“Tenemos desde hace diez años una empresa de consultoría gratuita para el tercer sector con más de cincuenta trabajadores”

Ana Millán es ingeniero aeronáutico por la ETSIA de la Universidad Politécnica de Madrid, dedicó los primeros diez años de su carrera profesional a la gestión de proyectos de consultoría tecnológica y estratégica en distintos sectores y empresas de ámbito internacional.

Sin embargo, a pesar de la exitosa carrera que se estaba forjando, Ana Millán percibía que le faltaba algo para sentirse plena profesionalmente y es entonces cuando descubrió que su futuro pasaba por dedicarse a ayudar al sector social. Desde hace una década dirige la Fundación Accenture, que dedica parte de sus horas de consultoría a ofrecerlas de manera gratuita al tercer sector.

Usted venía del mundo empresarial, donde la rentabilidad económica prima por encima de la social, ¿qué le hace dar el paso y dedicarse al tercer sector, dirigiendo la Fundación Accenture?

Aunque me encantaba el mundo de la consultoría, me parecía que estar buscando el beneficio económico de las empresas no era mi labor y que podía hacer lo mismo para el tercer sector. En esa búsqueda de mi realización profesional tuve la gran suerte de que me ofrecieran liderar Fundación Accenture. El proyecto que me proponían era ilusionante, pero lo que realmente ha hecho que lleve diez años liderándolo es que es muy verdadero, que desde el presidente, al comité de dirección y los trabajadores se lo creen de verdad.

Además el proyecto de consultoría pro bono de Fundación Accenture está muy integrado en el negocio de la compañía, con un compromiso de dedicación del 0,7% de las horas de toda la empresa a consultoría gratuita para el tercer sector, ¿no?

Está muy integrado, pero a la vez muy separado, una característica que a mí me gusta mucho. Se trata de tener al negocio a tu lado y sacarle sus máximas capacidades para darlas a la sociedad, pero no sentir ningún tipo de exigencia por parte de él, como pudiera ser un retorno en forma de ventas, posicionamiento, imagen institucional… Eso nos ha permitido desarrollar la actividad con total tranquilidad, buscando el máximo impacto al beneficiario final y sin nada que pervierta su desarrollo.

¿Volvería al trabajo empresarial?

Solo si realmente fuese capaz de montar una empresa que tuviera un retorno social muy importante. El tema de conseguir dinero, dinero y más dinero no es lo que me motiva en la vida, pero las dinámicas del mundo empresarial me encajan perfectamente. Tendría que ser un negocio que tuviera el máximo retorno social: un híbrido o empresa social.

Una década donando 80.000 horas anuales de consultoría social a ONG, valoradas en 26 millones de euros (sin margen comercial ni gastos de estructura) hacen suponer que el impacto sobre el tercer sector y la transformación que ha sufrido ha sido importante, pero ¿cómo y en qué unidades se mide: dinero, reputación, satisfacción, beneficiarios…? ¿Cuál ha sido el retorno de esas horas pro bono?

Lo más sencillo es medir el input, es decir, cuánto donamos (horas y euros). Una metáfora muy gráfica que explica los datos que comentas es que tenemos desde hace diez años una empresa de consultoría gratuita especializada en el tercer sector con más de cincuenta empleados trabajando a tiempo completo.

Pero lo más relevante es el tratar de cuantificar el output, es decir, cuánto hemos cambiado y mejorado la eficiencia de las entidades sociales. En este sentido, puedo poner dos ejemplos relevantes: hemos mejorado un 35% la gestión de la actividad de voluntariado de las organizaciones en las que hemos implantado un sistema para este cometido o el hecho de que hayamos alcanzado ya las 250.000 personas que nos habíamos propuesto dotar de habilidades para conseguir un trabajo o desarrollar un negocio para 2015, teniendo que ampliar el objetivo a 500.000.

Esta frase que recuerdo que me dijo en una ocasión una organización social con la que trabajamos resume el impacto de nuestras actividades: «Ahora tengo los mismos 60 millones de euros, pero bien gestionados».

¿Recuerda cuántas horas de trabajo voluntario se donaron en el primer año de la fundación y cuántas se están invirtiendo en la actualidad?

