Los nuevos decanos del cambio

Algo se está moviendo en las escuelas de negocios. Ha llovido mucho en todo el sector en el último año y medio, y parece que hace falta más que un simple empuje momentáneo para que el temporal escampe. Observadas bajo la lupa por críticos y descreídos, las escuelas se han visto obligadas a frenar en seco y a cambiar el discurso oficial por otro presidido por la reflexión, autocrítica, replanteamiento, rediseño o, en suma, renacimiento.

El reciente nombramiento de Nitin Nohria como próximo decano de Harvard Business School es la muestra palpable del momento de inflexión que vive todo un sector, que en el último medio año ha visto cómo algunas de las escuelas de negocios más importantes han cambiado a sus decanos. El cambio en Harvard ha sido el más sonado, pero no el único. Ahora bien, la llegada del profesor Nohria ha sido la respuesta más contundente de un sector que se busca a sí mismo como pocos recuerdan.

Desde el anuncio de la noticia del nombramiento de Nitin Nohria como decano de Harvard, que se dio a conocer en las páginas de The Harvard Crimson, el periódico de la Universidad de Harvard el 4 de mayo, numerosos expertos y profesores de todo el mundo han visto la elección de este profesor como un baño balsámico dentro de las dudas que han rodeado a estas instituciones desde finales de 2008. La trascendencia mundial de esa noticia en los principales medios internacionales deja constancia de que trasciende a la mera persona y cargo designado. De hecho, nadie ha dudado en ligar la llegada de Nohria a la crisis mundial y al efecto a ésta sobre las escuelas de negocios.

El sistema financiero mundial vivió en el último semestre de 2008 una sacudida de proporciones, entonces, aún desconocidas, y que ahora, casi dos años más tarde, se compara con el crash de 1929. La caída de Lehman Brothers reventó la partida y, con Lehman por los suelos, las otras fichas del dominó empezaron a caer una tras otra sin solución de continuidad. Por suerte o por desgracia, el derrumbe del gigante de la banca financiera coincidió con los actos de celebración de centenario de Harvard Business School, fundada en 1908 y que, justo en 2008, ofreció sus mejores galas para tal festejo.

Entre el 12 y 14 de octubre de ese año, la escuela de Boston reunió, como dijo el decano Jay O. Light en la presentación del acto del centenario, «a la mayor cantidad de personalidades del mundo de los negocios en la historia de la escuela». Pero, acto seguido tras las palabras protocolarias de agradecimiento, hiló más que fino: «El tiempo presente llama a una profunda reflexión, a una profunda y sincera reflexión. Todos los grandes actores del sistema (Wall Street, directivos, reguladores, empresas, y, sí, las escuelas de negocios), estamos llamados a una seria reflexión. Durante las próximas semanas y durante los próximos meses todos nosotros debemos mirar cuidadosamente a lo que hemos hecho y debemos reflexionar seriamente sobre lo que podíamos haber hecho y deberíamos haber hecho. Lo que más necesitamos ahora mismo es liderazgo: liderazgo en corto plazo y liderazgo a largo plazo».

El decano Light describió entonces qué debía entenderse por liderazgo dentro del contexto de la Harvard Business School, algo que debatieron en un debate posterior varios altos directivos moderados por el profesor Nitin Nohria. Pero de las palabras del decano se intuía algo más allá de un mero deseo: la necesidad de cambio. Así fue. Mes y medio más tarde, el 8 de diciembre, Jay O. Light anunció que dejaría el cargo de decano en junio de 2010, con un mensaje institucional que redundó en esa idea de cambio: «Creo que es hora de que otro decano dirija el futuro camino de esta institución tan especial».

CAMBIO. Esa era la palabra convertida en hecho. Un cambio no sólo en Harvard sino en otras escuelas. De hecho, apenas una semana antes de la decisión de Jay O. Light, el 2 de diciembre, el entonces decano de la Chicago Booth Graduate School of Business, Ted Snyder, anunció que dejaba su cargo. Y no quedaban aquí los cambios. Al anuncio de Snyder, que meses más tarde fue nombrado decano de la Yale School of Management, había que sumar a Garth Saloner, decano de Stanford Graduate School of Business, nombrado en septiembre de 2009; y a Peter Blair Henry, decano de Stern School of Business, de la Universidad de Nueva York (NYU), nombrado en enero de 2010.

En cuestión de tres meses, casi la mitad de las instituciones de la Ivy League estaban en proceso de cambio de decanato en sus respectivas escuelas de negocios. Aún más.

El 30 de marzo, la escuela de negocios de Kellogg, de la Universidad de Northwestern, anunció el nombramiento de Rally Blount, procedente de la NYU Stern, como próxima decana del centro, en sustitución de Dipak Jain, que había abandonado su cargo a mediados en 2009.

