Enrique García: “Somos una institución que prefiere hacer antes que comunicar”

HAZ28 agosto 2007

La Corporación Andina de Fomento (CAF) es, sin duda, uno de los principales actores económicos en América Latina, sin embargo, todavía es muy desconocida para mucha gente en nuestro país, a pesar de ser el inversor más importante en la región y contar con una sólida reputación financiera. ¿A qué piensa que es debido este desconocimiento?

Este desconocimiento es, hasta cierto punto, natural porque se trata de una institución relativamente joven, a diferencia de otros organismos multilaterales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano, en el que además desde su constitución participaron como accionistas los países de la OCDE. La CAF nació pequeña y fue fundada únicamente por seis países de la Comunidad Andina; posteriormente Chile decidió salirse y quedaron cinco países.

Nuestro presupuesto de operaciones también era muy modesto, apenas unos 400 millones de dólares anuales. Hoy ya no son cinco sino diecisiete los países socios de la CAF, todos pertenecientes a la región latinoamericana, a excepción de España.

Es cierto que el conocimiento de la CAF en este país sigue siendo muy bajo, aunque la relación con España se ha fortalecido mucho en los últimos cinco años y como consecuencia el conocimiento de la CAF ha mejorado sensiblemente.

De todos modos hay que decir que la organización sí es muy conocida y respetada en toda América Latina. En la última década ha experimentado un notable crecimiento. De los 400 millones de dólares anuales hemos pasado a prestar cerca de 5.000 millones para la financiación de proyectos de infraestructura, carreteras, gaseoductos, puertos, sistemas de comunicación, programas de nuevas tecnologías, etc., y hemos abierto nuevas líneas para impulsar programas de desarrollo social en el campo de la salud, de la educación, del desarrollo comunitario, etc.

Otra característica importante es que la CAF es una institución muy valorada en los mercados financieros y goza de una excelente calificación por parte de las principales agencias de rating, muy superior a la de cualquier Estado. Las emisiones que hacemos anualmente están por encima de los 1.000 millones dólares, mas papeles comerciales que nos llevan a tres mil millones adicionales.

Si revisan los tenedores de los títulos podrá comprobar que están en manos de gobiernos e instituciones muy solventes, lo que es una prueba de la credibilidad de la que goza la institución.

Por otra parte, nuestra política de comunicación ha tenido siempre un perfil bajo, somos una institución que prefiere hacer antes que comunicar.

España entró a formar parte, hace relativamente poco, del capital de la CAF. ¿Qué piensa que puede aportar nuestro país a la Corporación y viceversa?

Una de las decisiones que se tomó al constituir la CAF fue tratar de mantener el peso de los países de la región, de ahí que se limitase la entrada de otros países. Lógicamente, por los especiales vínculos históricos y culturales, la idea de la incorporación de España estuvo presente desde hace muchos años. Desde luego la puerta está abierta a Portugal y también podríamos considerar el ingreso de Italia.

En el caso de España ya se iniciaron conversaciones durante el Gobierno de Felipe González en el año 92, cuando Carlos Solchaga era Ministro de Economía, pero la situación económica de España en esos momentos no permitió su incorporación. Para nosotros el ingreso de España en la CAF, que se produjo cuando Aznar era Presidente del Gobierno y Rodrigo Rato su Ministro de Economía, tiene una gran importancia, ya que nos facilita la posibilidad de recoger experiencias exitosas.

Todos hemos sido testigos del extraordinario desarrollo de España en estos últimos 20 años. Para nosotros España constituye un modelo a seguir, porque se han hecho las cosas bien y eso para nosotros es un referente importante.

Pero además del ejemplo y la participación en el accionariado de España, la colaboración se ha concretado también en el aporte de importantes recursos para consultoría y asistencia técnica que nos permiten impulsar áreas muy críticas.

Por otra parte, es evidente el peso del sector empresarial en América Latina.

