“La responsabilidad social debe ser voluntaria, no impuesta por ley”

HAZ31 octubre 2011

Jorge Villalobos es presidente del Centro Mexicano de Filantropía (CEMEFI), que el próximo mes de diciembre cumplirá 23 años. Más de dos décadas durante las que esta asociación privada, sin ánimo de lucro y sin afiliación alguna a partido, raza o religión, ha sabido involucrar a sociedad civil, gobiernos y sector empresarial con un fin común: buscar una sociedad más equitativa, fomentar la cultura democrática y estimular el respeto a la persona. Con sede central en Ciudad de México y de cobertura nacional, la comunidad del Centro Mexicano para la Filantropía está constituida por más de 850 miembros, entre asociaciones, empresas, fundaciones y personas.

¿Cuál es el leitmotiv que estimuló la creación del Centro Mexicano de Filantropía?

El Centro Mexicano de Filantropía se creó con la misión de promover la cultura de la filantropía y la responsabilidad social en México y también para facilitar la participación de los ciudadanos en asuntos de bien público.

Somos una organización sin ánimo de lucro que tiene miembros que abarcan desde fundaciones y asociaciones hasta empresas con presencia nacional. En suma, más de 850 miembros que abonan una cuota anual, que es la que nos ha permitido sustentar nuestro proyecto hasta el día de hoy.

¿Cómo ha ido evolucionando la organización a lo largo de estas dos décadas de vida?

Podríamos decir que hemos atravesado varias etapas. La primera de ellas caracterizada por la búsqueda de nuestra identidad, y cimentada por la realización de investigaciones para conocer en profundidad el sector no lucrativo de México, los marcos legales existentes, las prácticas puestas en marcha en otros países, así como los sectores de oportunidad que teníamos que abordar. En una segunda fase, tratamos de identificar cuál era nuestro nicho principal y nos dimos cuenta de que lo fundamental era la profesionalización de las organizaciones de la sociedad civil, así como la importancia de la empresa como pilar fundamental.

En esta línea, cerramos sendas alianzas intersectoriales con el sector empresarial y gubernamental. Pasado el tiempo, ya en una tercera etapa, nos dimos cuenta de que en el ámbito de la responsabilidad social, las empresas no operan por deber, sino por intereses de mercado.

En esa línea, nos dimos cuenta de que la única vía de que se involucraran era haciendo que compitieran entre ellas. Para ello, decidimos otorgar un sello en base a indicadores de responsabilidad social. Me refiero al distintivo ESR, que cataloga a una compañía como Empresa Socialmente Responsable.

¿Qué respuesta ha tenido en la sociedad civil y empresarial la creación de dicho distintivo?

Diez años después, han participado más de mil empresas en México y en la última edición en 2010, 495 recibieron el distintivo ESR. En los últimos años, nos hemos planteado incorporar a las pymes.

A través de la cadena de valor de las grandes empresas con sus proveedores y con aliados estratégicos en las principales ciudades del país para que organismos locales promuevan herramientas de responsabilidad social.

En México, al igual que en España, buena parte del tejido industrial del país está constituido por pequeñas y medianas empresa. ¿No es un auténtico reto incorporar a esas pymes en acciones de filantropía y responsabilidad social?

Efectivamente, sabemos que es un reto. Estamos hablando de involucrar a la RSE al 96% de las empresas que hay en México. Nuestro mensaje, en este sentido, es que esta nueva visión de hacer negocios representa una ventaja competitiva y no solo un coste. El distintivo ESR se otorga en base al cumplimiento de 120 indicadores, que evidencian su compromiso con la RS.

Sin embargo, la realidad pone de manifiesto que este perfil de empresas tiene centrados sus esfuerzos en mantener a flote su negocio…

Efectivamente, una de las grandes dificultades de las pymes para ser socialmente responsables es que no siempre pueden cumplir con las obligaciones laborales porque tienen contratos muy castigados con sus proveedores, lo que les obliga a penalizar a sus propios empleados. La alianza de las empresas con comunidades es una de las oportunidades para salir adelante ya no solo en la lucha contra la pobreza, sino en la lucha para contribuir a conseguir riqueza para las comunidades más pobres.

Anteriormente ha mencionado que el Cemefi estudió en profundidad los marcos legales y fiscales de la RSE, durante las primeras etapas de su constitución. A día de hoy, ¿cuál es su punto de vista sobre el proyecto de ley de responsabilidad social empresarial en España?