Las escuelas de negocios de EEUU estaban viviendo a comienzos de 2010 un cambio sin precedentes de nombres y cargos, que pronto encontró su correlato al otro lado del océano. Si en EEUU se iban sucediendo las designaciones de los sucesivos decanos, que han tomado posesión efectiva de su cargo el 30 de junio o el 1 de julio, las escuelas europeas no tardaron en responder también con novedades a la ola de movimientos provenientes desde América. En este sentido, el 18 de enero de 2010, Judge Business School, la escuela de negocios de la Universidad de Cambridge, anunció la salida del decano del centro, Arnoud de Meyer, que dejaba la escuela para regresar a Singapur como presidente de la Singapoure Management University desde el 1 de septiembre de este año. Con este cambio, Meyer regresa, de alguna forma, a su casa, pues hasta su incorporación a Judge había sido el director del campus de INSEAD en Singapur, país asiático en el que ha residido durante una década.

Por su parte, el 11 de febrero, ESADE anunció el nombramiento de la profesora Eugenia Bieto como próxima decana de la escuela española a partir de septiembre, en sustitución de Carlos Losada, director general del centro durante los últimos diez años. Y apenas dos semanas más tarde, otro centro español, Deusto Business School, anunció el nombramiento de Manuel Escudero, director de la asociación de Principles for Responsable Management Education (PRME), dependiente del Global Compact de Naciones Unidas, como director general, en sustitución de Ramón O’Callaghan. Las primeras palabras de Escudero al incorporarse a su cargo insistían en la necesidad de cambio. «Vengo a reinventar las escuelas de negocios y a hacer lo que predico», dijo Escudero, que desde PRME llevaba años en línea directa con escuelas de todo el mundo para incorporar los principios de la gestión responsable a los MBA. La solemnidad del discurso del nuevo director general de Deusto Business School coincidió plenamente con la de su homóloga de ESADE, que en una entrevista publicada en Cinco Días, dijo: «ESADE me ha encargado una misión». Grandes palabras para un reto mayor: hacer realidad el cambio.

Los cambios a uno y otro lado del Atlántico se sucedieron en cuestión de cinco meses, pero todas las miradas seguían centradas en Harvard Business School, cuya respuesta a la crisis debía ser contundente y firme. Como faro y estandarte del sector, lo que saliese del interior de la escuela de Boston mandaría un mensaje a todo el mundo; de ahí que en juego estaba más que una simple designación. En el fondo, en juego estaba el futuro de todo un sector.

Justo hace un año, en junio de 2009, la presidenta de la Universidad de Harvard, Catherine Drew Gilpin Faust, había adelantado en una entrevista al Financial Times que la situación que atravesaban las escuelas era crítica. «Las escuelas de negocios necesitan una reflexión seria sobre su misión, identidad y contribución a la sociedad», dijo la rectora en toda una declaración de intenciones. Habida cuenta de la trascendencia del futuro decano y de los posibles nombres que empezaron a barajarse y a sonar en todas las quinielas, bien podría declararse que Nitin Nohria fue el ganador de unas elecciones presidenciales en la que competían o participaban diversos candidatos.

Pero, dejando símiles fáciles aparte y a diferencia de éstos, la designación del próximo decano, que tomó posesión oficial de su cargo el 1 de julio, ha estado presidida por el compromiso no sólo de la institución y de la comunidad académica de ésta sino por el compromiso de los miles de graduados que forman la asociación de antiguos alumnos de Harvard Business School. Había mucho en juego y todo el mundo actuó en consecuencia.

De una parte, la presidenta de la universidad se reunió durante más de medio año con todos los grupos inmersos en el proceso, aunque, según señalan fuentes próximas a la universidad, con quien más trató y confió fue en Michael Porter, experto mundial de estrategia y competitividad, y cuyo consejo Drew Faust tomó buena nota. Eso, desde la cúpula de la universidad. Desde los antiguos alumnos, Ann Nelly, presidenta del consejo de antiguos alumnos de Harvard Business School, que agrupa a 80.000 graduados, tras múltiples reuniones, envió una carta a la rectora en la que resumía las cualidades que, según los antiguos alumnos, debía reunir el futuro decano. La carta, según publicaron en su momento diversos medios de comunicación de EEUU, no mencionaba nombres, pero sí características y cualidades del potencial decano: una fuerte capacidad de liderazgo, un absoluto respecto por lo que representa HBS, una visión de futuro relevante sobre la escuela, y la capacidad de trabajar mano a mano con todos los antiguos alumnos. «Queremos a alguien que sea un visionario, pero no tan visionario como para echar por tierra todas las cosas que hemos hecho hasta ahora», decía la misiva.

