Una obra de referencia, pero nada nuevo bajo el sol

HAZ27 septiembre 2007

La Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras publica un vasto volumen sobre la RSC en España.

Son numerosos los informes que se publican de forma periódica sobre responsabilidad social y casi todos con una conclusión unánime: las empresas socialmente responsables obtienen resultados superiores al resto. Sobre esta idea pivota la vasta obra que acaba de editar la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, La responsabilidad social de la empresa, un extenso volumen que presenta, como reza el subtítulo del volumen, coordinado por Aldo Olcese, «una propuesta para una nueva economía de la empresa responsable y sostenible».

No es menor el alcance de esta obra, que aglutina a todos los investigadores, empresarios y responsables de empresas privadas y organismos públicos relacionados, de alguna forma, con la responsabilidad social.

Entre sus principales conclusiones, destaca la consideración de la RSE como «un conjunto de prácticas y actividades responsables que realizan las empresas de forma voluntaria a lo largo de toda la cadena de valor, en todos los ámbitos económicos, sociales y ambientales, que van más allá del cumplimiento legal y que pueden mejorar el rendimiento y el valor de las empresas a medio y largo plazo, asegurando mejor su sostenibilidad en el tiempo».

El libro va más allá de una mera definición de la responsabilidad social y contextualiza la sostenibilidad en la nueva economía derivada de la globalización.

De hecho, señala la obra, «la RSE se afirma cada día más como una potente herramienta de gestión empresarial que comporta una nueva economía de la empresa. Como consecuencia de ello, se abre paso una reformulación del modelo capitalista liberal y de la economía de mercado que pivota en torno a un nuevo paradigma de empresa responsable y sostenible como eje fundamental de eficiencia y legitimación entre capitalismo y globalización».

Según los coordinadores del libro, «la combinación entre globalización, capitalismo, economía de mercado y responsabilidad social, que se explicita a través de la empresa sostenible y responsable, se confirma como una mayor garantía para el mejor desarrollo y bienestar de la humanidad, que aumenta la eficiencia y sostenibilidad del modelo económico en general y de las empresas en particular, y puede acortar las desigualdades existentes».

Como afirmó Jaime Gil Aluja, presidente de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, en la carta de presentación del libro, son cada vez más los economistas y empresarios que piensan que un nuevo capitalismo menos economicista y más humanista, fundamentado en le RSE voluntaria y autorregulada, da lugar a un nuevo paradigma empresarial más rentable, que al mismo tiempo se articula adecuadamente en la implantación y desarrollo de una «globalización eficiente y más humana».

Y esta nueva visión nace para contrarrestar a las que Gil Aluja denomina «voces más tradicionales, también cualificadas, que reivindican en exclusiva la formulación economicista el capitalismo convencional como eje del desarrollo mundial y rechazan la RSE como herramienta de gestión empresarial moderna».

NUEVAS REALIDADES Y NUEVOS AGENTES. Cabe detenerse, por tanto, en las características o principales arterias que comprenden esta «nueva etapa» dentro de la economía de las empresas. Para los coordinadores del libro, se abre paso a una «nueva RSE que incluye dimensiones más amplias que las tradicionalmente contempladas de medio ambiente, relaciones laborales y acción social.

Se extiende a nuevas realidades que más allá de lo social, que han de conformar el paradigma de empresa responsable y sostenible, y que afectan al gobierno corporativo, la transparencia informativa y contable, el mecenazgo, la comunicación, la prevención de la corrupción, la competencia y la innovación».

Todas ellas, prosigue la obra, fundamentan su origen en los valores y en la ética, que configuran la misión y la visión de la empresa responsable y sostenible y tiene como consecuencia su reputación y su identidad de marca, «que inciden en la opinión pública, los mercados financieros y los medios de comunicación y, en definitiva, en la percepción de los grupos de interés».

