España, alumno aventajado del Global Compact

HAZ7 junio 2005

En enero de 1999, durante el Foro Económico Mundial de Davos, KofiAnnan, Secretario General de las Naciones Unidas, propuso un sistema que situaba a las empresas como agentes paradigmáticos para extender la Responsabilidad Social Corporativa por el mundo.

Por su presencia internacional, se convertían en la herramienta clave en torno a la que giraría el nuevo proyecto impulsado por la ONU: el Pacto Mundial (Global Compact). En tan solo unos años, se ha convertido en una realidad económica, política y social, con la participación de miles de empresas.

Aunque todavía queda mucho por hacer, se ha constituido como un mecanismo de las empresas para responder a sus responsabilidades sociales. Este Pacto se sustenta en diez principios éticos.

El Pacto Mundial tiene un objetivo base: fomentar el diálogo entre las empresas, los trabajadores, los sindicatos y los Gobiernos. Esta relación se enmarca dentro de Naciones Unidas, cuya estructura burocrática con sede en Nueva York se encarga de dirigir las actividades desarrolladas por los participantes del Pacto y de darlas a conocer. Este programa no trata de la actividad comprometida e independiente de diversas empresas, ni mucho menos.

Por medio del esfuerzo colectivo para sacar adelante esta idea, se está dando lugar a una Red integrada de trabajo. Los participantes del Pacto Mundial actúan siempre bajo su propia iniciativa. No responden a ningún tipo de normas obligatorias. Su compromiso es voluntario, y puede que sea esta la razón por la que todos sus miembros trabajan en equipo.

Este Pacto se fundamenta en una promesa: reducir las diferencias entre países y redistribuir la riqueza, para que la miseria vaya desapareciendo. Parece que las empresas se van concienciando de que, debido a su presencia e influencia mundial, pueden ser las precursoras de este cambio.

Las diferentes culturas se van acercando por medio de este proyecto, ya que todas las empresas que lo conforman, provengan del lugar que sea, colaboran e integran sus recursos. De hecho, la ONU ha declarado que, uno de sus propósitos es conseguir reducir la brecha existente con los países musulmanes por medio del Pacto Mundial.

PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LAS EMPRESAS EN EL PACTO MUNDIAL. La Responsabilidad Social Corporativa como fundamento integrado en las empresas se ha extendido mucho en los últimos años. Hasta el punto de que, es un elemento necesario para que sean bien consideradas socialmente y salga adelante su negocio.

Hoy en día, las compañías no pueden eludir la necesidad de dar una respuesta responsable a los empleados, a las ONG, a los organismos gubernamentales, a los accionistas y a la sociedad en general. El Pacto Mundial se está constituyendo en un símbolo de las empresas que responden a esos valores.

El Global Compact señala varias ventajas para las empresas que participen en el programa: el desarrollo de soluciones prácticas a problemas contemporáneos relacionados con la globalización, el desarrollo humano sostenible y la responsabilidad social corporativa en torno a diferentes intereses; la adhesión a principios universales y a la responsabilidad cívica que puede conducir a una economía global más sostenible e integrada; la colaboración con la ONU para alcanzar objetivos universales y, al mismo tiempo, compartir su poder con gobiernos, otras empresas, la sociedad civil y otras comunidades influyentes; compartir con todos estos agentes sociales las buenas prácticas y experiencias; y el conocimiento más profundo de la misión de la ONU en cuanto a desarrollo y su inmersión en el mundo.

Hay cuatro prácticas diferentes a través de las que las empresas pueden hacer efectivos los principios que sustentan el Pacto Mundial: los foros de aprendizaje, los diálogos políticos, los proyectos asociativos y las estructuras locales.

La primera actividad consiste en dar a conocer los logros en torno a los diez principios alcanzados por las empresas participantes. Es un diálogo en el que ponen en común sus avances y se ven los puntos débiles de los programas desarrollados.

Además, exponer abiertamente la actividad corporativa de cada compañía, es un progreso beneficioso en la política de credibilidad cara a la sociedad.

