Primeros Pasos: La responsabilidad social de la empresa en Latinoamérica

HAZ27 diciembre 2005

Los impedimentos que el sector público en estos países enfrenta en sus esfuerzos por satisfacer las necesidades sociales incrementa la necesidad del sector privado de asumir su responsabilidad social y ambiental. Aunque está claro que el sector privado no puede, ni debe, reemplazar al Estado en la provisión de servicios básicos e infraestructura sí que puede contribuir a mejorar las sociedades latinoamericanas.

Esto es especialmente aplicable en una región del mundo donde alrededor de 128 millones de personas, o un cuarto de su población vive con menos de 2 dólares al día y unos 50 millones se consideran extremadamente pobres, sobreviviendo con menos de 1 dólar al día.

Los gobiernos y las Naciones Unidas fijaron en las Metas de Desarrollo del Milenio unos objetivos ambiciosos para mejorar la calidad de vida y reducir los niveles de pobreza; estos actores son conscientes del importante papel que puede jugar el sector privado en ayudar a conseguir estas metas. Algunas compañías están acercándose a los pobres de una manera sostenible enmarcados en comportamientos responsables y en resultados que benefician a todos.

Un argumento de peso para conseguir un sector privado más responsable es que la RSE puede convertirse en un instrumento de competitividad y también en un instrumento de desarrollo.

LA EVOLUCIÓN HACIA LA RSE. La RSE está erróneamente asociada con la filantropía, que usualmente ha sido un pequeño primer paso hacia comportamientos más responsables. En algunos casos estas acciones filantrópicas surgen como respuesta a crisis económicas como es el caso de Argentina y Perú y en otras ocasiones como consecuencia de crisis sociales más arraigadas como es el caso de Colombia y Brasil.

Existe una larga tradición de filantropía corporativa en Latinoamérica donde el sector privado ha tenido una visión paternalista y asistencialista de su rol en la sociedad.

La filantropía no está estrechamente relacionada con la tarea central de las empresas que es producir bienes y servicios y obtener beneficios económicos para su supervivencia.

Mientras que las donaciones corporativas tienen un papel en las sociedades latinoamericanas muy destacado a lo largo del tiempo es necesaria una evolución hacia una participación más activa de las empresas a la hora de utilizar esos recursos y evaluar el impacto.

Las fundaciones y las organizaciones no gubernamentales están animando a las empresas a dar un paso hacia delante y alejarse de la filantropía tradicional hacia un comportamiento de ciudadanía corporativa con componentes más estratégicos hechos a la medida de las características específicas locales.

En sociedades especialmente sensibles a los conflictos, como es el caso de Colombia, se pueden crear problemas inesperados cuando las empresas financian proyectos de desarrollo sin una debida consideración de las necesidades, los medios y los objetivos finales que se persiguen. Esto refleja la necesidad de una estrategia clara en temas de responsabilidad social y ambiental.

De un modo más general se podría decir que para evitar males mayores y para potenciar su efectividad, las empresas deberían desarrollar estrategias que contribuyan al desarrollo económico y social de la comunidad en colaboración con los actores locales, regionales y nacionales.

Si la Responsabilidad Social Corporativa está extendida por América Latina no está muy claro. Algunas fuentes sugieren la existencia de empresas y ONG relativamente activas, con un potencial significativo para el desarrollo de un sector privado social y ambientalmente responsable. Sin embargo, una mirada más detallada de éstas y otras fuentes nos lleva a la conclusión de que la intensidad de la RSE esta distribuida irregularmente en Latinoamérica.

La RSE está en una etapa introductoria, la filantropía tradicional es la referencia para muchos como se mencionaba anteriormente. La relación entre RSE y competitividad no parece estar totalmente asimilada, tan sólo en algunos sectores exportadores muestran signos de tener en cuenta esta relación.

CÓDIGOS DE CONDUCTA. Si observamos la aplicación de códigos de conducta voluntarios, su aplicación es limitada.

Este es el caso de SA8000, un sistema desarrollado por Social Accountability Internacional mediante el cual minoristas, fabricantes de productos finales, proveedores y otras organizaciones son certificadas con el fin de mantener unas condiciones justas y dignas en el trabajo a lo largo de la cadena de suministro de una empresa.

SA8000 está basado en las normas internacionales de la convención de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención de los Derechos del Niño.

En Latinoamérica se encuentran casi un 12% de las instalaciones certificadas sin embargo cabe destacar que casi la totalidad de ellas se concentran en Brasil.

Latinoamérica parece estar por detrás del resto del mundo si consideramos el número de compañías que publican un balance social siguiendo la guía de Global Reporting Initiative (GRI). Tan sólo el 4% del total que siguen o utilizan como referencia esta guía para informar de manera voluntaria sobre las dimensiones económica, medioambiental y social de sus actividades, productos y servicios, tienen sede en esta región.

Mientras que el número de corporaciones que realizan balances sociales y ambientales crece con rapidez y la buena voluntad de comunicar las acciones responsables es cada vez mayor, se debe hacer hincapié en la relevancia y calidad de la información que se publica, teniendo en cuenta las expectativas de las partes interesadas e informar con rigor y claridad.