El libro da un paso al frente cuando afirma que la responsabilidad social es «responsabilidad directa y esencial, aunque no única» de los empresarios, a quienes deben acompañar en ese papel «los restantes grupos de interés del ámbito de la empresa». En este sentido, añade, los gobiernos y las instituciones públicas tienen también un papel importante en la implantación de la RSE, asegurando su promoción por medio de políticas públicas de impulso y divulgación.

Para ello, los gobiernos deberían contar con «algún órgano asesor de carácter nacional», en el que estén representados todos los grupos de interés, en especial los empresarios, y en el que se compartan las estrategias tanto de políticas públicas como privadas para el fomento y la implantación de la RSE en España. Todo ello en un sano ejercicio de «cooperación leal» entre el sector público y la sociedad civil.

Sin embargo, más interesante resultan los pasos que da la obra en la ejecución e implantación real de las políticas sostenibles en la empresa. Según defiende la obra, la RSE es «transversal» en una triple vertiente. En primer término, en el mundo de la empresa, porque afecta y se incardina en todas las áreas funcionales a lo largo de la cadena de valor empresarial. A este respecto, insiste en que debe ser «tutelada» desde el propio consejo de administración de las compañías.

En segundo lugar, es transversal en el ámbito transversal de las Administraciones Públicas con implicaciones en competencias muy diversas, más allá del Ministerio de Trabajo. En efecto, el medio ambiente, asegura el documento, se relaciona con el Ministerio de Medio Ambiente, el gobierno corporativo, la transparencia y la competencia con el de Economía, o el mecenazgo con el de Cultura, Educación y Deporte, y la innovación con el de Industria.

Una vez establecido el marco de competencias y atribuciones de la Administración en lo concerniente a la responsabilidad social, el libro vuelve sobre su idea inicial y concluye que «se ha confirmado que existe una cierta correlación positiva entre una buena RSE y el incremento del resultado empresarial y el aumento de valor de las empresas». Como se explica con detalle en un capítulo del libro, la responsabilidad y la sostenibilidad son procesos basados en la filosofía ganar-ganar: gana la empresa y gana el entorno.

«No es posible que uno de los dos medre sin el otro. Los dos se necesitan», precisa.

En este sentido, en el nuevo paradigma de la empresa responsable y sostenible la noción de largo plazo es crucial. De hecho, «la concepción de la empresa inteligente nace de la empresa y, por tanto, sus integrantes sean capaces de aprender para poder tener éxito de forma permanente en el tiempo. Y el propósito de la empresa responsable es permanecer en el tiempo; para ello, ha de crear para sí misma y para su entorno».

En líneas generales, el libro recopila todos los estudios y análisis académicos que se han hecho sobre la materia en los últimos tiempos, pero, desde un punto de vista crítico, apenas se limita a ser una especie de libro blanco de referencia sobre las teorías de responsabilidad social que imperan en la actualidad, pero dista de dar un paso al frente y adentrarse en el futuro de la RSC dentro de la compañía. Dicho de otro modo, no responde a la principal cuestión que se plantean, en este momento, las compañías que aspiran a hacer un uso efectivo de la responsabilidad social: cómo ligar o conectar las políticas de sostenibilidad con la estrategia de la compañía.

El problema no es nuevo. Desde hace tiempo, los congresos y conferencias sobre la responsabilidad social eleven un discurso ya desfasado en algunos casos.

La frase más célebre de los ponentes es la de afirmar que «la RSC no es una moda», que es algo «que ha venido para quedarse». Sin ir más lejos, el decano del Instituto de Empresa, Santiago Íñiguez, suele afirmar que «el auténtico liderazgo es el liderazgo responsable», cualidad sobre la cual ahora se suele incidir en diferentes foros a pesar de ser uno de los atributos de siempre de un líder.

El libro editado por la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras parte de una definición muy manida de la responsabilidad social que, lejos de avanzar en la incorporación de nuevas realidades al término o a su tangibilización dentro de las empresas, insiste en características de sobra conocidas desde hace tiempo desde el punto de vista teórico.