Cambio, pero sin perder esa tradición centenaria que había festejado Harvard Business School a finales de 2008. Curiosamente, la promoción que ese momento estaba comenzado el segundo curso del MBA de la escuela de Boston tendría, indirectamente, mucho que decir en la elección del futuro decano. Al calor de la crisis financiera mundial que no había hecho más que estallar y, sobre todo, como consecuencia de las críticas que empezaron a vertirse sobre los MBAs y las escuelas, un grupo de alumnos decidieron que era el momento de auspiciar la creación de un juramento hipocrático de los MBA (el ya famoso MBA Oath) con el objetivo de restaurar la confianza perdida en los directivos y los MBAs.

Desde finales de 2008, la escuela de Boston había sido objeto de numerosas críticas, pues de sus aulas habían salido algunos de los protagonistas de la crisis mundial. Ante esas críticas, la respuesta debía ser rotunda. Así ha sido. Por primera vez en su centenaria historia, el centro ha elegido a un decano no estadounidense con lo que ello implica en un entorno global.

En ese impulso, los alumnos acudieron a dos profesores que se habían ya hecho eco de las críticas y que llevaban tiempo trabajando en ese juramento: Rakesh Khurana y Nitin Nohria. En el libro recientemente publicado The MBA Oath, que analiza los porqués de ese juramento, Max Anderson recuerda ese primer contacto con Khurana –y Nohria–: «Entré en el despacho de Khurana y le dije que algunos alumnos estábamos pensando en crear un juramento hipocrático para la graduación. En ese momento, Khurana levantó la vista y dijo: «Mira, justo estaba escribiendo en mi ordenados sobre un juramento hipocrático que Nitin Nohria estamos preparando para el World Economic Forum». Nohria, de hecho, llevaba masticando esa idea desde 1996 y a comienzos de 2009 parecía ya casi una realidad.

El hecho es que los alumnos de Harvard contaron con el apoyo intelectual de Khurana y Nohria para la creación del MBA Oath, algo que no pasó desapercibido meses más tarde cuando estos y otros nombres comenzaron a sonar como futuro decanos de la escuela. En enero de 2010, The Harbus, el periódico estudiantil de Harvard, avanzó el nombre de Joseph L. Baradacco, decano asociado, director del MBA de la escuela y experto en ética, como uno de los candidatos al puesto. Su larga trayectoria académica internacional lo avalaban. Otros puntaban a un perfil ejecutivo, representado por el profesor y empresario Bill George, brillante en la empresa, aunque quizá demasiado heterodoxo por no académico para el puesto de decano. Incluso muchas miradas apuntaban al profesor David Garvin, uno de los tres autores del libro Rethinking the MBA, publicado en abril de 2010.

La lista de potenciales candidatos fue abriéndose y fue entonces cuando el «candidato» Nohria encontró a sus fieles. Los graduados de la promoción 2009 de HBS crearon una página web llamada Nitin Nohria for Dean, en la que, en una carta a la presidenta de Harvard, defendían las credenciales de profesor. «El profesor Nitin Nohria es el líder que necesitamos en beneficio de esta gran institución para que nos guíe en el camino de redescubrirnos a nosotros mismos y de realinear nuestra propuesta por el liderazgo», decía la carta, que enumeraba una serie de cualidades que rodeaban al candidato: capacidad crítica para cuestionarse las creencias, vasta autoridad, liderazgo visionario (basado en su apoyo incondicional al MBA Oath en un momento de crisis), vasto conocimiento intelectual sobre los fundamentos del liderazgo y de la gestión, y un liderazgo de quinto nivel –siguiendo las tesis de los cinco niveles de liderazgo de Jim Collins–.

Con todos estos ingredientes sobre la mesa y tras meses de deliberaciones, reuniones y consejos, el pasado 4 de mayo The Harvard Crimson, el periódico de la Universidad de Harvard, anunció el nombramiento de Nitin Nohria como próximo decano de Harvard Business School. En apenas unas horas, la noticia recorrió el mundo y los principales diarios internacionales recogieron en sus páginas el nombramiento, todo un signo de la trascendencia del momento.

El 1 de julio Nohria asumió el cargo de forma oficial y a partir de entonces se podrá realizar un análisis más detallado de lo que supone su llegada al decanato. Pero en este caso no ha hecho falta la espera para mostrar lo que supone esta designación.

Desde un punto de vista institucional, y no sólo como institución sino como referente de todo un sector, la escuela de negocios de Boston ha dado un paso firme al frente, sin tapujos, en una apuesta indudable por el cambio y el futuro de todo un sector que necesitaba un golpe de efecto a raíz de las críticas recibidas en los últimos tiempos.