Nos interesa seguir impulsando esa presencia, no sólo de las grandes empresas sino, sobre todo, de las empresas medianas cuyo desarrollo resulta imprescindible para el progreso de nuestros países. En este ámbito España vuelve a ser un espejo en el que mirarse, pues parte del éxito del desarrollo de este país descansa en la pequeña y mediana empresa.

Por último, y aunque sea un lugar común, tenemos muy claro que para nosotros España representa una puerta de entrada a Europa. La presencia de España en la Corporación también contribuye a aumentar la credibilidad de la institución.

Buena prueba de nuestro interés por reforzar y profundizar nuestras relaciones con España es la reciente decisión que hemos tomado de abrir una oficina de representación en Madrid, que estará plenamente operativa después de verano.

Usted es un testigo privilegiado de la situación política de la región. En este último año hemos asistido a cambios políticos importantes en países como Bolivia y Ecuador, así como la repetición de un nuevo mandato de Hugo Chávez en Venezuela. No le oculto que esos cambios se perciben con una gran preocupación en nuestro país.

¿Cree usted que esos países van a proceder progresivamente a una nacionalización de sus principales sectores económicos? ¿Qué papel puede jugar la CAF para asegurar o promover un marco jurídico más estable en esos países?

Una de las características más importantes de la CAF es que se trata de uno de los pocos marcos institucionales en el que las diferentes tendencias políticas todavía pueden participar en una discusión amigable y abierta.

Siempre hemos respetado los diferentes enfoques y no hemos pretendido tener una receta única. Es evidente que recientemente han tenido lugar cambios políticos importantes en la región, y que una de las consecuencias de estos cambios recientes ha sido el mayor peso que han tomado los Estados en la dirección de la economía, impulsando procesos de nacionalización en algunos sectores económicos importantes.

Ahora bien, todo este fenómeno hay que situarlo dentro de un contexto más amplio.

Hay sectores económicos que por definición son especialmente sensibles, políticamente por definición, y esos sectores son todos los que tienen que ver con los recursos naturales. Precisamente es en esos sectores donde se han producido los ajustes más importantes, especialmente en Venezuela y Bolivia.

Otro sector sensible es el de los servicios públicos: agua, electricidad, telefonía, etc.

Si nos centramos en el sector energético podemos comprobar que en este sector se ha pasado de una etapa inicial de indefinición a otra en la que las reglas del juego están más claras. Ahora mismo, la relación de los gobiernos con las empresas de petróleo ya se ha clarificado.

En mi opinión, el acuerdo entre las empresas privadas y los Gobiernos de Ecuador y Venezuela no debe haber sido tan malo, cuando la totalidad de las empresas petrolíferas han permanecido en Ecuador. Las 14 empresas existentes han firmado el nuevo marco con el Gobierno, y en el caso de Venezuela únicamente una empresa extranjera decidió abandonar el país; el resto ha permanecido.

Pienso que el nuevo marco de colaboración ha contribuido a crear más estabilidad en la región.

Pero coincido en que hay que hacer un mayor esfuerzo en la región por contar con un marco jurídico más estable y crear políticas de estado a largo plazo, que vayan más allá de la coyuntura política del momento y disminuyan la volatilidad de las reglas del juego. Me parece que Chile es un ejemplo muy claro en este sentido.

La empresa privada está llamada a jugar un importante papel en la promoción del desarrollo y la lucha contra la pobreza. Recientemente en nuestro país 11 de las más importantes empresas decidieron impulsar colectivamente los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas.

¿Cuál es su opinión sobre el creciente interés por la Responsabilidad Social Empresarial y cómo puede su institución incentivar y promover esta nueva sensibilidad empresarial?

El impulso de la Responsabilidad Social Empresarial nos parece un tema prioritario. Retomando la pregunta anterior, hace unos días les comentaba a un grupo de empresarios españoles que «para bailar el tango se necesita una pareja», es decir, es necesario reclamar una visión a largo plazo, pero no sólo a los gobiernos sino también al sector privado.