El hecho de que la obra defina el concepto como «un conjunto de prácticas y actividades responsables que realizan las empresas de forma voluntaria» no hace sino redundar en un aspecto de origen del propio término: su carácter voluntario y, por tanto, la importancia de que se trata de una rama empresarial que debe regirse por la autorregulación, un hecho que ha quedado de manifiesto incluso en el proyecto que sobre la materia redactó la comisión del Congreso de los Diputados, coordinada por el socialista Ramón Jáuregui.

OBLIGACIÓN ESTRATÉGICA PARA EMPRESAS COMPETITIVAS. Desde el punto de vista competitivo, es evidente el espíritu voluntatrio de la RSC, aunque en este punto hay un elemento de evidente debate estratégico que aún no ha sido tratado de forma conveniente.

Si bien la sostenibilidad es, per se, una apuesta no obligatoria, el hecho de que cada vez más empresas hayan armado una estructura interna que abraza las políticas sostenibles y, de paso, para mostrarse al mercado como responsables, ha aportado en los últimos tiempos un valor de obligación estratégica en su aplicación para las empresas que deseen mostrarse competitivas.

Y, de nuevo, en este aspecto la extensa obra presenta una evidente laguna como herramienta prospectiva de consulta para los directivos. Detalla los componentes y la estructura interna de que debe constar un departamento de responsabilidad social, pero deja sin respuesta cómo se engarza esa división dentro de la estrategia corporativa de las compañías, que es lo realmente importa a los primeros ejecutivos de las grandes empresas.

Una simple anécdota refleja esta situación.

Un prestigioso director de comunicación, jefe del gabinete de presidencia de una compañía cotizada española, señalaba no hace mucho que siempre se encontraba con problemas a la hora de «vender» los temas de sostenibilidad al presidente de la compañía, que siempre le replica con la misma frase: «Sí, que eso de la RSC está muy bien. ¿Pero cómo lo meto en la estrategia? ¿Dónde va?».

Lo curioso del caso es que dicha compañía es una de la que más ha apostado en los últimos años por la acción social, mecenazgo y responsabilidad social, pero aún se cuestiona realmente cómo introducir la RSC en la estrategia de la empresa.

La respuesta de la vasta obra a la cuestión sigue las tesis del famoso artículo de Michael Porter y Mark Kramer sobre el vínculo entre estrategia y responsabilidad social, y define, de forma sucinta, la necesaria presencia de la sostenibilidad «a lo largo de toda la cadena de valor».

Con esa escueta frase resume el manual la relación entre la responsabilidad social y la estrategia corporativa. Desde luego, escasa aportación de cara al futuro, en un momento en que las empresas afirman, en mayor o menor medida, su compromiso con la RSC y luchan por aparecer en los principales índices de sostenibilidad del mundo.

Quizá este hecho sea el que echa por tierra la validez académica de un libro que se presenta como «una propuesta para una nueva economía de la empresa responsable y sostenible». Si ésa ha sido, de entrada, la principal finalidad del libro, resulta cuanto menos sorprendente que no profundice en la estrategia de esa empresa responsable y sostenible, que, como su propio nombre indica, hace referencia a aquella compañía que liga de forma inexorable la estrategia corporativa con la responsabilidad social y que, por tanto, ésta se presenta como uno de los baluartes o fundamentos de aquélla.

No cabe duda de que la irrupción de la sostenibilidad en las compañías ha impulsado una nueva economía de la empresa, dominada por el denominado enfoque multistakeholder, en el que la empresa debe entender su papel dentro de una sociedad que cuenta con otros colectivos con los que debe entrar en diálogo directo.

Probablemente los elementos más determinantes de esta nueva economía hayan sido dos directamente relacionados con la globalización: la emergencia del tercer sector y la emergencia, de otro lado, de la base de la pirámide. En ambos casos, los directivos se encuentran ante una nueva realidad que obliga a replantear sus estrategias competitivas.