La designación de Nohria está a la altura de las circunstancias; no podía ser de otro modo, y más aún en este momento. «Bien hecho, Harvard», exclamó inmediatamente el columnista del Financial Times Stefan Stern al conocerse la noticia.

En un momento en que el sector de escuelas de negocios se buscaba a sí mismo, Harvard Business School entendió que era la hora de ir más allá. Desde finales de 2008, la escuela de Boston había sido objeto de numerosas críticas, pues de sus aulas habían salido algunos de los protagonistas de la crisis mundial. Ante esas críticas, la respuesta debía ser rotunda. Así ha sido. El propio perfil de Nohria resume la trascendencia de la elección. Por primera vez en su centenaria historia, el centro ha elegido a un decano no estadounidense, sino de origen indio, con lo que ello implica en un entorno global.

Precisamente, la globalización es uno de los temas clave de la investigación del profesor Nohria, que durante las últimas dos décadas ha viajado por todo el mundo en sus trabajos como colaborador del Aspen Institute y del World Economic Forum.

MÁS AÚN. En un momento en que muchos han echado las tintas sobre las escuelas de negocios, Nohria ha sido uno de los académicos que más se ha destacado por azuzar desde dentro del sector no sólo la reflexión y asunción de responsabilidades sino la más sincera y severa autocrítica, en un intento por hacer ver que algo de responsabilidad debía recaer sobre las instituciones donde se habían formado los directivos responsables de la crisis. En esa autocrítica, no dudó en censurar aspectos académicos de la enseñanza de los MBA, incluido el método del caso, creado por la escuela que ahora se dispone a dirigir. «No debemos enterrar el método del caso, pero es un hecho que ese método debe ser complementado con otras variantes o métodos, pues no encierra en sí mismo la compleja dinámica de los negocios y de la empresa.

Debemos abrirnos también a otros métodos de enseñanza y crear un mix entre todos ellos», ha llegado a afirmar.

El último año y medio de Nohria con su implicación en la elaboración del MBA Oath resume su compromiso frente a los escándalos financieros que han originado la crisis. En sus artículos y conferencias, Nohria ha censurado los malos ejemplos de buen gobierno, liderazgo, irresponsabilidad y falta de ética de los directivos involucrados en los casos de corrupción que han originado la crisis financiera.

No podía ser de otro modo al tratarse de un experto mundial en liderazgo y ética, esa ética que tanto se ha reclamado en la enseñanza de las escuelas de negocios y que ahora Nohria reivindica para los MBA. En este sentido, ha encabezado la creación de un debate intelectual en el blog de Harvard Business Review sobre el futuro del liderazgo en el siglo XXI, en un intento por definir hacia dónde deben caminar los líderes que vienen. Frente a esa falta de ética y de liderazgo de los directivos involucrados en la crisis, Nohria se ha revelado como el autor intelectual –junto a Khurana– de ese juramento hipocrático de los MBA, así como el defensor a ultranza de la conversión del management en una auténtica profesión, como detalló en el artículo que publicó junto a Khurana en octubre de 2008 en Harvard Business Review, y que proseguía en un documento más amplio que en 2005 habían publicado los dos profesores y su colega Rosabeth Moss Kanter sobre el futuro de la educación superior en EEUU.

Nohria resume la nueva era que debe presidir las escuelas de negocios, un cambio y transformación que exige de las escuelas una redefinición, repensamiento, rediseño y, ante todo, espíritu crítico desde su interior. El mundo ha cambiado, y los nuevos temas que presiden la agenda global (globalización, cambio climático, buen gobierno, liderazgo responsable, sostenibilidad, ONG, energías renovables…) deben presidir el futuro del MBA y el MBA del futuro. De alguna forma, la designación de Nohria rezuma la frescura de ese nuevo tiempo que debe presidir la educación de negocios, una frescura que, al mismo tiempo, deja otra señal de indudable valor para el futuro del sector: la creciente presencia de mujeres decanas dentro del sector.

Tanto las recién nombradas decanas de Kellogg como de ESADE son mujeres, que se unen a las de Notre Dame y otras. «Si la mujer empieza a estar en la alta dirección en las empresas, ¿por qué no va a pasar lo mismo en las instituciones que forman a esos directivos?», ha dicho la directiva de una empresa cotizada en el Ibex 35. A comienzos del año 2000, Laura Tyson se convirtió en decana de la London Business School durante un breve período de tiempo, pero ahora parece que la presencia femenina se asienta definitivamente en los decanatos. Ese es, sin duda, el otro gran cambio que empiezan a protagonizar las escuelas desde dentro. Pero el cambio necesitaba un gesto, y con Nitin Nohria ese gesto ya tiene nombre, el nombre y apellidos del decano necesario para el cambio y para el futuro.

POR JUANMA ROCA