BMW Guggenheim Lab o repensar la vida en la ciudad

HAZ29 marzo 2014

Los museos son unas de las instituciones que gozan de mayor credibilidad entre el público y cuyo nivel de confianza por parte de la sociedad no ha decaído de forma dramática, a diferencia de otras instituciones como podrían ser las públicas, políticas, financieras o empresariales.

Desde sus orígenes se ha considerado a los museos como custodios de un patrimonio universal común, único y de gran valor para la comunidad y por tanto su voz se ha considerado como autorizada a la hora de crear contenidos y opinión en torno a sus colecciones.

No en vano, las funciones que caracterizan a un museo según la definición del Consejo Internacional de Museos (ICOM) son: adquirir, conservar, investigar, comunicar y exponer el patrimonio tangible a intangible de la humanidad y su entorno con los objetivos de educar, estudiar y disfrutar los mismos.

Esta voz autorizada ha vivido su época dorada más reciente en la primera década del siglo XXI en la que los museos fueron considerados las nuevas catedrales y su número creció exponencialmente tanto en España como en el resto del mundo.

Se desarrolló una desenfrenada carrera constructiva y la arquitectura singular pasó a formar parte de la identidad de las instituciones museísticas, tanto de nueva creación como en los procesos de ampliación de las ya existentes. Las ciudades planificaban museos como símbolo de reconocimiento y diversos estudios han demostrado cómo el precio por metro cuadrado de las viviendas y espacios comerciales situados en las proximidades de los museos se llegó a duplicar gracias a la presencia de estas instituciones culturales.

¿Cuál debe ser el papel de los museos frente a este reconocimiento que ciudades y ciudadanos les otorgan? ¿Qué responsabilidad tienen los museos frente a sus comunidades? ¿Cuáles de sus funciones esenciales han de primar y qué papel debe jugar el público en ellas? En suma, ¿si la sociedad otorga valor al museo, es posible que el museo no haga otro tanto?

En las últimas décadas los museos han pasado de estar meramente centrados en sus colecciones a ir, poco a poco, cediendo papel al público mejorando lo que se conoce como la «experiencia del visitante» a través de incorporar servicios (restaurantes, tiendas, talleres, nuevos formatos expositivos, etc.).

Las funciones de exposición y comunicación crecen en importancia y sin embargo, cabe preguntarse: ¿es sostenible este modelo en un contexto de recortes y recursos cada vez más limitados? Posiblemente la clave esté en la pregunta ¿cómo puede ser un museo flexible e innovador? ¿Es capaz de repensar sus funciones y generar contenidos y conocimiento que resulten relevantes a una sociedad cada vez más participativa e involucrada, sabiendo al mismo tiempo utilizar el potencial que ofrecen las nuevas tecnologías?

Siempre pionera, la Fundación Solomon R. Guggenheim puso en marcha en el año 2011 el programa BMW Guggenheim Lab, un innovador proyecto de cocreación vinculado al urbanismo y la mejora de la calidad de vida en diversas ciudades del mundo: Bmwguggenheimlab.org

Frente a hacer primar la función meramente expositiva, la familia de museos Guggenheim a escala internacional, en todas sus sedes, apuesta desde hace algunos años por vincular su marca global y su presencia internacional a las ideas, la innovación y la creación con mayúsculas, no solo artística en sentido estricto, sino también en sentido amplio bajo el concepto de que el conocimiento genera progreso.

Crear conocimiento pasa a convertirse en una de sus prioridades, ya que supone materializar y actualizar su utilidad de forma concreta, renovando sus planteamientos y actividades.

Siendo una institución que cuenta con edificios icónicos de gran firma como parte de su marca global en Nueva York o Bilbao, Guggenheim es capaz de apostar por la presencia museística sin edificio, sin icono eterno. El museo abre sus puertas y va más allá de ellas, creando grupos de trabajo multidisciplinares en ciudades tan distintas y lejanas como Berlín, Bombay o Nueva York; poniendo a disposición de la comunidad internacional los recursos que custodia, o que recibe, para el beneficio de la sociedad en su conjunto.

