Consuelo Crespo, Presidenta de Unicef

HAZ1 enero 2009
“Me gusta decir que debemos profesionalizar a los voluntarios y ‘voluntarizar’ a los profesionales”

Desde muy pequeña le interesó el trabajo social y colaboró como voluntaria en diferentes programas con colectivos desfavorecidos en Barcelona, su ciudad de origen. Se casó y se fue a vivir a Bilbao, dónde comenzó a trabajar como voluntaria en el comité local de UNICEF en el País Vasco; al cabo de unos años fue elegida presidenta del comité local autonómico de esa comunidad, y uno años más tarde presidenta del Comité UNICEF en España. iaja un par de días a la semana a Madrid, donde se encuentra la sede de UNICEF en España, o a algún comité autonómico, y el resto de la semana «sigue enganchada a la organización a través del ordenador y el teléfono». No le da excesiva importancia: «Hay mucha gente que vive a caballo entre dos ciudades… además, trabajar en UNICEF es un privilegio». Conoce la organización al dedillo y tiene fama de llegar a consensos donde otros se estrellan con facilidad. Recientemente fue nombrada consejera independiente de Acciona, con el fin de enriquecer la visión del grupo en el ámbito del desarrollo sostenible y la responsabilidad social. Algunos dicen que su secreto es una combinación de encanto personal y tesón para conseguir lo que quiere. No sé si será cierto, pero lo que nadie puede negar es que sabe a dónde va, y eso es algo que no pueden decir todos los presidentes.

¿Cómo llegaste a la presidencia del Comité UNICEF en España?

Antes de responder a esa pregunta creo que es necesario clarificar nuestra vinculación con UNICEF. Nosotros no formamos parte de la estructura de UNICEF como tal de Naciones Unidas, no somos funcionarios de NNUU ni el personal contratado del comité cobra con cargo a su presupuesto; nuestra vinculación es muy estrecha y se apoya en un acuerdo de colaboración por el que somos acreditados como Comités de Apoyo. En España el Comité Español de UNICEF se creó en el año 1961, contábamos con cerca de 1.200 personas, entre voluntarios y personal contratado, repartidos en 17 comités autonómicos bajo la figura jurídica de asociación; esta estructura contribuyó a impulsar la presencia de UNICEF en todo el territorio español pero desde el punto de vista organizativo era necesario actualizarla; desde UNICEF nos sugirieron revisar la estructura y el funcionamiento y optar por otra homologada en lo posible con los otros 36 comités nacionales.

La asamblea de socios decidió dar el paso a la transformación en una fundación y el patronato abrió las candidaturas para ocupar el cargo de presidente. Se presentaron dos candidaturas y la mía salió elegida. Cuando digo la mía, quiero decir mi equipo, porque yo me presenté al cargo con la condición de que fuese elegido todo mi equipo.

¿Supuso un cambio importante el paso de asociación a fundación?

Al principio teníamos cierto temor de que ese cambio pudiese debilitar la participación de los asociados, la verdad es que fue un temor infundado, entre otras cosas porque los asociados tampoco participaban mucho en la vida de la organización anteriormente; se limitaban a pagar la cuota anual, pero no existía una participación activa. No es muy diferente a lo que ocurre en las asambleas generales de accionistas.

Hoy en día hay una mayor exigencia para profesionalizar las organizaciones de desarrollo. ¿Has pensado en contratar más personal remunerado?

No, no creo que sea ésa la respuesta. Me gusta decir que debemos profesionalizar a los voluntarios y «voluntarizar» a los profesionales. UNICEF no puede perder el peso que los voluntarios han tenido en su origen y la importancia que tienen en conformar los valores y cultura de este sector.Voluntario no es sinónimo de amateurismo; lo que tenemos que hacer es seleccionarlos adecuadamente y formarnos más y mejor, pero no prescindir de esa parte fundamental de la organización y de la sociedad.

La presidenta del patronato de una fundación en su labor de gobierno tiene dos campos que no siempre son sencillos, la relación con la dirección ejecutiva y la relación con el resto de los miembros del patronato. ¿Cómo abordas estos temas?

En efecto, son dos temas delicados. En cuanto a la dirección ejecutiva, poco después de mi nombramiento como presidenta iniciamos el proceso de búsqueda y selección para el cargo de director ejecutivo. Fue una búsqueda muy rigurosa, en la que estuvimos asesorados por una empresa de cazatalentos, examinamos muchas candidaturas, y yo misma, junto con la comisión permanente, pude entrevistar personalmente a muchos candidatos. Todo ese proceso de selección nos ayudó a encontrar la persona que consideramos más apropiada: Paloma Escudero, que ocupa ahora la dirección ejecutiva. En cuanto a mi labor como presidenta, estoy muy en el día a día, respetando obviamente la labor de la dirección ejecutiva, pero también muy consciente de que la organización está en una fase de reasentamiento, en la que hay que definir muchas políticas, marcar un rumbo muy claro para los próximos años y por eso intento que tanto la Presidencia como la Comisión Permanente cumplan rigurosamente con su cometido de gobierno, y de seguimiento del plan de trabajo, y muy especialmente del cumplimiento del plan estratégico acordado entre el Comité Español y UNICEF. Gracias a Dios, la sintonía con la dirección ejecutiva es buena, nos hemos acoplado muy bien las dos, la comunicación es fluida y, sobre todo, la confianza, que en esa relación es fundamental.