Sin haber perdido su hegemonía como motor económico, las organizaciones han perdido parte de su poder, que ahora deben compartir con otros organismos y sectores, que forman parte de la sociedad en la opera la empresa.

DESCRIPCIÓN TEÓRICA DE LA RSC. De nuevo, el manual de la academia de ciencias económicas describe con notable acierto el paisaje de esta nueva economía, pero se queda en eso, en una extensa descripción que olvida la respuesta estratégica de las empresas ante el nuevo contexto.

Dada la densidad de la obra y la solvencia de los autores que en ella participan, se echa en falta esa visión estratégica, más pragmática y menos conceptual de la materia. Quizá sea éste el principal déficit del libro: no entender que el aparato teórico de la RSC ya está armado y ahora las aportaciones deben mostrar un espíritu y un carácter más práctico y de aplicación real en las compañías.

No basta decir que «la RSE se afirma cada día más como una potente herramienta de gestión empresarial». En esa nueva economía que se presenta, se da por supuesto que lo es. Lo trascendental en estos tiempos en la función estratégica de la RSC y su conexión con la estrategia de las compañías.

Observar que «se ha confirmado que existe una cierta correlación positiva entre una buena RSE y el incremento del resultado empresarial y el aumento de valor de las empresas» resulta, a estas alturas, demasiado obvio, a tenor de los diversos estudios e índices que confirman este hecho.

No hay más que acudir al recientemente publicado Dow Jones Sustainability Global Index, cuyo amplio informe pone sobre la mesa el mayor rendimiento de las empresas que aparecen en el índice por su excelencia en sostenibilidad.

A la vista de los datos, es evidente la necesidad de dejar constancia de un hecho inexorable en los informes y documentos que se publican sobre responsabilidad social. Si bien desde un punto de vista teórico y académico tales estudios tienen un indudable valor documental, desde un punto de vista pragmático y de aplicación real en las compañías los autores e instituciones y organismos relacionados con la sostenibilidad deben abrir una nueva etapa y dar carpetazo al aparato teórico, a estas alturas suficientemente documentado y asentado.

Una razón de fondo justifica y apoya esta tesis: el sempiterno distanciamiento entre la academia y el mundo empresarial, cada uno de los cuales camina por su lado y, con excesiva frecuencia, en sentidos opuestos. Inmersas en la vorágine competitiva, los altos directivos de las compañías entienden sólo de esta materia en función de la rentabilidad real que encuentran en ella.

Y desde este ángulo, el discurso académico debe hacer una reflexión y autocrítica internas para entender la forma más eficaz y adecuada de que el paradigma al que siempre se alude en los foros sobre la materia triunfe en el mundo empresarial: ofrecer las claves para que la RSC sea, desde el punto de vista competitivo, uno de los ejes de la estrategia.

El profundo y extenso manual que ha publicado la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, que consta de aproximadamente 800 páginas, recopila todas las aportaciones que sobre la responsabilidad social se han vertido en los últimos años desde los diferentes foros de discusión. Es indudable el valor intelectual y teórico de la obra y, desde un punto de vista cronológico, puede considerarse como una pieza clave dentro de la bibliografía publicada en España sobre RSC.

Si éste era el objetivo inicial del libro, desde luego no cabe reprochar nada a sus coordinadores, puesto que cumple de sobra el cometido propuesto. Ahora bien, si el ideal que presidía la iniciativa era avanzar en las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, no hay duda de que el objetivo ha quedado en el limbo y se puede concluir que el libro es la manifestación de que no hay nada nuevo bajo el sol en RSC.

Más que nunca se hace imprescindible abrir una nueva etapa dominada por la introducción efectiva de la responsabilidad social en la estrategia corporativa y no sólo como una herramienta al servicio de los departamentos de marketing para mejorar el valor de marca y la reputación a corto de la compañía.

Por Juan Manuel Roca