El primer año se habían planteado 40.000 horas, pero como empezamos a mitad del año fiscal, pusimos como objetivo gestionar 20.000 horas. Lo conseguimos, y el siguiente año dimos el salto a 80.000 horas, que se han mantenido con y sin crisis en velocidad crucero; esto prueba una vez más que es un proyecto integrado en el negocio, que es una actividad que Accenture no diferencia del resto de clientes.

Las necesidades del tercer sector se cuentan por miles y, además, se han visto incrementadas por la crisis económica. ¿Cuáles son las más relevantes con las que se ha topado?

Cuando trabajas con organizaciones tan importantes como Cáritas, Cruz Roja, Ayuda en Acción, Médicos sin Fronteras, Intermón Oxfam… detectas que tienen unas problemáticas muy parecidas a las empresariales. La más relevante es la búsqueda de eficiencia en muchos campos: estrategia, gestión del voluntariado, sistemas de comunicación, presencia web…

¿Cómo acotan los ámbitos de actuación? ¿Qué criterios siguen para seleccionar las ONG con las que trabajan?

Al principio desconocíamos en profundidad el sector y fuimos atendiendo las necesidades que nos iban llegando sin ningún tipo de segmentación. Luego nos percatamos de que las ONG a las que atendiéramos tenían que tener capacidad para absorber nuestros servicios.

Me explico, nosotros le damos al tercer sector lo mismo que Accenture ofrece a las empresas, en el mismo formato y con la misma dimensión; eso requiere que las ONG tengan capacidad de, por ejemplo, poder operar un software que les hemos desarrollado o pagar un hosting para alojar la web que les hemos creado. Es decir, que sepan digerir y complementar nuestro trabajo y que podamos establecer programas de largo plazo, que es donde se logra mayor impacto de transformación. Y esto nos condujo a las ONG más relevantes del mercado español.

Pero siempre nos quedaba la cuenta pendiente de ayudar a las ONG más pequeñas. Diseñamos entonces una nueva estrategia: desarrollar productos con las grandes ONG y ponerlos a disposición de todas las organizaciones a través de la nube o cloud de Accenture.

¿Cómo ha cambiado el tercer sector a partir de su intervención?

Hemos puesto nuestro granito de arena en la profesionalización del sector.

¿Cómo repercute el programa pro bono en los empleados de Accenture?

Antes de lanzar el proyecto hicimos una encuesta a los trabajadores, porque teníamos el apoyo del comité de dirección, pero no queríamos salir sin el respaldo de los empleados, que al final eran los actores principales. Tuvimos una respuesta masiva: cerca del 70% contestó, y de ellos casi el 80% muy positivamente.

Hay que tener en cuenta que no se presentan voluntarios a un proyecto si no que, como Accenture lo considera un cliente más, se asigna en función de las skills o habilidades de los trabajadores y de los que en ese momento estén desocupados. Porque la actividad de consultoría no tiene a todo su personal 100% ocupado y facturable todo el tiempo, ya quisiéramos, pero gracias a que no, la fundación puede aprovechar esos consultores.

¿Han notado mayor capacidad de retención de talento o sentimiento de pertenencia a la empresa con este proyecto social?

No medimos esta cuestión, porque no queremos que la empresa nos exija resultados. Quizás vaya en contra de todas las filosofías que hay sobre medición, pero preferimos apuntar luces hacia la teoría de que por supuesto el programa pro bono trae bienestar al empleado y a la empresa, pero que cada uno saque sus propias conclusiones. Lo que está muy claro es que el feedback que recibimos es muy positivo.

La Fundación Accenture se encuentra entre las fundaciones corporativas con mayor transparencia y buen gobierno de España, según el informe Construir confianza 2013, elaborado por Fundación Haz. ¿Qué opinión le merece?

Para nosotros no es nueva la rendición de cuentas, solo hemos tenido que transparentar lo que estaba en los registros de Accenture. Lo que sucede es que las fundaciones empresariales no hemos sentido la obligación de hacerlo público, de contar lo que pasaba en nuestra casa. Hay cierto pudor a sacar a la luz cierta información, cuando en realidad solo publicamos la verdad.

Donde más pasos positivos hemos dado hacia una mayor profesionalización es respecto al órgano de gobierno. Con la multitud de cambios que la acción social tiene que ir dando para acoplarse al momento, a las políticas de las empresas, a las crisis… o tengo a gente en el patronato con un puesto relevante en el negocio y capacidad para provocar cambios o me veo caminando sola.