Posiblemente el avance más necesario sea la necesidad de incorporar la RSE como parte de la estrategia empresarial y desligarla de una tradición filantrópica tradicional que viene practicándose desde hace muchos años. Una vez conseguida la calidad de la información contenida en estos balances sociales posiblemente mejorará considerablemente.

Si medimos el éxito en general de la RSE en Latinoamérica, observando el número de empresas que se han unido al Pacto Mundial de Naciones Unidas y han firmado los nueve principios que abarcan estándares laborales y de medioambiente, elementos contra la corrupción, y asuntos relacionados con los derechos humanos, parecería que las prácticas responsables están muy generalizadas entre el sector privado, y otras organizaciones.

Un análisis más detallado de la distribución por país de estas cifras (vemos que se concentran especialmente en Argentina, Panamá, Perú y Brasil. Esos cuatro países juntos suponen el 85% del total de empresas adheridas al Pacto Mundial. Esta más alta participación del empresariado latinoamericano en esta iniciativa en particular se podría deber al hecho de que, hasta el momento, no se hace un seguimiento exhaustivo, se mide o se obliga a las empresas a ninguna acción en particular.

Estos principios sirven de inspiración y no suponen la obligación de cumplimiento o de lo contrario las compañías no estarían tan dispuestas a firmar el Pacto. A pesar de este detalle, teniendo en cuenta que las empresas por lo general son reticentes a firmar acuerdos que supongan un alto compromiso, la existencia de compromisos no obligatorios es en cualquier caso mejor que nada.

El Pacto Mundial de Naciones Unidas podría convertirse en un instrumento muy valioso como plataforma para demostrar liderazgo e iniciar y compartir actividades con el fin de lograr poner en práctica los diez principios en los que se basa. Además de mejorar la imagen de las organizaciones participantes definitivamente da a conocer y hace visibles los asuntos más importantes de la RSE.

EN POSITIVO. Una visión más positiva se refleja en un estudio reciente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo e IKEI que muestra que, a pesar de que la RSE no es un concepto totalmente entendido y asumido, las pequeñas y medianas empresas (pymes) en Latinoamérica están llevando a cabo ciertas actividades de RSE.

Entre los resultados destaca que las prácticas relacionadas con los recursos humanos y las condiciones laborales son las más comunes, mientras que están menos involucradas en programas con la comunidad y el medioambiente. Las motivaciones tienden a ser de carácter ético o moral pero reflejando también el deseo de motivar a los empleados y fortalecer su capital de relaciones con el resto de actores sociales.

Sorprendentemente, las encuestas en las que se basa el estudio (1.330 encuestas en ocho países de América Latina) muestra que las pymes en los países en los cuales se ha realizado (Chile, Venezuela, El Salvador, Argentina, Perú, Colombia, Brasil y México) son más activas que las pymes del Sur de Europa incluyendo España, Italia o Francia.

A pesar de la evidencia contradictoria de la incidencia real de la RSE hasta hoy en Latinoamérica ha surgido ciertamente un gran interés en el tema. Se refleja en el surgimiento de numerosas organizaciones nacionales que promueven la RSE, el mayor papel de la empresa y la participación de organizaciones como las Cámaras de Comercio Americanas (American Chamber of Comerce-AmCham) en muchos países.

Los medios de comunicación están cubriendo las noticias relacionadas con la RSE más extensamente y la celebración de numerosos eventos sobre el tema como las Conferencias Interamericanas sobre RSE, que se originaron en el mandato de la Cumbre de Presidentes del Hemisferio Occidental en Québec en 2001.

Es necesario promover actividades y apoyar las prácticas responsables en el sector privado para aprovechar todo el interés que surge. Los mismos factores que ralentizan el crecimiento económico y que afectan al desarrollo de un sector privado y público fuerte son los que están impidiendo el desarrollo de la RSE.

Estos factores incluyen la falta de capacidad institucional de muchos gobiernos, una gobernabilidad corporativa más débil y un clima de negocios menos conducente que en otras zonas del mundo. En muchos casos el sector privado en Latinoamérica no siente la presión de la sociedad civil, los sistemas judiciales no son tan ágiles y la influencia de los consumidores y los trabajadores no son tan fuertes como en otras regiones del mundo.

En este sentido, las organizaciones multilaterales para el desarrollo tienen un papel muy importante en el proceso.

La adopción de la RSE en las empresas latinoamericanas para contribuir al desarrollo socioeconómico requiere progresar en frentes como el clima de negocios, la fortaleza institucional o la gobernabilidad corporativa.

También es importante adaptar los modelos a aplicar, por lo general basados en los parámetros de los países más desarrollados en Europa o en Estados Unidos, y adaptarlos a las necesidades específicas de la región. Los factores que actualmente parecen impulsar con más fuerza el comportamiento responsable viene de los mercados internacionales y son los sectores exportadores en donde más se refleja un comportamiento más responsable.