Con el BMW Guggenheim Lab se amplia la misión del museo más allá de sus paredes y se crean nuevas formas de establecer un contacto directo con el público y la sociedad, demostrando el compromiso de la institución con la innovación de forma amplia y en concreto en los ámbitos de arquitectura y urbanismo.

El BMW Guggenheim Lab se describe a sí mismo como: «parte think-tank urbano, parte centro comunitario y espacio de encuentro público, que viaja globalmente para inspirar nuevas formas de pensar sobre la vida urbana».

Se trata de una coiniciativa con tres sedes: una primera en Nueva York (3 agosto- 16 octubre 2011) bajo el tema principal Confrontando el confort (Confronting Confort); una segunda en Berlín (15 junio–29 julio 2012) con el tema Haciendo (Making), que enfatizó la participación ciudadana a la hora de dar forma a las ciudades; y finalmente, la tercera en Bombay (9 diciembre- 20 enero 2013) donde a través de la presencia en múltiples sedes se trabajaron proyectos y programas que exploraban la idea de Privacidad.

En total, a lo largo de sus tres años de desarrollo, el BMW Guggenheim Lab ha contado con participantes de más de 160 países en casi 600 programas abiertos al público, talleres, conferencias, proyectos de urbanismo e investigación tanto en lugares físicos como online. El museo no solo va más allá de su área de influencia geográfica directa, sino que a través de los proyectos vinculados al Lab se abre a la cocreación y se acerca a la ciudad como concepto y a sus habitantes.

El museo deja de tener la última palabra en la interpretación de la realidad, para compartirla con todas aquellas personas que han participado de una forma u otra en el proceso con el objetivo de repensar y mejorar la vida en las ciudades; una problemática que afecta actualmente a la mitad de la población mundial y que se estima llegará a 6,4 billones de personas en 2050 según Naciones Unidas.

El BMW Guggenheim Lab no solo involucra a arquitectos, diseñadores, urbanistas y creativos de todo el mundo, abriendo el diálogo entre ellos y el público general, si no que además cuenta con el apoyo de un comité asesor que incluye alcaldes de ciudades como Bogotá (Colombia) o Harare (Zimbabue), economistas y expertos en transporte, artistas y emprendedores.

A esto se añade el apoyo del grupo BMW, que como compañía privada mantiene desde hace más de cuarenta años un estrecho compromiso con el arte contemporáneo, la música, la arquitectura y el diseño, apostando siempre por proyectos innovadores y capaces de marcar diferencias tanto en el ámbito artístico como en el mundo empresarial. El resultado es un singular ejemplo de colaboración público- privada, utilizando el término público en el más amplio sentido de la palabra.

Guggenheim avanza así en el reconocimiento del conocimiento local específico y se centra en la innovación a partir de la generación de nuevo conocimiento, el establecimiento de colaboraciones y la interacción entre los participantes, el público y las ciudades. Frente a la idea tradicional de exponer se opta por el compartir y crear nuevas ideas.

Uno de los puntos fuertes del Lab es su carácter de plataforma abierta que sirve de atajo frente a los procesos políticos y permite llegar de forma directa al corazón de los asuntos que realmente importan a los ciudadanos. El Lab ha comprobado cómo preguntando de manera directa por los problemas que afectan a las personas en su día a día en la ciudad y sus posibles soluciones, las respuestas obtenidas no son siempre las que mayor atención reciben por parte de los políticos y medios, y resultan ser además las más complejas de solucionar.

Esto ocurre, por ejemplo, con la capacidad adquisitiva, un tema común presente de forma recurrente a lo largo del proyecto y que se silencia de forma habitual. Cuanto más y más crecen los rascacielos y torres de viviendas en las principales ciudades del mundo, más surge la incómoda pregunta: «¿quién podrá permitirse vivir ahí?». La posibilidad de acceder a una vivienda de forma razonable y digna se perfila como una de las claves de sostenibilidad en las ciudades en el futuro.

