España, de nuevo, desconfía de sus instituciones, según el Trust Barometer 2016

En los últimos cuatro años se está asistiendo a un crecimiento de la desigualdad en los niveles de confianza de la población mundial, basada en si las personas pertenecen al conjunto de población considerado como “élite informada” o si no forman parte de éste.

Esa situación es la que describe el Edelman Trust Barometer 2016 recientemente publicado y cuyo resumen ejecutivo se puede consultar aquí en inglés.

La RAE define confianza como “esperanza firme que se tiene de alguien o algo” y Schlenker dice que “la confianza se refiere a acciones futuras de otros, que eluden el propio control y por ello implican incerteza y riesgo”. La confianza, positiva, es quizá la causa primordial que hace que las relaciones de tipo personal, empresarial, económico, laboral o de cualquier otro tipo sean exitosas.

Para analizar la confianza de la población, el barómetro de Edelman realiza una diferenciación entre la que llaman “élite informada” y el resto de los mortales o “grueso de la población”. Para pertenecer a esa élite las premisas son tener una edad entre 25 y 64 años, educación universitaria, tener un nivel de ingresos familiares dentro del 25% superior en su país, estar informado de manera significativa y demostrar interés en noticias sobre negocios y políticas públicas. También para algunos datos el informe contempla lo que llaman “población general” y que a grandes rasgos vendría a ser el total de la población sin diferenciaciones de ningún tipo.

Según la encuesta “en más del 60% de los países el nivel general de confianza del grueso de la población está por debajo del 50%. En contraste, los niveles de confianza de la élite informada tienen los mayores niveles en los 16 años del estudio”, tendencia que desvela el siguiente gráfico centrado en el período 2012-2016.

evolucion-confianza-edelman Ese crecimiento de la disparidad de confianza entre ambos grupos se da en casi todos los países, exceptuando algunos como Indonesia, Italia, Argentina, E.A.U, Hong Kong, Holanda o Suecia, en los que la diferencia entre grupos ha disminuido con el tiempo.

Las razones más profundas para esa inequidad en la confianza entre los grupos provienen principalmente de las opiniones que las personas tienen hacia el mundo de los negocios, existiendo entre ambos grupos de población diferencias de hasta 20 puntos en la confianza en algunos sectores como el financiero.

El informe sólo pone de manifiesto la realidad que se ha medido y cómo se puede mejorar, pero no explica las causas de esa realidad. Probablemente, que la élite informada puntúe la confianza en el sector financiero y de los negocios con 20 puntos más que el grueso de la población se podría explicar porque esa élite justamente forma parte de ese mundo financiero, económico y empresarial y por tanto se beneficia de él, mientras que el resto de la población no sólo no se beneficia de igual manera sino que en ocasiones simplemente sufre las consecuencias de las malas prácticas de la élite.

Dentro de la población general también se encuentran grandes diferencias de confianza según cuáles sean los sectores analizados, como se puede observar en el siguiente gráfico.

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El hecho de que se estén sufriendo unos últimos años muy convulsos, debido principalmente a la crisis mundial de la que apenas parece que se está saliendo y en la que los factores económicos relacionados con la banca y las finanzas han tenido la mayor parte de culpa, pasa factura a la confianza como no podía ser de otra manera.

Esos servicios financieros, aunque han recuperado algo de credibilidad en los últimos cuatro años, siguen siendo aquellos que menos seguridad dan a la población en general, seguidos por la industria farmacéutica que se mantiene con valores siempre bajos respecto al resto de industrias probablemente por el lastre que provoca el ser vista como un lobby, los elevados beneficios que tiene, el ofrecer remedios destinados al “primer mundo” que se los pueden permitir en detrimento de los países pobres, etc. Por el contrario, las industrias que salen mejor paradas en la comparativa son la tecnológica y la alimentaria.

Vale la pena destacar que la pérdida de confianza más grande desde el pasado año 2015 ha sucedido en el sector de la automoción, con una diferencia de seis puntos. Es probable que el escándalo del trucaje de los motores de Volkswagen haya tenido bastante que ver con esa caída de confianza.

En cuanto a los tipos de empresa, las que más confianza ofrecen a la población general a nivel mundial son las empresas familiares (66 puntos sobre 100) por encima de las empresas públicas (52 puntos) y las empresas estatales (46 puntos).

A la hora de asignar un grado de confianza a personas físicas la población general atribuye, por este orden, más confianza a un experto técnico, un experto académico, a una persona como el encuestado, a un analista financiero, al empleado de una empresa, a un CEO, al representante de una ONG, a un comité de Dirección y por último a un representante del gobierno.

El informe desprende que, aún cuando apenas aprueban en confianza, los CEO han tenido el máximo aumento respecto al año anterior de entre todas las personas físicas. Pero también hay que señalar que según el barómetro la población general opina que las actuaciones de los CEO están por debajo de lo deseable en temas como tener comportamientos altamente éticos, ser responsables de tomar acciones para solucionar problemas o crisis y actuar de una manera transparente y abierta.

También se observa en el Barómetro que las personas pertenecientes a las instituciones políticas distan mucho de ser dignas de confianza por parte de los encuestados.

Recientemente se analizó en Revista Haz el aumento de la percepción de la corrupción en España, debido a los múltiples escándalos de corrupción que se dan en las instituciones por parte de políticos de todos los colores. El barómetro de Edelman retrata una realidad en cuanto a la confianza en las instituciones que va en línea con ese aumento de la corrupción, algo del todo lógico, y que cuadra con que la figura del político sea escogida como la menos confiable.

España, de nuevo, suspende en cuanto a confianza en las instituciones entre la población general (46 puntos sobre 100) y en el grueso de la población (44 puntos), “aprobando” muy justa entre la élite informada (53 puntos).

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Mirando al futuro

El 80% de los encuestados cree que los negocios deben jugar un papel en la resolución de los problemas sociales, a través de la realización de acciones que incrementen los beneficios y mejoren a la vez la situación económica y social en las comunidades en las que operan.

A nivel de previsiones para el futuro es un hecho importante a tener en cuenta que en 19 de los 28 países encuestados menos de la mitad del grueso de la población cree que su situación y la de sus familias mejorará en los próximos cinco años.

Estos dos últimos datos son una llamada de atención y subrayan claramente una creciente demanda por parte de la sociedad en general de una mayor responsabilidad social de las empresas.

Las empresas son vistas como las organizaciones que más rápido se adaptan a los cambios cada vez más vertiginosos a los que se enfrenta la sociedad, muy por encima de gobiernos y entidades no gubernamentales. La situación actual de inequidad en la confianza presenta una oportunidad para que las empresas logren diferenciarse de su competencia y crezcan por encima de ella.

Unas empresas responsables que deben ser transparentes como condición indispensable para generar y transmitir confianza y seguridad, que cuenten con unos CEO y comités de dirección responsables, comprometidos y con valores que demuestren un comportamiento ético más allá de códigos y demás políticas de empresa, y que lo proyecten con una buena comunicación corporativa tanto interna como externa.

Sólo a través de acciones responsables por parte de las empresas se podrán beneficiar todos los grupos de interés de las mismas, y por tanto el total de la población porque cada uno de los ciudadanos pertenecen a diferentes grupos de interés de múltiples empresas.

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