En cuanto al patronato, creo que mi principal labor es procurar que los patronos estén muy bien informados de todo lo que ocurre en la institución. No hay nada más grave que un miembro del patronato sienta que no se le informa o que no se cuenta con él. Yo tengo la costumbre de hacer una minuta de las reuniones y de los temas que me parecen más importantes e informarles a todos, con independencia de las reuniones más formales, establecidas en nuestros estatutos. Me gusta consultarles personalmente las decisiones más estratégicas, e intento mantener la comunicación permanente con ellos.

¿Cómo es la estructura de financiación de UNICEF en España? ¿De dónde proceden los fondos?

La mayoría de nuestros fondos son privados. Los Comités Nacionales de UNICEF fueron constituidos para impulsar la colaboración con la sociedad civil. La contribución del Gobierno de España a UNICEF la gestiona directamente la sede de la organización en Nueva York. Cerca del 86% de nuestros ingresos, que ascienden a 51 millones de euros son privados; proceden de diversas fuentes: las aportaciones periódicas de los socios, y la venta de tarjetas y productos de UNICEF son las más importantes, pero también tenemos un porcentaje considerable de donaciones y herencias y legados. El 14% restante proviene de la financiación, para distintos programas, de las instituciones públicas autonómicas.

En principio da la impresión de que no debe ser muy difícil captar fondos, pues la infancia es una «causa» que atrae mucho a los donantes.

Es cierto que tenemos una «causa» muy atractiva y, sobre todo, una marca con una gran reputación y son muchas las personas e instituciones que se nos acercan para colaborar y que quieren asociarse con nosotros. De todas las maneras, tenemos algunas limitaciones. Nuestra labor está muy encaminada (dentro del marco de la Convención sobre los Derechos del Niño, suscrita en noviembre de 1989) a impulsar los derechos humanos, a adecuar la legislación en los países a favor de la infancia, y esta tarea parece muy «abstracta» para muchos donantes que se sienten más atraídos por el apadrinamiento de niños, por ejemplo.Por otra parte, en nuestro caso, el donante no decide totalmente los proyectos y países donde van destinados los fondos, sino que éstos vienen determinados por una estricta política de asignación basada en las necesidades y en la mayor eficiencia de la ayuda. Eso es también en algunos casos un limitante a la hora de buscar donantes, aunque yo obviamente estoy muy de acuerdo en que las prioridades las marque la sede central, para garantizar la transparencia, la mejor distribución, el rigor y la máxima eficacia. Parte de nuestra labor es «educar al donante» en las buenas prácticas de la cooperación internacional.

«No hay nada más grave que un miembro del patronato sienta que no se le informa o que no se cuenta con él. Me gusta consultarles personalmente las decisiones más estratégicas.»

¿Y las empresas?

Tenemos un buen grupo de empresas que colaboran con nosotros, aunque es un campo que debemos explorar más. Estos años hemos trabajado mucho para desarrollar criterios que nos permitan asociarnos con las empresas. Nuestra marca es atractiva y tenemos buenas oportunidades para trabajar, especialmente tras recibir el Premio Príncipe de Asturias, pero precisamente el «valor» de esa marca nos obliga a ser muy escrupulosos a la hora de elegir nuestros socios.

UNICEF y el fútbol Club Barcelona sellaron en septiembre de 2006 una alianza mundial que se enmarcó en la adhesión del club catalán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. A través de esta alianza con UNICEF, el club se comprometió con los niños y niñas afectados por el sida con una contribución de 1,5 millones de euros durante cinco años y a lucir durante la temporada 2006-2007 el logotipo de UNICEF en su camiseta. ¿Fue ese acuerdo bien aceptado por todos?

Mejor de lo que yo había pensado, aunque fue un acuerdo que no negociamos únicamente nosotros sino juntamente con la sede de UNICEF; es un acuerdo, como bien dices, internacional. La colaboración está siendo muy beneficiosa, las relaciones con el club y su presidente, Joan Laporta, muy cordiales y lo importante: el dinero recaudado está sirviendo para mejorar la vida de los niños en Suazilandia, donde se estima que existe el mayor índice de prevalencia del virus.

¿Estáis notando la crisis económica?

De momento no. Nuestros colaboradores siguen apoyando, pero es pronto para hacer un diagnóstico. Tenemos intención de abordar en profundidad cómo puede afectarnos este tema y tratar de reforzar el mensaje de que precisamente en momentos de crisis hay que seguir manteniendo la ayuda, pues quienes más sufren la crisis son los más desfavorecidos.

Por último, cuando dejes la Presidencia, cuando se cumpla tu mandato, ¿cómo te gustaría ser recordada?

Como una voluntaria más, que ha mantenido un esfuerzo constante en cumplir su compromiso, convencida de que el trabajo que realiza UNICEF alrededor del mundo logra resultados reales que transforman la vida de los niños impulsando su pleno desarrollo, de sus familias, de sus comunidades y de sus países. Y también porque el equipo, del que he formado parte como presidenta, ha logrado en España avances en el conocimiento de la organización, en su aportación a la infancia en todo el mundo y en la consolidación de un mensaje basado en los valores y principios que fundamentan el cumplimiento de los derechos humanos.

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