JEFFERSON PÉREZ, un líder social

HAZ28 agosto 2007
<p>El atleta ecuatoriano Jefferson Pérez durante su última carrera como profesional, la final de la Challenge Mundial celebrada en Murcia (España). Foto: Sebasgs.</p>

El atleta ecuatoriano Jefferson Pérez durante su última carrera como profesional, la final de la Challenge Mundial celebrada en Murcia (España). Foto: Sebasgs.

Un líder social se puede entender como alguien que despierta en los demás un impulso a realizar acciones que no respondan únicamente al interés propio. Por otra parte, también este tipo de líder sabe extraer lo mejor de los demás en esa faceta altruista que muchos consideran que todos tenemos cuando no estamos en situaciones de riesgo de supervivencia.

Adam Smith –cuyas ideas se han quedado caricaturizadas en la frase del interés propio del carnicero y el panadero– escribía que la «empatía» hacia los demás, era un motivo de comportamiento básico de la persona humana, incluso este sentimiento se encontraba entre aquellas personas más malvadas. Sin embargo, argumentaba que cuando aumentaba «la distancia» de las emociones que nos despiertan los demás, esa motivación bondadosa disminuía, quedando mucho más poderoso el interés propio.

Esta argumentación explicaba el comportamiento que se encontraba en el mercado, donde el anonimato es la situación normal, y en el que era mejor actuar teniendo en cuenta que había que «apelar al interés propio del panadero y del carnicero», para lograr la mayor utilidad.

Curiosamente cita en su obra «La teoría de los sentimientos morales», que una buena / correcta persona, ante un cataclismo en China (relativamente mucho más distante en su época que ahora) probablemente no tendería a acciones bondadosas que restrinjan su propio interés.

Es muy probable que a muchas personas españolas el nombre de Jefferson Pérez no les sugiera nada, no sucede lo mismo en Ecuador. Jefferson ha sido medalla en oro en una olimpíada, en la modalidad de 20 Km. marcha, y ganador en innumerables competiciones mundiales.

Tuve la fortuna de conocerle como alumno en un curso de Estrategia que impartí el año pasado dentro del programa MBA de la Universidad de Azuai en Cuenca, Ecuador. Se situaba en primera fila, y aunque intervenía poco, lo hacía con gran sensatez. Demostraba gran interés por el tema, por lo que estuvimos intercambiando ideas sobre la estrategia de las empresas en varias ocasiones durante los descansos.

Sus comentarios sobre la importancia que tenía la estrategia en una prueba tan larga como los 20 Km. marcha, me parecieron muy acertados, y algunos eran fácilmente trasladables a la competencia empresarial.

El resto de los alumnos, entre los que un porcentaje elevado tenía experiencia empresarial, le respetaban claramente y se veía que se sentían orgullosos de sus intervenciones.

Pude hablar varias veces con él durante los días del curso y me di cuenta de su influencia en un entorno amplio.

Naturalmente se preocupaba por su familia, quería que su hermano estudiara en el mejor sitio y no dejara pasar las oportunidades, ni que se distrajera tratando de emularle en el deporte. Pero también era consciente de que debía ser una persona pública – aunque no era esa su actitud natural- por el orgullo que su persona despertaba en Ecuador, y en especial entre los que no tenían nada. Su origen era humilde y cuando alcanzó sus éxitos esa circunstancia no se trastocó en vanidad desabrida, ni en desconsideración para los que eran como él cuando empezó.

Invirtió con acierto en los negocios, demostrando ser también un buen estratega en ese terreno, y cuando tuvo asegurada su situación económica se planteó abandonar la competición. Prepararse para acudir a competiciones de élite, exige una entrega muy extenuante y ya no lo necesitaba. Sin embargo, después de un año de reflexión, decidió volver porque había entendido que su trayectoria se había convertido en ejemplo viviente del esfuerzo perseverante que conduce a buenos resultados, y que aunque no se logren grandes resultados, la propia luchar por alcanzar los mismos dignifica.

Cuando estaba redactando este artículo, se me ocurrió mirar en internet para conocer con exactitud las fechas y lugares de sus medallas olímpicas y me encontré con una página web con su nombre – www.jeffersonperez.com – en que se dan muchos datos de su vida y premios conseguidos, además de insertar noticias de las competiciones de atletismo que tienen lugar y de los deportistas ecuatorianos que participan. Debajo de su nombre, se puede leer un lema que refleja claramente mis observaciones: Sin derecho a rendirse.

En una carta que escribe en 2004, «Sólo la preparación podrá vencer la mediocridad», justo antes de la Olimpíada de Atenas y después de haber sido medalla de oro en Atlanta, protesta indignado ante la actitud de un dirigente de su país que había afirmado que los deportistas debían dedicarse a entrenar y no a estudiar, refiriéndose a la decisión que se debería tomar entre dos candidatos a enviar a las Olimpíadas.

Jefferson en su carta enfatizaba la importancia de que un buen deportista sea integral en el sentido olímpico de mens sana in corpore sano. Comenta así: «El deportista que requiere nuestra gente deberá ser digno representante de esta cultura, eso obligó a mi preparación en el campo académico, ¿cómo podía ser que un ciudadano cuencano cuna de los grandes intelectuales fuese un individuo mediocre intelectualmente?

Finaliza su carta animando a sus «amigos deportistas» a competir, en estos términos: «Adelante amigos deportistas, deberán enfrentar a rivales más difíciles en nuestro medio que en el exterior, pero recuerden, que yo pude pasar y vencer la mezquindad, la envidia, la mediocridad y ustedes no sólo podrán, sino además es su obligación hacerlo, porque un pueblo los necesita, porque la vida deportiva pasa, pero el ser humano queda para siempre, y ustedes deberán permanecer por siempre como dignos ejemplos de la juventud de nuestro país».

Curiosamente hace unas semanas leí en un diario que el 1 de julio Jefferson Pérez cumplía 33 años, y que recientemente había reconsiderado la decisión de no participar en los Juegos Panamericanos en Rio de Janeiro (22 de Julio), por ser una carrera muy cercana a campeonato mundial, que es su prioridad actual como deportista. La razón de su cambio se debe a que estos Juegos son una referencia muy importante en los países latinoamericanos y a que la compartiría con su amigo el también deportista Rolando Saquipay, para ayudarle en su logro. Las marchas de 20 Km. aunque las gana uno, es conocido que la labor de equipo es fundamental.

Era evidente que esta decisión le podría perjudicar en su meta, y Jefferson era consciente de estoo, pero con ello demuestra que es un hombre que sabe mirar más allá del siguiente kilómetro.

Por eso considero que Jefferson es un líder social.

Por Joaquín Garralda