En cuanto a lo que se refiere a los diálogos políticos, permiten incrementar los lazos de colaboración y la confianza entre las empresas y la sociedad. Consisten en analizar los grandes problemas del mundo globalizado y en exponer posiciones diferentes acerca de cómo solucionarlos.

Así, por ejemplo, los diálogos realizados durante los años 2001 y 2002 versaron acerca del «sector privado en áreas de conflicto» y «el desarrollo sostenible y empresarial» respectivamente. Los proyectos asociativos son prácticas conjuntas de los diferentes participantes del Pacto Mundial. Con estos, pretenden avanzar de modo más eficiente en los diez principios y en los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se han propuesto los países miembros de la ONU.

Con respecto a las estructuras locales, éstas permiten un desarrollo del Pacto Mundial en ámbitos geográficos más reducidos. La finalidad de esta distribución es la conformación de redes nacionales y regionales más integradas para trabajar mejor en los objetivos del pacto.

Las empresas del Global Compact tratan de mostrar la credibilidad de su compromiso a nivel social, no sólo por medio de los foros de aprendizaje. Con este fin, colaboran con la Iniciativa de Generación de Informes Mundial (GRI). Publican documentos de sus experiencias prácticas y de su avance en los diez principios del pacto. La búsqueda de la transparencia informativa es un paso adelante en la conformación de la Red de trabajo de los miembros del Pacto.

LA EXPERIENCIA DEL PACTO MUNDIAL EN ESPAÑA. El nivel de concienciación respecto a la responsabilidad es diferente según las empresas y los países. España es un claro ejemplo de compromiso social. Pasó a formar parte del Pacto Mundial a principios de 2002, como consecuencia de la iniciativa de la Fundación Rafael Pino de adquirir los, entonces, nueve principios.

Este es el momento clave en la relación de España con la RSC. Desde entonces, el número de participantes españoles y sus proyectos han aumentado hasta convertirse en un paradigma para el resto de integrantes del Pacto.

El 22 de octubre de 2003 el Secretario General de las Naciones Unidas, KofiAnnan, realizó una intervención en Madrid elogiando la labor de España: «Con casi 200 participantes, la organización española para el Global Compact es una prueba del compromiso de la comunidad empresarial española con la ciudadanía corporativa y la responsabilidad social. Los líderes empresariales españoles, en colaboración con otros stakeholders, están usando el Global Compact y sus principios en Derechos Humanos y laborales, y medio ambiente para avanzar en el diálogo, el aprendizaje y los proyectos. Envío mis felicitaciones más cálidas a la organización española y espero que más empresas sigan su ejemplo».

Así ha sido en muchos países, ya que la organización francesa para el Pacto Mundial ha reconocido la labor española y su iniciativa de la «Mesa Cuadrada» y está siguiendo su ejemplo.

EMPRESAS ESPAÑOLAS COMPROMETIDAS CON LA CAUSA. El mismo director ejecutivo del Global Compact de la ONU, George Kell, ha felicitado la labor de algunas de las empresas españolas que integran este programa, como pueden ser Inditex, Grupo Santander o Grupo Telefónica. Además, estas compañías forman parte del «top ten», entre otras como Repsol YPF, BBVA o El Corte Inglés, del Monitor de Reputación Corporativa (MERCO) realizado en 2005 (datos facilitados por www.analisiseinvestigacion.com/merco).

Inditex destaca por su liderazgo en el mercado textil español y su importancia en el internacional. Pero, también lo hace por ser la primera empresa española en adherirse al Pacto Mundial y por difundir, entre todos sus proveedores, los principios éticos que lo soportan. Mantiene un estricto compromiso con la sociedad y el medio ambiente.

Esta compañía sostiene, en su código de conducta, dos líneas base sobre actuación corporativa responsable: la primera se refiere a la edad de contratación de sus empleados, que no pueden tener menos de 16 años en ninguno de los países en los que tiene sedes, y la segunda, aborda el empleo no discriminatorio por razones de sexo, raza, credo, edad, opinión, orientación sexual, nacionalidad y discapacidad física o psíquica.

