e ignorancia

Creo que la mayoría de nosotros no vamos a descubrir ahora que Trump es un personaje inteligente, pero ignorante a la vez. Un personaje proveniente del mundo empresarial que no duda en tergiversar y manipular todo lo que sea necesario para intentar salirse con la suya.

No resulta curioso que uno de los mayores productores de noticias falsas, las célebres fake news, sea el que más se escuda en ellas cuando descalifica las noticias de la prensa y de otros estamentos que van contra él y que sí son ciertas y demostrables. Esa manera de proceder es de primer curso de manipulación, y Donald en eso no solo nos ha salido un alumno aventajado sino que puede postularse a manipulador del siglo.

Todo ello en competición con otros manipuladores que a buen seguro estarán por llegar y que intentarán hacerle sombra durante los próximos años, ya que nuestra sociedad está en un claro retorno a los populismos de todo color e índole.

Pero Donald ha dejado el listón muy alto. Su mandato ha estado regado abundantemente de mentiras de todo tipo, desde las más pequeñas a las más grandes, pasando por algunas sin ningún sentido tal y como señalaba un artículo de The Washington Post en el que se cifraban las mentiras de Trump, incluyendo las repeticiones, en 22.000 hasta agosto de este año.

Tanto si esa cifra es cierta o no, aunque hubieran sido realmente un 5% ya hubieran sido muchas.

En un artículo de ‘The Washington Post’ se cifraban las mentiras de Trump, incluyendo las repeticiones, en 22.000 hasta agosto de este año.

A sus trolas hay que añadir sus grandes meteduras de pata, causadas en parte por el ansia de mentir y por otra en su ignorancia de muchísimos temas. Todos recordamos su rueda de prensa en la que decía que sugería inyectar desinfectante a los enfermos de la covid-19 y también de aplicarles luz ultravioleta, ante la cara de estupefacción de la coordinadora del grupo de expertos de la Casa Blanca sobre el coronavirus.

Las salidas de tono del presidente también han sido pan de cada día, sobre todo contra periodistas que no eran de su cuerda, y si eran mujeres aún eran tratadas con más mala educación si cabe.

En definitiva, un personaje habituado a mentir y a despreciar a diario, lo cual no es recomendable para ninguna persona se dedique a lo que se dedique, pero menos aún para un presidente de un país.

Trump y la (in)sostenibilidad

Como no podía ser de otra manera viendo cómo actúa, Trump tenía que ser negacionista del cambio climático, no había otra opción.

En noviembre de 2019, inició una solicitud oficial para retirar a los Estados Unidos del Acuerdo de París, una retirada que no dejó de ser una renuncia al liderazgo de los Estados Unidos en materia climática como el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero del mundo.

La administración Trump ha tratado sistemáticamente de debilitar el papel de las pruebas científicas en la elaboración de normas ambientales, ha desmantelado importantes políticas climáticas y ha hecho retroceder muchas normas al respecto de la limpieza del aire, el agua, la vida silvestre y los productos químicos tóxicos.

Por ejemplo, durante su administración, las regulaciones de la industria de los combustibles fósiles se han reducido drásticamente. Ahora es más fácil que se arrenden terrenos públicos para la perforación de petróleo y gas, y se han vuelto a poner sobre la mesa proyectos de oleoductos y gasoductos que habían sido dejados de lado por gobiernos anteriores. De hecho, durante el mandato de Trump, los Estados Unidos se han convertido en el mayor productor de petróleo.

Otro ejemplo menos climático es el de la revisión de la Ley de Especies en Peligro de Extinción, nacida en los años setenta y a la que se atribuye el haber sacado a especies como el oso pardo y la ballena gris del borde de la extinción.

Trump ha tratado de debilitar el papel de las pruebas científicas en la elaboración de normas ambientales, ha desmantelado importantes políticas climáticas y ha hecho retroceder muchas normas al respecto de la limpieza del aire, el agua, la vida silvestre y los productos químicos tóxicos.

Trump debilitó las protecciones para las especies amenazadas e hizo cambios en la forma en que se aplica la ley que permiten a los organismos federales considerar el impacto económico al decidir si una especie debe ser protegida.

Los presupuestos de Trump también han tratado de recortar la financiación de los programas de ciencias de la tierra de la NASA, incluyendo la cancelación de proyectos para el medio ambiente.

Esos programas utilizan satélites para proporcionar información para la adopción de decisiones en ámbitos como la agricultura, el transporte, la preparación para casos de desastre, el agua y la seguridad alimentaria. También sirven para estudiar el cambio climático y son clave para comprender qué acciones humanas pueden dañar y ayudar a nuestro planeta.

Estos ejemplos son solo unos de tantos despropósitos que Trump ha llevado a cabo en su afortunadamente corta singladura como presidente del país más poderoso del planeta.

¿Qué podemos esperar de Mr. Biden?

Seguramente, Joe Biden, en comparación con Trump, será la menos mala de las alternativas para su país.

Por lo que respecta a su educación y manera de ser no cabe duda que es una persona menos arrogante, lo cual es muy de agradecer. Y más allá de otros ámbitos de la política norteamericana, el mandato de Biden para la sostenibilidad del planeta no me cabe duda que será mejor que el anterior.

Por un lado, no se puede hacer mucho peor que Trump, y por otro hay claras muestras de que sus políticas son de símbolo contrario.

Biden ha dado a conocer planes muy diferentes para el medio ambiente y la política climática. Prometió volver a unirse inmediatamente al Acuerdo de París si era elegido y el clima es una parte clave de su plataforma, con un objetivo general de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050.

Los planes de su agenda también implican el restablecimiento y, en algunos casos, el fortalecimiento de las regulaciones que la administración Trump ha eliminado, incluyendo la limitación de las emisiones de metano, el fortalecimiento de los estándares de economía de combustible y la prohibición del desarrollo de combustibles fósiles en tierras públicas.

Otras partes del plan de Biden no pueden aplicarse en virtud de las leyes existentes, por lo que requerirán la adopción de medidas por parte del Congreso. Entre sus propuestas legislativas es fundamental la creación de un mecanismo de aplicación para asegurar que la economía alcance el objetivo de descarbonización de mediados de siglo y que los contaminadores asuman el costo total de sus emisiones de carbono.

Otras prioridades para Biden son la inversión en energía limpia e innovación con bajas emisiones de carbono, el fomento de la adopción de vehículos eléctricos y el avance de la fabricación con bajas emisiones de carbono.

Visto lo anterior, creo que podemos albergar esperanzas en que el mandato de Biden va a suponer una mejora para la sostenibilidad no solo de su país sino la de todos los países del mundo. Aunque deberemos estar avizores, porque en primero de política también se enseñan cosas (no se me enfaden los que hayan estudiado esa carrera) como el tan utilizado “donde dije digo, digo Diego”.

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