La RSE latinoamericana parece estar muy influenciada por las ONG internacionales y por las directrices marcadas desde las centrales de las grandes compañías multinacionales. Esto sugiere que en Latinoamérica todavía le falta adaptar la RSE a la realidad local. Para que el sector privado responsable sea efectivo como un instrumento de desarrollo se debe adaptar a las características sociales, económicas de cada país en particular.

Esto requiere la adopción de modelos que abarquen una visión más democrática y participativa de los distintos roles que tienen el gobierno, el sector privado, la sociedad civil y los medios de comunicación. Mayor información, fortaleza, transparencia y apertura de todos estos sectores de la sociedad contribuirán sin duda a comportamientos más responsables en todos ellos.

LA RSE COMO SOLUCIÓN A PROBLEMAS EMPRESARIALES Y SOCIALES. Es cierto que existen algunos signos alentadores que indican una actitud más responsable del sector privado latinoamericano. Se pueden encontrar algunos casos donde la solución a problemas empresariales se ha encontrado tras darle un enfoque enmarcado dentro de la responsabilidad social.

Las empresas han comenzado a tener en cuenta a aquellos clientes anteriormente excluidos, mejorando su calidad de vida, facilitando el acceso a productos y servicios y contribuyendo al desarrollo de las comunidades más desfavorecidas. Alentar el crecimiento económico sostenible y las acciones en la base de la pirámide como vía para reducir la pobreza puede tener más sentido en Latinoamérica que en los países más desarrollados, pueden ser enfoques válidos adaptados a su realidad.

La mayoría de las compañías se han centrado tradicionalmente en los segmentos de mercado donde se obtiene beneficios y retornos rápidos en las inversiones, en mercados tradicionales que su funcionamientos es bien conocido. En este aspecto las empresas operando en Latinoamérica no han sido una excepción.

Sin embargo, la responsabilidad social de las empresas implica hacer negocios con ética, yendo más allá del cumplimiento de la ley y teniendo en cuenta las expectativas de la sociedad y las comunidades donde las empresas operan.

En este contexto, acercando a los más pobres ciertos bienes y servicios hasta ahora inalcanzables podría ser una de las responsabilidades de las empresas. La motivación no siempre tiene que ser meramente altruista y puede responder a la búsqueda de soluciones para algún problema empresarial o simplemente para expandir mercados.

Atendiendo a los tradicionalmente excluidos que no encajan en lo que se consideran estratos de ingreso rentables requiere modelos de negocio muy innovadores que además contribuyan al alivio de pobreza y a mejorar los niveles de vida de las personas en estos segmentos de mercado, de lo contrario no son modelos sostenibles ni necesariamente responsables.

La información disponible sobre la puesta en práctica de la Responsabilidad Social Corporativa en Latinoamérica es aún contradictoria y parece estar repartida desigualmente a lo largo y ancho del continente pero también es cierto que se aprecian signos de un interés creciente por parte del sector empresarial social y del gobierno.

Las iniciativas para mostrar los beneficios económicos, sociales y medioambientales de la RSE parecen estar dando sus frutos pero aún se requieren mayores esfuerzos para conseguir una puesta en práctica real y que forme parte del proceso de toma de decisiones. Las empresas responsables pueden hacer una contribución significativa al desarrollo de Latinoamérica.

Se hace necesario incorporar la acciones sociales y ambientales como parte de la estrategia y diferenciar la RSE de la filantropía tradicional así como adaptar la RSE, tal y como se entiende en mercados más desarrollados, a las realidades locales de economías todavía emergentes.

Es posible encontrar algunos casos evidentes de impacto positivo tanto en la cuenta de resultados de las compañías como en las comunidades que las rodean.

Algunas empresas son capaces de operar con éxito en segmentos de mercado con bajo poder adquisitivo a la vez que contribuyen a mejorar la calidad de vida de estos clientes potenciales. Estos beneficios pueden a su vez ayudar a mejorar las relaciones con el gobierno y las comunidades, generando un mejor entendimiento entre el sector privado y el resto de la sociedad.

El sector privado latinoamericano no puede ignorar los desafíos a los que se enfrenta: infraestructuras insuficientes, debilidad en algunas instituciones del gobierno y la necesidad de mejorar el clima de negocios. El sector privado no puede ni debe solucionar todos los problemas a los que la sociedad de América Latina se enfrenta pero puede definitivamente contribuir a mejorar algunos aspectos.

Contribuyendo a aliviar esas deficiencias, apoyando a los gobiernos y a otros sectores de la sociedad como parte de su responsabilidad social y ambiental, las empresas y la sociedad latinoamericana pueden seguir prosperando.

Los objetivos y preocupaciones de muchas ONG como son la conservación del medioambiente, la creación de empleo de calidad y el fortalecimiento de valores culturales como la solidaridad y la transparencia pueden verse mejorados a través de la RSE.

A menudo el sector privado puede optimizar la generación de mejoras en estos aspectos y valores de una manera eficiente y sostenible a través de un comportamiento responsable con la sociedad y el medioambiente. Es una oportunidad que el sector privado en Latinoamérica no puede ni debe dejar pasar.

Por Estrella Peinado-Vara