Así mismo, promueve el respeto por el entorno y el desarrollo sostenible. El sector financiero ha mostrado una mayor reticencia, en general, a adoptar principios de actuación conforme a Responsabilidad Social Corporativa.

Sin embargo, SCH fue la primera empresa del sector en colaborar y abriendo el camino a muchas otras. Está comprometido y es un defensor de las conductas que promueve el Pacto Mundial.

Dentro del ámbito energético, Repsol YPF también se desmarca como una compañía que apuesta fuerte por las ideas del Pacto Mundial. El presidente ejecutivo de esta corporación la describe «como una empresa orientada a la generación de riqueza, que busca un equilibrio entre los criterios económicos, medioambientales y sociales y abierta a todos sus grupos de interés».

VALORES ÉTICOS QUE LO SUSTENTAN. El Global Compact estructura el civismo empresarial en torno a diez principios universales que giran a su vez alrededor de los Derechos Humanos (primer y segundo principio), los derechos laborales (tercero, cuarto y quinto) y el medioambiente (séptimo, octavo y noveno).

Estos tres ideales fueron adoptados globalmente a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la Declaración de la Organización Mundial del Trabajo sobre Principios Fundamentales y Derechos Laborales; y la Declaración de Río sobre Medioambiente y Desarrollo. El décimo principio, más moderno, está dedicado a la corrupción.

Por María Cabrera

Amadeo Petitbó: “Hemos sido referencia para Naciones Unidas y otros países”

¿Cómo consiguieron que tantas empresas se sumaran?

El número de empresas adheridas se acercaba a 200. El trabajo para conseguir una cifra tan elevada fue intenso.

El presidente de la Fundación, la vicepresidenta y yo mismo nos distribuimos la tarea de telefonear personalmente a los primeros directivos de las empresas con el fin de explicarles el contenido de los 9 principios del Pacto e invitarles a adherirse al mismo. El trabajo fue duro pero consideramos que era el mejor procedimiento posible.

¿Cuál es el grado de implicación actual de la Fundación Rafael del Pino en el Pacto Mundial?

La implicación es total. Impulsamos la idea y desde el principio contribuimos a su difusión.

También hemos trabajado en favor de la transformación de un grupo no institucionalizado en ASEPAM (Asociación española del Pacto Mundial de Naciones Unidas). Dado el desarrollo del proyecto tenía poco sentido seguir trabajando solamente con la buena voluntad como instrumento de referencia.

¿Cómo valoran el nivel de desarrollo del Pacto Mundial hoy en día y su papel en la sociedad española?

En mi opinión el balance de lo que se ha hecho puede calificarse como positivo. Incluso hemos sido referencia para Naciones Unidas y otros países. Y todo lo que hemos hecho ha sido llevado a cabo sobre la base de la buena voluntad de un grupo reducido pero entusiasta de personas y con nuestros propios recursos. Ahora empieza una nueva etapa cuyos resultados, estoy seguro, serán magníficos pues la nave sigue la dirección correcta y está bien dirigida.

10 principios del Pacto Mundial

Principio 1 «Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales, reconocidos internacionalmente, dentro de su ámbito de influencia».

Esta defensa ética de los Derechos Humanos tiene una importancia clave tanto a nivel empresarial, como en el entorno en el que influyen las corporaciones. Deben responder a este principio por múltiples razones, entre las que destacan: cumplir los dictados de la legislación nacional e internacional; aprovechar su presencia global y su peso en países con poco respeto por los Derechos del Hombre para influir en estos; responder a una preocupación creciente de los consumidores en torno a este tema; etc.

Principio 2 «Las empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los derechos humanos».

La confabulación es difícil de localizar e identificar, por eso las empresas deben estar especialmente atentas en este tema. El Pacto Mundial establece tres tipos implicación. La complicidad directa, lo hace la empresa por sí misma y con conocimiento de causa. La complicidad indirecta, se refiere a sacar beneficio de la vulneración de derechos humanos que realizan terceros. Por último, la complicidad silenciada, que consiste en mantener una actitud indiferente o permisiva con prácticas en contra de los derechos de las personas.