La ciudad participativa: 100 tendencias urbanas

 El proyecto culmina con una exposición titulada La ciudad participativa: 100 tendencias urbanas desde el BMW Guggenheim Lab. Esta exposición se inspira en las cien ideas de las que más se ha hablado y sobre las que más se ha explorado en los Labs de Nueva York, Berlín y Bombay. Los términos o tendencias, que se han incluido en la exposición que acaba de finalizar en Nueva York en enero 2014, han sido seleccionados de entre los más de trescientos elementos que en total se recopilaron entre las tres sedes bajo la denominación de Glosario de ideas, y que se elaboró en cada una de las tres ciudades.

Estos términos, nuevos, antiguos, ya establecidos o recién creados, hacen referencia a las formas en que se entienden, diseñan y habitan las ciudades. Cada uno de ellos hace referencia a una experiencia o evento concreto que tuvo lugar en alguno de los Labs, desde sus procesos de participación, a talleres, pases de películas, dibujos, fotografías, etc.

A través de la exposición las tres ciudades cobraron vida de forma conjunta en un mismo espacio expositivo que ha puesto a disposición del público el conocimiento y principales tendencias identificadas con el objetivo de mejorar la calidad de vida en las ciudades. Entre otras, algunas de las principales ideas que ha mostrado la exposición son:

– El urbanismo participativo: un concepto integral en todos los programas en las tres ciudades, por el cual se invita a los ciudadanos a recoger datos y contribuir con sus ideas a las de los agentes de decisión urbanística.

– El efecto avestruz: un tema discutido ampliamente en Bombay que describe las formas en las que los individuos expresan su indiferencia a las duras condiciones de la vida en la calle.

– El mapeo urbano colaborativo: un ejemplo de una intervención de pequeña escala en un entorno urbano que se ha generado a partir de la colaboración y la creación de una fuente de datos abierta en Berlín para identificar los elementos de la cadena de distribución de alimentos.

La Ciudad Feliz y el bienestar psicológico en los ambientes urbanos: la idea fundamental que subyace en este concepto es que cultivar la «felicidad urbana» puede mejorar de forma importante una ciudad en términos emocionales, económicos y de infraestructuras ya que los ciudadanos que se sienten a gusto en el lugar en que viven tienden a cuidarlo más, gastar más dinero en él y a establecer nuevas relaciones.

Otras tendencias abordadas incluyen la revolución de las impresoras 3D que permiten altos niveles de personalización de los productos; Arduino, el hardware desarrollado para crear robots; y conceptos como la memoria colectiva, los desahucios, el abastecimiento de alimentos, las infraestructuras de residuos y la arquitectura no-icónica, entre otros.

Las cien tendencias están disponibles más allá de la exposición, en el tiempo y el espacio, a través de la web del BMW Guggenheim Lab. Allí se pueden filtrar por sede del proyecto, así como por popularidad, lo que permite establecer comparaciones entre las tendencias principales de estas tres ciudades con perfiles tan diferentes pero que a la vista de los resultados comparten muchos elementos en común.

Innovación museística en beneficio de las ciudades

El conocimiento generado a través de la experiencia del BMW Guggenheim Lab pone de manifiesto cómo el papel de los museos en la sociedad está cambiando y cómo los museos son espacios capaces de generar nuevas ideas en colaboración con otros muchos sectores de la sociedad que están también en cambio constante. El BMW Guggenheim Lab supone un importante ejercicio de innovación social, innovación filantrópica, innovación en la contribución al desarrollo, innovación 2.0. e innovación en el apoyo a emprendedores sociales.

Cada vez más los museos tienen un papel social y un papel urbano. Los museos se enfrentan a un entorno cada vez más competitivo, en el que el público es cada vez más participativo y la cocreación está a la orden del día. Muchas de las tendencias identificadas por el Lab son aplicables a los propios museos.

Apostar por la generación de conocimiento, la creatividad y la integración de la comunidad pueden ser claves de futuro para muchos de ellos.

Por María Fernández Sabau, @mfsabau, consultora sobre Políticas Culturales de la Unesco
@Compromiso_Empr

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