El populismo del Consejero

HAZ1 julio 2008

El consejero de Inmigración y Ciudadanía de la Generalitat Valenciana, Rafael Blasco, exigió recientemente al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que “destine ya el 0,7 por ciento del presupuesto a la cooperación al desarrollo”, así como que “aplique una política eficaz e inmediata para ayudar a los países más vulnerables”. Blasco señaló que la Comunidad Valenciana “se ha situado en el liderazgo de la cooperación española”, ya que el Gobierno de Francisco Camps se ha adelantado a la promesa de Rodríguez Zapatero, quien prometió destinar en 2.012 el 0,7 por ciento para la cooperación al desarrollo”. El consejero aseguró que la Comunidad es “la única autonomía que, tanto por voluntad política como por imperativo legal, está destinando esta cifra en favor de los más necesitados, mientras que el Gobierno central únicamente dedica el 0,27 por ciento a la cooperación al desarrollo”. El problema de los políticos, y de manera particular de los funcionarios-políticos que tienen responsabilidades en la asignación de subvenciones, es que piensan que cuantos más “caramelos” (subvenciones) mucho mejor. No les importan los resultados y el impacto de sus decisiones sino sólo la cantidad que manejan y asignan cada año. Si la ayuda es eficaz, si ha conseguido los objetivos deseados, si realmente es necesaria, todas esas son cuestiones secundarias. Lo importante es regalar dinero, ganar la carrera de la demagogia populista. El consejero Blasco debería olvidarse de Zapatero y fijarse en Hugo Chávez. Ese si que es un maestro. Regala el dinero a espuertas, tiene incluso un programa de televisión, “Aló Presidente”, en el que cada domingo aparece repartiendo cheques al pueblo venezolano. El país no mejora, va de mal en peor, pese al aumento del precio del crudo, pero eso no parece preocupar al Gran Timonel, que cada domingo reparte suerte en su programa con el fin seguir impulsando su gloriosa revolución. Hugo Chávez, ¡ese si que vale!, y no Zapatero.

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