Considero que la responsabilidad social debe ser voluntaria. Por tanto, debe abordarse, una vez que se cumpla la ley, pero no debe ser tal. De hecho, considero que es muy difícil hacer ley de la responsabilidad social, entre otras cosas, porque si se aprueba como ley solo en un país, se corre el riesgo de generar una deslocalización y que las empresas decidan ubicarse allí donde la ley no les obliga a determinadas cuestiones.

Con esto quiero decir que la responsabilidad social, así como la filantropía se caracterizan porque la voluntariedad está en su naturaleza. Esa es la única manera de que las empresas apuesten por ella. Por ejemplo, en el ámbito laboral, muchas de las prácticas de responsabilidad social se han traducido en leyes laborales, de actuación ambiental, pero no en leyes de responsabilidad social.

Veamos el rol de los gobiernos. ¿Considera que deben actuar como estímulo en el compromiso de las empresas?

Sí, como promotores, no como legisladores. Cuando un gobierno decide apoyar estos procesos, crece la conciencia entre las empresas. Es muy positivo su apoyo, siempre y cuando la empresa realmente ejecute planes e iniciativas de acción social.

El gobierno tiene que ser socialmente responsable por ley. El rol que juegan los gobiernos es de promotor para estimular el compromiso socialmente responsable de las empresas y los ciudadanos. En el momento es que reciben dinero para obra social, están perdiendo la libertad.

Hay empresas que llevan tiempo asumiendo prácticas de responsabilidad social. Sin embargo, cada vez hay más compañías, ya sea del sector privado o público, que se suben al carro de la RSC sin una estrategia claramente definida ni una inversión real de activos al efecto. ¿No considera que esta coyuntura pueda hacer un flaco favor a empresas comprometidas socialmente desde hace décadas?

Nosotros hemos logrado tener un benchmark con indicadores que no son subjetivos, sino que son políticas que guían la actuación de la empresa. Asimismo, también nos aseguramos de que dichas empresas están realmente poniendo en marcha acciones reales vinculadas a la RSE y que está no solo en su hoja de ruta.

En lo que a nosotros respecta, nos hemos calificado como auditores del cumplimiento de disposiciones legales en materia laboral, ambiental y social.

En este sentido, puede haber cierta cortina de humo…

No hay tal. Todas las empresas que nosotros calificamos cumplen con la ley y están sujetas al escrutinio público. Si una empresa se hace merecedora de una resolución judicial en contra de algunos de los puntos de los indicadores, pedimos que le sea retirado el distintivo de responsabilidad social.

¿Ha sucedido?

No. En ese sentido, sí creo que debiera haber una mayor conciencia ciudadana, para valorar lo que representa que una empresa sea socialmente responsable.

Se trata de un compromiso público que adopta con esta metodología.

Para finalizar, ¿cuál es la situación en Latinoamérica?

Sin duda alguna, la visión de RSE incorporada a la estrategia del negocio llegó para quedarse. El coste para una gran empresa es mínimo y en el caso de las pymes, también. Es importante para darle el valor que tiene como transformador del negocio. El objetivo es que la empresa tenga un comportamiento más ético, de respeto a los valores fundamentales de las personas y una mayor relación con las comunidades que operan.

¿Ha desincentivado la crisis esta tendencia?

No necesariamente. Si se identifica la RS con inversión en la sociedad, sí que se han podido ver reducidas las inversiones. Pero aquellas empresas que han apostado de lleno y han entrado en esta dinámica de inclusión la RSE en la estrategia de negocio, han mantenido su línea de actuación.

Por ejemplo, algunos de nuestros miembros son empresas que han tenido acuerdos laborales con el personal en los momentos más duros de la crisis. Cuando se incluye una nueva visión de relación con las personas que forman la empresa, cambia el modo de relación de los grupos que participan.

¿Cuál sería la foto de la RS en México?

En México, el concepto de responsabilidad social no es ajeno para ninguna empresa, independientemente de su tamaño. En realidad, es un elemento de mercado. ¿Por qué? Porque cuando entra una empresa, entran inmediatamente la mayoría de sus competidores, es decir, entran en una competencia para lograr ser más socialmente responsables. También está avanzando positivamente el proceso de las pymes, para contratar a sus proveedores no solo por el criterio de precio y calidad, sino también incorporando el valor de la responsabilidad social.

Por Marina Sanz
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