Principio 3 «Las empresas deben apoyar la libertad de afiliación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva».

Este enunciado se refiere a que las empresas deben preservar la libertad de asociación y de afiliación a sindicatos u organismos de cualquier tipo por parte de sus empleados, garantizando que no les supondrá arriesgar su trabajo. También recoge la libertad de los empleados para llevar a cabo actividades que les conduzcan al establecimiento de convenios.

Principio 4 «Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo coacción».

Esta situación puede responder a prácticas de la empresa directamente o, en muchos de los casos, a las de sus proveedores o entidades subcontratadas. Es un problema muy extendido y, por eso, las empresas deben tener mucho cuidado a la hora de buscar socios comerciales. Incluye coacciones como el esclavismo, la explotación para la devolución de deudas, el trabajo involuntario de presos sin la supervisión de organismos públicos, etc.

Principio 5 «Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil».

Este tipo de prácticas tienen consecuencias negativas para los individuos, el sistema económico y la empresa. En lo referente a los niños supone privarles de su dignidad, de su infancia y de las posibilidades de formarse mejor para encontrar un trabajo en el futuro. En relación con las empresas en torno a la que se desate un escándalo de explotación infantil, éstas pueden tener problemas serios para sacar adelante su negocio.

A pesar del ambicioso objetivo que se engloba bajo este principio, erradicar la explotación infantil es un proceso complejo.

Las empresas que tengan que responder a esta situación deben considerar dos cosas a la hora de privar a un niño de ese salario: pueden estar condenándolo a la prostitución y, también, pueden encaminarlo a una situación mayor de miseria. Las empresas deben ser responsables a largo plazo con los niños que sufren explotación laboral.

Principio 6 «Las empresas deben eliminar cualquier forma de discriminación respecto del empleo y la ocupación».

Las exclusiones provocadas por razones de sexo, edad, religión, raza o nacionalidad siguen siendo una lacra en el sistema empresarial global. Las compañías tienen los medios para poner fin a estos criterios de contratación y deben aplicarlos.

Principio 7 «Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente».

En la Declaración de Río, donde se gestó esta idea, se recalcó el concepto de que, para alcanzar un desarrollo completo, no podía dejarse de lado el cuidado del medio ambiente. Pero, no es suficiente con la acción ante los desastres, sino que hay que tomar medidas preventivas. Además de ser un avance en el desarrollo sostenible, esta actitud favorece a las empresas a largo plazo. Con una buena gestión, evitan tener gastos extra para resolver los desastres que provoquen. Además, los métodos de producción sostenible suponen un gasto inferior porque generan menos residuos.

Principio 8 «Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental».

La conferencia de Río de 1992 puso de relieve la fragilidad del planeta y los problemas a los que nos exponemos todos, incluidas las empresas por no promover el respeto y ser considerados con el medio ambiente.

Estos problemas se centran en tres aspectos: el deterioro de los ecosistemas naturales, la falta de capacidad de la Tierra para proporcionarnos un espacio habitable a largo plazo y la reducción de las posibilidades de mantener un desarrollo económico y social.

Los resultados son preocupantes y, por eso mismo, su solución se establece como uno de los principios del Pacto Mundial.

Principio 9 «Las empresas deben favorecer el desarrollo y difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente».

Las tecnologías nuevas y respetuosas contaminan menos, son más propicias al reciclaje, gestionan de modo más eficiente las materias primas, son menos costosas en cuanto al desecho de residuos, etc. Todas estas son ventajas, no sólo para la empresa, sino para la sociedad en general.

Principio 10 «Las empresas trabajarán en contra de la corrupción en todas sus formas, incluidas la extorsión y el soborno».

Este principio, diferente a los anteriores en cuanto al tema de fondo, se introdujo el 24 de junio de 2004 en la Cumbre de Líderes del Global Compact. Responde a una realidad social: la necesidad de poner fin a la corrupción por medio de un código ético debido a la ineficiencia del sistema legal para hacerlo.