Si un inversor llega a un país y, por poner un ejemplo, negocia en un proceso de privatizaciones unas condiciones que conllevan un retorno rápido de la inversión en tres o cuatro años, o acuerda condiciones impositivas que, desde cualquier punto de vista, no son razonables para las expectativas de la población, lo que esa empresa en realidad está haciendo es sentar las bases para generar un conflicto en el futuro; especialmente cuando hay una subida de las materias primas importante, como ha ocurrido con el gas y el petróleo.

La lógica que preside las negociaciones debería regirse por sistemas que primen un compromiso del inversionista con el largo plazo. Es importante que las empresas, especialmente las extranjeras, muestren que su interés no es maximizar exclusivamente los beneficios en el corto plazo sino ayudar al país. A nuestra institución le interesa mucho contribuir a crear marcos estables de colaboración entre los gobiernos y el sector privado, de ahí que todo lo que tenga que ver con iniciativas que impulsen la responsabilidad social de la empresa ocupe un lugar muy importante en la agenda de la CAF.

En este sentido, nuestra organización está dispuesta –ya lo hace– a coparticipar en las inversiones sociales que hagan las empresas en la región, tanto en programas productivos, como de salud, educación, etc.

Es preciso que la sociedad perciba que la empresa no sólo está preocupada por su cuenta de resultados, sino que siente una preocupación real por el desarrollo de las comunidades donde está presente.

En esta línea nos alegran mucho las experiencias de colaboración en proyectos sociales que estamos llevando a cabo con importantes empresas, organismos e instituciones españolas como Repsol, la AECI y la Fundación del Pino entre otros.

Sr. García, usted es Presidente de la CAF desde diciembre de 1981 y este hecho le hace el decano de los Presidentes de los organismos multilaterales. Haber permanecido al frente de esta institución durante tanto tiempo es un auténtico record y no debe ser sencillo. Todos hemos asistido al «affaire» del Presidente Wolfowitz que terminó con su forzada dimisión y es que los organismos multilaterales son instituciones muy políticas en las que los juegos y equilibrios de poder son muy delicados.

¿Cuál es su secreto para haber permanecido y logrado el apoyo de los gobiernos de diferente signo político durante tanto tiempo? ¿Qué lecciones o recomendaciones daría fruto de su experiencia?

Tiene razón. A mi buen amigo Enrique Iglesias, ex Presidente del BID, en una despedida que le organizamos un grupo de amigos, y en la que me encomendaron dirigirle unas palabras, le manifesté que le estaba muy agradecido por su renuncia, porque con su salida de la Presidencia me había conferido el título de decano de los Presidentes de los organismos multilaterales.

Pero bueno, contestando a su pregunta, creo que son varias las enseñanzas de estos años. En primer lugar, hay que tratar de no ser arrogante, ni intelectual, ni demasiado operativo. En la institución que presido es muy importante saber escuchar. Nuestros clientes son los países miembros, por lo que tratamos de no imponer nuestras ideas.

En ese sentido, la relación de la CAF no es muy diferente a la que mantiene una empresa con sus clientes. Ésta tiene que ser una relación muy cordial, amable, en la que, salvando las distancias, aquí también el «cliente tiene siempre la razón», es decir, tenemos que responder a las necesidades del cliente. Cuando se tiene la predisposición a escuchar al otro, siempre se consigue una mayor receptividad por parte de los clientes.

En segundo lugar, es importante prometer sólo lo que se puede cumplir. Es preferible ser claro y decir que no, a generar expectativas que luego no se pueden satisfacer. Ahora bien, cuando se pueden satisfacer hay que hacerlo rápido.

Por otra parte es necesario mantener una muy buena relación con los países miembros y contar con un personal altamente cualificado que ayude al fortalecimiento de la institución. Y, por último, claro está, hay que tener un poco de suerte.

Por Javier Martín Cavanna