El patronato tiene que estar formado no solo por personas que les interesa la actividad que realizamos sino aquellas que sean capaces de ayudar realmente a su desarrollo. Recientemente hemos tenido reunión de patronato y hemos hablado de la necesidad de dejar alguna silla libre, porque lo importante es que la acción de la fundación siga a todo gas y sacando del negocio lo máximo que pueda, que es el mayor valor que se puede aportar a la sociedad.

Para llegar a ser totalmente transparentes les faltaría por publicar la información referente a los resultados obtenidos. Sin embargo es una cuestión que tienen medida aunque no publicada. ¿Por qué no lo ponen al alcance de sus grupos de interés en la web?

Sí, hemos tenido que seguir los caminos estándares y obtener los permisos pertinentes, pero ya hemos logrado subir los resultados a la web, aunque no hay sido a tiempo para que quede reflejado en este informe. Es un buen ejercicio interno y externo, porque cuando lo empaquetas todo y lo pones sobre el papel demuestras a todo el mundo lo que has hecho realmente e incluso sirve para vender tu trabajo internamente.

Los últimos años la Fundación Accenture ha dado un giro orientando su foco a la generación de empleo de los sectores más vulnerables coliderando la iniciativa «Juntos por el empleo», el primer proyecto de impacto colectivo llevado a cabo en España.¿Cómo y con qué propósito surge?

El cambio de orientación a nivel internacional viene, en gran medida, empujado desde España. Más del doble de las horas de consultoría gratuita que el mundo Accenture era capaz de donar se estaban realizando desde España y queríamos que nuestro ejemplo cundiera en otros países.

Se trataba de instar al mundo Accenture internacional a que se organizase en torno a la acción social. Así, se crea el Global Corporate Citizenship para articular la estrategia social a nivel internacional.

Este acordó centrar todas nuestras aportaciones de consultoría, voluntariado, donaciones a una única temática que es el Skills to Succeed, lo que nosotros traducimos como el apoyo a todo lo que facilite la formación para el empleo y el autoempleo de las personas para que puedan tener una actividad económica independiente y sostenible y no caer en situaciones de exclusión y de vulnerabilidad.

Pensamos que en el contexto de crisis que vivíamos no podíamos permitirnos el no colaborar con el sector empresarial y público, el no hacerlo todos a una. Y así nace «Juntos por el empleo», una iniciativa que coge la bandera del impacto colectivo y que trata de decir a todos los sectores: «Somos mucho más eficientes si trabajamos conjuntamente, si trabajamos para lo mismo, con unos objetivos comunes, un estudio conjunto de las necesidades y las posibles soluciones y remamos hacia el mismo sitio».

Accenture tiene otros dos elementos fundamentales en su política de acción social: el voluntariado y las donaciones. ¿Cómo se coordinan estas tres patas?

Ahora todo lo que donamos tiene que ser a proyectos orientados a la formación, empleo y autoempleo. Pero en estos diez años se han canalizado en torno a 10 millones de euros, a distintos programas que incluyen tanto donaciones corporativas como donaciones de los empleados. Desde 2004, más de 4.000 trabajadores participan en el programa de «Redondeo de nómina»(redondear los céntimos de la nómina a diferentes unidades máximas: 1 euro, 5 euros y 10 euros, y también la posibilidad de donar cualquier cantidad fija mensual que el empleado decida); es muy exitoso.

El instrumento nómina puede facilitar mucho la donación y además perpetuarla. Cuando hay una emergencia humanitaria donde participan ONG españolas, al tenerlas muy cerca y conocerlas tanto, vemos qué están haciendo, copilamos las iniciativas, las mandamos vía mail y los empleados pueden donar la cantidad que quieran, que Accenture duplica. La última a Filipinas fueron 1.800 empleados, 140.000 euros. Además los trabajadores voluntarios pueden hacer seguimiento con la ONG donde se ha destinado el dinero e ir sobre terreno para conocer de cerca las necesidades.

¿A qué retos se enfrenta la fundación en el futuro?

Para mí el futuro pasa por seguir insistiendo en esto de trabajar colectivamente; ser artífices de que el tercer sector, las administraciones públicas y las empresas trabajemos de forma conjunta. Es un tema que vemos cada vez más claro y en el que podemos jugar un papel importante.

Por Esther Barrio
@Esther_Bame
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